Texto del 02/12/2008 .
Fotografía cedida por Antonio José Sastre.
Después de años de trabajo como jurista para una compañía de seguros, encontró en la mediación su cauce profesional. Al frente del Centro de Negociación Empresarial y Mediación Familiar de Castilla y León, acaba de publicar ¡A Mediar Tocan!, una fábula divulgativa sobre gestión positiva y resolución de conflictos. Actualmente es el coordinador de la Cátedra de Empresa Familiar de la UEMC y subdirector del curso de postgrado en Mediación Familiar en la Universidad de Burgos.
La genialidad de Adolfo Suárez
La gran virtud de la Transición fue que se optó por la reforma y no por la ruptura. Las personas que lideraron ese proceso fueron capaces, a pesar de las grandes diferencias de opinión existentes, de mantener valores como la mesura, el consenso, la capacidad de diálogo y la reconciliación. Fueron años duros, con acontecimientos como el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha o el fallido golpe de Estado del 23-F, que podrían haber arruinado todo el proceso. Pero en UCD fueron capaces de convivir la socialdemocracia, la democracia cristiana y los liberales. En Europa eso era imposible: esas ideologías estaban distribuidas entre gobierno y oposición. Y esa fue, precisamente, la genialidad de Adolfo Suárez. Recordemos también que el éxito de la Transición se debió a la existencia de una base económica sólida. Un logro de la era de Felipe González fue nuestra incorporación a la Comunidad Europea, que se constituyó en un fenómeno trascendental en nuestro posterior desarrollo económico, cultural, político y social. Por su parte, la época del presidente Aznar cerró el círculo y trajo un desarrollo económico importante; logró, con un partido conservador moderno, la alternancia en el poder. Con ello, el centro, los nacionalismos, la izquierda y la derecha consiguieron gobernar en España con total normalidad democrática.
La Constitución nos ha traído un oasis de paz
La historia de España es una historia de confrontación y lucha: los pactos servían para acabar guerras y ser el preludio de otras. Sin embargo, la Constitución nos ha traído un oasis de paz. Los españoles, con todas nuestras diferencias, hemos conseguido un consenso. La Carta Magna ha significado un pacto de relaciones pacíficas; hemos podido mantener la convivencia sin tener que vernos reflejados de nuevo en el famoso cuadro de Goya Duelo a garrotazos, y nos ha permitido estructurar un Estado de Derecho, democrático y social, donde la libertad es el valor fundamental. Hemos conseguido un marco en el que existe democracia, paz, libertad y solidaridad, con la integración de toda la ciudadanía. Es preferible mantenerlo.
Ventajas y desventajas del Estado de las Autonomías
Como todos los diseños políticos de una nación, el Estado de las Autonomías tiene sus pros y sus contras. La competencia entre autonomías ha significado un valor positivo, ya que hay territorios que han avanzado gracias a ella. Y no me refiero a las comunidades históricas, que ya estaban más desarrolladas, sino al resto del territorio nacional. Por otro lado, la estructura autonómica, dentro del amplio marco constitucional, es positiva siempre que se respeten los valores de la unidad territorial del Estado, el sistema de financiación autonómico equilibrado y solidario y el mercado único. Además, tenemos la Administración más cerca del ciudadano. Sin embargo, el nacionalismo radical que no condena la violencia puede dar al traste con todo lo logrado.
Tendrían que recuperarse los valores políticos de los pactos
La perversión de nuestro sistema político es que se legisla sólo con el objetivo de las perspectivas electorales a corto plazo y dependiendo de minorías. Deberían recuperarse los valores políticos de los pactos y habría que dejar de lado el electoralismo inmediato que no contribuye más que a fomentar oscilaciones pendulares. La virtud está en la ecuanimidad, en la “mesura aristotélica”, en saber sentarse con el adversario político y tratar de encontrar una solución a medio y largo plazo para los problemas de los ciudadanos/as.
La sucesión dinástica debería producirse en vida
Sus Majestades el Rey Juan Carlos I y la Reina Sofía han sabido llevar el barco de este país sin apenas tocar el timón; han sido de los mejores monarcas de nuestra historia. En cuanto al futuro, don Felipe está muy preparado, es un hombre moderno, con visión internacional y creo que será un buen rey. Además, el hecho de haberse casado con alguien que no pertenece a la realeza ha acercado todavía más la monarquía al ciudadano. Por otro lado, opino que la sucesión tendría que producirse en vida, pues ello contribuiría a mantener la confianza de la ciudadanía en este tipo de Institución del Estado.
Mediación: una nueva forma de intervenir en los conflictos
La mediación representa una nueva cultura de la pacificación de las relaciones interpersonales e intergrupales, aunque para aceptarla haya que cambiar la mentalidad, no sólo de los juristas sino de otras profesiones vinculadas al ámbito judicial. Y es que todo cambio conlleva que se despierten ciertas reticencias lógicas. Hasta ahora hemos resuelto nuestras diferencias, me atrevería a decir que con violencia legal. Es decir, el sistema judicial tiene que imponer la solución y hacer cumplir lo sentenciado. Si alguien no cumple con una resolución judicial, puede utilizarse la autoridad pública para que a la fuerza se ejecute contra su voluntad. Sin embargo, la mediación se constituye en un salto cualitativo en la evolución del ser humano; es una búsqueda de nuevos caminos para resolver nuestras diferencias, tratando de erradicar la imposición de soluciones por terceros. No obstante, no todos los conflictos pueden resolverse por mediación.
Un sistema complementario de la Justicia
El Consejo General del Poder Judicial ya ha puesto en marcha diversos proyectos en el ámbito de la mediación penal o familiar que reducirán la carga de los tribunales. Incluso en aquellas intervenciones de mediación en que no podamos concluir con acuerdos definitivos o globales, evidentemente se conseguirá, al menos, reducir la confrontación. Así, si el asunto acaba en los juzgados será de forma menos contenciosa y con posibilidades de que la solución impuesta por vía judicial sea mejor aceptada por las partes en litigio. Y es que la mediación es un sistema complementario de la Justicia.
Diversas profesiones intervienen en la mediación
La Ley de Mediación Familiar de Castilla y León es una de las que más ampliamente recoge la posibilidad de que otras profesiones, además de los juristas, puedan intervenir en mediación. En general, casi todas las leyes autonómicas de mediación familiar –existe una decena de ellas al respecto– reconocen al menos la intervención de la abogacía, la psicología o el trabajo social. Sin embargo, la de Castilla y León también incluye a los profesionales de la psicopedagogía, sociología, la educación social, la sanidad, etc. entre otros. De manera que nuestra legislación también permite formarse en mediación a médicos/as, enfermeras/os o ATS para atender los conflictos que se puedan producir en el ámbito sanitario o en el familiar.
Si se consigue que la intervención judicial no se ajuste estrictamente a la norma, se encontrará la mejor solución para cualquier conflicto
En la mediación, el conflicto es dinámico, y hay que estar siempre muy abierto a su evolución. Sin embargo, en el ámbito judicial el proceso está reglado, sometido a plazos y es preclusivo; se acaba con una fase y no puede retrotraerse a la anterior. Se avanza rectilíneamente. Sin embargo, en la mediación podemos retomar la litis las veces que sea oportuno: esa circularidad permite no forzar los acuerdos. Se trata de evolucionar en la negociación de forma que cualquier circunstancia pueda incorporarse al proceso, por lo que se va enriqueciendo. Si conseguimos que la intervención judicial tenga en cuenta, no sólo las variables estrictamente jurídicas, sino también las sociológicas, las psicológicas o las educativas, ayudaremos a encontrar la mejor solución para cualquier conflicto. De hecho, en las comparecencias de las audiencias previas ya se nos está dando la oportunidad de variar un poco las posiciones procesales y tratar de que las partes encuentren una solución atendiendo a sus necesidades e intereses.
Ayudamos en el tránsito hacia una nueva situación familiar
Hay que diferenciar la mediación familiar de la terapia. A los mediadores se nos plantea la ruptura de la pareja como una realidad, así que ayudamos en el tránsito hacia esa nueva situación familiar para que sea lo menos doloroso, agresivo y violento posible. Ello ayuda a evitar males mayores, como que se utilice a los hijos como armas arrojadizas. Si por cualquier motivo detectamos que no tiene por qué producirse la ruptura de la pareja, los derivamos inmediatamente hacia otros profesionales como pueden ser terapeutas de familia que traten el problema desde la perspectiva de la reconciliación.
Los pleitos no los gana sólo el letrado, sino también las partes y otras circunstancias
Tras haber trabajado muchos años como abogado, creo que para resolver un conflicto hay que contextualizarlo adecuadamente ya que su solución depende de terceros. Sin embargo, en mediación, quienes intervenimos gestionando positivamente un conflicto, no hacemos más que ayudar a que las dos partes encuentren la solución más satisfactoria para ambas, siendo ellas las que deciden. No es la persona mediadora quién indica cuál es la mejor solución, pero es propio del profesional de la mediación ayudar a que las partes tengan otra perspectiva del problema, a transformarlo en una oportunidad de cambio y de mejora.