Josep Maria Cullell
Josep Maria Cullell
TH, 1r VOLUM. La transición política española

JOSEP MARIA CULLELL, político

Texto del 13/01/2003
Fotografía: Àngel Font

Procedente de la democracia cristiana, Josep Maria Cullell es un político que ha sabido tener la cabeza en el cielo sin dejar de tener los pies en la tierra,  debido a su amplia formación como economista pero también a su notable pragmatismo, que ha hecho de él un analista extraordinariamente certero y un gestor eficaz a la hora de priorizar en política cuestiones fundamentales.

Conseller de Economía (1980-82) y de Política Territorial y Obras Públicas (1993-95) de la Generalitat de Catalunya
Procedente de la democracia cristiana, Josep Maria Cullell es un político que ha sabido tener la cabeza en el cielo sin dejar de tener los pies en la tierra,  debido a su amplia formación como economista pero también a su notable pragmatismo, que ha hecho de él un analista extraordinariamente certero y un gestor eficaz a la hora de priorizar en política cuestiones fundamentales.

Conseller de Economía (1980-82) y de Política Territorial y Obras Públicas (1993-95) de la Generalitat de Catalunya

Procedente de la democracia cristiana, Josep Maria Cullell es un político que ha sabido tener la cabeza en el cielo sin dejar de tener los pies en la tierra,  debido a su amplia formación como economista pero también a su notable pragmatismo, que ha hecho de él un analista extraordinariamente certero y un gestor eficaz a la hora de priorizar en política cuestiones fundamentales.

Mi compromiso político tuvo sus raíces en el compromiso cristiano

Aunque a partir de 1967 comencé a participar activamente en política, lo hice de forma clandestina, como tanta otra gente que luchaba por la reinstauración de la democracia y las libertades. Por aquellos años me había licenciado en Economía en ESADE y había terminado mi doctorado en Troisième Cicle en la Universidad de Montpellier. Sin embargo, en 1977, tras la muerte de Franco, me metí de lleno en la política “oficial”, militando en Convergència Demo­cràtica de Catalunya (CDC), partido por el que fui elegido diputado en el Congreso, durante la segunda legislatura de Convergència.

Mi inquietud política estaba estrechamente ligada a las creencias religiosas que siempre había profesado, pues en aquellos años éramos muchos los que vivíamos el cristianismo desde una dimensión social y, por tanto, política. Al igual que otras personas procedentes de distintas ideologías, queríamos una sociedad más libre y más justa, pero cada cual escogió un camino y el mío fue el de Conver­gència; en cualquier caso ese compromiso político arrancó de mi compromiso cristiano.

Comenzamos a “construir” Cataluña desde la puesta en marcha de las infraestructuras que no se habían acometido durante la dictadura

Los años duros de la transición los viví completamente inmerso en política, tanto desde el Congreso de los Diputados, como por mi condición de miembro de la Comisión Mixta de Traspasos de Servicios, cargo para el que fui nombrado por el President Tarradellas. En la década de los 80 entré en el primer gobierno de la Generalitat con el President Pujol, quien me asignó la cartera de Obras Públicas, en la que conté con un equipo extraordinario, gente que todavía hoy está en primera fila de grandes empresas o en importantes cargos políticos. Junto con ese gran equipo humano fuimos haciendo camino en la ardua labor de equipar Cataluña con una moderna infraestructura, porque tuvimos que acometer la labor que no se había realizado a lo largo de los últimos treinta o cuarenta años, por lo que el trabajo hecho supuso en su momento, y sigue suponiendo todavía ahora, una enorme satisfacción para mí.

Las imágenes del 23-F desacreditaron enormemente al ejército español ante la opinión pública

El golpe de Estado lo viví en el Palau de la Generalitat, reunido con el President Pujol y el gobierno en pleno. En ese momento veía bastante mal la situación, las noticias no eran halagüeñas y, de alguna forma, hasta que no salió el Rey por televisión, creo que nadie vio las cosas demasiado claras. Supongo que existen innumerables anécdotas de ese momento; se adoptaron medidas de protección impor­tantes por parte de todos, tanto a nivel personal como institucional. Afortunadamente, la España de 1981 no era la misma de 1936 y la gente, el pueblo español y el pueblo catalán, no estaban dispuestos a transigir con más movimientos extraños por parte de unos cuantos que se creían legitimados para ­decidir el destino de un país. También creo que un hecho importantísimo que determinó el fracaso del golpe fue la propia retransmisión televisiva de los guardias civiles entrando en el Congreso; la casualidad de que los periodistas, que en esos momentos estaban allí, pudieran grabar imágenes en directo de esa fantochada desacreditó enormemente al ejército español delante de toda Europa y ayudó al fracaso de la acción golpista.

Había tantas cosas por hacer que no teníamos tiempo para tener miedo

Existía miedo a nivel social por cómo pudiera reaccionar el aparato represor del franquismo, pero sinceramente, durante esos años había tanto trabajo, tantas cosas y proyectos por hacer, que creo que no se pensaba en ello. Trabajar al lado del President Pujol significaba no parar ni un minuto, no dejarte llevar por el cansancio, no tenías siquiera la ocasión de plantearte cómo eran las cosas o dejaban de ser. Creo que lo que más nos importaba en ese momento era la increíble escasez de dinero con el que contábamos para la ardua labor que nos habíamos propuesto: construir una nueva red viaria, llevar regadío a las zonas que no lo tenían, construir nuevas viviendas, intentar controlar el caos urbanístico imperante en aquellos años, entre muchas otras cosas.

El Estatut de Sau se hizo como se pudo, con la fuerza que en ese momento tenía el catalanismo político

El Estatut d’Autonomia que se hizo fue producto de las fuerzas reales con las que se contaba en ese momento. Convergència era solamente la cuarta fuerza política de Cataluña, delante estaban el PSC (Partit Socialista de Catalunya), el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) y la UCD (Unión de Centro Democrático). Intervine, junto con el malogrado Ramón Trias Fargas1, en la parte financiera del mismo, al lado de otra gente como mi amigo, y también malogrado, Ernest Lluch, o Alfonso Guerra, que barría para casa y Jaime García Añoveros2, que en ese momento era uno de los factótums de la anterior Fundación FAES3. Todos intentábamos encontrar una fórmula de financiamiento que finalmente no fue en absoluto satisfactoria para Cataluña. Pero era un Estatut que se había pactado entre el PSOE y la UCD, es decir, nacía ya con el espíritu de la LOAPA, que aunque no se había promulgado todavía como ley, existía en ese momento como doctrina política, fue el famoso café para todos. Por lo tanto, el Estatut de Sau se hizo como se pudo, con la fuerza que en ese momento tenía el catalanismo político.

Sin embargo, no dejó de ser, y tampoco ha dejado de serlo en la actualidad, un importante instrumento para la reconstrucción nacional de Cataluña, simplemente hay que pararse a observar cómo estamos ahora respecto a cómo estábamos tan sólo veinticinco años atrás. El Estatut, incluso las disposiciones relativas a la financiación, ha permitido a través de los años y con diversas modificaciones en condiciones muy difíciles que en Cataluña se hayan hecho muchas cosas, porque incluso con las mayorías absolutas de los socialistas en Madrid tuvimos posibilidades de seguir actuando. El Estatut ha demostrado ser eficaz en ciertos aspectos y ha contribuido a la reconstrucción nacional de Cataluña, si bien adolece de serios inconvenientes en sus aspectos financieros. En este sentido, una figura política que contribuyó mucho a que mejorase la financiación de forma importante fue Josep Borrell cuando era secretario de Estado en el ministerio de Economía, aunque después como ministro se implicó bastante menos. En los vaivenes políticos posteriores considero que quizá el primer pacto con el Partido Popular (PP) de 1996, sin mayoría absoluta, no se aprovechó lo suficiente, pero sí creo que el segundo acuerdo de legislatura ha sido muy positivo, porque se ha avanzado mucho en términos de financiación con respecto a Cataluña.

Es natural que el conflicto entre las instancias autonómicas y estatales se centre en los aspectos contributivos

Lo que sucedió en el primer pacto, es que el célebre proceso de negociación en el hotel Majestic fue un desastre, especialmente teniendo en cuenta la fuerza que tenía Convergència en ese momento, con un PP todavía sin mayoría absoluta, recién llegado al poder y que necesitaba a los catalanes. No se hizo bien y fue una lástima, en ese momento estaba de conseller de Economía y Finanzas Macià Alavedra4, y creo que no pudo o no quiso aprovechar la ventaja que teníamos a nuestro favor. Pero también opino que en cada una de las negociaciones que ha habido se ha ido ganando poder, consiguiendo espacio y autonomía financiera, así como más competencias impositivas. De todas formas, es un tema que no debería obsesionarnos; de hecho en la Alemania federal el tema de discusión cada año entre el Reichtach y los Lands es precisamente éste mismo, el asunto financiero, discutir qué cantidad se lleva cada uno, y es algo que creo que entra dentro de la normalidad, se sitúa en el equilibrio de poderes o contrapoderes que son connaturales al sistema democrático. Por todo ello, no podemos estancarnos por culpa de esta cuestión porque, además, existe una realidad y es que Cataluña no es independiente, y si de alguna forma acepta su encaje en España, sea a través de un sistema autonómico, federal o confederal, en cualquier caso lo importante es trabajar para obtener lo mejor para Cataluña. Gran parte del camino depende de la propia fuerza de la sociedad civil catalana, que es la que debe preservar lo que una nación con Estado ya posee institucionalmente, como es el mantener sus signos de identidad, su lengua y su cultura.

La propia Constitución incluye los mecanismos para su modificación

Tampoco fue fácil sacar adelante la Constitución porque nos movíamos en unas circunstancias sociopolíticas enormemente delicadas. Las fuerzas militares eran especialmente reticentes a según qué planteamientos. Dentro de sus posibilidades, el texto constitucional fue extraordinariamente importante, especialmente por el hecho de que fue votada y aceptada por una gran cantidad de ciudadanos. Ahora bien, el propio texto incluye los mecanismos para su modificación, por lo que es obvio que no es inmutable, no existe nada que no se pueda tocar ni hay nada que sea tabú. Lo que sucede es que el resultado, se quiera ver ahora como se quiera, ha sido positivo.

Ha desaparecido la solidaridad política con respecto a las nacionalidades históricas

Además, me considero uno de los convencidos, y lo digo con cierto pesar, de que abrir ahora la reforma de la Constitución puede ser un error, porque es muy posible que los intereses de Cataluña sean los primeros afectados. Hay algo muy claro y es que, en los años que se hizo la Constitución, y a pesar de la ya conocida presión por parte de los poderes fácticos, existía un importante sentimiento, por parte de fuerzas políticas centralistas como el PSOE y la UCD, de mala conciencia respecto a los cuarenta años de represión que habíamos sufrido en Cataluña, de que se hubieran pisado nuestros derechos y reprimido nuestra identidad. Sin embargo, ese sen­timiento ha desaparecido hoy. A nivel colectivo y político se piensa que todo eso es agua pasada, que ahora lo tenemos todo resuelto, mientras que entonces, aquel sentimiento de culpa facilitó que se aceptaran bastantes cosas a favor de Cataluña, aunque no les gustara. Actualmente la negociación sería mucho más dura.

Se está produciendo un cambio generacional

No obstante, supongo que es un proceso que ya está en marcha, aunque de algún modo tengo la suerte de no estar en primera línea. Quien tendrá que liderarlo desde Convergència será Artur Mas, y lo único que puedo hacer es intentar ayudarlo en todo lo posible para que salga adelante. En el resto de las fuerzas políticas también serán otros a los que les tocará hacerlo, al fin y al cabo se está produciendo en los últimos años un considerable cambio generacional en política. En mi caso, la salida de los primeros planos de actuación política respondió más bien a una decisión personal que a una cuestión generacional pues consideré que mi labor era incompatible con el proyecto que desde la secretaría general de CiU dirigía Pere Esteve, por lo que creí más correcto transmitir mi desacuerdo y preservar a partir de ese momento mi trabajo por Cataluña como simple militante de Convergència.

La generación que contaba con apenas 30 años cuando murió Franco ha conseguido la normalización de la democracia en España

Considero que hemos hecho muchas cosas bien durante estos años, pero también hemos cometido errores, algo lógico si tenemos en cuenta que cuando empezamos en política veníamos directamente de la oposición, es decir, nuestra máxima experiencia con el poder se limitaba a las dependencias de la Jefatura Superior de Policía. Es obvio que con tan escaso bagaje era fácil cometer errores, pero el balance es positivo, no sólo por parte de la Generalitat, sino también por parte de los ayuntamientos, que los hubo de todos los colores. Lo que sí pienso es que en ese momento había mucha gente con una gran predisposición e ilusión que trabajó para sacar adelante Cataluña, sacrificando en muchos casos intereses familiares y económicos por ello. No pretendo hacer victimismo pues, al fin y al cabo, si lo hacíamos era porque nos gustaba, pero fue una realidad. De hecho ha habido una generación, los que contábamos treinta años escasos cuando se dio la noticia de la muerte de Franco, que ha ocupado la escena política como primeras figuras durante muchos años, gente que en ocasiones ha sido criticada y menospreciada, pero en mi opinión, a todos ellos se les tendría que hacer un homenaje por haber conseguido normalizar la democracia en España. Incluso diría que el propio hecho del día a día, el hacer aburrida la política, ha sido importantísimo, porque se puede criticar que los suizos, por ejemplo, no se exalten cuando hacen política, pero es que para ellos la democracia es tan normal que lo natural es que no provoque ni grandes entusiasmos, ni grandes efervescencias. El trabajo de toda esta generación de políticos ha sido en parte conseguir esa normalidad, el hacer con naturalidad cosas que llevaban años prohibidas; más de uno, incluso, perdió la vida por ellas, por algo tan simple como el derecho de reunión por ejemplo, cosas que ahora se han incorporado a nuestras vidas como derechos irreversibles.

Un político nunca debe dejar de ser idealista

Considero que sería muy positivo que cada partido político expresara claramente lo que piensa, lo que quiere y por dónde quiere llevar a la sociedad, lo que sucede es que frecuentemente las campañas electorales no las dirige ni las define el político, sino el encargado de las encuestas y los asesores de imagen. Por otra parte existe el fenómeno del cesarismo empírico, que no significa otra cosa que averiguar qué le preocupa a la gente para poder incorporarlo a los programas de los partidos, olvidándose que el papel del político no solamente se centra en resolver problemas, sino también en proponer nuevas alternativas, en ir un paso adelante, no por detrás. Claro que tampoco tan adelante que ni siquiera en la carrera note el aliento del pueblo en la nuca. Es decir, un estadista no puede caer en profecías, pero sí debe seguir siendo un idealista, y proponer y trabajar por el tipo de sociedad que él tiene como ideal. Quizá en la actual campaña ante las próximas elecciones se estén abriendo nuevos debates que lógicamente tendrán una importante repercusión a nivel social.

Pujol ha tenido el gran mérito de conseguir que Cataluña sea reconocida en Europa

Estoy convencido que cuando Jordi Pujol se retire, se hará justicia a la trascendencia de su labor durante todos estos años. Entre otras cosas hay que reconocerle todo lo que ha conseguido por el reconocimiento de Cataluña en Europa; el trabajo que ha hecho en la Asamblea de Regiones Europeas (ARE)5, su presencia en Estrasburgo y en Bruselas, en todos los foros que atañen al diseño de Europa, ha supuesto perfilar una idea de Cataluña a nivel internacional que hasta ahora no se tenía. Ha sabido, además, rodearse de gente muy preparada como Carles Gasòliba6, que es un político fundamental en la política europea de la Gene­ralitat. Por otra parte hay que considerar que estamos ante un proceso progresivo dentro de la nueva arquitectura europea de vaciamiento de contenido de la estructura estatal clásica, por lo que las regiones adquieren una nueva dimensión que es poco aceptada por quienes tienen una visión más jacobina de los Estados.

Tenemos que facilitar que las empresas extranjeras, especialmente las relacionadas con el diseño, se establezcan en Cataluña

Es evidente que existen fenómenos como el cierre de empresas, por poner un ejemplo, que fácilmente son achacados al hecho de formar parte de la Unión Europea pero, en realidad, responden a la globalización de la economía, o mejor dicho, a la forma salvaje en que se está llevando a cabo. No me sorprenden en absoluto la gran cantidad de movimientos antiglobalización que están surgiendo, pero es lo que hay, y Cataluña tiene que estar preparada para esta evolución. Si su industria automovilística se va a otros países o a otras zonas es porque los salarios o el nivel tecnológico de, por ejemplo, algunos países del Este, son más interesantes para esas empresas. Tenemos que trabajar para que las principales empresas o la dirección de las mismas, especialmente las relacionadas con el diseño a todos los niveles, se establezcan en Cataluña, porque será una evolución muy interesante y dará lugar a una enorme movilidad. Sinceramente no creo que Cataluña pierda peso, quizás pueda perderlo en algunos sectores, pero lo está ganando en otros, y confío en que ciertos acontecimientos próximos, como el Forum 2004 o la Fira 2000, sean absolutamente auténticos motores para reemprender el crecimiento económico de nuestro país.

Debemos prepararnos para el gran contingente de inmigración que recibiremos durante los próximos años

El problema de la inmigración es importante no solamente aquí, sino a nivel ­europeo, porque en los próximos diez o quince años, si no se resuelve el problema de crecimiento económico de esos países, en concreto del Magreb, aumentarán las oleadas de esa pobre gente, que arriesgará su vida en las pateras y sin papeles, con la idea de encontrar una vida mejor que la que les ofrecen sus países de origen. Ante esto lo que debemos hacer es ser conscientes de la situación y prever el contingente de inmigración que tendremos que, con seguridad, será importante, y prepararnos para recibirlos, en el sentido de que es conveniente que comprendan que tendrán unos derechos, pero también unos deberes que respetar, que entiendan lo fundamental que es que se integren en vez de encerrarse en guetos, jugando con la carta de la diferencia religiosa o cultural, creando pueblos dentro de otros, lo que siempre acaba generando conflictos. Y la administración tiene que ocuparse no sólo de estar preparada para recibir todo ese contingente, sino también debe asumir los problemas y solucionarlos, y ser también más restrictiva con las condiciones de entrada, porque no tiene sentido dejarles venir para que acaben en barracones, para que vivan en unas condiciones infrahumanas. En definitiva, darles la bienvenida pero hacerles entender que han decidido vivir en otro país y que, por tanto, deben cumplir con el deber de integrarse, de hacer suyas algunas costumbres y tradiciones de la sociedad de acogida.

Machacar al adversario ha demostrado no ser la fórmula más eficaz para conseguir una paz duradera

La solución policial no es la más adecuada para acabar con la violencia política. Creo que el camino lento y a trompicones del diálogo y la negociación es mucho más eficaz. Tenemos el ejemplo de Irlanda del Norte donde, aunque probablemente seguiremos viendo brotes de violencia durante mucho tiempo, se ha conseguido a través del diálogo llegar a puntos de encuentro, de consenso, y algún día, de pacificación. Ciertamente existen ocasiones y situaciones en que esto parece imposible, como, por ejemplo, en el caso de Palestina e Israel, pero lo que sí es seguro es que la otra solución, machacar a uno de los adversarios, no ha demostrado que con el tiempo conduzca a una paz duradera, por lo tanto siempre es preferible el diálogo. En el caso del País Vasco, tengo una gran simpatía hacia el Lehendakari Ibarretxe, colaboramos en ESADE y siempre le he tenido en gran estima, porque lo considero una gran persona que posee, además, una dosis tremenda de bondad y que se preocupa verdaderamente por el problema de la violencia en Euskadi. Desgraciadamente, en torno a esta cuestión predominan más los intereses de partido que el objetivo final de la paz.

El President Pujol me dijo en una ocasión que las heridas había que “dejarlas en la mesilla de noche”, porque no se puede construir nada desde el resentimiento

La agresividad en política es siempre un error, errar que además tiene una consecuencia nefasta que es la desconfianza que genera en los ciudadanos, que opinan que los políticos gritan ante las cámaras y luego se van de copas. Sin embargo, en las campañas se abren heridas, y siempre acaba quedando una cicatriz, que explica porqué no hay acuerdo en algún tema aparentemente sencillo. Pujol me dijo en una ocasión que cuando llega uno por la noche tiene que “dejar las heridas en la mesilla de noche” y no volver sobre ellas, hacer como si no hubieran pasado, porque sobre el resentimiento no se puede construir nada, y creo que es cierto. Pero también sería bueno que las campañas electorales se plantearan desde la corrección y se centrasen más en explicar lo que cada cual quiere proponer, que en sacar a relucir los problemas ajenos. Lo que sucede es que, a menudo, la gente asiste a los mítines como si fueran un espectáculo, están esperando que se den caña, que es lo que se oye desde el público, y a menudo los políticos no tienen la fortaleza de ánimo para resistirse a esa petición de atacar al contrincante y satisfacen los instintos más bajos que todos tenemos.

Hay que asumir la responsabilidad política no por lo que ha sucedido, sino por cómo se ha afrontado

La tragedia del Prestige es algo que en un momento dado podría haber pasado en cualquier parte. Recuerdo un ministro italiano que dimitió por una tempestad, ¿tenía él la culpa? Evidentemente no, son cosas que no se pueden prever, pero está claro que ha habido muchos errores a la hora de solucionar el problema. Por una parte la legislación europea, que en esta materia es vergonzosa, por permisiva y débil respecto a la americana, porque esos barcos no pueden navegar por los Estados Unidos, así que nos los envían aquí. Por otro lado está la globalización salvaje: pretender que el fuel se lleve de Riga a Singapur porque refinarlo allí es más barato es un disparate, pues no se están teniendo en cuenta los costes medioambientales que pagamos todos. Es decir, esto ha puesto en evidencia la debilidad de Europa frente a los Estados Unidos, así como las tonterías que la globalización comporta, pero, además, ha habido unos errores importantes, tanto por parte de la Xunta, como por parte del gobierno central. En este punto es donde hay que asumir la responsabilidad política, no por lo que ha pasado, sino por cómo se ha afrontado.

Pujol ha convertido las instituciones de autogobierno en una realidad incuestionable no sólo para el pueblo catalán, sino también para el resto de ciudadanos de España

El principal mérito de Jordi Pujol ha sido conseguir que la Generalitat no sea una cosa extraña para los catalanes, sino una institución incuestionable para ellos, que el hecho de tener un President se haya convertido para la mayoría en algo completamente normal, y que los niños y los chicos sepan que él es la primera autoridad en Cataluña ha sido una operación de pura pedagogía política. Pero es que la política es, en gran parte, pedagogía, y él ha trabajado en ello incansablemente, de forma constante, diaria, sin vacaciones, yendo pueblo por pueblo. Pero además de conseguirlo dentro, también lo ha hecho fuera, por decirlo de alguna forma, ha situado a Cataluña en el mapa mundial, porque ahora es un referente para muchos países, es conocida y, por tanto, es importante, y para ciertos países amenazados con ser devorados por la cultura anglosajona como Dinamarca u Holanda, Cataluña es hoy un modelo a seguir.

1          Ramón Trias Fargas (1923-1989). Destacado político catalán, ocupó diversos cargos en el Gobierno de la Generalitat, y en la política municipal de Barcelona
2          Jaime García Añoveros (1932-2002), catedrático de Derecho Financiero en la Universidad de Sevilla, fue ministro de Hacienda con la UCD durante los años 1979 a 1982, y en los últimos años era miembro del Consejo Consultivo de Andalucía.
3          El 11 de noviembre de 2002, José Maria Aznar creó la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), una macrofundación que, dentro de la filosofía política del PP, integra otras cinco: La Fundación Cánovas del Castillo, la Popular Iberoamericana, de Análisis y Estudios Sociales (antigua FAES), de Estudios Europeos y el Instituto de Formación Política. En su presentación se definió como un “lugar de encuentro con la sociedad, una herramienta permanente a favor del diálogo”, dedicada a la formación política. Uno de sus miembros más destacados es Miguel Boyer, ex ministro de Economía con Felipe González.
4          Macià Alavedra i Moner fue conseller d’Economia i Finances de la Generalitat de Catalunya desde 1989. Participó en la fundación de Esquerra Democràtica de Catalunya, que posteriormente se fusionaría con Convergència Democràtica
de Catalunya (CDC).
5          Creada en 1985, la Asamblea de Regiones Europeas (ARE) se constituyó como una organización política de las regiones de Europa con el objetivo de defender los intereses de éstas a nivel internacional. Actualmente la integran doscientos cincuenta miembros pertenecientes a veinticinco Estados y doce organizaciones interregionales.
6          Carles-Alfred Gasòliba i Böhm (1945). Economista. Diputado en el congreso de 1980 a 1987, en la actualidad es eurodiputado desde 1986 y portavoz de su grupo parlamentario en el Parlamento europeo.