Manuel Fraga Iribarne
Manuel Fraga Iribarne
TH, 1r VOLUM. La transición política española

Manuel Fraga Iribarne – Ex Presidente de la Xunta de Galicia

Texto del 09/11/2002
Fotografía cedida por M.F.I.

Presidente de la Xunta de Galicia desde 1990

Político nato, Manuel Fraga Iribarne ha participado en los momentos más decisivos de la historia reciente de España. Varias veces ministro y fundador del más importante partido actual de centro-derecha, el Partido Popular, ha reflejado como nadie con su propia trayectoria política el proceso de la transición, el valor de quienes supieron asumir la devolución de la soberanía a los ciudadanos y facilitaron la normalización de la participación parlamentaria de todas las fuerzas e ideologías que les representaban.

En la clase política se vivió con optimismo el regreso del President Tarradellas

El regreso de Tarradellas fue especialmente importante para todos los que en ese momento formábamos parte del gobierno. Como ministro de Gober­nación recuerdo que había empezado a explorar las circunstancias de su ­regreso y había enviado al señor Milián Mestre1 cuando ya estaba todo muy adelantado. Tanto en las conversaciones individuales que mantuvo con ­varios representantes del gobierno y de los partidos catalanes de la época, ­como en la comida celebrada en Madrid con todas las fuerzas políticas en la que sólo faltó el PNV, algo que todos lamentamos, existía un pensamiento positivo respecto a esta cuestión. Ese optimismo generalizado fue inducido por el propio Tarradellas, que nos recomendó afrontar con ánimo decidido el proceso de transición, exhortación que resultaba factible debido al bagaje político y al carácter sereno y dialogante del propio señor Tarradellas.

Me considero regionalista más que nacionalista

Personalmente creo que el término nacionalismo es una palabra que cada uno ha tomado a su manera, y esto ha sido así especialmente en el caso de las nacionalidades históricas, porque en otro sentido no se habría podido encajar, por decirlo de alguna manera. Sin embargo, siempre me he sentido regionalista más que nacionalista, siguiendo el ejemplo de ese gran gallego de finales del siglo xix que fue el profesor Brañas2, el cual ejerció una gran influencia en Cambó3, como este último reconoció en sus memorias. Pero siempre se ha querido matizar este término, y se hizo en algunas zonas de España que, teniendo lengua propia y algunos hechos culturales característicos, podían ser señaladas en ese sentido como nacionalidades históricas. Pienso que así se ha entendido casi siempre y así lo entendemos todos, aunque cuando se quiere extrapolar de este hecho actitudes como las que sigue adoptando el PNV se da lugar a situaciones evidentemente inaceptables.

El regionalismo forma parte de la unidad fundamental de España

Pero en lo que a mí respecta, sigo declarándome regionalista y es importante decirlo alto y claro, porque hay quien todavía cree que el regionalismo4 es un grado inferior al nacionalismo, cuando en realidad son dos planteamientos diferentes. El regionalismo forma parte de la unidad fundamental de España, y dentro de ella exige respeto a la diferencia y al desarrollo de lo que cada uno tenga de especial. Evidentemente, el nacionalismo tiene una raíz que no es esa, y desde este punto de vista considero que el señor Pujol supo en su día y ha sabido posteriormente administrar ese debate con suma prudencia.

Galicia es una región con una personalidad definida

Aunque parece que se oye hablar siempre más de Cataluña o del País Vasco, no hay que olvidar que Galicia es una región con una personalidad y una identidad propia muy importantes. Aunque el idioma gallego no ocupa el primer lugar en cuanto a publicaciones impresas, sí es cierto que somos los primeros en hablarlo a nivel de ciudadanía. Nuestra lengua vernácula es una parte muy importante del ya de por sí importante mundo lusófono. Cuando se celebró la Asamblea Brasileña de las Lenguas pudimos conversar cuatro personas sin necesidad de un traductor: la directora de la Academia, Nélida Piñón, hija de inmigrantes gallegos, el primer ministro portugués, el presidente de Brasil y yo mismo como presidente de Galicia.

Sin embargo, todavía hay gente que visita Galicia y se queda sorprendido de ver hasta qué punto está arraigado el gallego en la ciudadanía. Supongo que es porque siempre lo hemos hecho con naturalidad y en contra de nadie, ha sido un proceso fluido, aunque desde luego muy afectado por determinados fenómenos sociológicos, como ha sido el de la inmigración. Actualmente esta tendencia ha cambiado y ahora somos receptores de emigrantes, aunque se siguen dando datos de movimientos de población importantes de las zonas rurales a las zonas urbanas.

Pusimos a Galicia en el mapa

Las cosas han cambiado mucho en Galicia. Ha habido a lo largo de los últimos años un importante proceso de modernización, aunque siempre quedan cosas por hacer. Generalmente los medios suelen ser inferiores a los deseos, también porque las necesidades son crecientes y lo que ya se tiene se da por adquirido, lo que es natural. Pero efectivamente, creo que nuestro acierto ha sido en la determinación de las prioridades. Teníamos que comenzar por poner a Galicia en el mapa, y lo hicimos. Pero también era necesario crear una moderna red de infraestructuras, establecer los servicios básicos, especialmente la educación y la sanidad, aunque éstos admiten seguir trabajando en su desarrollo y perfeccionamiento. Todo lo demás viene de alguna manera por sí solo, detrás de lo esencial.

La sociedad gallega está conforme con nuestro modelo regional

A pesar de que no existe un modelo político perfecto, porque siempre podemos aprender los unos de los otros, creo que en Galicia se ha desarrollado una conciencia social, evidentemente con sus matices manifestados a través de los partidos políticos y las elecciones, pero con un claro mensaje que se ha repetido en las sucesivas mayorías que nuestro partido ha obtenido aquí. Se puede entender, por tanto, que la sociedad gallega está conforme con nuestro planteamiento como partido, con nuestro modelo regional.

El pueblo español fue el gran protagonista de la transición

Se ha hablado mucho de quienes, por estar en primera línea política durante la transición, hemos sido considerados protagonistas de esos importantes momentos políticos. Pero siempre he creído que el actor principal fue el propio pueblo español, que con un gran sentido común acabó dando, con su ejemplo, la pauta de lo que se debía hacer. En realidad la gente estaba ya harta de que desde 1810 a 1939 la confrontación fuera el motor del sistema político en nuestro país y quería entrar definitivamente en un método ­basado en el consenso. Y este consenso fue precisamente clave en las grandes decisiones institucionales adoptadas en esos años, así como también en las relaciones entre los diferentes partidos políticos, excepto por parte de aquéllos que quisieron hacer un problema de cada decisión, los que buscaron la confrontación, los pronunciamientos y cosas semejantes. Creo que el ­ejemplo que nos ofreció el pueblo fue el que seguimos la mayoría a lo largo del proceso.

Pujol tuvo el acierto de saber darle un sentido constructivo al nacionalismo catalán

Por lo que respecta a siglas y en lo que a nombres propios se refiere, exceptuando el PNV, todas las fuerzas políticas, entre las que subrayo el partido comunista representado por el señor Carrillo, supieron estar a la altura de las circunstancias. También Adolfo Suárez representó el papel que le correspondía realizar y supo retirarse cuando le tocaba, gestos que merecieron la gratitud de todos los españoles. Así mismo el President Tarradellas tuvo la grandeza de escuchar atentamente y captar el sentido de las gestiones políticas de Suárez, y aunque por cuestiones concretas su mandato fuera efímero, conservará un lugar muy destacado en la transición. Respecto a Jordi Pujol, sin examinar los hechos uno por uno, lo cual nos llevaría muy lejos, entiendo que supo jugar bien su papel en los inicios del proceso. Tuvo el acierto de saber darle un sentido constructivo al nacionalismo catalán, y mantenerlo a lo largo de estos años, tanto desde el punto de vista español como europeo.

Respecto a la violencia política hay que ser responsables de cara a la ciudadanía

Mientras exista la violencia política es difícil no hablar de ella, y menos aún, por supuesto, no condenarla. Se puede opinar largamente sobre hasta qué punto hablar demasiado de terrorismo y de sus acciones es una forma de facilitarles su objetivo declarado de crear una sensación de miedo, de facilitar el escándalo cuando todos sabemos que el terrorismo juega con la violencia para hacer su propia propaganda. En este aspecto debemos ser capaces de encontrar el equilibrio y la responsabilidad de cara a la ciudadanía. Un buen ejemplo, en mi opinión, ha sido el tratamiento de la prensa norteamericana respecto a los sucesos del 11 de septiembre. Sin embargo, es difícil establecer ciertos límites informativos.

La transición política española ha servido de modelo para otras sociedades

En el extremo opuesto, el intento del 23-F fue una anomalía que rápidamente se vio que no iba a ninguna parte, y eso es precisamente lo importante, porque es curioso cómo la experiencia española ha servido a otros países de punto de referencia. En el caso de Latinoamérica, aunque han sido cada vez menos frecuentes los golpes de Estado, a pesar de que sigan existiendo situaciones como la de Venezuela, se ha tendido a volver los ojos a la experiencia española, a lo que supusieron los Pactos de la Moncloa5 y, en general, al proceso seguido en la consecución de la democracia.

El actual sistema autonómico ha supuesto la estabilidad política de España

Posteriormente ha habido un tira y afloja en torno a la profundización del sistema de las autonomías. Todos hemos pasado por esa negociación, también yo la he vivido desde Galicia, y como es natural creo que se está llegando a un equilibrio razonable, porque de este sistema autonómico surgió no un Estado unitario, ni tampoco un Estado federal, sino algo diferente, original y propio de nuestro proceso democrático. A mi juicio es una buena propuesta, la primera que ha hecho posible la estabilidad en España desde 1810.

Jordi Pujol siempre ha sabido hacer lo más conveniente para Cataluña y España

Si dentro de este contexto de debate autonómico algunos han querido acusar a Jordi Pujol de ser poco dialogante con el resto de fuerzas políticas catalanas y demasiado abierto a los ejecutivos de Madrid, personalmente creo que siempre ha sabido hacer lo más conveniente para Cataluña y para España. Para mí es una figura decisiva en la historia de Cataluña, y también en la de España, y así espero que se le reconozca.

La búsqueda de entendimiento marcó el proceso constituyente

A menudo se confunden diálogo y consenso. Evidentemente, el consenso es fundamental, es algo que he intentado que sea la base de mi gobierno en Galicia, y aunque al principio no todo el mundo lo entendió, finalmente ­está funcionando. Precisamente fue el consenso y la búsqueda de entendimiento lo que marcó la actitud de quienes nos sentamos en la mesa constituyente. Guardo un buen recuerdo de la convivencia y el nivel de diálogo ­alcanzado entre todos los ponentes6. En la ponencia del Congreso, que fue la primera y en mi opinión la más importante, lo cierto es que llegamos a entendernos razonablemente bien. Querría destacar a los dos ponentes cata­lanes, el señor Roca y el entonces representante del PSUC, Jordi Solé Tura, que aportaron una visión especialmente interesante al proyecto.

La futura constitución europea debería abordar con más decisión el tema de las regiones y su papel político

El espíritu con el que se trabajó en esa primera ponencia fue muy distinto del que más tarde imperó en otras ponencias constitucionales españolas, además el resultado de aquella primera fue claramente más positivo que los de otras posteriores. En el caso del actual proceso constituyente europeo, por ejemplo, no se está abordando en profundidad el tema de las regiones, se ha hecho una simple referencia al Comité de las Regiones y a su carácter consultivo, y creo que será un tema pendiente que tendrá que resolverse en un futuro.

Un hombre de bien

He trabajado durante muchos años en política, he participado en momentos decisivos para la historia de España, pero me gustaría ser recordado simplemente como un hombre de bien, en el buen sentido de la palabra, sin más puntualizaciones. Y aunque ahora no esté tan de moda hablar del bien o del mal en sentido absoluto, sigo tradicionalmente apegado a la gente de bien, y querría quedar englobado entre ellos.

Addenda de la entrevista

Una vez finalizada la redacción de esta entrevista, que tuvo lugar diez días antes de la catástrofe ecológica y la tempestad política provocada por el hundimiento del petrolero Prestige, hemos creído conveniente subsanar, de común acuerdo con el entrevistado, la ausencia de mención al asunto, puesto que ha sido motivo de referencia obligada en muchas entrevistas posteriores. A tal efecto, don Manuel Fraga nos ha remitido sus comentarios a posteriori (con fecha de 10 de junio de 2003) que incluimos como colofón a la entrevista precedente.

Galicia después del Prestige

Poco tiempo después de realizar la entrevista en la que se enmarcan estas reflexiones, Galicia se convirtió en protagonista de una triste noticia, derivada de un desastre ecológico sin precedentes en toda nuestra historia.

Me refiero al embarrancamiento del Prestige, el pasado 13 de noviembre, y su posterior hundimiento en alta mar, frente a nuestra costa. Si no fuera por sus negativas consecuencias (que, por fortuna, ya han sido controladas y están remitiendo), las intrincadas conexiones del Prestige parecerían sacadas de una obra de ciencia ficción: armador griego, con conexiones en Rusia, Suiza, Liberia y Londres; bandera de Bahamas; tripulación filipina y capitán enfermo; antecedentes de haber actuado como tanque flotante para el trasvase de hidrocarburos y transportando una carga peligrosa que llevaba un destino que, a estas alturas, continúa siendo una incertidumbre. Cada día se descubren nuevas pruebas que dejan al Prestige en evidencia: un testigo que afirma que el barco perdía fuel cuando lanzó el primer SOS, indicios de que la estructura del petrolero presentaba daños severos provocados por los ­miles de impactos recibidos en su anterior etapa como tanque flotante7, etc.

Si a estos elementos unimos una legislación internacional decimonónica, no hace falta ser muy avispados para intuir sobre qué elementos debería pivotar la responsabilidad de la catástrofe ambiental. Utilizo este término porque, con ser inconmensurable el daño sobre los ecosistemas, no ha habido que lamentar una sola víctima mortal, muestra inequívoca de que la reacción inmediata fue la adecuada, por más que algunos sectores se hayan cansado de repetir lo contrario.

Así las cosas, y reconociendo que se han podido cometer errores, como en toda obra humana, siete meses después del accidente la situación evoluciona de un modo más que razonable. A los hechos me remito y cualquiera que se acerque a nuestra costa puede constatarlo fácilmente.

Los principales afectados por la marea negra (marineros y pescadores) dispusieron de cuantiosas ayudas económicas, exenciones fiscales y otros incentivos, desde el primer momento. La práctica totalidad de las playas poseen ya su aspecto habitual. La actividad pesquera ha recuperado la normalidad, salvo en el  epicentro del desastre, en una pequeña área de la Costa da Morte, que no tardará en abrirse a la pesca. El turismo no parece haberse resentido, a la vista de los índices de afluencia de la pasada Semana Santa. La comunidad internacional se ha tomado en serio, por fin, la necesidad de reformar el Derecho Inter­nacional del Mar. Como primera medida, la Comisión Europea ha acelerado la prohibición de transportar fuel pesado en buques monocasco8 y algunos países alejan ya de sus costas a los petroleros más peligrosos.

Si bien, como decía, el paso de tiempo está demostrando que la respuesta inmediata de las administraciones implicadas (gobiernos central y autonómico) fue en todo punto acertada, no es menos cierto que el conjunto de medidas complementarias a medio y largo plazo, arbitradas en torno al denominado Plan Galicia (dotado, en su conjunto con más de 14.000 millones de euros) están llamadas a marcar un antes y un después en el avance de esta comunidad. No es ésta una afirmación baldía; se sustenta sobre objetivos realistas, pero no por ello menos ambiciosos.

Mejorar las comunicaciones interiores por carretera; poner en funcionamiento en 2007 el Eje Atlántico de Alta Velocidad Ferroviaria, que conectará entre sí a las principales ciudades en trayectos de una duración media inferior a 30 minutos; conexión, por AVE, de las principales ciudades con Madrid en menos de tres horas y completar la comunicación ferroviaria con la cornisa cantábrica y el resto de Europa; aumentar la dotación de suelo industrial y la capacidad de las infraestructuras portuarias son algunos de los objetivos que se harán realidad en un futuro inmediato con un presupuesto ingente, en el que también se contemplan los máximos incentivos económicos permitidos para la actividad empresarial.

Es obvio que de cualquier suceso de este tipo siempre se derivan lecciones para la posteridad. Aunque resulte difícil elegir, me permito resaltar uno de esos ejemplos. Me refiero a los miles de voluntarios, jóvenes en su mayoría, que acudieron en masa para colaborar en las tareas de limpieza de nuestro ­litoral, por más que una sucesión de cruentos temporales se empeñase en dificultar esa tarea, titánica pero siempre fructífera. Una vez más, hemos sido testigos del resurgir de la auténtica dimensión solidaria del ser humano.

En todo caso, Galicia, que en los últimos años protagonizó un renacimiento en todos los ámbitos, tiene fuerzas suficientes para reponerse de ésta y de cualquier otra situación adversa. Galicia, el país de los mil ríos que antes de llegar al mar se convierten en rías, únicas en el mundo, es dueña de una ingente riqueza natural que ningún Prestige será capaz de arrebatarnos ­jamás. Preservar y potenciar ese legado constituye el mayor de los compromisos para quienes aspiramos a que las generaciones que nos sucedan habiten un mundo mejor.

1          Fundador de Alianza Popular (AP) junto con Fraga Iribarne.
2          Alfredo Brañas (1859-1900), catedrático de la Universidad de Compostela. Con su libro El regionalismo, estudio sociológico, histórico y literario publicado en Barcelona en 1889, impulsó en Galicia una tendencia regionalista, más administrativa que política, muy marcada por la nostalgia de una sociedad patriarcal. Tuvo gran influencia en los medios regionalistas catalanes. A partir de 1899 se aproximó a las posiciones carlistas, enfrentándose a las tendencias más liberales del galleguismo, mantenidas por Manuel Murguía.
3          Francesc Cambó i Batlle (1876-1947), político, abogado y financiero catalán. Afiliado a la Lliga Regionalista, partido político catalán fundado por Enric Prat de la Riba en 1901 y del que Cambó acabó siendo su gran figura y principal promotor, luchó por los ­intereses de Cataluña, consiguiendo la entrada de los regionalistas en el gobierno (1917). Gran orador, se distinguió en numerosos debates. Ocupó los cargos de ministro de Fomento y de Hacienda.
Cambó revela en su libro de recuerdos que, en marzo de 1893, asistió a la conferencia que pronunció en Barcelona sobre el tema del regionalismo Alfredo Brañas, y en cierto modo se identificó con sus ideales.
4          Doctrina política según la cual cada región de un Estado debe ser administrada y gobernada considerando sus valores culturales, lingüísticos, políticos y económicos. El regionalismo está vinculado estrechamente al federalismo y a la autonomía regional.
5          Durante el periodo del 8 al 21 de octubre de 1977 se reunieron en el palacio de la Mon­cloa todas las fuerzas políticas parlamentarias para la adopción consensuada de las ­medidas destinadas a paliar la grave situación económica por la que España atravesaba tras cuarenta años de aislamiento y autarquía. Los acuerdos adoptados son conocidos como los Pactos de la Moncloa, y supusieron el primer gran paso para la reconciliación nacional.
6          Los llamados “padres” de la Constitución de 1978 fueron Gabriel Cisneros (UCD), José Pedro Pérez-Llorca (UCD), Miguel Herrero de Miñón (UCD), Miquel Roca (CiU), Manuel Fraga Iribarne (AP), Gregorio Peces Barba (PSOE) y Jordi Solé Tura (PCE-PSUC).
7          Se refiere al uso del Prestige como depósito aprovisionador de fuel para otros buques en alta mar, práctica arriesgada y poco segura de la que se derivan con frecuencia desperfectos en la estructura externa de la nave dispuesta a ese fin.
8          Entre los petroleros y otras naves de transporte, se distingue entre buques monocasco y multicasco. Los buques monocasco son aquellos en los que la carga no se reparte entre varios compartimientos estancos (secciones independientes en las que se divide el interior de un buque mercante), sino que ocupa la totalidad de la bodega, por lo que, en caso de avería o rotura, se perdería en su totalidad. En la actualidad, arrecian las peticiones internacionales en pro de la sustitución y retirada de los numerosos buques que todavía circulan con este diseño obsoleto, dado el peligro que comportan.