Sra. Ana Garrido López
Fotografia cedida
11è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores

Sra. Ana Garrido López

Directora general de Asmedit

Texto del 09/01/2019

Un servicio de atención que constituye una primera línea de contención ante cualquier problema sanitario: así nació la firma que esta profesional de talante inquieto y concienciado dirige, y que ofrece respuesta inmediata, en menos de veinte segundos y por parte de un médico, a una población potencial de doce millones de usuarios. La incorporación de otros especialistas, como psicólogos, abogados o asistentes sociales, ha permitido ampliar la oferta de servicios de esta empresa que es pionera en muchos proyectos de apoyo remoto en el ámbito europeo.

De niña era muy traviesa, incluso un poco «trasto»

Soy una persona que suele guardar buenos recuerdos de todo el mundo. Y el registro más lejano de mi memoria me permite rescatar una travesura inconsciente que cometí cuando era muy pequeña. Tenía tendencia a lanzar objetos desde el balcón, probablemente para experimentar su caída. Pero lo que habitualmente eran elementos sin importancia, un día se convirtió en un dinero que alguien había dejado sobre una mesa en casa de mi abuela y al que decidí dar la oportunidad de contrastar la ley de la gravedad. Cuando mis familiares acudieron a buscar ese dinero se preguntaron qué había ocurrido con él. La fortuna quiso que los billetes cayeran en unas macetas del balcón de la vecina del piso inferior, lo cual no me ahorró una reprimenda. Era una chica muy traviesa, un poco «trasto»; una niña a la que le gustaba esconderse para que sus padres la buscaran. Aprovechaba en especial los centros comerciales para buscar un escondite desde el que espiaba cómo se asustaban ante mi ausencia. Entonces esa práctica me divertía mucho, pero ahora no podría soportar que mis hijos lo hicieran conmigo.

Con la capacidad de desdramatizar las situaciones complejas y reírnos de ellas

Creo que fue mi abuela materna quien más me marcó en la infancia. Me encantaba ir a su casa, donde descubría a una mujer muy vanguardista para la época en la que le tocó vivir. De ella no solo heredé buena parte de mi carácter, sino también el nombre, Ana, que halló una continuidad en mi madre y en mí, y que no podré prolongar porque tengo dos hijos varones, pero en su honor ambos tienen nombres que empiezan por A. Las tres siempre hemos exhibido una gran fortaleza y nos hemos revelado extraordinariamente protectoras. En los momentos más difíciles somos capaces de tomar la iniciativa y ayudar a quienes nos rodean a salir de cualquier atolladero. Al mismo tiempo, tenemos la capacidad de desdramatizar las situaciones más complejas y encontrar su parte cómica, e, incluso, llegamos a bromear y a reírnos de ellas.

Mi abuelo vio cómo fusilaban a varios de sus hermanos

Si hay un capítulo, sin embargo, que no hemos nunca desdramatizado es el que se refiere a la Guerra Civil. Mi abuela no solía hablar de ese episodio, como si se tratara de un tema tabú. Mi abuelo era más proclive a aludir a la contienda, a pesar de que tampoco se prodigaba en ello. Él vivió esos años con especial crudeza, pues fue testigo de cómo fusilaban a sus hermanos mayores. Vivían en Otura, un pequeño pueblo de la provincia de Granada, a apenas una decena de kilómetros de la capital. Tendría unos doce años cuando perdió a sus padres y a varios de sus hermanos. Solo una hermana y dos varones, entre ellos mi abuelo, sobrevivieron a esa crueldad.

Estados Unidos sabe aprovechar el talentoe incorporar a los jóvenes valores en su sistema

La familia de mi madre se trasladaría a Catalunya a mediados del siglo pasado. Mostraron una gran valentía, pues dejaban atrás su tierra con la incertidumbre de desconocer qué les aguardaba en su destino, ya que acudían a Barcelona sin ni tan siquiera una promesa estable. En Granada todavía conservamos muchos familiares, y a mi madre, que mantiene su apego por Andalucía, probablemente le gustaría regresar a Otura. Ha dedicado su vida a nuestro hogar y al cuidado de mi hermano, David, y mío. David es diez años menor que yo y lleva casi media vida en Estados Unidos. Con un expediente académico extraordinario, pues es ingeniero de telecomunicaciones, realizó su proyecto de fin de carrera y después el doctorado en Norteamérica con una beca cuando tenía veintitrés años (ahora tiene treinta y tres). Siempre exhibió un talento innato y fue capaz de aprender a leer solo cuando era un bebé. Formado en la Universidad de Colorado en Boulder, ha estado trabajando en proyectos relacionados con las Fuerzas Armadas norteamericanas, en el desarrollo de proyectos de detección de huracanes y de misiles. En la actualidad es un experto de antenas en una gran multinacional y trabaja en Silicon Valley. Encarna el vivo ejemplo de cómo Estados Unidos sabe aprovechar el talento e incorporar a los jóvenes valores en su sistema, invirtiendo los recursos que sean necesarios para conseguir profesionales válidos y retenerlos. Dudo que algún día regrese, y menos ahora que acaba de contraer matrimonio con una mujer maravillosa también afincada en ese país.

Nuestro padre fabricaba los televisores que entraban en casa

El carácter autodidacta de mi hermano en la capacitación lectora probablemente halla su origen en nuestro padre, Félix, quien se formó en electrónica por su propia cuenta. No tuvo oportunidad de desarrollar una carrera académica brillante, pero ha sabido defenderse profesionalmente efectuando labores de mantenimiento. Asimismo, a través de fascículos coleccionables que compraba semanalmente en el quiosco, aprendió a fabricar televisores, de tal modo que en nuestro hogar nunca entró un monitor que hubiera sido adquirido en una tienda de electrodomésticos. Además de ser un hombre que siempre demostró una extraordinaria fuerza de voluntad y que lograba todos los objetivos que se proponía, ha sido una de las personas que más confianza ha depositado en mí. Su amor de padre probablemente le impedía ver en mí ningún defecto, pero sí puedo afirmar que toda idea que se me ocurría siempre encontraba en él un gesto de aprobación y una valoración positiva.

Me estrené laboralmente confeccionando declaraciones del IRPF

Mi infancia transcurrió en Santa Coloma de Gramenet y mi escolaridad, en un colegio de monjas. En la escuela me caractericé por una gran constancia, que me permitió progresar satisfactoriamente en los estudios. Me esforzaba en obtener las mejores calificaciones y, si había que sacrificar horas de sueño para ello, no me dolían prendas para conseguir mi propósito. En mi entorno familiar nunca percibí excesiva presión para desarrollar una carrera universitaria. Aun así, acabaría cursando Empresariales y un máster en Dirección Económico-Financiera en ESADE que sería mi culminación académica de una trayectoria que orientaría hacia ese ámbito desde que acabé la EGB. Fue precisamente al finalizar el ciclo básico cuando me estrené laboralmente, con la confección de las declaraciones del impuesto sobre la renta de distintos contribuyentes. En aquella época ni la Agencia Tributaria enviaba borrador de la declaración ni existían las herramientas tecnológicas que permiten que cualquier persona pueda satisfacer sus obligaciones fiscales de manera sencilla. Era necesario rellenar a mano los formularios oficiales en un ejercicio de cierta complejidad. Había una gestoría en mi barrio que cobraba dos mil pesetas por esa labor y que me abonaba mil quinientas por cada declaración efectuada. Para una adolescente como yo, aquello era un plus atractivo que propició mi inicio en la esfera profesional.

Al principio, los clientes se mostraban reticentes a usar los cajeros automáticos

Tras obtener el graduado escolar, decliné estudiar Bachillerato y opté por los estudios de Formación Profesional Administrativa. Ahí alimenté una gran pasión por la contabilidad y descubrí que por fin destacaba en alguna faceta. Compaginé mi trayectoria académica trabajando en Caixa Penedès, donde invertí un par de años, durante los cuales continué colaborando con algunas gestorías. En aquella época, el entorno bancario vivía un escenario muy distinto al actual. El interés hipotecario giraba en torno al 10 % y negociar los préstamos entre el 10 % y el 11 % se revelaba como una práctica absolutamente normal. Otra situación que ahora podría antojarse inusual es que, a aquellos clientes que contrataban una hipoteca a plazo fijo, se les obsequiaba con un teléfono móvil; invento que acababa de irrumpir en el mercado y cuyos modelos –que ahora nos parecerían muy rudimentarios– constituían un potente objeto de deseo entre los más inquietos amantes de la tecnología. En esa época, en la que el Banco de España conservaba su potestad para emitir moneda, se lanzaron monedas de plata de dos mil pesetas. La emisión despertó gran expectación y la gente nos hacía encargos y nos pedía que les reserváramos algunas. Asimismo, nuestra oficina fue la primera de la red de Caixa Penedès en la que se instalaron cajeros automáticos. Al principio, los clientes se mostraban reticentes a utilizarlos. Era necesario hacer pedagogía y contábamos con una persona que se dedicaba específicamente a explicar el funcionamiento de esos nuevos recursos.

Me auguraron que me arrepentiría toda mi vida de abandonar Caixa Penedès

También el entorno laboral de la banca era completamente distinto al actual. Por aquel entonces, ingresar en una entidad financiera no solo era sinónimo de seguridad económica y un puesto de trabajo vitalicio, sino que se revelaba como una firme oportunidad de desarrollo profesional. Por esa razón, tanto mi familia como mis amigos acogieron con asombro y sorpresa la decisión de poner fin a mi etapa en Caixa Penedès. Me decían que estaba loca y que me arrepentiría toda mi vida. Una de las razones que me condujeron a ello es que, en esa entidad, a los eventuales, en vez de prorrogarnos los contratos cuando se extinguían, nos concedían «vacaciones» a la espera de poder incorporarnos de nuevo y evitar la conversión a fijos. Fue así que, en uno de esos periodos de inactividad, tomé la determinación de no regresar después que me ofrecieran suplencias en una empresa vinculada al sector médico. De modo que, cuando me llamaron para reincorporarme a Caixa Penedès, les dije que no contaran conmigo. En esa nueva empresa no invertí demasiado tiempo, pues unos meses más tarde tuve conocimiento de que Asmedit estaba seleccionando personal. Fue mi padre quien me informó de ello, ya que José Antonio Sancha, fundador de la compañía, trabajaba en el Instituto Nacional de Educación Física, donde mi padre efectuaba labores de mantenimiento. Decidí presentarme a las pruebas y resulté seleccionada para asumir la contabilidad y los temas fiscales de la empresa. Estábamos en 1997 y hacía apenas un año que Asmedit funcionaba.

En Asmedit apenas encontré una mesa con un ficus y dos médicos

Las colaboraciones realizadas para las gestorías se revelaron como una formación muy interesante, porque la experiencia adquirida me sirvió para reforzar los conocimientos adquiridos durante mi etapa de FP. En especial resultó de gran utilidad porque, antes, todas las gestiones se realizaban a mano, dado que no existían programas de software de apoyo como ahora. Pasar la contabilidad, confeccionar las declaraciones del impuesto sobre la renta o cumplimentar los formularios de la Seguridad Social no estaba al alcance de cualquiera, sino que requería una especialización. Estoy convencida de que esa etapa contribuyó a mi entrada en Asmedit, compañía que surgió después de que José Antonio Sancha, médico de profesión, fuera requerido a menudo por familiares y conocidos para aclarar dudas en torno a problemas de salud. Pensó que si lo llamaban para pedirle consejo ante determinadas afecciones, o para solicitarle su opinión sobre el diagnóstico de alguno de sus colegas, ahí podía existir negocio. Fue así como concibió un servicio que evitara colas y resolviera de inmediato cualquier interrogante a las personas, con lo que habilitó una línea telefónica en la que, las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días del año, hubiera un especialista que pudiera dar respuesta oportuna a cualquier persona que tuviera una consulta. Cuando llegué a Asmedit, apenas había una mesa con un ficus y dos médicos que atendían el teléfono…

Atención médica en menos de veinte segundos

La dirección de Asmedit empezó a contactar con compañías de seguros médicos para ofrecerles los servicios de la entidad. De este modo, esas aseguradoras podían incluir en las pólizas de los tomadores un servicio de asesoramiento a distancia que, sin suplir las consultas convencionales que brindaban sus respectivos equipos médicos, sí significaba una primera atención que permitía resolver dudas tales como dónde encontrar la farmacia más cercana, la compatibilidad de ciertos medicamentos en determinadas circunstancias o una interpretación inicial de unos análisis. Una de las primeras compañías que se sumó a este servicio escogió como lema del mismo «Tu médico amigo». El funcionamiento era tan simple como habilitar un número de teléfono al que los asegurados podían llamar cuando deseaban efectuar alguna consulta para que, en menos de veinte segundos, recibieran la atención de un médico.

Primera línea de contención en la atención médica

Asmedit fue una compañía pionera en este tipo de servicios, al convertirse en el primer call center médico en 1996. Posteriormente, cuando dimos a conocer este caso de éxito en una de las principales universidades de negocio, aparecieron otros competidores. Pero el principal valor diferencial de nuestra firma es que ponemos un médico en primera línea. Ese aspecto tal vez pudo encarecer nuestro servicio respecto a la competencia y, en alguna ocasión, nos planteamos si no cometíamos un error con ello. Sin embargo, los socios fundadores insistieron en la necesidad de mantener un facultativo al frente del servicio, ya que nadie como un profesional cualificado para detectar niveles de ansiedad en el paciente o matices que permiten efectuar una interpretación correcta de la llamada. Se trata de un factor muy importante, ya que garantiza que el asegurado halla al otro extremo de la línea a una persona autorizada que, al margen de poder ofrecerle una información contrastada acerca de sus inquietudes, también puede transmitirle la tranquilidad en un momento crítico en el que el paciente necesita sosiego. Es posible que la llamada recibida aconseje un traslado urgente en ambulancia a un centro médico, pero mientras se aguarda a que se efectúe dicho servicio, la persona está perfectamente atendida y cuenta con las recomendaciones de un doctor, lo cual redunda en el bienestar emocional de la persona afectada. Nos convertimos, de esta forma, en una primera línea de atención, absolutamente trascendental en lo que se refiere a proporcionar una óptima atención médica.

Apuesta tecnológica que nos ha convertido en pioneros en ciertos proyectos en el ámbito europeo

Aunque la atención que brindamos continúa siendo efectiva y muy demandada, el mundo ha evolucionado y eso nos ha obligado a adaptarnos a las nuevas formas de comunicación y, también, a ofrecer nuevos servicios. Así, hace diez años incorporamos las videollamadas como sistema de atención; un recurso que nos permite transmitir mayor confianza a los asegurados que nos contactan. A esa tecnología hay que añadir otras opciones, como una aplicación que permite chatear con el médico o, también, remitir documentos para que sean evaluados por el doctor. Con ello, el usuario sabe que, en menos de veinte segundos, recibirá atención por parte de un profesional titulado sin necesitar cita previa. El tiempo, en consecuencia, nos ha dado la razón, pues la apuesta por estos recursos de vanguardia nos ha permitido ofrecer un servicio efectivo y de calidad, y nos ha convertido en pioneros en el ámbito europeo de algunos proyectos que garantizan un acceso inmediato a la asistencia médica.

La actuación inmediata se valora muchísimo e incluso puede llegar a salvar una vida o evitar suicidios

En el siglo xxi, la inmediatez ha adquirido una notable importancia, pues el cliente desea ser atendido sin dilación. Si bien la mejor asistencia médica que se puede proporcionar es la presencial, la actuación remota y veloz se valora muchísimo, sobre todo porque todo el mundo anda falto de tiempo. Y ese tipo de acciones pueden resultar muy valiosas, teniendo en cuenta que cabe la posibilidad de que lleguen a salvar una vida o evitar un suicidio. Recurrir a una aplicación con mensajería instantánea, por ejemplo, nos permite que el usuario nos remita los resultados de unos análisis clínicos o nos muestre la imagen de una herida. De este modo, nuestros especialistas disponen de mayor información para efectuar un diagnóstico o una recomendación; e incluso permite al profesional responder con una prescripción médica. Es cierto que el doctor no puede palpar al paciente, pero sí que a través de una visita a distancia puede acceder a una sintomatología o a unos detalles visuales  que  aportan  mayor  información  que  la  que  se  puede  obtener mediante una llamada telefónica. Y, en cualquier caso, permitirá al médico transmitir  mayor  tranquilidad  al  paciente  y  que  este  quede  confortado cuando menos hasta que pueda recibir la atención presencial.

Contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los usuarios

Hemos completado nuestro abanico de prestaciones con asesoramiento psicológico, orientación social o servicio legal, y contamos con profesionales expertos en las distintas materias. Nos sentimos muy satisfechos de ese conjunto de servicios. Es cierto que, a través del servicio médico, salvamos vidas. Pero a través del resto de atenciones también contribuimos a mejorar la calidad de vida de los usuarios al resolverles todo tipo de problemas. Puede tratarse de unos padres que deseen consultar con un psicólogo acerca de un comportamiento de sus hijos; o tal vez de una persona que, tras la pérdida reciente de un familiar, necesite apoyo psicológico o asesoramiento jurídico en un momento en el que resulta difícil la toma acertada de decisiones. Es, por tanto, poner a disposición de los asegurados de nuestros clientes al profesional que, en ese instante, requieren de manera específica.

A las asistentes sociales les saltaban las lágrimas ante los testimonios que escuchaban

Uno de nuestros principales clientes es el Institut Català de les Dones (Genralitat de Catalunya), junto con el que pusimos en marcha un servicio pionero en España como es el de la atención a las mujeres víctimas de violencia de género. Para ello, incorporamos a varias asistentas sociales. Recuerdo que derramaron muchas lágrimas con las primeras llamadas que atendieron, pues constituían un choque emocional importante. Con el tiempo, esas profesionales se curten, pero los testimonios que reciben resultan desgarradores. Y, en ocasiones, las soluciones se revelan complejas. Por ello, es tan importante un servicio multidisciplinar como el nuestro, donde asistentes sociales, psicólogos y abogados abordan el tema desde las diferentes perspectivas para dar a la víctima todos los recursos y el apoyo necesario. Sin duda, se trata de un servicio que nos deja un regusto agridulce, porque si bien es cierto que, si se adoptan las directrices correctas, estamos contribuyendo a resolver un problema grave, las actuaciones que serían aconsejables a veces quedan fuera de nuestro alcance, lo que resulta bastante frustrante.

Mientras eduquemos a princesas y machitos, seguiremos incurriendo en los mismos errores

El servicio que prestamos a las víctimas de violencia de género es uno de los que más nos satisface porque se trata de una lacra social indignante. Lo lamentable es que en muchos casos sentimos cierta impotencia al no disponer de  recursos  para  hacer  frente  al  problema.  Al  mismo  tiempo,  existe  una distorsión en los medios de comunicación que convierte este fenómeno en algo que parece aislado, cuando no lo es. Sucesos como el de «la manada», o el de la joven que fue violada en Alicante en Nochevieja, son más frecuentes de lo que creemos. Lo que ocurre es que para las víctimas de violencia de género resulta complicado denunciar. Aunque nosotros solemos aconsejar que  siempre  presenten  denuncia,  las  resoluciones  jurídicas  no  siempre favorecen a la víctima. Superar este problema requerirá esfuerzo político, judicial, social… Cada uno de nosotros tiene que involucrarse activamente, y educar a sus hijos en un nuevo sistema de valores. Que en un juicio por violación se ponga en cuestión la manera de vestir de la víctima resulta harto elocuente. A lo largo de la historia, ha existido violencia de género, pero en este momento se ha exacerbado porque existe una parte de la población que no acepta que la mujer reivindique la igualdad con el hombre. En pleno siglo xxi, debería ser normal que una mujer pudiera regresar sola a casa. La mayoría de madres, empero, continúan sufriendo por sus hijas y les piden que las llamen cuando lleguen a casa para poder dormir tranquilas. Hay una frase que dice que mientras eduquemos a princesas y machitos, la sociedad continuará incurriendo en los mismos errores.

Prestamos servicio en ciento veintiocho idiomas

En cierto modo, funcionamos como una marca blanca, porque los usuarios creen que llaman a la compañía con la que han suscrito la póliza de seguros pertinente. Lo mismo ocurre con el servicio que ofrecemos para banca o entidades públicas, que prestamos siempre en nombre de nuestro cliente. Generalmente, son compañías de seguros las que establecen un convenio con nosotros para que les cubramos el servicio, pero también hay ayuntamientos que acuden a Asmedit a fin de, por ejemplo, atender el Teléfono de Atención a las Personas Mayores. Es nuestra empresa la que ofrece cada asistencia remota específica mediante profesionales expertos, quienes pueden dar una respuesta adecuada a todos los ciudadanos. Prestamos servicio en un total de ciento veintiocho idiomas, lo cual nos permite atender también tanto a personas inmigrantes como desplazadas que puedan tener cualquier problema que solucionar en otro país en el que el idioma pueda ser un inconveniente. Disponer de un médico que te explique en tu idioma todos los pormenores de tu situación puede ser vital cuando tienes un problema de salud en el extranjero y estás solo.

Es loable la actitud del ICD frente al problema de la violencia de género

Las administraciones públicas suelen mostrar especial sensibilidad hacia los problemas de violencia de género. En este sentido, si el refranero popular afirma que la fe mueve montañas, en el caso del Institut Català de les Dones puedo decir que su actitud ha propiciado avances gigantescos en la lucha contra esa lacra. Es de agradecer su labor en este terreno, porque existe la sensación de que todo va en contra. Es cierto que la violencia de género se ha convertido en un fenómeno mediático, algo que, incluso en los casos en los que las resoluciones judiciales resultan favorables al agresor, consigue que se visualice socialmente este problema. Lamentablemente, quien sale lastimada y humillada es la víctima, que debería gozar de mayor protección. Las llamadas que recibimos relacionadas con este tema se derivan a una asistenta social, a quien corresponde la labor de contención y la evaluación del problema de esa persona. Esta profesional cuenta, en el call center, con un equipo multidisciplinar que incluye psicólogos, abogados, etc., circunstancia que permite ofrecer a la víctima desde una ambulancia hasta asistencia para presentar una denuncia o reclamar la custodia de los hijos o bien atención psicológica.

Ayudar a resolver problemas de adicciones o en la conciliación familiar

Nuestro equipo suma medio centenar de profesionales. Contamos con una cuarentena de clientes, entre ellos se encuentran las principales compañías de seguros y banca que cuentan con carteras enormes, por lo que tenemos un potencial de usuarios de unos doce millones de personas. La capacidad de crecimiento la hallamos en nuevos servicios que surgen gracias a las nuevas tecnologías y que acercan cada día más a nuestros profesionales al usuario. Pero también se abre una brecha con empresas de cualquier sector que pueden ofrecer a sus empleados otras prestaciones. Así, el personal de determinadas compañías dispone de programas de orientación sanitaria, que incluyen terapias para abandonar la adicción al tabaco, asistencia psicológica o planes de vida saludable. Aunque se trata de una atención a distancia, a través del teléfono o de la videollamada el especialista puede detectar el origen de los problemas que afectan a esa persona, realizar un diagnóstico y prescribir incluso un tratamiento o unas pautas de actuación. Si es necesario, ese facultativo derivará al usuario a la consulta que considere oportuna. Las empresas clientes pueden asimismo recurrir a Asmedit para desarrollar programas de conciliación familiar, que favorezcan compaginar la actividad laboral con la atención a los hijos. Igualmente, podemos dar solución a otros problemas de índole doméstica de sus empleados, al ayudarles a encontrar una residencia de personas ancianas para sus padres si así lo requieren o, incluso, al facilitarles terminales o aplicaciones que les permitan controlar a sus hijos si estos caen enfermos y tienen que quedarse en casa.

Cada vez más, las empresas ofrecen a sus plantillas apreciados servicios asistenciales

Resulta cada vez más común que las empresas recurran a compañías como la nuestra para ofrecer servicios a su equipo humano que les facilite su día a día, y les permita una mejor conciliación. Es un aspecto que cada vez se valora más por parte de los candidatos para aceptar un puesto determinado; y es que, más allá de las condiciones económicas que pueda brindar una compañía, se aprecia la sensibilidad humana, estos pluses en forma de servicios que permiten que nuestra calidad de vida se vea incrementada. Y si nos centramos estrictamente en los que hacen referencia a la salud personal, la mayoría conviene que se trata de atenciones que no tienen precio. Es el caso de algunos de nuestros clientes, que decidieron contratar una póliza donde se cubría el cuidado de los familiares de los empleados en caso de enfermedad. Se trata de un servicio muy apreciado, porque en cada franja de edad acostumbramos a incurrir en unas determinadas necesidades: primero suelen ser los hijos quienes requieren cuidado y, más adelante, nuestros padres. Saber que se cuenta con una primera línea de atención que nos dará satisfactoria respuesta ante cualquier problema de este tipo infunde una gran tranquilidad.

«Las costumbres de hoy son la salud del mañana»

En España tenemos la suerte de contar con un gran servicio público de salud, que permite que cualquier persona que precise atención médica la reciba. El único hándicap reside en ocasiones en las listas de espera para recibir la visita médica presencial. Y es ahí donde nuestro servicio adquiere mayor valor, porque podemos adelantar a un paciente la interpretación de una biopsia o de un análisis de sangre y evitarle la angustia que podría provocarle la espera hasta el día en que pueda acudir a la consulta. También contribuimos a fomentar la prevención, porque ese factor juega un papel fundamental en la salud y es en buena parte responsable de que la esperanza de vida en España se haya incrementado en las últimas décadas de manera considerable. Hoy en día superar los cien años ha pasado a convertirse en un hito casi normal. Uno de nuestros lemas, que queda reflejado en nuestra publicidad, hace referencia precisamente a la prevención: «Las costumbres de hoy son la salud del mañana». Si en la sociedad ha proliferado una cultura proclive a cuidar de la salud, la investigación propicia que la mayoría de enfermedades puedan detectarse a tiempo y evitar muchas muertes. En la actualidad, un análisis de sangre ofrece mucha información. A ello hay que añadir la atención que se presta a la herencia genética, de tal modo que se tienen en cuenta los antecedentes familiares para adoptar precauciones y someter a los descendientes a pruebas diagnósticas frecuentes que descarten la posibilidad de que también puedan sufrir determinadas patologías.

La maternidad enriquece a la mujer

Aitor, de diez años, y Alexander, de seis, me permitieron acceder a la maternidad. Fue un acto muy reflexionado, pues quise organizarme al máximo para que todo estuviera controlado. Sin embargo, la condición de madre te enseña a improvisar. La maternidad enriquece a la mujer, ya sea emprendedora o no. Y también enriquece al hombre. Permite adquirir un aprendizaje que no se logra en otras facetas de la vida. No obstante, en el entorno laboral se sigue poniendo en duda la capacidad de la madre trabajadora. Pero pienso que la madre que se propone desarrollar una carrera profesional lo consigue. He tenido la suerte de contar con el apoyo incondicional de mi pareja, Alfonso. No solo me ha respaldado en todo momento, sino que se ha ofrecido a renunciar a su profesión si uno de los dos tenía que hacerlo para cuidar de nuestros hijos.

¡Qué podemos esperar de alguien a quien tratamos a patadas!

Tal vez por mi condición de madre también me muestro más sensible al problema de la inmigración. Pienso en las cotas de desesperación que tienen que sufrir esas personas para arriesgar su vida, o incluso la de sus hijos, con el objetivo de llegar a nuestro país. Subirse a una patera, incluso estando embarazada, con un destino incierto solo puede hacerlo alguien que ya no tiene nada que perder; porque una persona que goce de unas mínimas garantías no emprende semejante aventura. Tengo la impresión de que nuestros políticos solo abordan este tema con propósitos electoralistas, cuando se necesitan medidas que resulten efectivas. Las ONG demuestran mayor determinación en este sentido. Si la política migratoria adoptada por Donald Trump resulta vergonzosa, ¡qué decir de la europea, con la crisis del Mediterráneo! Más lamentable aún resulta comprobar que hay quien intenta sacar partido de esta catástrofe humanitaria, aludiendo demagógicamente a que los inmigrantes van a quitarnos los puestos de trabajo, cuando en muchos casos aspiran a labores que nadie está dispuesto a asumir. Otro estigma que les atribuyen es la delincuencia. Cabe plantearse qué podemos esperar de alguien a quien tratamos a patadas cuando llega a nuestro país. Mi hijo me obsequió con una gran reflexión en una ocasión en la que asistíamos a una película de superhéroes y en la que aparecía un villano. Él me aclaró algo nada menor: «No es que sea malo; lo que necesita es que lo abracen».