Ana Bru Viñeta
Fotografia cedida
11è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores

Sra. Ana Bru Viñeta

Fundadora y directora de BRU & BRU Exclusive Travel Designer

Texto del 25/09/2018

Pasión por su trabajo: este es el valor diferencial de una agencia de viajes tan personalizada que su propietaria recorre todo el planeta para confeccionar experiencias vacacionales a medida del cliente. La pasión por descubrir el mundo, unida a la inquietud de esta barcelonesa por innovar, la acreditan como asesora ideal para encontrar un viaje sin igual. Afirma que, viajando, se diluyen las fronteras; y si en la Tierra ya no existen límites, esta profesional también sugiere viajar por el espacio. Como en el resto de propuestas que formula, ella es siempre pionera en experimentarlas.

Una pasión por los barcos presumiblemente alimentada por el comercio con Cuba

Mi infancia está repleta de muy buenos recuerdos. Si tengo que remontarme a lo más lejano que alcanza mi memoria, me veo asomada a la ventana de mi casa, en el número 203 de la vía Augusta, entre las calles Vallmajor y Calvet, contemplando el paisaje inusualmente blanco de Barcelona. Aquella nevada me quedó perfectamente grabada, como muchas de las aventuras que compartimos con mis padres, personas con un gran espíritu viajero y que despertaron en mí esa pasión por conocer mundo. A mi padre, Lluís Bru Fenosa, le encantaba navegar. Sospecho que su pasión por los barcos sería algo genético, derivada de la actividad comercial de mi abuelo paterno con Cuba. Disponía del título de capitán de yate y pocas cosas le deleitaban tanto como que le acompañáramos en sus excursiones marineras. Los pescadores de Arenys de Mar tenían perfectamente identificada su lancha y, en cierto modo, le temían. A mi padre le gustaba la velocidad y, pese a que había que reducirla al entrar en la bocana del puerto, hacía caso omiso de los gritos de los pescadores aficionados, a quienes se les enredaban las cañas y los anzuelos con el oleaje provocado.

Creador de las célebres y atemporales lavadoras Bru

Formado como ingeniero industrial, mi padre exhibió siempre un gran espíritu innovador. Su principal legado fue la creación de las célebres lavadoras Bru, fruto de una inquietud que queda patente con sus frecuentes viajes a Alemania o a Francia para visitar las ferias de electromecánica de estos dos países, como por ejemplo el Salon des Arts Ménagers, en París. Durante muchos años fue la única persona en España que acudía a esos certámenes, lo cual despertaba sorpresa entre los profesionales que participaban en aquellas muestras, que creían que en nuestro país solo había toreros. Dispuesto a fabricar sus propios electrodomésticos, adquirió en el extranjero varias lavadoras que desmontó e introdujo de contrabando por piezas. Una vez aquí, las ensamblaba para reconstruirlas y poder así desarrollar modelos propios. Fue de esta manera como nació la fábrica de lavadoras Bru, tan resistentes que algunas de las que conservamos aún siguen funcionando.

La expansión de la compañía acabaría comprometiendo su futuro

Las lavadoras Bru devinieron muy populares en la España de la época y la compañía llegó a dar trabajo a más de dos mil personas. Al margen de la planta de producción en Barcelona, disponía de delegaciones y almacenes en las principales ciudades de todo el país. Dado el extraordinario celo que siempre observó mi padre en todos sus cometidos, viajaba frecuentemente a esos destinos para comprobar que todas las instalaciones reunían los requisitos deseados. Unos viajes que, cuando comenzó a exportar, alternaba con la participación en ferias a las que, en ocasiones, le acompañaba. Alemania, Francia, Italia y Portugal eran los principales destinos de las lavadoras Bru en el mercado exterior. Posteriormente, la firma desarrollaría una línea blanca de electrodomésticos e incluso alcanzaría un acuerdo de joint venture con las multinacionales Bosch y Miele. Aquella expansión comportó una ampliación considerable de la plantilla que acabaría comprometiendo el futuro de la empresa, ya que la inestabilidad política a finales de la década de los setenta afectó a la industria y la compañía tuvo que hacer frente a altas indemnizaciones que condicionarían su viabilidad. Fue aquel un período muy duro, que exigió muchos sacrificios para salvar la empresa. La continuidad del negocio familiar no prosperó, si bien los electrodomésticos Bru, incluidas las célebres lavadoras, siguen fabricándose en algún lugar del mundo después de que la marca y las patentes fueran vendidas a un grupo italiano.

De no haber nacido tan tarde, habría emprendido múltiples proyectos con mi padre

A mi madre, Vicenta Viñeta Pascual, le resta poco más de un año para llegar a centenaria. Cuando me dio a luz, mi familia probablemente no esperaba verse ampliada; no tanto porque ella ya había alumbrado tres hijos como por contar por aquel entonces con cuarenta y dos años. Primero nació Luis y, a continuación, llegaron Carmen y Elena. En el seno de un matrimonio de corte conservador, y fuertemente influenciado por las costumbres de la época, el varón gozaría siempre de una atención diferenciada respecto a las tres hermanas. Desde la infancia nuestra educación se vería claramente orientada hacia un destino distinto al reservado para el heredero, ya que en esos años no podía ni presumirse que las mujeres optáramos a dirigir una empresa. Sin embargo, llegué a este mundo con un gen emprendedor, a la par que con un temperamento inconformista y luchador. Siempre he mantenido que nací demasiado tarde, porque junto con mi padre podría haber emprendido múltiples proyectos y habría ayudado a mis hermanas a abrirse camino en el entorno profesional. Al ser la benjamina de la familia, encontré la senda trazada. Aun así, crecí con la espontaneidad y la independencia que me imprimía mi propio carácter.

Siempre he considerado a «la Tata» como mi segunda madre

En nuestro corazón tenemos un lugar reservado para nuestra tieta Roser, a quien cariñosamente seguimos refiriéndonos como «la Tata». Hermana de mi madre, tanto ella como su marido, el tiet Pepe, cuidaron mucho de nosotros cuando nuestros padres se ausentaban por tener que acudir a ferias en el extranjero. Los viajes eran en ocasiones tan frecuentes que el periodo de convivencia con mis tíos superaba el que pasábamos con nuestros padres. Se instalaban en nuestro propio hogar y convertían esos días en una experiencia extraordinaria. A ello contribuía el carácter transgresor de nuestro tío, que nos traía dulces a menudo. Al salir del Ayuntamiento de Barcelona, donde trabajaba, no podía resistirse a la tentación de entrar en El Cigne, su pastelería favorita. Ni que decir tiene que en casa mis hermanos y yo celebrábamos aquel perdonable vicio compartido. Su talante divertido también nos endulzaba la vida mientras «la Tata» no escatimaba la dulzura en el trato; o cuando me acompañaba a escuela o a danza. Al margen de ser mis padrinos, a mi tía siempre la he considerado mi segunda madre.

Jugar «a los hoteles» se convirtió en una de mis aficiones favoritas

Los veranos de mi infancia resultaron muy especiales, porque a mi padre le gustaba planificar viajes que combinaran la vertiente profesional con la lúdica. Así, con la excusa de la visita a determinadas fábricas, diseñaba itinerarios con los que satisfacía algunas de sus principales aficiones, como la gastronomía, los buenos vinos o su pasión por conducir. Si los barcos le encantaban, no podía decirse menos de los automóviles. Y ese es uno de los recuerdos que guardo de cuando tenía siete, ocho o nueve años, viajando en vacaciones a bordo de nuestro coche, con mis padres y hermanos. En esa época viajar constituía todo un lujo y para mí resultaba extraordinariamente excitante. Nos alojábamos en hoteles y papá se mostraba especialmente riguroso sobre el comportamiento que debíamos observar. A mí no se me escapaba ningún detalle y, cuando volvíamos a casa, jugar «a los hoteles» era una de mis diversiones favoritas. Madrid, Portugal, la Costa Azul, la Selva Negra, Colonia, Italia… son algunas de las rutas que recorrimos y que alimentaron en mí el amor por los viajes.

Le suplicaba al chófer que no se moviera de la puerta del colegio

Tanto mis hermanas, Carmen y Elena, como yo estudiamos en el colegio de las Teresianas, en la calle Ganduxer. Nunca me sentí a gusto en ese centro, pues me resultaba difícil hacer buenas migas con las monjas. Tan reticente me mostraba a acudir a la escuela que a Juli, el chófer que nos trasladaba, le suplicaba que no se moviera de la puerta hasta la hora de la salida. Y el buen hombre, que a pesar de que vivíamos muy cerca del colegio nos llevaba en un Seat 600, venía a la hora del patio a saludarme para tranquilizarme y hacerme creer que permanecía montando guardia a la entrada del centro. Posteriormente, nos trasladaron al colegio SPEH, paso previo a mi ingreso en la Universitat Abat Oliba, donde inicié mis estudios de Derecho.

En la universidad hice mis primeros pinitos organizando viajes

En la Abat Oliba cursé los tres primeros cursos de la carrera, que había que completar posteriormente en la Facultad de Derecho de la Universitat de Barcelona. Aquellos tres años iniciales resultaron muy divertidos, pues ahí empecé a hacer mis primeros pinitos en la organización de viajes, al impulsar entre los alumnos salidas de fin de semana, escapadas para esquiar o el viaje del paso del ecuador. Fue esa una primera experiencia en el ámbito de los viajes un tanto fallida, ya que la agencia a la que acudimos se aprovechó de nuestra bisoñez para alojarnos en unos apartamentos poco recomendables, lo que deslució nuestra estancia en Grecia. No obstante, de todo se aprende; en especial de los capítulos erróneos. Lo más importante es que, de esa época, sigo conservando la amistad con algunos de los compañeros con los que compartimos estudios y vivencias tan especiales.

En Ciencias Empresariales habría hallado mayor motivación que en Derecho

No llegué a completar la carrera de Derecho. Me queda el último curso para obtener el título de licenciada. Si aparqué los estudios fue en parte porque en la Facultad de Derecho eché en falta el trato personalizado que había hallado en la Abat Oliba, donde los profesores ejercían una labor de tutoría y nos ayudaban a diario. En la Universitat de Barcelona el planteamiento resultaba muy diferente, y experimentabas una sensación de cierto desamparo. Pero la ausencia de vocación por el derecho resultó clave. Si decidí emprender esa carrera fue porque mi padre me lo sugirió. No puedo achacarle haberme obligado a ello, pues me limité a seguir su consejo sin haberme planteado nunca qué estudios quería cursar. Ignoro por qué no me orientó hacia las Ciencias Empresariales, donde probablemente habría encontrado mayor motivación para culminar la carrera. Aun así, no descarto completar los estudios de Derecho algún día. Es algo que en ocasiones sigue recordándome mi madre, como si fuera una de las ilusiones que todavía conserva y que espera ver cumplida algún día.

Aprendizaje y desarrollo profesional en la empresa familiar

Afortunadamente, en mi juventud no sufrí la presión de tener que estudiar una carrera en concreto. Y si algo actuó como ingrediente definitivo para aparcar la carrera fue la posibilidad de trabajar en lo que más me gustaba: los viajes. Por aquel entonces, la compañía de mi padre era cliente de una agencia cuyos empleados quisieron independizarse. Mi padre, con buena visión empresarial, decidió que el Grupo Bru se convirtiera en accionista mayoritario de la misma y, de inmediato, vi abiertas las puertas para imprimir un rumbo ilusionante a mi vida. Ahí desarrollé mi aprendizaje y crecí profesionalmente, pasando por diferentes departamentos y asumiendo distintas responsabilidades. Tras cerca de veinte años de trayectoria, y después de constatar las diferencias de criterio con aquel modelo de negocio, a finales de 2004 me desprendí de mis acciones en la compañía e inicié mi propia senda empresarial.

Proponemos experiencias de viaje contrastadas directamente por nuestro equipo

Poco después de haber abandonado la empresa familiar, puse en marcha BRU & BRU, un concepto de negocio diametralmente distinto al de una agencia de viajes convencional. No tuve necesidad de contactar con clientes de mi antigua compañía ni de realizar ningún tipo de campaña promocional. Algunas de las ferias con las que colaborábamos acudieron a nosotros intere- sándose por nuestros servicios, al igual que personas y empresas que buscaron cómo contactar conmigo para que siguiera asesorándoles en la organización de viajes. Enseguida comprobaron que el planteamiento era distinto al habitual y que les brindábamos un mayor nivel de atención personalizada. Sobre todo porque nuestro punto diferencial reside en el hecho de que las experiencias de viaje que proponemos están contrastadas de manera directa por nuestro equipo y que trabajamos con un grupo de proveedores capaces de satisfacer las necesidades de cada cliente en función de su perfil específico.

Interpretando los deseos del cliente desde que entra por la puerta

El mundo de los viajes ha ido evolucionando. Hubo un tiempo en el que viajar era un lujo, para, posteriormente, cuando esta actividad empezó a democratizarse, adquirir atractivo los viajes de lujo. Más tarde, los clientes empezaron a demandar destinos exclusivos, lugares a los que no acudía nadie. En el caso de BRU & BRU, ofrecemos experiencias extraordinarias y adaptadas a las necesidades específicas de nuestro público, incluyendo los viajes que transforman a las personas o con un contenido humanitario. Somos una agencia pequeña y muy especializada, capaz de diseñar proyectos de viajes que no están al alcance de ninguna otra empresa del sector. Desde el momento en que el cliente entra por la puerta de BRU & BRU, sabemos interpretar cuáles son sus deseos y cómo podremos satisfacerlos de la mejor manera.

Que la calidad que recibirán nuestros clientes es excelente, lo contrastamos en destino

La puesta en marcha de BRU & BRU supuso una muy cuidada selección de proveedores, buscando la excelencia y la calidad en el servicio y disponiendo en todo momento de los guías y los colaboradores adecuados para cada perfil de cliente. En África, por ejemplo, decidimos renunciar a las furgonetas para efectuar los safaris y optamos por brindar a los usuarios un recorrido privado y en vehículos descubiertos. Para ello, es requisito indispensable viajar in situ, comprobar qué servicios y qué nivel de conocimiento de la zona tienen nuestros potenciales proveedores para asegurarnos de que, cuando ofrecemos a nuestros clientes una determinada experiencia, esta resulte plenamente satisfactoria y ajustada a sus necesidades y expectativas. Trabajamos con diferentes partners, ya que no es lo mismo realizar un safari con niños, que reclaman un determinado tipo de explicaciones adecuadas a su edad y presentan unas inquietudes distintas, que hacerlo con unos adultos con un carácter más aventurero o, incluso, con unos estudiantes de zoología. Los viajes a esos destinos los repetimos periódicamente, tanto para asegurarnos de que se mantienen los estándares pactados como para detectar colaboradores alternativos que puedan mejorar los niveles del servicio o aportarnos experiencias adicionales que resulten interesantes para nuestros clientes.

Pocos clientes pero selectos

Vivir los viajes en primera persona nos confiere la seguridad de que quienes eligen esa experiencia quedarán absolutamente satisfechos, no la olvidarán en su vida y regresarán a BRU & BRU cuando deseen disfrutar de un nuevo destino. Ese es nuestro punto diferencial respecto a las agencias que se limitan a ejercer de meras expendedoras de billetes, sin saber tan siquiera qué les aguarda a sus clientes porque nunca se han molestado en visitar los enclaves que osan recomendarles. Muchos de quienes confían en BRU & BRU acaban convirtiéndose en nuestros principales prescriptores, porque explican la experiencia vivida a sus familiares y amigos, y logran así que ampliemos nuestra clientela. No obstante, no perseguimos una expansión descontrolada, sino que preferimos tener pocos clientes pero selectos. Personas que buscan convertir su viaje en una experiencia única y a quienes hay que saber entender. Por eso, rehuimos tratar con hoteles que solo piensan en cuántas habitaciones les reservaremos.

Trabajamos con insiders que ejercen de embajadores en cada punto del planeta

Quienes acuden a BRU & BRU no son personas que no sepan manejarse por el mundo. Al contrario: son viajeros frecuentes, que suelen haber acumulado experiencia a lo largo de los años y que nos ponen el listón muy alto, pues esperan que les brindemos una propuesta excepcional que es imposible hallar ni en Internet ni a través de ningún otro operador. Viajar a Egipto está al alcance de cualquiera, pero hacerlo con auténticos insiders constituye uno de nuestros valores diferenciales. Son guías que conocen cada palmo de terreno y que no van a repetir el mismo relato que las audioguías les cuentan a los turistas, sino que les explicarán las historias que, según el perfil de cada cliente, mayor interés les despiertan. Esos guías ejercen de embajadores de nuestra agencia en los distintos puntos del planeta adonde enviamos a nuestros viajeros.

Viajeros que desean abandonar la zona de confort

A nuestra agencia acuden personas que, por ejemplo, desean ver osos polares en su hábitat natural y que se sienten incapaces de dar con quien satisfaga ese anhelo; o clientes que quieren conocer Groenlandia en profundidad y compartir unos días con tribus autóctonas. Incluso gente que ya ha estado en el Ártico pero que en esta ocasión busca un plus, como por ejemplo practicar el esquí en ese enclave. A menudo son viajeros que desean abandonar su zona de confort para experimentar sensaciones que se apartan por completo de lo convencional; vivir en carne propia experiencias que impacten en sus vidas y añadan un importante poso en su bagaje personal. Reencontrarse a sí mismo o descubrir los propios límites son otras de las motivaciones que pueden conducir a una persona a dirigirse a BRU & BRU, incluso para que le diseñemos un reto de supervivencia y demostrarse que es capaz de salir airoso tras dejarle en solitario en un territorio inhóspito y con la única ayuda de un teléfono de emergencia que solo puede utilizar en caso extremo.

Nuestro sector no puede dar la espalda a los problemas medioambientales

Entre nuestros viajeros se cuentan también personas comprometidas con el medio ambiente y que combinan su deseo de descubrir un nuevo enclave del planeta con la contribución social. Hemos establecido, por ejemplo, acuerdos con islas privadas del océano Índico que ofrecen pernoctaciones gratuitas a cambio de la colaboración en la regeneración de la zona, de tal modo que nuestro cliente disfruta de siete noches de alojamiento pero, a lo mejor, solo paga cuatro de ellas. Las otras tres las compensa cuidando de las palmeras del entorno o recogiendo plástico para evitar que las tortugas marinas vean amenazada su existencia. En ocasiones, la experiencia se aproxima a la que podría haber vivido Robinson Crusoe. En determinados puntos del mundo, el plástico se ha convertido en un serio problema. En las Maldivas existe preocupación ante esta amenaza; entre otras razones porque, si sus playas se inundan de plástico, dejará de existir interés en visitarlas. Nuestro sector no puede dar la espalda a los problemas medioambientales, pues si desaparecen los ríos, las selvas, las playas, los glaciares, etc., se habrán acabado los viajes.

Sobre la necesidad de preservar el planeta

Hay países en los que, poco a poco, va aumentando esa conciencia por preservar los espacios naturales. En ocasiones, se logra a través de pequeños gestos que acaban convirtiéndose en altamente poderosos. Recuerdo que, en Bután, existía un problema con las bolsas de patatas fritas, ya que la población las arrojaba al suelo una vez consumido su contenido. Eso acarreaba que las bolsas fueran acumulándose por la montaña, con todo lo que suponía de deterioro de sus excepcionales parajes. Bastó una campaña llevada a cabo por la reina para que los habitantes de la zona iniciaran una recogida de residuos que permitió recuperar el paisaje y, al mismo tiempo, evitar que en lo sucesivo las personas incurrieran en el error de ensuciar las montañas. También en Indonesia tuve ocasión de asistir a una experiencia muy grata, que ilustra cómo los ciudadanos de todo el planeta estamos asumiendo que debemos contribuir a la preservación del mismo. En este caso, observaron un cuidado extremo con la barrera de coral a la hora de construir una pasarela para acceder a una de las islas. Para ello, previamente retiraron todo el coral y lo trasladaron a un jardín de coral, donde se conservó mientras se ejecutaban todas las obras. Esa operación supuso un retraso de cuatro meses en la construcción de la pasarela, pero posteriormente pudieron recomponer dicha barrera de coral en el mismo enclave. También, en mis viajes por el mundo, he podido descubrir fundaciones que trabajan para evitar la pesca furtiva de especies amenazadas, léanse las tortugas marinas o ciertas razas de tiburones. Tras estas organizaciones suele haber personajes singulares con un alto compromiso social que velan por el futuro de sus hábitats y de nuestro planeta.

Deseamos contribuir a hacer de nuestro planeta un lugar más sostenible

Desde hace años, venimos manteniendo un acuerdo de colaboración con Iñaki Relanzón, reconocido fotógrafo miembro de la ILCP (Liga Internacional de Fotógrafos para la Conservación), entidad que fomenta el compromiso de los profesionales de la imagen en la preservación de los espacios naturales en los que actúan, procurando minimizar la huella humana que puedan dejar en los mismos. A través de su experiencia y de sus fotografías he podido aprender mucho de los entornos a los que viajamos. Es un profesional muy documentado que me ayuda a entender la problemática de la extinción de determinadas especies o la riqueza natural que atesoran enclaves como las islas Galápagos o las Malvinas. La convivencia con él me ha permitido aumentar mi concienciación sobre los problemas medioambientales e imprimir mayor marchamo a BRU & BRU en esta materia. Más allá de nuestra actividad como asesores de viajes, deseamos que, a través de la misma, podamos ejercer una función social que contribuya a hacer de nuestro planeta un lugar más sostenible.

El negocio centenario de mi marido comparte valor diferencial con BRU & BRU

En mi trayectoria profesional he tenido la suerte de contar en todo momento con el apoyo de mi marido, Ramon Segarra Rovira. Probablemente a ello contribuye la circunstancia de que él también gestiona su propio negocio, ya que pertenece a la cuarta generación de un establecimiento emblemático de Barcelona: la Drogueria Rovira. Ubicada en la calle Madrazo, junto al mercado de Galvany, el negocio fue inaugurado por su bisabuelo materno, Jaume Rovira, en 1910, y constituye uno de los comercios históricos de la ciudad. Es una tienda especializada, que comparte con BRU & BRU el hallar su valor diferencial en el asesoramiento personalizado al cliente, pues mi marido puede ofrecer soluciones para el parqué, para aquellas manchas difíciles que no se consigue limpiar con nada… Es el comerciante tradicional enfundado en su impecable bata y que logra granjearse la confianza de quienes entran en el punto de venta por su profundo conocimiento y por su amable trato.

Mi madre le entregó una tarjeta mía a mi futuro esposo

Con Ramon nos conocimos, precisamente, porque mi madre era clienta de la droguería Rovira. Toda su vida había acudido a ese establecimiento y, en una ocasión, se percató de que el joven que la atendía presentaba un rostro inusualmente moreno para ser invierno, con lo que interpretó que había estado esquiando. Le preguntó si me conocía, pues a mí también me encantaba practicar el esquí. Incluso llegó a entregarle una tarjeta mía. Si mi madre pretendía que ese capítulo prosperara, no tuvo éxito, pues Ramon no le prestó excesivo interés. Aun así, algo retendría en su memoria, pues un día ambos coincidimos casualmente y, al cederle mi tarjeta, me confesó que cierto día una señora le había entregado una igual.

Me encantaría que nuestra hija se sumara al equipo de BRU & BRU en el futuro

Fruto de nuestro matrimonio, hace veintiún años nació Carla, que en la actualidad estudia Relaciones Públicas y Publicidad en la Universitat Abat Oliba. Como su madre, es una apasionada de los viajes y, salvo la Antártida, ha recorrido todos los continentes. Es una persona que, a su facilidad para el aprendizaje de idiomas, le suma un carácter extremadamente sociable. Eso le ha permitido amasar amistades en todos los países que ha visitado. Siempre hemos querido brindarle la máxima libertad, lo que ha comportado que para ella no existen fronteras en el mundo. Igualmente, evitamos condicionar su carrera académica y profesional. Pero no me sorprendería que algún día nuestra hija decidiera sumarse al equipo de BRU & BRU y dar de este modo rienda suelta a su pasión por viajar.

De mi padre aprendí la necesidad de rodearte de profesionales competentes

Quien sí forma ya parte del equipo de BRU & BRU es Laura Llop, nuestra sobrina de treinta y dos años, que se ha encargado de desarrollar la página web de la agencia. El nuestro es un equipo muy reducido, de siete personas más colaboradores externos, pero muy competente. Con Javier Clavijo y Marta Tudela llevamos trabajando juntos desde hace más de dieciséis años. Para mí, lo más importante son las personas. Si algo aprendí de mi padre es la necesidad de rodearte de profesionales válidos que te ayuden a llegar donde tú sola no alcanzas. Deposito mucha confianza en el equipo y no tengo ningún problema en delegar funciones, más bien al contrario, pues soy como aquel cirujano que abre y corta pero que asigna las labores de sutura a un colaborador. Mi carácter inquieto me lleva a estar pensando siempre en los siguientes proyectos, de ahí que, una vez encauzado el que tenemos entre manos, prefiero ceder el testigo a mi equipo, que es como mi segunda familia, para ponerme a trabajar en el próximo.

Hacemos «alta costura» de viajes

La innovación forma parte de nuestro ADN, pues siempre estamos proyectando viajes pensando en nuestros clientes. Cuando descubrimos una nueva experiencia, siempre nos viene a la memoria esa persona que sabemos que disfrutaría con ella y ansiamos volver para proponérsela. En ocasiones, el reto reside en salvar las reticencias de quienes todavía no nos conocen lo suficiente, porque hay gente que ignora lo que podemos llegar a hacer por ellos. Los nuestros son viajes irrepetibles, lo que no equivale a inalcanzables, pues tratamos de adaptarnos a todos los presupuestos. Somos la «alta costura» de los viajes, ajustando nuestro producto al perfil de cada cliente. Nunca le diré a nadie lo que no debe hacer si es el viaje que ha soñado toda su vida. Pero si viene a BRU & BRU sí le recomendaré qué no debe perderse si viaja a un determinado destino. Ofrecemos exclusividad, lo cual no significa necesariamente tener que ir a la otra punta del planeta. Recientemente, por ejemplo, tuve la oportunidad de descubrir unas fincas privadas en la Sierra de Tramuntana, en Mallorca, donde dormí en el refugio más antiguo de Europa. Es una atractiva opción para quienes gustan del senderismo y la naturaleza que BRU & BRU ofrece en régimen de exclusividad.

Me convertiré en la primera española en viajar al espacio

Uno de los servicios más exclusivos que brindamos son los viajes al espacio. No solo somos la única agencia acreditada en nuestro país por Virgin Galactic, sino que nos hemos convertido en la que más tiques ha comercializado. Entre España y Andorra hemos vendido hasta quince pasajes, entre ellos el de mi marido y el mío, lo que me convertirá en la primera española en viajar a la estratosfera. Ya he llevado a cabo todos los entrenamientos en los simuladores del Centro Nacional de Capacitación e Investigación Aeroespacial (Nastar), en Filadelfia (Estados Unidos). Con Richard Branson mantenemos una muy buena relación. Si en 2008 eligió a BRU & BRU es porque vio en nosotros una agencia con capacidad para comercializar los vuelos espaciales a la estratosfera cuando todavía era solo un proyecto.

Una de las labores más complejas reside en segmentar la base de datos

Disponemos de una base de datos de más de mil clientes, donde aparecen distintos perfiles, con familias de hasta cuarenta miembros. Lo más importante, sin embargo, es conocer a fondo a esos clientes: saber qué es lo que les apasiona, qué les hace vibrar, dónde vamos a conseguir que vivan una experiencia única. De ahí que una de las fórmulas a las que recurrimos para comunicarnos con ellos y darles a conocer nuevas propuestas sea el correo electrónico. Pero no hacemos envíos impersonales, sino que procuramos agrupar a nuestros clientes por intereses, a fin de canalizar mensajes que realmente resulten atractivos a quienes los reciben y les despierten expectación. Una de las labores más complejas reside en segmentar la base de datos, pues no todo el mundo comparte los mismos gustos. Eso nos permite, por ejemplo, que cuando llevan a cabo su experiencia, al llegar a su habitación en destino no hallan una tarjeta impersonal y una botella de vino. Si son amantes de la ornitología, encontrarán un libro de pájaros; y si les encanta el senderismo, una guía sobre rutas de la zona. O si se trata de una familia con niños, sugeriremos incluso cuál es la habitación más adecuada que deberían asignarles.

Cuanto más viajas, menos percepción de fronteras tienes

En nuestro país hablamos a menudo de dignificar el turismo y atraer a viajeros con alto poder adquisitivo. Pero, ¿para qué esforzarse en captar a esos clientes si, cuando lleguen a nuestros destinos, van a encontrarse con ciudades invadidas por el top manta o playas donde se ven asediados por vendedores ambulantes? Tengo la impresión de que existen intereses espurios y un plan estratégico para fomentar un determinado tipo de inmigración que debilite los Estados y desmiembre Europa. La experiencia de viajar me ha permitido descubrir a fondo muchos de los países de los que proceden estos inmigrantes, y puedo afirmar, con conocimiento de causa, que desconocen lo que les espera cuando llegan a Europa. Paradójicamente, compruebas que, al mismo tiempo, muchos de nuestros jóvenes más cualificados se ven obligados a emigrar para buscar oportunidades profesionales en el exterior, con lo que asistimos a un trasvase en el que claramente salimos perdiendo, porque estamos descuidando la competitividad. ¿Por qué no se destinan recursos e inversiones a esos países que evitarían esos indeseados flujos migratorios? Otra cosa son los estudiantes que acuden a cursar sus carreras a otros países, lo cual constituye una experiencia enriquecedora porque les permite perfeccionar idiomas e intercambiar vivencias con jóvenes de otras culturas. Cuanto más viajas, menos percepción de fronteras tienes.