TH, 4t-5è VOLUM. El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo.

HENRIK STAMM KRISTENSEN

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Texto del 04/11/11 .
Fotografía cedida por Joaquín Clares.
 

El siglo xxi será el siglo de los empresarios; o así lo afirma este lúcido emprendedor danés afincado en España y dedicado al sector alimentario. De espíritu optimista, sabe de la importancia de escuchar al mercado y atender sus demandas. Para él, la riqueza de un país se crea haciendo negocios, pero siempre bajo unos principios básicos de responsabilidad social a los cuales deben atenerse tanto los gobernantes como los financieros y el ciudadano de a pie.

Interesado desde niño por el mundo de los alimentos

Siendo niño ya me interesaba por el mundo de la cocina y la alimentación en general. Con 13 años hice formación con el colegio y tuve mi primera experiencia en el sector como cocinero. En 1985 entré a trabajar para una multinacional americana especializada en texturizantes y retenedores de agua para productos agroalimentarios. Desde entonces hasta el año 1997 recorrí varias áreas de la empresa para acabar recalando finalmente en el departamento de ventas. Este período fue decisivo para mí porque amplió mi mente y me permitió conocer las áreas de excelencia dentro del sector. Fue en ese año 97 que, tras casarme con una española y llevado por una gran inquietud propia, decidí dejar la multinacional, menos preocupada entonces por innovar que por apuntalar el proteccionismo de sus modelos de negocios con el fin de mantener un liderazgo financiero. Busqué pues el apoyo de un vendedor y un técnico y entre los tres creamos Premium Ingredients, una empresa tecnológica al servicio del sector agroalimentario español.

Pensar a lo grande desde el primer día: un sabio consejo para las pymes

Cuando abandoné la multinacional, el que fuera hasta ayer mismo mi jefe me felicitó por la decisión tomada, pues él sabía que, debido a esa inquietud de que he hablado, mi perfil no encajaba dentro de las grandes estructuras. Además, me ofreció ser distribuidor de los mismos productos que yo había llevado para la firma en España y Portugal como empleado el día antes, lo cual nos facilitó enormemente los pasos iniciales al tener ya negocios en marcha con que ponernos a trabajar. Dispusimos, en consecuencia, de un flujo de caja lo suficientemente significativo como para permitirnos empezar a pensar a lo grande. Entiendo que una de las cosas importantes tanto para pequeñas como medianas empresas es esta: pensar a lo grande desde el primer día.

Una empresa con claro enfoque internacional

Siempre dije que teníamos que lograr crear una especie de multinacional, una empresa con claro enfoque internacional. Abrimos entonces dos sucursales con laboratorio en Girona y la fabricación la ubicamos en Murcia, puesto que comprendimos que la zona contaba con todas las infraestructuras empresariales necesarias para hacerlo. Además, mi suegro era allí empresario del mundo de las especias, y sabíamos por él que resultaría mucho más barato operar en el sureste del país que hacerlo en el norte o en la capital.

La oportunidad del mercado español

Uno puede pensar en pequeño y a lo grande al mismo tiempo. Después de unos años viviendo en España, veía el país con ojos de oportunidad. Me pregunté qué necesitaría el mercado español en concreto, algo que marcara la diferencia. El sector agroalimentario aquí operaba muy lentamente, podían pasar hasta 15 días antes de recibir un pedido. Nosotros nos propusimos suministrarlo en 24 horas.

Innovar es conseguir por medios sencillos que las cosas funcionen

La innovación, al contrario de lo que piensan algunos, no es cuestión de sofisticación sino de conseguir por medios sencillos que las cosas funcionen. La rapidez, por ejemplo, es ya una innovación en sí misma. Estamos en la era de Internet, donde el 95% de la innovación del mundo entero se halla al alcance de un simple clic. La clave es aplicar los conocimientos que uno posee en cubrir las necesidades de las empresas de cualquier sector.

Ofrecemos avance tecnológico a todas partes del globo

Trabajamos con los ingredientes que producen otras empresas. Mezclamos componentes; los sumamos para sacarles un rendimiento mayor al que ofrecen de forma individual. Combinamos, por ejemplo, cuatro productos llegados de cuatro partes distintas del mundo y ponemos luego el resultado al servicio de determinado sector a nivel mundial. En una palabra, ofrecemos nuestro avance tecnológico a cualquier lugar del globo.

Crear confianza en el cliente para afianzar credibilidad empresarial

Nuestros clientes comprenden desde compañías incluidas en la Fortune 500 de Estados Unidos, tales como Nestlé, Danone o Unilever, hasta la modesta pyme de Córdoba que tiene una necesidad concreta. Vendemos un modelo muy potente compuesto de cinco ejes estratégicos: calidad, innovación, tamaño, posicionamiento y credibilidad. Crear confianza en el cliente es fundamental para asentar este último eslabón, el cual sin duda acelerará en los próximos años nuestra introducción en todo tipo de empresas.

Hay que escuchar más al mercado que a las propias ideas

Creo menos en las ideas propias que en escuchar al mercado. Él marca las tendencias a seguir, los precios que atender y las disponibilidades que desarrollar. El consumidor es el que manda, y todos somos consumidores. Adaptarse eficaz, flexible y económicamente a las directrices que nos marca el mercado es algo esencial. Después, se trataría de aplicar soluciones a lo que cada empresa demanda.

En zonas emergentes la tecnología alimentaria es ciencia ficción

Las innovaciones tecnológicas en el sector alimentario están a la orden del día: productos ecológicos, dietéticos, denominaciones de origen, omega 3, etcétera. Todo ello para dotar de más categoría a los alimentos. Pero es un hecho que esta tendencia solo involucra al 15% del sector de la alimentación mundial. Nosotros, activos en zonas emergentes como la India, Asia o Rusia, sabemos que estos supuestos avances, allí donde la inmensa mayoría de la gente lucha por sobrevivir a diario, son pura ciencia ficción.

Damos servicio a unos 500 productos diferentes

En este momento damos servicio a unos 500 distintos productos agroalimentarios. El queso de toda la vida, por ejemplo, que históricamente se hacía cuajando la leche y separando la materia seca de la húmeda, es casi un producto del pasado. Para que un queso se conserve más y mejor, ahora es procesado y envasado al vacío. Como se ve, los conocimientos tecnológicos son fundamentales para nosotros. Nuestro producto estrella, actualmente lo constituye el queso para pizza.

Hacer negocio implica crear riqueza para todos

Que la iniciativa privada negocie en unión con los gobiernos y ONG representa el futuro y la supervivencia de nuestro mundo. Todo pasa por aplicar con inteligencia las posibilidades de las nuevas tecnologías allí donde mejores resultados produzca. La única manera de paliar el hambre en el mundo, por ejemplo, es cultivar más productos básicos. Chinos y árabes están comprando toda África para empezar a cultivar sus terrenos, y el aumento demográfico previsto para mediados de siglo convertirá en esencial generar productos básicos. Tendremos que volver a hacer las cosas como las hicimos hace 100 años. Las grandes fortunas del mundo del cultivo a nivel mundial son manejadas con discreción por cuatro multinacionales.

El ansia especulativa ha sido la responsable de la crisis financiera actual

La crisis actual, nadie lo duda, es el resultado de haber especulado desmesuradamente en lugar de haber creado negocio. La banca americana especuló de tal manera que acabó destrozando el sistema financiero mundial, lo cual produjo la crisis en la que estamos inmersos. Lo que me preocupa es que no se haya cesado de llevar a cabo tan perniciosa tendencia y, lo que es peor, se empieza a expandir por el sector agroalimentario.

Empresarios comprometidos a salvar la sociedad

En el sector agroalimentario, el 85% son pymes, y su importancia para la sociedad es tal que resulta obligado escuchar su voz. La solución del mundo, lo repito, es el empresario que produce y crea riqueza. La californiana Universidad de Stanton, que visité hace poco, educa a miles de futuros empresarios en los principios básicos de la responsabilidad social corporativa (RSC), la cual se entiende como la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales. Es decir, se comprometen a salvar la sociedad. En el siglo xxi los empresarios vuelven a ser el motor de progreso.

Negar la realidad de la crisis ha sido un hecho gravísimo

Creo en el político que defiende su país, que explica al ciudadano las cosas que suceden e intenta emplear el presupuesto público en mejorar la situación general sin malversarlo. La inercia, sin embargo, es la contraria. Aquí nos encontramos con una clase política que no explica las cosas y emplea con torpeza el dinero de los contribuyentes. La negación de la crisis por parte de los gobernantes españoles ha sido un hecho gravísimo.

Todos somos servidores de la sociedad

Creo que todos somos culpables de la crisis, y debemos reconocer nuestros errores. Movimientos como el de “los indignados” se llevan a cabo por gente que acaso no tiene la capacidad de conocer en profundidad lo que nos ha abocado a esta situación crítica. En una sociedad del bienestar el ciudadano escucha a quienes cree que son más listos que él o están mejor informados, hasta que se da cuenta de que no son tan listos ni están tan preparados como creía. Hemos hecho caso a quienes no debíamos. Nuestra culpa, al fin y a la postre, es producto sobre todo del desconocimiento. Lo importante es reconocer que todos somos servidores de la sociedad y actuar en consecuencia.