Sr. Senabre
2 Tomo (empresarios) biografías relevantes

Sr. Ignasi Senabre López – Sports & Landscape y Top Consulting Esportiu

 

IGNASI SENABRE LÓPEZ

Barcelona

1958

Gerente, director comercial y fundador de Sports & Landscape,

y gerente de Top Consulting Esportiu.

 

 

12-4-2022

 

La sostenibilidad constituye la principal bandera que enarbola este empresario, quien decidió abandonar la Medicina para hacer carrera en otra de sus grandes pasiones: el deporte. Su profundo conocimiento sobre la gestión de instalaciones deportivas le ha convertido en un experto consultor, al que recurren las diferentes administraciones. Pero también clubes o entidades tan prestigiosas como la Johan Cruyff Foundation depositan su confianza en él a la hora de equipar sus terrenos de juego con césped artificial.

 

 

Desde mi más tierna infancia alimenté el deseo de convertirme en médico

Tanto mi padre como mi madre me inculcaron desde la infancia la cultura del esfuerzo y la necesidad de trabajar de manera honesta. Son valores que calaron en mí y de los que he acabado haciendo bandera, consciente de que, si te empleas de manera honrada, normalmente, la vida te acabará sonriendo. Probablemente, aquello fue lo que me empujó a que, siendo niño, me pusiera a vender ejemplares de El Correo Catalán en la feria Alimentaria, cuando celebraba su primera edición, para poder comprarme una raqueta de tenis. Nuestros padres predicaban siempre con el ejemplo, y no solo se mostraban exigentes con mi hermano, Xavier, tres años menor, y conmigo, sino que lucharon por mejorar nuestra vida familiar. Nuestra madre, Maria Rosa, cosía en casa, y recuerdo que, mientras fabricaba corbatas, me permitía que yo le pintara las piernas de rojo simulando heridas que, posteriormente, yo procedía a «curarle». Y es que, desde muy corta edad, alimentaba el deseo de convertirme en médico, con lo que ella aceptaba que aquellos fueran mis primeros juegos.

 

Mi padre Ignasi, un ejemplo de integridad

Si nuestra madre se revelaba como una persona apasionada e impetuosa, nuestro padre, Ignasi, se mostraba como alguien más sosegado y, sobre todo, un ejemplo de integridad. Trabajaba en el sector financiero y fue prejubilado prematuramente cuando ostentaba la jefatura de valores del Banc Industrial de Catalunya. Fue una decisión controvertida en la que apartaron a todos los directivos de las entidades que formaban parte del grupo de Banca Catalana tras el procesamiento de parte de la cúpula. Como mejor ejemplo de su honestidad, puedo decir que rechazaba todas las cestas navideñas que llegaban a casa, algunas de ellas de generosos tres pisos. Mis ojos infantiles asistían atónitos a aquella actitud, pero más adelante supe entender y valorar aquella entereza de alguien que no admitía ningún trato de favor. Los primeros recuerdos asociados a mi padre me trasladan al Camp Nou, pues con él compartí muchas tardes disfrutando del fútbol, una de mis grandes pasiones. Curiosamente, mi estreno en el coliseo azulgrana coincidió con el debut de Johan Cruyff como jugador barcelonista, en un célebre partido contra el Granada.

 

Nuestra madre deseaba que cursáramos una carrera universitaria para convertirnos en «personas de provecho»

Considero que fui un buen estudiante, aunque no suficientemente brillante. Eso quedó patente al verme destinado a cursar Medicina en Bellaterra, lo cual constataba mi capacidad para alcanzar una calificación que me abría las puertas para estudiar esa carrera, pero, al mismo tiempo, que me las cerraba para hacerlo en el Hospital Clínic, donde la nota de corte era superlativa por el deseo de la mayoría de acudir a ese centro de referencia. En esos momentos sí percibí la presión familiar, particularmente de mi madre, que no entendía lo que significaba enfrentarse a una carrera universitaria. Nuestra madre había tenido una formación precaria, por lo que uno de sus principales deseos residía en que tanto Xavier como yo obtuviéramos un título superior y nos convirtiéramos en «personas de provecho», capaces de ganarnos la vida. Así las cosas, un «siete» en Medicina Interna podía antojársele un resultado pobre, al tiempo que no comprendía que pudiera «aparcar» alguna asignatura para septiembre. En cualquier caso, disfruté mucho de esa etapa universitaria, pues la Medicina me apasionaba.

 

El rotatorio clínico en un pequeño hospital me proporcionó un profundo aprendizaje de la profesión

La experiencia en Bellaterra, durante los tres primeros años, y posteriormente en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau la considero altamente satisfactoria, así como también el rotatorio clínico, que efectué en Socorros Mutuos, un pequeño hospital de Mollet del Vallès. La posibilidad que me brindó este centro de prestar apoyo a los distintos departamentos (Urgencias, Cirugía, Medicina Interna…) y asumir mayor nivel de responsabilidad me permitió adquirir un aprendizaje más a fondo que si hubiera realizado esa formación en un gran equipamiento. Sin ir más lejos, en el propio Sant Pau, los estudiantes acababan siendo meros observadores entre una nube de galenos, en un ciclo que finalmente se resolvía con una rúbrica en el expediente conforme habías completado las prácticas. Esos meses idealicé mucho la Medicina, incluso demasiado, porque el contacto con los pacientes resultaba muy estrecho. Y construí una imagen excesivamente utópica de la profesión.

 

Si pretendía ganarme la vida como médico, me veía abocado a unas condiciones draconianas

Tras finalizar la carrera, era momento de cumplir con el servicio militar. Fui destinado a Valladolid, a un regimiento de infantería de intervención inmediata que, paradójicamente, realizaba maniobras conjuntas con fuerzas de la OTAN, a pesar de que todavía no se había celebrado en nuestro país el referéndum de ingreso en la Alianza Atlántica. Aquella fue una etapa feliz porque pude ejercer de médico. Pero, finalizado el servicio, mis expectativas en la Medicina empezaron a derrumbarse, porque empecé a constatar cuál era la realidad de la profesión. Con veintiocho años a las espaldas, uno de mis objetivos inmediatos era contraer matrimonio. Si pretendía ganarme la vida como médico, me abocaba a unas condiciones draconianas: con continuas guardias o atendiendo una consulta en barrios periféricos donde sobre todo confeccionaría recetas a destajo. Llegué a trabajar en el Departamento de Cirugía Vascular de la Clínica del Remei, pero ahí comprobé que, mientras el jefe del servicio percibía unos emolumentos desproporcionados, sus colaboradores recibíamos una remuneración insultante. Todo aquello me desmotivaba y empezaba a cuestionarme si quería pertenecer a ese gremio. Por otra parte, aunque deseaba especializarme en Cirugía Interna, me veía incapaz de afrontar el MIR, la formación de Médico Interno Residente, pues superar ese desafío tampoco constituía ninguna garantía profesional. Debo admitir que cometí un error estratégico, al no darle credibilidad a Rosa Samon, una compañera de Mollet que inició un proceso para equiparar los médicos con cierta experiencia de especialización a los MIR y que consiguió salir airosa en su propósito.

 

La Medicina hace tiempo que dejó de escuchar a los pacientes

Recientemente, participé en una cena de antiguos compañeros de promoción y pude certificar que la decisión de abandonar la Medicina fue acertada. Detecté en la mayoría de ellos cansancio y hartazgo, con ganas de jubilarse porque la mayoría de ellos se sentía decepcionado con la profesión. En cambio, con la misma edad yo mantengo una gran ilusión y en mente albergo un gran número de proyectos que confío en poner en marcha. No me sorprende su actitud, pues el corporativismo de la Medicina ha provocado que esta se haya distanciado de la sociedad. Si acudes a un hospital, el trato que recibes es muy distinto si formas parte del entorno sanitario o eres un simple ciudadano de a pie. Lo primero que deberían enseñar en las facultades de Medicina es a levantarse y extender la mano al paciente; y, en segundo lugar, a escucharle. La Medicina hace tiempo que dejó de escuchar a los pacientes. Cuando encuentras a un facultativo que te escucha, sabes que te conseguirá curar. Tampoco resulta lógico, como he podido ser testigo, que un tribunal médico deba dictaminar en una mañana sobre las bajas de hasta veinte pacientes, cuando los psiquiatras que han efectuado los informes correspondientes probablemente han destinado hora y media a cada uno de ellos.

 

Participé en la organización del evento deportivo que inauguró el Palau Sant Jordi

Aparqué la medicina y decidí sumergirme en la otra gran pasión de mi vida: el deporte. Asumí la dirección del centro deportivo Gavà Estival, en el Baix Llobregat, lo cual me permitía acceder a un sueldo digno. Uno de los consejos de esa etapa consistió en proponer la instalación en las pistas de cemento, impracticables cuando llovía, de una moqueta tipo césped. Fueron las primeras pistas en parterre artificial.  La carrera en el sector deportivo continuaría a través de Spalding, la célebre marca de baloncesto, cuya dirección comercial en España me fue asignada. Cuando Dick Lou, el director general de la compañía americano, visitó Barcelona, me preguntó qué podíamos hacer para dotar a la marca de mayor visibilidad. Fue así como, en 1990, organizamos el primer Open McDonald’s en el Palau Sant Jordi, que se convirtió en el evento inaugural de este pabellón destinado a los Juegos Olímpicos de 1992. El Futbol Club Barcelona era el equipo anfitrión, a los que se le añadían el Scavolini de Pesaro, la Jugoplastika de Split y los New York Knicks. Establecimos un acuerdo con Barcelona Promoció y la cadena de tiendas de deporte Corre Corre, que en aquellos momentos era una de las líderes del sector, y desarrollamos unas labores de merchandising espectaculares, hasta el punto de que, en el primero de los dos días del evento, agotamos todas las camisetas que habíamos puesto a la venta. Aquello nos obligó a reaccionar para disponer de más producto para el día siguiente.

 

Morir de éxito ante la imposibilidad de producir para satisfacer el elevado volumen de demanda de artículos deportivos

Creo que cometí un nuevo error en mi vida profesional al desvincularme de Spalding, la firma proveedora oficial del balón de los principales torneos de baloncesto. Pero la familia de mi mujer me reclamó para expandir el negocio que habían abierto, Scorpio Difusión, una entidad comercial de material deportivo, ubicada en Poblenou. Era una época en la que proliferaban las tiendas de deporte, que tenían que proveerse de artículos, entre ellos las camisetas o los pantalones de nuestra oferta. Sin embargo, acabamos muriendo de éxito, ya que la capacidad de producción no estuvo a la altura del volumen de la demanda existente.

 

Experto en mantenimiento de terrenos de césped artificial

Pese a las dificultades económicas, y gracias a la experiencia adquirida en el sector deportivo, en 1994 fundé Valldorsala, una empresa orientada a la gestión deportiva y cuya sede se hallaba situada en la Universitat Autònoma de Barcelona, en Bellaterra. Me había presentado a un concurso público para administrar las pistas de fútbol sala y fútbol 7, que solían ser deficitarias. No obstante, yo era consciente de que, con una gestión adecuada, podían proporcionar beneficios. El éxito fue notable, lo que comportó que se nos asignaran otros campos en Mollet o Sant Cugat, y que promoviéramos y coordináramos torneos y competiciones que permitían rentabilizar las instalaciones. La buena trayectoria comportaba que nuestro modelo despertara interés, lo cual generaba continuas consultas acerca del mismo. Esa circunstancia favoreció que, en 2005, vendiera mi participación en Valldorsala a mis socios y creara Top Consulting Esportiu, una consultoría para asesorar a los ayuntamientos en el proceso constructivo de instalaciones deportivas. A partir de ahí, empecé a establecer un estrecho contacto con el Consell General de l’Esport, organismo que impulsó una Ley de Deporte que es la única existente en el ámbito autonómico y que en ese momento confeccionó un mapa para analizar la realidad de las instalaciones deportivas en el ámbito municipal. Había mucho campo para crecer y las expectativas resultaban alentadoras, ya que me había convertido en un experto en mantenimiento de terrenos de césped artificial.

 

Un ayuntamiento se proponía construir una piscina de veintiséis metros para superar al pueblo de al lado

Mi incursión en el ámbito del césped artificial propició que contactara conmigo el grupo multinacional Fieldturf Tarkett, que acababa de absorber la compañía local Poligras Ibérica, S.A., con quien había tratado mucho. Era 2010 y acababa de ponerse en marcha el Plan Zapatero, un programa que promovía obras públicas para reactivar la economía. Fieldturf Tarkett necesitaba a alguien con un profundo conocimiento del entorno municipal y del césped artificial. Alcancé un acuerdo con ellos que incluía el traspaso del mantenimiento de las instalaciones del Futbol Club Barcelona, de l’Hospitalet o del Ajuntament de Girona, al tiempo que brindábamos servicio de consultoría a la Diputació de Barcelona o al Consell Català de l’Esport. No obstante, el Plan Zapatero acabó revelándose un fiasco, porque provocó un endeudamiento municipal enorme y los ayuntamientos no pagaban a los proveedores. En esa etapa se cometieron atrocidades, dado que había localidades que aspiraban a dotarse de equipamientos que ni necesitaban ni podían permitirse. Llegué a ver cómo un consistorio se proponía construir una piscina de veintiséis metros… para superar en un metro a la del pueblo de al lado.

 

Del grupo de partners de la Johan Cruyff Foundation, junto al Barça o la Caixa

Las diferencias de criterio con el grupo multinacional me llevaron a regresar a Top Consulting Esportiu, que en su día había vendido a mi amigo Eduard Sants con la opción de recompra a un precio pactado. Gozábamos de mucha confianza en el entorno municipal y tanto alcaldes como concejales de Deporte nos proponían que les construyéramos campos de fútbol. Resultaba razonable, porque nosotros solíamos confeccionarles los proyectos, y para ellos resultaba farragoso tener que contratar a grandes compañías para la ejecución de los mismos. Fue así que, en 2017, fundé Sports & Landscape, con el objetivo de erigirnos en una empresa diferente, que no se proponía competir con las multinacionales por acaparar mayor número de metros de césped artificial. Aunque empezábamos de cero, tuvimos la suerte de contar con la confianza de la Johan Cruyff Foundation, que, al saber de nuestro proyecto, acudió a nosotros con absoluta convicción. En la actualidad, les gestionamos treinta pistas en España. Constituye un orgullo trabajar con esta entidad porque cuenta con un proyecto social asociado. Al mismo tiempo, nos otorga una gran visibilidad, dado que formamos parte de un prestigioso grupo de partners, entre los que se halla el Barça o la Caixa, mientras que algunos de los grandes futbolistas de nuestro país, como Andrés Iniesta, Gerard Piqué, Raúl González, Fernando Torres, Aritz Aduriz, Carles Puyol o Aitana Bonmatí están vinculados, como embajadores, a la Fundación. Por otra parte, el alto nivel de exigencia de los holandeses nos proporciona una gran credibilidad, pues solo acceden a trabajar con quienes pueden ofrecerles una excelente calidad de servicio.

 

Hemos llevado a cabo un proyecto de economía circular con un césped totalmente reutilizado

Si bien la calidad constituye uno de nuestros pilares, el principal de ellos reside en la sostenibilidad; por propio convencimiento. Nuestra empresa está orientada hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por la ONU para el 2030. Aspiramos a conseguir en el futuro que el césped artificial provenga absolutamente de material reciclado. Ya hemos llevado a cabo algunos progresos en este sentido y contamos con una subvención de la Agència Catalana de Residus para el reciclaje de césped. Asimismo, Acció nos ha otorgado otra ayuda por nuestra condición de empresa B Corp. En España solo hay ochenta y seis compañías que gozan de ese reconocimiento, mientras que en Catalunya somos la primera en el sector del deporte en lograrlo. Recientemente, hemos llevado a cabo un proyecto de economía circular en Vilanova de l’Aguda, un pueblo de sesenta habitantes de la Noguera que, pese a su modesto tamaño, cuenta con un equipo de fútbol en la categoría de tercera territorial. Tras haber conocido este caso, y al comprobar que su terreno de juego era de tierra, decidí hablar con la alcaldesa, a quien le propuse implantar césped artificial en el campo. Ahí hemos usado césped y rellenos (arena y caucho) reutilizados: un aprovechamiento que ha evitado trasladar al vertedero ciento noventa y dos toneladas de residuos. De este modo, hemos contribuido a mantener vivo el enlace que constituye ese equipo de fútbol en la localidad. Ahora estamos estudiando extrapolar esa experiencia a otras poblaciones leridanas como Torà, Ivars d’Urgell o Sant Llorenç de Morunys.

 

Tejemos alianzas en Indescat para avanzar en la recuperación de materiales

El proceso de recuperación del césped artificial es muy complejo. Para ello, se requiere retirarlo, separar el relleno y limpiarlo. A continuación, hay que triturar el césped para convertirlo en polímero. Si está muy deteriorado, lo transformamos en grama para producir plástico. El césped artificial presenta tres componentes: polietileno, polipropileno y látex. El látex plantea un problema: no se puede separar. Sin embargo, ahora hemos desarrollado un césped que prescinde del mismo. Contamos con un fabricante de césped en la República Checa, pero el reciclaje lo hacemos en Catalunya. Hemos tejido alianzas en Indescat, el clúster catalán del deporte en el que estamos integrados, que nos han permitido avanzar en la recuperación de materiales. Con la ayuda profesional de Eurecat, hemos conseguido reutilizar hasta una docena de productos distintos para la industria del plástico. Ideas no nos faltan. El Departamento de I+D+i está en mi cabeza y, cuando se me ocurre un nuevo desarrollo, lo comparto con el equipo, que siempre realiza interesantes aportaciones que posibilitan su puesta en marcha. El mayor riesgo que corremos es que nos copien. Aunque a las grandes multinacionales no les interesan nuestras ideas, porque prefieren fabricar producto nuevo, con obsolescencia programada, y derivar el césped usado al vertedero. Nuestro planteamiento está orientado a la sostenibilidad, procurando prolongar lo máximo posible el ciclo de vida del césped artificial a través de un óptimo mantenimiento y contribuyendo, de este modo, a salvaguardar el planeta. Asimismo, hemos patentado un producto, Hidroroc, consistente en una piedra basáltica sobre la que reposa el césped artificial, y que permite recoger el agua de lluvia y la de riego para su reaprovechamiento.

 

Ostentamos el 8,3% del mercado español pese a operar solo en Catalunya y Euskadi

Nuestro carácter innovador mereció el Premio a la Innovación por parte de Indescat, un galardón del que nos sentimos profundamente orgullosos. Y más teniendo en cuenta que el otro finalista era la reconocida marca internacional Buff, fabricante igualadino de accesorios textiles. Asimismo, el clúster del deporte nos presentó recientemente, coincidiendo con la Semana de la Industria Europea, como empresa ejemplar, por nuestro proyecto de valor compartido. Más allá de los beneficios que proporcionamos a la sociedad por el planteamiento sostenible de Sports & Landscape mediante la reutilización y el ahorro de recursos, dicho clúster también destacó nuestros planes de conciliación laboral, de prevención del acoso sexual o de equiparación profesional e igualdad de oportunidades sin distinción de género. Pese a que solo operamos en Catalunya y Euskadi, ostentamos el 8,3% del mercado español del césped artificial, que reúne un parque cercano a los tres mil campos de fútbol. Un dato significativo que merece tenerse en cuenta es que en estas dos áreas geográficas es donde más se valora la calidad y la sostenibilidad.

 

Marta Marín, la mejor compañera en mi camino

Sports & Landscape lo formamos trece profesionales, entre quienes se halla Marta Marín, la mejor compañera en mi camino, tanto laboral como personal. En estos momentos está atravesando una situación difícil, pues sufrió una lesión en el pie cuya recuperación está resultando más compleja de lo previsto. Todo el equipo estamos pendients de esa plena recuperación, pues es una mujer que transmite energía e ilusión, además de ser la vertebradora de la empresa y quien consigue centrar todos los temas. Tiene dos hijos, Oriol y Laia, a los que siento tan propios como los míos, Ignasi y Maria. A pesar de que Ignasi, con treinta y tres años, es entrenador de fútbol profesional, declina dar continuidad a la empresa familiar. Ignasi ha añadido la faceta de ser padre; lo cual significa que me ha proporcionado una nieta, Gemma. Mi hija Maria, con veintidós, en su faceta de psicóloga, está plenamente dedicada a ayudar a niños con problemas. Confío en poder legar un planeta mejor para todos ellos. Para ello, trabajamos prestando la máxima prioridad a los criterios sostenibles.