Eugènia Bieto Caubet
Fotografia cedida
10è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores, Pròleg

Eugènia Bieto Caubet – Directora General de Endesa

Directora General de ESADE

Texto del 20/07/2018

La creación de empresas ha sido históricamente una actividad masculina. Las estadísticas referidas a la actividad empren- dedora a nivel mundial reflejan que son los hombres, en su gran mayoría, quienes crean empresas, con una excepción: en los países con bajo nivel de desarrollo económico, hay una alta proporción de mujeres que crean pequeños negocios con el fin de conseguir los ingresos necesarios para mantener a la familia. Se trata por lo general de empresas que no cuentan con más trabajadores que la propia emprendedora y que no están pensadas ni diseñadas para crecer.

Europa es una región poco emprendedora en general si la comparamos con países donde existe una cultura que premia la iniciativa individual, como es el caso de los países anglosajones. No obstante, esta realidad está cambiando debido a una multitud de factores, entre los que se encuentra el desarrollo de las nuevas tecnologías que facilitan la operativa empresarial y el acceso a los mercados. Pero, además, en los últimos años ha mejorado notablemente la percepción social sobre el hecho de emprender y se ha puesto en marcha una multitud de iniciativas relacionadas con la formación a emprendedores, la ayuda en las etapas iniciales y las nuevas plataformas de financiación.

En nuestro país la situación no es diferente al resto de nuestros vecinos europeos, ni en lo que se refiere a la actividad emprendedora en general, ni al emprendimiento femenino en particular. Sin embargo, hay razones para el optimismo: el último Informe Especial GEM sobre Emprendimiento Femenino en España refleja que la brecha entre mujeres y hombres emprendedores está disminuyendo y que una gran mayoría de mujeres emprendedoras inician sus negocios por oportunidad y no por necesidad.

Crear una empresa no es una tarea fácil; no son muchas las que sobreviven a lo largo de los años y se convierten en compañías competitivas; ser emprendedor, con unas mínimas garantías de éxito, requiere formación, visión, capacidad de identificar buenos compañeros de viaje y, sobre todo, mucha motivación y dedicación. Convertirse en emprendedora es todavía más difícil.

Es por ello que debemos aplaudir la idea de recoger en un libro la historia de treinta y cinco emprendedoras, mujeres valientes que sintieron en su día el deseo de crear una empresa desde cero y que decidieron dar el paso. Ellas representan a toda una nueva generación de mujeres que no solo ven en el emprendimiento una nueva forma de desarrollarse profesionalmente, sino que contribuyen a crear economías más innovadoras y ricas.

Tradicionalmente, las mujeres tenían muchas barreras para emprender; las más importantes eran el poco tiempo que dedicaban al networking y la dificultad de acceder a las fuentes de financiación. Pero esto hoy ha cambiado radicalmente. La presencia cada vez mayor de mujeres en foros y congresos de emprendedores y su participación activa en los medios de comunicación y conferencias, lo que las ha convertido en modelos de referencia para muchas mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, que sin duda podrán plantearse: ¿Y por qué no yo?

El papel de la mujer en el fenómeno emprendedor es crucial, no solo por el hecho en sí, sino porque ellas desarrollan su profesión y sus capacidades empresariales de una manera diferente y porque se preocupan de crear organizaciones donde el talento femenino se valoriza y donde se favorecen las políticas de diversidad y equidad.

Las páginas de esta publicación recogen treinta y cinco historias, todas diferentes y todas parecidas, pero con un denominador común: la ilusión, la energía y el con- vencimiento de que están aportando valor a la sociedad. Mi felicitación a todas estas emprendedoras que han tenido la generosidad de explicar su experiencia empresarial y de compartir con todos ustedes anécdotas y retazos de su vida.