Carles Reixach
Carles Reixach
TH, 1r VOLUM. La transición política española

CARLES REIXACH. Futbolista, entrenador y técnico del FC Barcelona

Texto del 15/10/2002
Fotografía: Àngel Font

Futbolista, entrenador y técnico del FC Barcelona. El nombre de Carles Reixach está ligado como pocos al del Barça. Su vida deportiva ha estado dedicada por completo al club. Fue uno de los jugadores más carismáticos del Barça. Ha sido un técnico imprescindible y un entrenador respetado, pero sobre todo ha sabido comprender al club.

Siempre ha estado a su lado, tanto en los tiempos difíciles,cuando jugar en el resto de España suponía una odisea, como en los momentos triunfales.
Ha celebrado las victorias desde el balcón de la Generalitat con Josep Tarradellas primero, y con Jordi Pujol después.

Me sorprendió gratamente la gran cordialidad de Tarradellas

Recuerdo que en mi casa se hablaba mucho de política, especialmente de la guerra civil, porque mi padre había estado en un bando y mi madre en el otro, incluso habían matado a mi abuelo materno. Aunque no entendía mucho de política siempre iba cogiendo un poco de aquí y de allá, por lo que, cuando ­regresó Tarradellas, a mí me pareció una buena solución para el futuro de Cataluña. Tuve la suerte de poder conocerlo porque en aquellos años ganamos algunos títulos con el Barça y los celebrábamos en la plaza Sant Jaume, en el balcón de la Generalitat, y me sorprendió la cordialidad con que me trató desde el primer momento, como si me conociera de toda la vida. Me resultó curioso que alguien como él, del que había oído hablar tanto, tuviera esa proximidad. Guardo innumerables fotografías de los dos juntos, lo que me llena de orgullo.

La gente tenía cultura política

En realidad no me interesaba excesivamente la política. Tras haber oído tantos años a mis padres discutiendo por esos temas, que en ocasiones resultaban ininteligibles, no acababa de entender por qué alguien podía interesarse en algo que generaba tal capacidad de enfrentamiento. Me chocaba que en las reuniones familiares, mis tíos y los amigos de la familia iniciaran discusiones que normalmente siempre terminaban con grandes tensiones entre ellos. Además, ­para opinar previamente debías estar muy informado de lo que hablabas, no como ahora que todo el mundo habla de todo y no entiende de nada. En aquellos años de la transición la gente tenía mucha más cultura política que ahora.

Eran años plagados de actos reivindicativos

De alguna manera, formar parte del FC Barcelona suponía sumergirse en uno de los aspectos que conforman el catalanismo. Personalmente, no fui muy consciente al principio de todo lo que estaba sucediendo, incluso el hecho de que mi nombre fuera unido al del Barça me convertía, indirectamente también a mí, en un símbolo. Cuando había algún acto, me invitaban, y esos eran unos años plagados de actos reivindicativos, porque la gente estaba comprometida; recuerdo los conciertos de Serrat o de Guillermina Motta. Aunque quizá los deportistas estuviéramos un poco más al margen de la política, a mí se me ha identificado con este tipo de cosas, porque empecé a meterme en ese mundo y a comprender la importancia de la movilización y el compromiso. No obstante, reconozco que fueron un poco las circunstancias las que me introdujeron en estas cuestiones.

Durante el 23-F estuvimos pendientes de la radio

En el momento del golpe de Estado recuerdo que estábamos jugando a ­fútbol sala. Cuando regresábamos con Costas y su mujer, y algunos más, pusimos la radio y oímos que habían entrado en el Congreso. Fuimos a cenar a un restaurante a pesar de que recomendaban que la gente se fuera a su casa, pero ya sólo estuvimos pendientes de la radio.

Cuando en España sólo existía TVE no se hablaba de otro equipo que no fuera el Real Madrid, tenía verdadero mérito ganar una liga en esos años

El fútbol siempre ha sido una válvula de escape para muchos pero, además, en aquella época siempre acababa teniendo una lectura política. Cuando íbamos a jugar a cualquier otro lugar de España siempre éramos mal recibidos, nos llamaban polacos1 y nos insultaban. En realidad no entiendo cómo el Barça podía siquiera ganar ligas, porque si había cuarenta y cinco millones de españoles, cuarenta eran del Real Madrid y cinco del Barcelona; teníamos una increíble desventaja. En esos años todo el mundo era del Madrid en España, porque en la única cadena de televisión que existía, pública por supuesto, sólo se hablaba del Real Madrid, parecía que no existieran más equipos. Ahora, sin embargo, lo frecuente es que alguien se consideré del Zaragoza, por ejemplo, y después del Madrid, o primero del Valladolid o del Villarreal y después del Madrid. Antes se era del Madrid e inmediatamente se estaba en contra del Barcelona. Han cambiado mucho las cosas. Hace unos años sólo estábamos bien vistos en el País Vasco y en Valencia (con la excepción de esas dos zonas, en el resto de los estadios era casi imposible jugar), mientras que ahora en Valencia tenemos más problemas que en otras partes.

Verdaderamente el Barça ha sido más que un club

Desde el principio el FC Barcelona ha sido más que un club para los catalanes, es algo que yo he vivido, incluso los jugadores de otras nacionalidades lo percibían así. Recuerdo que en la época, Cruyff y otros futbolistas extranjeros al principio no entendían nada, cuando les intentabas explicar la importancia del Club y de las victorias para la sociedad catalana, me decían pero si es sólo un partido de fútbol, ¿qué dices? Sin embargo, poco a poco iban comprendiendo lo que pasaba y se identificaban bastante con el Barça. Cuando alguna vez pienso en el famoso 0-5 contra el Madrid2 me doy cuenta de que, aunque la televisión era en blanco y negro, si analizas las imágenes siguen siendo impresionantes: el campo del Real Madrid, donde se podía oír el vuelo de una mosca del silencio que había, parecía que se hubiera hundido el país. Son circunstancias irrepetibles, no se trataba de un simple encuentro deportivo, sino que significaba mucho más, se convertía en algo de mayor trascendencia.

Durante la transición el fútbol estuvo más politizado que nunca

Siempre se ha dicho o se ha pretendido que el fútbol debe estar al margen de la política, pero en aquellos años era más político de lo que ha sido nunca. Interesaba que fuera así, supongo que por muchas razones. Por ejemplo, en el tema de los arbitrajes: en una ocasión alargaron el partido siete minutos en el campo del Madrid hasta que perdió el Barça3, y eso era algo que pasaba una y otra vez. Recuerdo también una ocasión en que mi padre me preguntó cómo podíamos haber perdido ante el Córdoba y yo le contesté que no había­mos tenido ni la oportunidad de hacerlo pues no nos habían dejado pasar de medio campo, porque cada vez que nos acercábamos a la portería contraria nos pitaban falta, sin justificación alguna. Francamente, te sentías impotente. Claro que también a veces se ha aprovechado esta circunstancia para ocultar algún mal resultado por parte de nuestro equipo, pero es indudable que hubo épocas muy difíciles.

Es más difícil ser del Barcelona en Madrid, que a la inversa

El Barcelona, además, ha tenido una presión añadida, y es que no se concibe socialmente que pierda, incluso amigos míos que no les interesa para nada el fútbol, siempre preguntan por el Barça, y si ha ganado se quedan tranquilos, como si fuera una cuestión de honor para ellos. Otro problema con el que nos hemos enfrentado en el Barcelona es la gran cantidad de infiltrados, por decirlo de alguna manera, que tenemos; quiero decir, de gente que vive en Cataluña y es del Real Madrid. Supongo que se deberá a que ha habido mucha inmigración de otras zonas de España. En Madrid, en cambio, no sucede lo mismo. A menudo, paseando por las calles de Barcelona me han gritado ¡Reixach, Reixach!, y cuando llevaban andados cien metros, han cantado ¡hala Madrid, hala Madrid!, en plan simpático. Es algo a lo que estamos acostumbrados. En Madrid, sin embargo, estoy convencido que ningún jugador se encuentra con nadie que le grite ¡Barça, Barça! Supongo que ello responde a que por allí hay pocos seguidores del Barcelona. Es como tener al enemigo en casa, porque es mucho más difícil ser del Barcelona en Madrid que a la inversa, y esto es algo que todavía hoy es palpable.

Jugadores procedentes de otras partes de España, como Gallego, han defendido el Barça casi más que yo

Muchos de los jugadores que han venido de fuera han tenido que adaptarse a la dimensión catalana del club. Durante la transición recuerdo que aquí se hablaba muchísimo de política, algo que también hacíamos nosotros porque era imposible no darse cuenta de lo que sucedía cuando salías a jugar fuera de Cataluña. Hubo jugadores como Gallego, por ejemplo, que era andaluz, y que acabó defendiendo el Barça casi más que yo, porque era de los que se identificaban con el Barcelona y estaban en primera línea. También Migueli, más adelante. En fin, jugadores que prácticamente se habrían dejado matar por el club. Creo que con esto tuvimos mucha suerte, dudo que ahora pudiéramos conseguir lo mismo. Recuerdo que cuando entré en el primer equipo del Barça en la temporada 1964-1965, en él estaban Sadurní, Rifé, Torres, Eladio, Fusté, Martí Filosia y Segarra, entre otros. Es decir, los jugadores catalanes suponían del 51% al 60% de la plantilla, y luego estaban los procedentes de otras zonas de España y algún argentino.

Actualmente el contacto entre los jugadores es mucho menos intenso

Los catalanes eran el núcleo, pero ahora es imposible porque hay un holandés, o un ruso, o un australiano, o un brasileño. Supongo que fue la razón de que en el pasado fuera más fácil hablar de estos temas, quizás también ­porque teníamos la ventaja añadida de que cuando jugábamos fuera, el viaje duraba tres o cuatro días: salías el viernes, llegabas el sábado, jugabas el domingo y volvías el lunes. Tampoco había televisión en cada habitación como ahora, y la gente bajaba a una sala y hablaba, discutía sobre cualquier tema, en definitiva, había un contacto mucho más intenso. Hoy esto es mucho más complicado, los deportistas no tienen ni idea de lo que pasa en la calle, porque a no ser que se trate de una persona con muchas inquietudes, lo normal es que estén pendientes del ordenador, conectados a Internet, o escuchando música con el walkman. Aunque parezca anecdótico, es una circunstancia que hace mucho más difícil la integración de los jugadores. Para ellos, además, es complicado. A veces noto lo incomprensible que les resulta que aquí no nos sintamos españoles. Por ejemplo, ellos entienden que si son brasileños son brasileños, si son franceses todos son franceses. En cambio, no alcanzan a comprender que podamos jugar en Valencia y nos vean, o nos sintamos, como alguien de fuera. Muchos me dicen extrañados que cómo es que, jugando la selección española, puede haber tanta gente en la calle. No se explican que pueda haber gente que no se identifique con la selección española, porque para un futbolista extranjero, que juegue su selección es lo más importante.

Hoy es prioritario vencer en Europa

Con el paso del tiempo, sin embargo, se ha ido difuminando la idea de que el Barça es más que un club, solamente los más románticos queremos que siga siéndolo, pero poco a poco eso se va perdiendo. Desde mi punto de vista, el tema económico lo ha complicado todo. Por poner un ejemplo, la liga sigue siendo importante, pero ya no tanto, lo que ahora se persigue es quedar entre los cuatro primeros para ir a la Champions League. Yo sigo siendo de los que todavía le emociona más ganar la liga que ir a la Champions, pero ahora vencer en Europa se ha vuelto mucho más importante.

Los catalanes fuimos los primeros en tener una selección de fútbol

Fui uno de los primeros futbolistas que en la temporada de 1972-1973, después de muchos años, jugó con la selección catalana contra Rusia. Hicimos una selección de equipos catalanes, por lo que no sólo jugábamos gente de aquí, también estaban en ella futbolistas como Caszely o Cruyff4. Cuando más tarde fui su seleccionador ya sólo escogí deportistas catalanes que estaban repartidos por otros equipos nacionales y extranjeros. También recuerdo que con sólo quince o dieciséis años fui campeón de España compitiendo por Cataluña, porque en aquella época se celebraban partidos entre las regiones que tenían bastante trascendencia, el campo de Las Corts estaba lleno ese día, cuando quedamos campeones absolutos de España. Ahora, sin embargo, si se volvieran a repetir, estoy convencido que ya no tendrían tanto éxito.

Cataluña fue la primera en competir contra selecciones extranjeras

Ahora se trata de jugar contra otras selecciones extranjeras, y cada año la selección catalana compite contra la de Brasil, o la de Croacia, o contra cualquier otra, algo que parecía imposible de conseguir. Los catalanes hemos sido los primeros en hacerlo, luego lo han hecho los vascos, pero pienso que todavía es algo testimonial. Sin embargo, lo hemos hecho a pesar de la polémica que hubo en torno a este tema, y otras autonomías han seguido nuestros pasos, pero quienes lucharon desde el principio para conseguirlo fuimos nosotros. En el Reino Unido existen tres selecciones, pero si aquí dijeras que existen la catalana, la vasca y la española seguro que todavía tendríamos problemas. Será difícil conseguir que Cataluña pueda jugar como selección contra otra selección. En cualquier caso, testimonialmente hemos ganado mucho, casi es ya una obligación que en diciembre juegue nuestra selección. Además, el campo se llena, en los últimos tres años ha llegado a haber hasta noventa mil personas en estos partidos amistosos, y en ellos vuelan las senyeras5, aunque también hay gente que quema banderas españolas, pero tampoco es lo habitual.

Los mundiales de fútbol permiten la proyección de los jugadores y de los clubes a los que éstos pertenecen

Con Franco existían esos campeonatos por regiones, pero sólo se hacían con jugadores por debajo de determinada edad, no eran profesionales. No sé que hubiera pasado si se hubiera hecho a nivel profesional. Generalmente siempre solía ganar Cataluña, el País Vasco o Andalucía. Pero para mí, el cambio fundamental se produce cuando en la selección de España, el Barcelona aporta cinco jugadores, porque los mundiales de fútbol eran y son un espejo muy importante donde queda reflejado tu nombre y el equipo del que procedes. Porque antes, cuando yo jugaba, los clubes podían aportar tres jugadores internacionales, que normalmente éramos Rifé, Asensi y yo, pero el propio club recortaba el cupo a dos. Incluso la gente te recriminaba por jugar con la selección española. Desde los diecinueve hasta los treinta y tres años jugué treinta veces con la selección, porque me llamaban y tenía que ir. El problema es que quería competir en los mundiales y eso sólo podía hacerse jugando en la selección española, pero estaba mal visto en Cataluña. Esto sería impensable hoy día, como también lo habría sido entonces que un vasco o un catalán fueran seleccionadores españoles. Todo ha evolucionado enormemente, quizá ha influido el estar dentro de la Unión Europea. Hasta para nuestros hijos resulta difícil entender lo que sucedía aquellos años.

Hoy día le explicas a la gente joven lo que pasamos en la transición y no se lo creen, aunque si vas a un partido de la selección catalana, de los cien mil espectadores que hay en el campo, ochenta mil son jóvenes. Mi hijo, que tiene veinticuatro años, va siempre, y esto es positivo, es el potencial de Cataluña. El ­contrasentido estriba en que a estos mismos jóvenes ya no les parece tan inte­resante como resultaba antes un Madrid-Barcelona, la gente que llena el campo en estos partidos es de más edad. Pero creo que ambas cosas tienen su encanto.

El público catalán siempre ha sabido mostrar más su civismo

Creo que, a pesar de la carga emocional que siempre lleva acumulada un partido importante, el público de Barcelona, de Cataluña, siempre ha sabido mostrar mucho más civismo que otros. Si vas a Madrid se percibe más agresividad. Quizá se deba a lo que antes comentaba sobre lo de tener el enemigo en casa, porque aquí todos tenemos algún amigo que es del Ma­drid, yo mismo tengo varios compañeros de infancia que lo son, pero es algo que hemos vivido con naturalidad. Si aquí alguno va con la bufanda del Real Madrid no pasa nada, pero no podrías ir con una del Barça por Madrid.

Recuerdo a todas las personas que trabajaron para conseguir el autogobierno de Cataluña

Siempre están presentes en mi memoria los valientes, todas aquellas personas que trabajaron con una enorme ilusión y esfuerzo para conseguir el autogobierno en Cataluña en unos años tan difíciles. Especialmente porque muchos, en aquellos años, los veíamos con cierto escepticismo, de alguna forma nos parecían cuatro iluminados que perseguían un ideal, un sueño difícil de conseguir. Pero progresivamente nos hemos ido dando cuenta de lo que esos personajes han ido ganando paso a paso y cómo han ido haciendo las cosas.

Pujol cuando tiene que defender, defiende, cuando tiene que repartir juego lo reparte, pero cuando tiene que ser individualista no se arredra porque si tiene la ocasión para meter un gol, lo mete

En este sentido, a pesar de que Tarradellas supuso el punto de partida, creo que Pujol ha sido un hombre que, a pesar de mis reservas iniciales, ha dado una imagen distinta de Cataluña. Era, y sigue siendo, una persona que llena el campo con su sola presencia, por usar un símil futbolístico, y a su manera, su llegada supuso un cambio radical. Soy de quienes piensan que si Pujol no hubiera existido habría que haberlo inventado. Y la prueba es que mucha gente debe pensar lo mismo, porque a lo largo de estos años ha ganado seis elecciones. Creo que a todo el mundo le convenía alguien como él, alguien que supiera ir conquistando parcelas de poder para Cataluña poco a poco.

En términos futbolísticos, que es lo mío, ha sido esa clase de jugador todo terreno que cuando tiene que defender, defiende, cuando tiene que repartir juego lo reparte, pero cuando tiene que ser individualista no se arredra porque si tiene la ocasión para meter un gol, lo mete. Ésta es la sensación que a mí me da. A veces la gente se queja de que ha actuado con excesiva precaución, pero creo que lo que ha hecho es ir con cuidado, adelantando cada vez un poco más. Pienso que ése ha sido su planteamiento a lo largo de estos años y así lo ha aceptado casi toda Cataluña, porque Pujol tiene una gran capacidad de intuición, ha sabido en cada momento qué decisión era la idónea.

Tarradellas y Pujol

He salido al balcón de la Generalitat con ambos presidentes, Tarradellas y Pujol. Quizá del primero guardo un recuerdo especial porque eran momentos históricos, aunque no pude saborear completamente su trascendencia porque era demasiado joven. En cambio, con Pujol he tenido mucha más relación, ha sido enormemente asequible. Es decir, en el uno veo más el mito y en el otro más la complicidad.

Pujol ha sabido ser un poco de todo el mundo

Con Pujol no sólo he mantenido conversaciones esporádicas cuando hemos coincidido, sino que también hemos hablado en muchas ocasiones, sobre todo de fútbol, porque es un hombre que conoce mucho este mundo. Además, tiene una memoria portentosa, se acuerda de tal o cual partido, del gol que hiciste, etc. Recuerdo una ocasión en que yo había metido tres goles en un partido de la Copa de Europa contra el Feyenoord, y me dijo: ¿seguro que no te tropezaste e hiciste gol? Esta anécdota da una idea de su carácter, del carisma que tiene, especialmente por lo asequible que es. Te da la confianza de quien, a pesar de estar en un pedestal por su cargo, baja y sabe situarse a ras de tierra, y eso es algo que creo que le gusta a la gente, que un político, por mucha importancia y trascendencia que tenga, sea capaz de acercarse a los ciudadanos. Pujol ha sabido ser un poco de todo el mundo, todos han podido llegar a él, al contrario de otros políticos que parecen que se muevan en otro plano.

También su esposa, Marta Ferrusola, ha sido una primera dama cordialísima. Ha habido bastante vínculo con ellos, porque los veteranos del club (Fuster, Segarra, etc.) cada año les invitábamos a cenar con nosotros, y ha sido un honor que siempre hayan aceptado, a pesar de todo el trabajo que tienen. Pujol es una persona que ha disfrutado haciendo política, estoy convencido que se debe llevar trabajo a casa los domingos, pero cuando hablaba de fútbol sólo hablaba de fútbol.

El deporte es el deporte, y la política es la política

El President tiene, además, la virtud de que ha sabido separar la política del fútbol, porque ha habido momentos en los que era muy fácil confundir ambos, gente del fútbol que se ha querido meter en política y a la inversa. Pero él se ha mantenido al margen, incluso en momentos donde lo habitual es mostrar la bandera. El deporte es el deporte, y la política es la política. En este aspecto Pujol nunca se ha aprovechado del Barça. Él se ha mantenido en su labor de President y el club ha ido por otro lado, porque también dentro de éste hay gente de diversas ideologías, de izquierdas, de derechas o nacionalistas. Creo que en este sentido ha estado muy acertado. Cuando el equipo ha estado con él celebrando un título en el balcón de la Generalitat nos ha dicho ahora estamos bien, pero espero que el año que viene regreséis, y cuando hemos tardado en volver nos recriminaba de forma simpática: ¡ya era hora!, porque, al fin y al cabo, como catalán siempre se alegra de que el Barça gane.

La Generalitat ha creado una gran infraestructura deportiva

Uno de los aciertos de la política en deporte de la Generalitat ha sido pro­veer de infraestructuras deportivas al país, quizás en algún caso concreto se podría haber evaluado más que se dieran todos los factores necesarios para que fueran más activos, pero ha sido muy positivo porque es un elemento dinamizador del deporte. Antes, para jugar a fútbol, tenías que irte a una ciudad grande, ahora puedes hacerlo en cualquier lugar. Recuerdo que hace quince o dieciséis años creé una escuela de fútbol en las Llars Mundet en la que teníamos mil doscientos niños, porque la gente quería jugar al fútbol pero no podía, era más fácil meterse a karate o judo. Sin embargo, ahora en cada pueblo existe una escuela de fútbol con sus instalaciones y esto induce a las personas a jugar mucho más, porque antes dependía de la determinación personal del padre de los niños de llevarlos aquí o allá, pero actualmente tienen sus monitores, sus locales deportivos, con gente preparada en el INEF, lo cual también es importante.

Nos gusta ponernos trabas a nosotros mismos

Considero que el sucesor idóneo de Pujol es aquél que sepa continuar lo que él ha comenzado, porque todavía hay muchas cosas en marcha, por decirlo de alguna forma, están solamente hilvanadas, y habría que dejarlas bien cosidas. Como he comentado anteriormente, opino que si Pujol no hubiera existido tendríamos que haberlo inventado, porque supo y ha sabido aglutinar a todos los sectores de Cataluña en momentos muy complicados políticamente. A los catalanes, a veces, nos gusta ponernos trabas a nosotros mismos, pero creo que nadie duda que ha sido un político querido porque ha sido asequible.

Pujol ha sido, además, el hombre preciso en el momento preciso. Creo que el físico le ha acompañado; el no haber sido ni alto ni guapo le ha ayudado, porque a veces estas cosas te lo ponen más difícil, especialmente cuando a una persona se la ve demasiado. Se habla mucho de la imagen en política últimamente pero, para mí, Jordi Pujol ha sido mucho más que eso, posee un cúmulo de cualidades que hace que la gente lo valore por lo que es.

1          Término despectivo utilizado en el resto de España en referencia a los catalanes.
2          En el campeonato de liga de 1973-74 se produjo el enfrentamiento del Real Madrid y el FC Barcelona que se saldó con un histórico 0-5 a favor del Barça, cuya victoria fue doblemente celebrada por producirse en el Bernabeu, campo del Real Madrid, en unos años donde éste último dominaba la escena futbolística.
3          Durante la liga de 1966-67, en el encuentro entre el Real Madrid y el FC Barcelona el árbitro Ortiz de Mendíbil alargó el partido hasta que el Madrid marcó el gol del triunfo.
4          Carlos Caszely era un futbolista chileno, principal figura entonces del RCD Español, del mismo modo que lo era el holandés Johan Cruyff en el FC Barcelona.
5          La senyera es la bandera catalana, de cuatro barras rojas verticales sobre fondo dorado.