TH, 4t-5è VOLUM. El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo.

ISIDRO POUSADA VALES

ASESORÍA POUSADA
Texto del 14/12/11 .
Fotografía cedida por Isidro Pousada.
 

Responsable de una asesoría empresarial que ha alcanzado ya la tercera generación familiar, Isidro Pousada cuenta con una larga trayectoria profesional aconsejando a miles de empresas, lo que le cualifica para defender el importante papel mediador y psicológico jugado por los asesores. Frente a la crisis financiera, se muestra crítico con la clase política y los sindicatos y apuesta por una creciente apertura del sistema económico mundial.

Mi padre ha demostrado ser ante todo una persona responsable y ecuánime

El despacho comenzó su actividad en 1949 de la mano de mi padre, Manuel A. Pousada Fernández. De trabajador por cuenta ajena en una asesoría pasó a crear su propio negocio con tan solo dos empresas como clientes. Hoy poseemos una cartera de unas mil empresas. Mi padre ha demostrado ser ante todo una persona responsable y ecuánime, cualidades fundamentales –junto a una gran capacidad de trabajo– para lograr los objetivos que uno se proponga. En solitario supo hacer crecer la asesoría, hasta que en 1976, cuando yo aún estaba estudiando, me incorporé a ella. Al cabo de unos años lo haría mi hermana Belén, encargada de asuntos jurídico-laborales. Mi hijo Alberto se incorporó hace unos ocho años y lleva todo lo relacionado con las aplicaciones de derecho civil; es, además, técnico superior en riesgos laborales. Su llegada supuso también la asunción de nuevas competencias para la asesoría, hasta alcanzar en la actualidad un servicio integral en las áreas laboral, social y jurídica. Somos un despacho en continuo proceso de mejora y desarrollo.

Los años de la Transición fueron decisivos para el mercado laboral

Los asesores actuamos como un termómetro del mundo empresarial. Esto nos permite valorar la realidad sociolaboral del país y comprobar qué medidas políticas son válidas y cuáles no. Recuerdo todavía los tiempos en que el IRPF no se aplicaba, ni se calculaba siquiera. Comenzó a aplicarse como parte de las reformas que la entonces recién inaugurada democracia trajo consigo. Cada año suponía un avance importante, siempre en busca de una supuesta piedra filosofal del pleno empleo.

Una profesión joven, de futuro y cada vez mejor considerada

Nacida más o menos a principios del siglo xx, la nuestra es una profesión muy joven todavía. Sin embargo, en los últimos 25 años ha madurado y adquirido mucha importancia, en especial en España. La Administración pública se ha dado cuenta de que al llegar el sistema de redes los profesionales podíamos, previa autorización colegiada, conectarnos con los ficheros de la Seguridad Social, al comprobar que prácticamente el 80% de las pymes nacionales nos confiaban la administración de sus negocios. Empezamos pues a tener más y mejor consideración en cuanto a las gestiones que realizamos.

Ser una especie híbrida entre trabajador y empresario

A una empresa, desde el momento que causa alta, le surge un sinfín de obligaciones que cumplir. Una pequeña empresa, que en realidad afronta las mismas disposiciones fiscales y laborales que una grande, no puede permitirse el lujo de tener un asesor profesional en plantilla. Depende entonces de nosotros, y nuestra función es facilitarle la labor al máximo y hacerle ver todas las dificultades sin asustarle, advirtiéndole de las responsabilidades que le van a sobrevenir. Debemos ponernos en el lugar de nuestros clientes, y la experiencia nos ha enseñado a ser una especie híbrida entre trabajador y empresario.

A veces ejercemos con los clientes como una suerte de psicólogos

Aunque es conveniente, sin dejar de afrontarlos, no llevarse los problemas laborales a casa, el buen profesional los vive a todas horas del día, cosa que nosotros detectamos enseguida. Asumimos así ante nuestros clientes la función de psicólogos: escuchamos sus preocupaciones y entendemos sus contrariedades, procuramos darles el tiempo necesario a los problemas que nos plantean para que recapaciten y tomen la decisión más adecuada.

Invertir en prevención es ahorrar

Los clientes vienen a nosotros cuando ya existe el problema. Concienciar al empresario de la importancia de la prevención sigue siendo difícil. Invertir en prevención es ahorrar, y no solo en vidas humanas. Por fortuna, poco a poco se va imponiendo una clara filosofía preventiva y un 70% de las empresas asumen la prevención como una parte más de los gastos fijos de la empresa.

El mejor acuerdo es aquel en que ambas partes quedan descontentas

En todo conflicto individual o colectivo entre empresas procuramos llegar siempre a un acuerdo entre las partes. Es preferible la mediación al pleito, gracias a la cual los despachos hemos ahorrado muchas horas de trabajo a la Administración. El mejor acuerdo es aquel en que las dos partes enfrentadas quedan descontentas por igual.

Personal polivalente, imprescindible para cualquier empresa

La base principal de una empresa es apostar por el capital humano. El trabajador tiene que estar lo mejor preparado posible. Invertir en formación continua supone un valor añadido. Las técnicas de información y comunicación han cambiado tanto en los últimos años que buscar personal polivalente es imprescindible para la empresa.

Flexibilizar el mercado laboral significa luchar contra el despido

Los sindicatos saben perfectamente que el empleo, en España, lo generan sobre todo las pymes. Para adaptar sus plantillas a la mecanización e informatización crecientes algunas tuvieron que hacer regulaciones de empleo a causa de los tiempos que corren. Flexibilidad laboral es un término equívoco, pues muchos lo identifican solo con el abaratamiento del despido, cuando en realidad lo que pretende es evitarlo. Adecuar las plantillas a la época actual es una medida que siempre redundará en un descenso de despidos.

Trabajo a tiempo parcial

No comparto el rechazo que en estos días están manifestando los sindicatos españoles a la propuesta alemana de volver a crear trabajo a jornada reducida. Su postura hace un flaco favor a sus afiliados. En el gobierno de José María Aznar se potenció el trabajo a tiempo parcial y fue una buena solución. Por lo demás, ayudaría a muchas personas a armonizar su vida familiar y laboral, así como a quienes aún se hallan en período de estudios o precisan mimar un poco su ego con pequeñas actividades personales de carácter creativo. Todo lo que sea trabajar contribuye al enriquecimiento del país.

Subvencionar sin un control riguroso genera competencias desleales

Las bonificaciones y subvenciones no crean, ni han creado jamás, un solo empleo. Algunos empresarios se han aprovechado de ellas, pues pagar menos seguridad social y sueldos más bajos genera una suerte de competencia desleal en relación con aquellas empresas que apuestan por el mantenimiento de sus puestos del trabajo y que, por hacerlo, sí merecen ser bonificadas.

Incapacidad de la clase política para lograr un consenso de Estado

Llevamos un retraso tremendo respecto a las medidas adoptadas en otros países para frenar la crisis. La clase política, en su conjunto, huyó de sus obligaciones cuando más valor se necesitaba para encararlas y ahora no deja de ensayar pequeñas reformas de urgencia que no están sirviendo de mucho. Para colmo, nuestros partidos mayoritarios y minoritarios, que también tienen voz y voto, se muestran incapaces de alcanzar el gran consenso de Estado que el país necesita.

Formamos parte de Europa con todas las consecuencias

Si formamos parte de Europa, ha de ser con todas las consecuencias. La globalización es un proceso dinámico, de creciente libertad e integración mundial de los mercados de trabajo, bienes, servicios, tecnología y capitales. Para que la economía española sea competitiva ha de adaptarse a su entorno global y evolucionar en consecuencia, pues seguimos con leyes inamovibles y vamos muy por detrás de otros países europeos.

Controlar el gasto, financiar y animar la contratación

Aparte de controlar el gasto es importante recuperar la inversión, y que la empresa tenga financiación para poder trabajar. La Administración, por su parte, ha de pagar a tiempo; las empresas no pueden esperar seis meses para cobrar. Hay que inyectar alegría a la contratación acabando con la rigidez que la imposibilita.

A favor de una reforma de la Ley Concursal

La actual Ley Concursal es ventajosa en principio, pero sin duda necesita ser reformada. A una empresa con problemas puntuales de liquidez le resulta casi imposible resolver su problema a través de un convenio extrajudicial. Debería ser más asequible y menos costoso para el empresario ponerse en manos de la justicia.

España estaba preparada para aceptar la crisis

Que el Gobierno hubiera sabido reaccionar a tiempo habría facilitado mucho las cosas. Reconocer los problemas y luchar por solucionarlos es un deporte sano. Son ya suficientes años de democracia en España como para dudar de que los españoles lo hubiéramos entendido. Negarla estuvo mal, pero el mayor error fue mentir al respecto. De no haber sido así, hoy estaríamos tal vez un 30% más cerca de ver la luz al final del túnel.

Un plan que ha incrementado los débitos de los ayuntamientos

El Plan E ha demostrado su ineficacia; todos veíamos que era un despilfarro. Se limitó a entretener algunas plantillas mediante trabajos inútiles, lo que solo ha conseguido incrementar los débitos de los ayuntamientos. En vez de ello, el Estado debería haber reflotado empresas viables y haber pagado las partidas que debían sus administraciones.

Reorganizar la Administración pública

Falta una mejor organización en las diputaciones. En algunas sobran departamentos y en otras, faltan. Hay que dotar a la Administración pública del personal necesario allí donde haga falta para lograr agilizar las gestiones.