Sr. Antonio Peñarrubia Serrano
Sr. Antonio Peñarrubia Serrano
TH, 4t-5è VOLUM. El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo.

ANTONIO PEÑARRUBIA CUENCA

MONTAJES ELÉCTRICOS ANTONIO PEÑARRUBIA

Texto del 11-05-2011

Hombre directo, tiene el don de la palabra ágil y limpia, la clarividencia de la honestidad y la modestia. Especialista en el mundo de la electricidad por vocación y emprendedor por un deseo de dinamismo e independencia, aboga por las relaciones cordiales con la competencia y por el proteccionismo para preservar lo autóctono. Es un firme convencido de que los intereses generales han de regir las negociaciones en el tan esperado pacto sociolaboral.

De Ledaña a toda España

Estudié FP, que en aquellos tiempos estaba muy mal considerada. En cinco años adquirí una excelente formación. Hice Electricidad por vocación, por un interés natural por ese campo. Siempre me gustó la calle, el mundo empresarial, y, aunque tuve oportunidades para trabajar en buenas empresas, me instalé por mi cuenta. Empecé dando servicio a la obra pública de la zona, en los ayuntamientos y la Diputación. Ledaña es un pequeño municipio de Cuenca situado cerca de Valencia, Alicante, Murcia y Albacete. A los tres años de iniciar mi proyecto empresarial empecé a prolongar mi radio de acción, ya que el mercado local era muy limitado. Ello propició el crecimiento de mi empresa. Ahora trabajo por toda España e incluso en Italia. Sin embargo, me he expandido sin desubicarme, sin arrancar mis raíces.

Es esencial la relación cordial con la competencia

No me interesaba entrar en competencia con el instalador del pueblo porque era amigo mío. Esto me espoleó a proyectar mi actuación fuera de los límites municipales. Propuse mi colaboración como instalador a una mancomunidad de quince pueblos de la comarca, que aceptó la propuesta; ello me permitió ampliar horizontes y prosperar. Nunca he querido entrar en conflictos con otros instaladores, que se movían más en el sector privado. Para mí es muy importante la relación cordial con la competencia. 

Inversión en maquinaria y proyección exterior

En seguida me di cuenta de que una inversión en maquinaria me permitiría más actuaciones: dispondría de unos medios que otros profesionales no tendrían y eso me permitiría hacer otros trabajos. Fue la evolución natural de la caja de herramientas de toda la vida. Compré un camión pluma y me dirigí a la Diputación de Cuenca, donde empecé a licitar obras pequeñas. Eso me llevó a las diputaciones de Albacete, Ciudad Real y Murcia. Todo siguió rodando hasta convertirse mi empresa en lo que es en la actualidad. 

Una actividad basada en la obra pública

Mi base fundamental ha sido siempre la obra pública, como la iluminación de polígonos, el alumbrado público, los tendidos eléctricos y las redes de baja y alta tensión. Las instalaciones interiores requieren mucho personal y poco material y lo consideré un campo limitado, mientras que las instalaciones exteriores implican todo lo contrario. Hace años estuve trabajando con un equipo de unas cinco o seis personas. Al final, llegué a tener alrededor de quince empleados. Esta estructura me proporciona facturaciones notables.

Practicar la sinceridad es la mejor forma de aprender

En la primera licitación de obra que conseguí le pedí al ingeniero que me guiara en lo que debía hacerse, porque, a pesar de mis estudios, no tenía ninguna experiencia. Lo que quería era aprender y hacer bien mi trabajo. Si iba a ser rentable o no era algo que valoraría una vez terminada la obra. Lo cierto es que el ingeniero agradeció mi actitud. Sigo practicando la sinceridad, porque siempre encuentras obras que desconoces cómo funcionan. Además, el campo de la electrónica exige una adaptación constante.

Nuevas tecnologías al servicio de las energías renovables

Me inicié en el sector de las energías renovables por casualidad. Entré en relación con Iberdrola a raíz de un trabajo especializado de iluminación en la iglesia del municipio vecino. Empecé con una instalación fotovoltaica de cierta envergadura en Jaén, que me llevó casi dos años de trabajo, con muchas dificultades por el desconocimiento que había entonces de este tipo de energía. Cuando empezaron a desarrollarse las políticas de instalación de placas mi empresa había adquirido una experiencia considerable. 

Elevados costes de la energía fotovoltaica

La energía fotovoltaica tiene una doble dificultad, la técnica y la económica, porque por sí sola no es capaz de mantenerse. En España, la mayoría de las  infraestructuras han venido de Alemania, y las placas, de China. Somos pioneros en pagar primas, no en desarrollar fotovoltaicas, como a veces se ha dicho. Tenemos muchos kilovatios instalados, con mucha inversión extranjera, y los ciudadanos abonados a la red de energía  han de pagar elevados costes. Se están reduciendo las ayudas a la instalación y mantenimiento de placas por su insostenibilidad económica, pero a raíz del trágico terremoto de Japón se está reconsiderando volver a impulsar el tema de las energías renovables. 

Reducir la burocracia para rentabilizar algunas energías limpias

La energía eólica es más rentable que la fotovoltaica. Esta última, debido a los costes de instalación, tiene un período de amortización de más de 10 años. Existe otro agravante que encarece mucho los proyectos: alrededor de un 40% es pago administrativo (tasas, proyectos, permisos, documentación…). Y ello no tiene ningún sentido cuando la instalación y la parte técnica representan el 50% del coste total. Hay que reducir intermediarios. No somos nada prácticos. 

A favor de una protección de lo autóctono cuidando las patentes propias

En otros países, cuando desarrollan un producto que funciona bien, sus gobiernos no permiten que la patente de estos productos salga del país. Es una manera de proteger lo autóctono y de garantizar la continuidad de la producción, porque se conserva la exclusiva. En España no hemos sido capaces de hacerlo. Tenemos muchos productos de nuestras tierras, que tenían una marca de calidad y que ahora se están produciendo en otras partes del mundo de la misma manera, con lo que ya no nos necesitan. Nos estamos dejando perder aquellas cosas que nos distinguen de otros países. Es una lástima y las consecuencias son nefastas.

 Intereses particulares en detrimento de intereses generales

Para llegar a establecer pactos sociolaborales priman considerablemente las negociaciones donde cuenta mucho el interés personal del negociador. A la salida de la reunión cada cual cuenta que ha ganado su batalla. Ahí está el problema. En este tipo de negociaciones hay que ser honestos y colaborar. Este pacto está pendiente y, mientras no se materialice, no se saldrá de la crisis.

Debemos equiparar el trabajo con el salario

Desde que estamos sufriendo esta crisis, nadie, ni políticos ni sindicatos, han expresado con claridad y contundencia la realidad de la situación. El hecho de admitir que todo va muy mal sería el revulsivo para activar la reacción necesaria para el cambio. Estamos inmovilizados. Creo que es necesario equiparar el trabajo con el salario. Debo añadir que el sector laboral del funcionariado parece intocable y es un error histórico que se va arrastrando, aunque confío que al final todo volverá a su cauce. 

El Gobierno, principal responsable de la economía sumergida

En realidad, el Gobierno promueve la economía sumergida. Estamos hablando de un Gobierno que está causando auténticos estragos. Ha salido la ley del pago a 85 días y el primero que no la cumple es el propio Gobierno. Por un lado, Hacienda no espera; por el otro, las facturas quedan pendientes de cobrar, incluso las de la propia Administración. Todas las cargas van para el que hace bien las cosas, en lugar de apoyarlo. Pensemos que un gran porcentaje de funcionarios son los promotores de la economía sumergida (dado que por la mañana trabajan en la Administración y por la tarde tienen otro trabajo sin impuestos), pero la fama la tienen los autónomos.

Un horizonte muy oscuro, sin matices

En mi opinión, cuando hay complicaciones hay que afrontarlas. Lo que pasa es que en España no asoma atisbo alguno de solución por ningún lado. No veo perspectivas de que eso vaya a mejorar. El ambiente es francamente malo. Durante el período de vacas gordas la educación laboral y profesional ha sido más bien perniciosa. Habría que rebobinar y recuperar algunos valores. 

Añoranza por los valores perdidos

Tenemos que ir por la vida con sensatez y sinceridad. Hace muchos años, la palabra dada era el sello del compromiso. Hoy en día se necesitan muchos folios para hacer un contrato, que luego pueden ser invalidados por los abogados. Tendríamos que volver a recuperar el valor de la palabra dada y eso solo es posible trabajando con personas serias y de probada honestidad.

Lo más valioso es el tiempo

El problema que estamos teniendo es el tiempo, porque una cosa que hoy vale cinco, mañana valdrá diez y, pasado, valdrá quince. Como no se toman medidas, todas las decisiones que se adopten en el futuro nos saldrán más caras. Hemos perdido el tiempo, que es, justamente, lo que más valor tiene.

¿Oportunidad u oportunismo?

La palabra oportunidad no debe ser confundida con el oportunismo. En épocas revueltas, en las que no se percibe rumbo alguno por parte de los dirigentes, se genera mucho oportunismo. Aprovecharse del mal trance de otros es algo que no es correcto porque no nace del esfuerzo personal. Esa no puede ser la base sobre la que construir algo sólido, como una empresa. Un verdadero empresario no es un especulador. 

Hay vida más allá de la empresa

Dispongo de un gran equipo humano, gracias al cual hemos conseguido prosperar a base de esfuerzo y constancia. Después de tanto tiempo, y vistas las circunstancias, considero que ha llegado el momento de bajar el ritmo de trabajo y disfrutar un poco más de la vida.