TH, 2n VOLUM. Rey y alcaldes

SR. JOSÉ MANUEL MARTÍNEZ CENZANO Alcalde de Cuenca de 1991 a 1995, y desde 1999.

Texto del 26/05/04,
Fotografía cedida por el Ayuntamiento de Cuenca

El revuelo que ha causado en los medios de comunicación la visita de los príncipes de Asturias a la ciudad en su luna de miel como mínimo habrá servido para fijar la atención general en los atractivos de Cuenca, rincón excepcional de La Mancha, de cuya alcaldía se ocupa José Manuel Martínez Cenzano. Ojalá no se trate sólo de un interés anecdótico, pues la ciudad castellana se merece mayor consideración de la que tiene en muchos aspectos, y a juzgar por la labor de su alcalde está llamada a alcanzar un puesto más destacado entre las capitales de provincia de mediana dimensión.

La experiencia municipal es absolutamente seductora e inigualable

He ocupado la alcaldía de Cuenca en dos etapas distintas. Ejercí el cargo desde 1991 durante una legislatura, luego fui portavoz de la oposición municipal de 1995 a 1999 porque los ciudadanos así lo decidieron, y desde 1999 vuelvo a ser alcalde de la ciudad. Así pues, llevo 14 años vinculado al Ayuntamiento, aunque no inicié mi carrera política en el ámbito municipal. En 1983 el ministro Maravall me nombra director provincial del Ministerio de Educación y Ciencia. En 1985, siendo  presidente José Bono de la Comunidad Castilla-La Mancha, me elige para formar parte del gobierno autónomo. Después también ocupé la presidencia del parlamento regional antes de concentrar mis esfuerzos en la política municipal. La vida y la política me depararon una serie de oportunidades en niveles administrativos distintos del municipio, y no me arrepiento de haber empezado mi andadura por esos caminos, pero confieso que la experiencia municipal es absolutamente seductora e inigualable.

El Estado tiene una asignatura pendiente con los Ayuntamientos

La gran asignatura pendiente en nuestro país es la atención que desde los gobiernos de cualquier signo se ha prestado a los Ayuntamientos, pues ha sido de orden menor. A veces, los políticos, cuando administran responsabilidades de Estado —que son muy importantes, no me cabe la menor duda—, poco a poco adquieren cierto carácter jacobino. Eso les da a algunos la oportunidad de decir que un alcalde es un político de segunda, opinión que desde luego no comparto ni perderé el tiempo en rebatirla, puesto que lo que de veras me interesa refutar es la nociva impresión de que los Ayuntamientos son entes políticos de segunda fila. Hay que recordar a la clase política que ocupa los despachos al más alto nivel que eso no es cierto, y que para que los Ayuntamientos sean eficaces necesitan dinero. Si no consiguen el dinero para financiar los servicios, éstos pierden calidad o no se dan; si no se dan se deteriora la buena imagen de la política y se le hace un flaco favor al sistema en general. Los Ayuntamientos tenemos la mala fama de gastarnos el dinero en cohetes y en fiestas lúdicas, y de emprender pocas inversiones productivas, pero este argumento demagógico es completamente inaceptable. Las cifras son elocuentes, y aunque la estadística es una ciencia que puede inducir al error, el análisis de la contabilidad de las administraciones públicas no deja márgenes para interpretaciones equívocas. En términos meramente estadísticos, el 30% del gasto de los Ayuntamientos españoles se emplea en satisfacer servicios derivados de competencias administrativas que son propias de otros niveles de poder político, ya sea el estatal o el autonómico. Además, nuestra participación en el reparto de los tributos del Estado está muy por debajo de la financiación procedente de la misma fuente en la mayoría de los países de la Unión Europea. Con estos datos puede hacerse cualquier tipo de interpretación, pero hay una que emerge con una claridad meridiana, desde mi modesto punto de vista, y es que otros se están apoyando en las espaldas de los más débiles.

Una solución a la falta de recursos municipales puede ser mancomunar los servicios

La falta de recursos incentiva la imaginación. En la pasada legislatura fui presidente de la Federación de Municipios y Provincias de Castilla-La Mancha, y desde esta entidad hace tiempo que se sigue la política de profundizar en la unidad municipalista, abaratar costos y mejorar la eficiencia. En una tierra como la nuestra, con una población tan dispersa y unos municipios con tan pocos habitantes, se ha mostrado como un instrumento muy eficaz la distribución de los costos entre los pequeños Ayuntamientos, es decir, la gestión mancomunada de los servicios sociales, de las actividades culturales, de la depuración de aguas residuales y de multitud de iniciativas urbanísticas más. Las arcas municipales nunca rebosan dinero, así que hay que procurar administrarlas con sensatez y muchísima prudencia.

Balance de la primera etapa socialista en la alcaldía

Hasta mi llegada, Cuenca nunca había sido gobernada por un socialista. En 1991 sentí que contaba con un apoyo de la ciudadanía más que evidente para acometer una profunda transformación de la ciudad, por medio de la redacción de un nuevo plan general urbanístico que diseñara un esquema de la ciudad más adecuado, más acorde con lo que precisaba para el fin de siglo que se avecinaba entonces. Se crearon viviendas de protección oficial y nuevas zonas verdes. Se firmaron convenios para que Cuenca volviera a mirarse en el río Júcar, a cuyas espaldas se había ido desarrollando. Se impulsaron mejoras en las infraestructuras, en la gestión de las aguas residuales, y de manera especial se hizo hincapié en la política cultural, con la culminación de proyectos largamente deseados como el lanzamiento definitivo del campus de la Universidad de Castilla-La Mancha, el auditorio o el Museo de las Ciencias. Naturalmente, esta etapa también tuvo sus puntos oscuros, porque hicimos crecer la deuda municipal de una manera que en aquellos momentos pensamos razonable, pero que quizás no era conveniente. Además, el Gobierno Central decidió modificar un trazado que tenía comprometido con el Ayuntamiento para la construcción de la autovía Madrid-Valencia. Aquello, por mi condición de socialista, cayó sobre mis espaldas y fue el principal detonante de la derrota electoral que puso fin a mi primera etapa en la alcaldía. No me arrepiento de nada de lo que hice en esa época, ni de mi negativa a enfrentarme al criterio del gobierno sobre ese tema, lo que sin duda me costó el cargo. La realidad puede ser caprichosamente contumaz, de modo que por encima de todas las promesas electorales demagógicas se ha acabado imponiendo el trazado modificado que en su día tantas quejas y protestas generó.

Hemos empezado a digitalizar por cable toda la ciudad

Hoy las expectativas de la ciudad en cuanto a conexiones viarias pasan por la proyectada línea de alta velocidad que enlazará Madrid con Valencia y Murcia, con paradas previstas en Cuenca, Albacete, Alicante y eventualmente Castellón. Para nosotros el AVE se ha convertido en un instrumento de progreso muy valioso. Ya sabemos que no es más que un tren, pero a veces ocurren determinado tipo de cosas que marcan la historia de un colectivo, y consideramos que las perspectivas de desarrollo futuro de Cuenca pueden ser muy esperanzadoras a partir del momento en que se sitúe a 45 minutos de Valencia y de Madrid. Por supuesto que no trabajamos sólo en base a este proyecto, pues también porfiamos ante el ministerio de Fomento para que Cuenca se incluya en los nuevos trazados de redes de comunicación por carretera, y pronto estaremos enlazados con la autovía Madrid-Valencia. Al mismo tiempo, hemos empezado a digitalizar por cable toda la ciudad, a fin de no quedar desfasados en el campo tecnológico y poner a disposición de los ciudadanos y de las empresas las ventajas de la conexión telefónica e informática por fibra óptica. Creemos que un acceso ultrarrápido a Internet, combinado con la reducción de la distancia que nos separa de los grandes centros económicos, supone un buen aliciente para que se instalen en Cuenca equipos de asesoría, gabinetes de abogados, estudios de arquitectos o ingenieros, que pueden disponer aquí de una calidad de vida excelente, de una buena dotación cultural, universitaria, de centros de investigación, y de la cercanía de dos grandes núcleos urbanos.

Desde los municipios se puede aspirar a crear empleo

Es cierto que los Ayuntamientos disponen de menos mecanismos para crear empleo que los que puedan tener los gobiernos regionales o nacionales, pero conviene recordar que el Artículo 2 de la Constitución española imputa al conjunto de la sociedad civil y de las fuerzas económicas la necesidad de practicar la solidaridad. Entiendo que la mejor forma de repartir solidaridad es crear empleo, porque es el elemento que mejor integra a los seres humanos en el colectivo en el que han nacido y en el que viven. Considero que los municipios tenemos también la obligación, pese a nuestros escasos recursos, de promover la generación de empleo fijo en nuestras localidades por medio de políticas activas muy diversas. Se puede hacer mucho más de lo que la gente de entrada se imagina, tanto en planes de formación laboral como en creación de equipamientos que permitan la instalación de nuevas empresas. Desde nuestro Ayuntamiento ponemos en práctica diferentes iniciativas, ofreciendo a las empresas suelo industrial en buenas condiciones a través de convenios y del desarrollo de polígonos —estamos iniciando la segunda fase de ampliación del nuestro—, abaratando los costos de implantación tanto en tasas como en cargas tributarias posteriores, emprendiendo políticas agresivas de promoción y de publicidad. En fin, me parece que existe un amplio margen de maniobra al respecto. De hecho, creo que hoy no hay ningún Ayuntamiento mediano en España que no tenga un patronato de promoción económica, que no disponga de alguna fundación para desarrollar políticas activas que generen empleo y riqueza.

Disponemos de una potencia hidrológica impresionante

Junto a esta promoción de empleo, otro afán compartido por todos los alcaldes es el de divulgar el buen nombre de su localidad y procurar que sus principales atributos sean conocidos por doquier. Al respecto, uno tiene la impresión de que Cuenca goza de cierta fama y es una ciudad más o menos conocida en el conjunto de España, pero cuando se profundiza un poco es fácil comprobar que mi ciudad es víctima de ciertos tópicos que provocan una imagen engañosa de la misma. Poca gente sabe que Cuenca es el segundo municipio de Europa en extensión boscosa después de Ginebra, de manera que una ardilla puede ir saltando de árbol en árbol hasta Aragón sin salir de su término municipal, o que en nuestra serranía se dan cita para nacer el Turia, el Júcar y el Tajo, así que disponemos de una potencia hidrológica impresionante. Cuenca no responde al arquetipo de una ciudad seca en medio de una pampa desairada y desprotegida, como tradicionalmente nos describen los tópicos por estar adscritos administrativa y geográficamente al territorio natural de La Mancha. Es una ciudad de tamaño medio, que acoge unos 65.000 habitantes de hecho, situada al borde de una serranía bellísima y feraz, donde hay muchísimos elementos turísticos, recreativos, paisajísticos y culturales, y desde luego es una ciudad muy abierta a todos los visitantes porque hemos sido siempre una localidad hospitalaria.

Cuenca merece dejar de ser un destino turístico casi accidental

Precisamente en el sector turístico es donde hoy más podemos ofrecer y donde menos se nos conoce. Cuenca, desde hace tiempo, recibe visitantes atraídos por nuestra condición de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, pero además de este turismo cultural predominante nos conviene potenciar otras áreas del mismo sector, como el turismo estacional, el turismo medioambiental o el turismo ligado a deportes de aventura —descenso de cañones, rafting, parapente y otras actividades vinculadas a nuestro aeródromo deportivo—. El Ayuntamiento ha formulado una clara apuesta por el desarrollo del turismo de ferias y congresos. La ciudad se acaba de incorporar a la Oficina de Organización de Convenciones en las ciudades Patrimonio de la Humanidad y estamos en trámite de mejorar nuestras instalaciones con la construcción de un nuevo palacio de congresos. Contamos con una infraestructura hotelera suficiente para nuestra cuota actual, pero habrá que ampliarla de cara al crecimiento previsto de esta actividad económica.

Mantenimiento y mejora del patrimonio

Para una ciudad tan pequeña y con escasos recursos financieros, mantener en buen estado la riqueza monumental es algo laborioso y muy costoso. Por suerte, recientemente el Gobierno Central ha aprobado la creación del Real Patronato de Cuenca. Lo forman la Universidad, el Obispado, la Diputación y la Real Academia. Su tarea consistirá en gestionar un presupuesto para realizar proyectos de intervención directa sobre el casco histórico. Eso permitirá abaratar los costos que pesan sobre el Ayuntamiento en materia de conservación, además de llevar a cabo otras mejoras muy necesarias para la calidad de vida de los habitantes del casco viejo, como la instalación de escaleras mecánicas que permitan salvar la diferencia de cota en una ciudad como ésta, situada sobre una colina.

Amplia oferta cultural en la que destaca el Festival de Música Religiosa

De manera similar, porque creemos que la mejor forma de actuar y de prosperar es que todas las instituciones públicas y privadas se muestren bien avenidas y trabajen juntas, hemos creado una fundación que gestiona la oferta cultural de la ciudad, que juzgamos notable y con la que uno puede solazarse y sentirse extremadamente satisfecho: el Museo de Arte Abstracto Español, el Museo Antonio Pérez, la Fundación Antonio Saura, el Museo Diocesano, la Biblioteca del Seminario, la programación del teatro-auditorio, los cursos de verano de la Universidad, etc. Quizás la joya del repertorio sea el Festival de Música Religiosa, el más antiguo de España sobre el tema, y que hoy compite sin rubor a nivel europeo con el de Salzburgo.

La Constitución necesita una puesta al día, pero no es sencillo acometerla

En cuanto al tema político de moda, la reforma de la Constitución, debo decir que del cielo para abajo no tengo mitos y no considero nada inmutable. Ahora bien, también es cierto que más allá de esta declaración de principios debemos centrarnos en los aspectos prácticos del asunto. Cualquier cosa que ha funcionado bien lo inteligente es dejarla como está, y si alguien cree que la Constitución no ha funcionado es un problema suyo y de su inteligencia práctica. Eso no se opone necesariamente al concepto general de que hay que relativizar todo y de que las leyes están al servicio de la comunidad, no viceversa. Aun así, no alcanzo a articular la táctica que hay que seguir al respecto. La Constitución necesita una puesta al día, pero no es sencillo acometerla.

España y el Rey: una relación mutua equilibrada

España le ha prestado al Rey una lealtad sin fisuras y el Rey ha estado a la altura de lo que de él se esperaba, en las grandes ocasiones en las que la historia ha demandado su presencia de un modo incuestionable. En este sentido, discrepo de la opinión general de que estamos en deuda con Su Majestad; yo creo que en todo caso estaríamos empatados.

Monarquía constitucional bien consolidada

El país se confiesa mayoritariamente juancarlista, término ambiguo que esconde cierta profesión de fe republicana, a la cual me sumo. De todos modos, no percibo un peligro inmediato para la continuidad de la Corona. España es hoy una monarquía constitucional bien consolidada, y lo que nos preocupa al común de los españoles es que cuando llegue el momento se produzca una sucesión sin traumas y que hasta entonces el Príncipe adquiera el prestigio que se ha ganado su padre. Así se lo deseo fervientemente.

Cuenca, la primera ciudad que visitan los Príncipes de Asturias después de la boda

Como alcalde de esta ciudad no puedo dejar de reconocer la trascendencia de que la primera visita que efectuaron los Príncipes de Asturias recién casados haya sido a Cuenca, y debo agradecer ese gesto. Desconozco el significado que se pretendió dar a esa elección, que está siendo muy comentada, pero el hecho innegable es que quedará en la historia local, al menos en el plano de las emociones vividas. El pueblo de Cuenca y su alcalde a la cabeza les acogimos con alborozo y les deseamos a ambos toda la felicidad del mundo.