MIGUEL ÁNGEL FORT ABAD
Barcelona
1964
Fundador y presidente de Fort Instalaciones Petroleras, S.L.
MARTA FORT VARGAS
Barcelona
1993
Gerente de Fort Instalaciones Petroleras, S.L.
25-1-2023
El espíritu de servicio y el respaldo constante al cliente inspiraron al fundador de esta firma, que presta apoyo a casi dos mil estaciones de servicio en toda España. La apuesta por los lazos humanos y de confianza y por la innovación le llevó a acudir a los mejores proveedores, logrando ir siempre un paso por delante de sus competidores. Un cuarto de siglo después de su fundación, la segunda generación llama a las puertas de esta empresa, que se erige en una referencia en la instalación y el mantenimiento de gasolineras.
Los relatos de mi abuela lograron despertar en mí el interés por la Historia
La infancia la asocio a mi abuela y a las meriendas que me preparaba cuando iba a visitarla. Ella fue quien me crió y con quien establecí los más intensos vínculos en esa primera etapa. Ello vino propiciado por la llegada de mi hermano, José María, cuatro años menor, quien, al nacer con serios problemas de salud, empujó a mi madre a concentrar todos sus esfuerzos en él para procurar que pudiera rehacerse. Cuando salía de la escuela, yo acudía a menudo a casa de mis abuelos maternos, Blanca y Manel, en el barrio de la Mare de Déu del Coll de Barcelona, quienes, no solo se caracterizaban por su hospitalidad, sino por exhibir un talante muy avanzado a los tiempos. Ella, que era la única mujer de trece hermanos, había tenido que asumir la responsabilidad familiar al haber quedado huérfana de madre siendo muy joven. Su excelencia en la cocina solo era equiparable al amor que me profesaba. Republicana convencida, luchadora y amante de la libertad, a través de su testimonio tuve conocimiento de algunos terribles episodios de la Guerra Civil que incluso mi madre ignoraba. Como aquel capítulo en que, cuando los hermanos de mi abuela habían sido encarcelados por haber luchado en el bando republicano, ella, con apenas dieciséis años, se apostaba a las puertas de la prisión, donde a diario salía una furgoneta con los reclusos que iban a fusilar. Desde el vehículo, lanzaban una caja de cerillas con el nombre de los desgraciados condenados. De este modo intentaba saber si alguno de sus hermanos corría esa suerte. Ante películas como Libertarias o Pa negre, consigo ver el reflejo de mi abuela e identifico aquellos episodios que me contaba. A través de sus relatos logró despertar en mí el interés por la Historia, que devino mi asignatura favorita.
Me sumergí de adolescente en una actividad profesional que ya no abandonaría el resto de mis días
Si bien la abuela Blanca ejerció una profunda influencia en mi personalidad, también mi padre, José María, constituye una figura importante en mi crecimiento. Él había empezado a trabajar en la multinacional norteamericana Harry Walker, una compañía que importaba equipamiento para el sector de la automoción. Si pretendías poner en marcha una gasolinera, te dotaba de surtidores; si deseabas montar un taller de reparación de vehículos, te proporcionaba sistemas elevadores, equipos hidráulicos, soluciones de engrase, puesta a punto… Era una empresa de referencia en la que ya había trabajado mi abuelo paterno, también bautizado como José María. Posteriormente, mi padre abandonó la compañía para incorporarse a Roset, empresa competidora, en cuyo organigrama devino director comercial de Catalunya. Años después, al cerrar esta firma, mi padre impulsó un pequeño negocio dedicado a la misma actividad, lo cual propició que yo, a los catorce años, empezara a acompañarle a las estaciones de servicio de toda el área metropolitana para reparar surtidores de combustible. Me sumergía, de este modo, en una actividad que ya no abandonaría el resto de mis días, algo que me genera un sentimiento contradictorio, toda vez que, si bien forjé un espíritu trabajador, sacrifiqué mi adolescencia y juventud. Mi padre me inculcó el sentido de la responsabilidad y del servicio: el amor al trabajo. No obstante, aunque he procurado transmitir a mis hijos esos valores, he relajado ese rigor, consciente de que, si bien el trabajo resulta importante, también hay que cultivar la convivencia familiar y facilitar la felicidad de nuestros descendientes.
No se trataba de resolver problemas, sino de ofrecer el mejor servicio
Resultaba muy habitual, cuando trabajaba para mi padre, que, si un cliente llamaba un sábado de madrugada porque se había producido una incidencia en La Jonquera o en cualquier otro punto de la geografía, me levantara de inmediato, me vistiera y cogiera la furgoneta para resolver la situación. La naturaleza de la misma no importaba, pues tanto si se trataba del cuadro eléctrico o de un contratiempo informático, como si un camión había arrancado con la manguera conectada al depósito, había que prestar el mantenimiento y dar soluciones a los múltiples clientes para los que trabajábamos: Petrem, Petrobages, Petroselva, Feixas Aulet… Porque, para mí, no se trataba de resolver problemas, sino de ofrecer el mejor servicio: una filosofía que he trasladado a mi propia compañía. Actuábamos mucho en Girona, una zona que se desarrollaría de manera notable a medida que se fue extinguiendo el monopolio de Campsa, el cual restringía la concesión de licencias, sujetas a una normativa que reclamaba unas determinadas distancias y condiciones, siguiendo los criterios que regían en otro tipo de negocios, como las farmacias o los estancos. Sería entonces cuando se introdujeron en nuestro país muchas petroleras extranjeras (BP, Shell, Texaco, Total…), un hecho que propició el auge de la construcción de gasolineras.
Fuimos los primeros en implantar tuberías certificadas de fibra de vidrio en España
Con una formación básicamente autodidacta, que me dio conocimientos del sector casi enciclopédicos (mecánicos, comerciales, etc.), he de decir que debo a mi padre el haber adquirido cierta visión de futuro. Recuerdo como un elemento muy importante nuestra asistencia conjunta y recurrente a la PEI Convention, una feria que se celebraba con carácter bienal e itinerante, impulsada por el Petroleum Equipment Institute, organismo internacional que aglutina a los fabricantes y distribuidores de la industria del petróleo. Pese a nuestras carencias idiomáticas, ahí descubrimos interesantes innovaciones tecnológicas, ya que el mercado estadounidense iba diez años por delante. Eso nos permitió, a principios de los noventa, ser los primeros en implantar tuberías certificadas de fibra de vidrio en España, donde todavía se recurría al hierro, con todos los problemas que comportaba en cuanto a oxidación o perforación por electrólisis. Con este propósito, viajé a Mineral Wells (Texas) para certificarme en la materia por el UL Research Institutes. Cuatro años después, la competencia intentaba emularnos.
No debes poner en marcha un negocio pensando en el dinero que ganarás
En sucesivas ediciones, continuamos acudiendo a la PEI Convention, pues siempre detectábamos soluciones interesantes para importar. De este modo, también fuimos precursores en traer a nuestro país las primeras bombas sumergidas con tubería de polietileno, que sustituían a los habituales surtidores por aspiración, activados por un motor eléctrico que absorbía el carburante del depósito. Idénticamente ocurrió con las arquetas prefabricadas ecológicas, desplazando a las de obra y evitando el riesgo de contaminación en caso de vertido, lo que nos convirtió en pioneros en nuestro sector en lo que a prácticas respetuosas con el medio ambiente se refiere. Todo ello propiciaba que despertáramos expectación entre nuestros clientes y que la confianza que depositaban en nosotros se consolidara. El carácter innovador se conjugaba con el espíritu de servicio que nos definía, algo que no respondía a objetivos puramente económicos, sino a la pasión por este trabajo. Estoy convencido de que no debes poner en marcha un negocio pensando en el dinero que ganarás, sino que debes guiarte por aquello que realmente te entusiasma y te inspira. Personalmente, lo que siempre me ha estimulado ha sido introducir avances tecnológicos para poder ofrecer un servicio óptimo a nuestros clientes.
Mi implicación en la empresa paterna había propiciado que gozara en el sector de la imagen de un profesional serio, trabajador y comprometido
En un determinado momento, me sentí empujado a pilotar mi propia compañía. Aunque le guardaba una gran estima a mi padre, nuestras perspectivas eran muy divergentes. Él se mostraba excesivamente conservador y yo era un motor de 500 caballos. Ante mis propuestas para dotar de mayor «velocidad» al negocio, él era reticente a asumir riesgos. Aunque siempre he compartido con mi padre una de sus máximas —«Comprarás, venderás, pero nunca fabricarás»—, había otros aspectos en los que nuestros espíritus eran muy distintos. La implicación de la que yo hacía gala en su empresa y el contacto estrecho que mantenía con clientes y proveedores había propiciado que gozara en el sector de la imagen de un profesional serio, trabajador y comprometido, de ahí que no me costara ganarme la confianza y el cariño de Antonio García Monte-López, un industrial con negocios en el entorno de los combustibles, pero, también, en el naval, en el minero, etc. No solo me animó a poner en marcha mi empresa, sino que se avino a participar en ella, convirtiéndose en uno de los cuatro socios fundadores junto a mi hermano y Jaume Asens, antiguo director general de Petrocat y de Cepsa. Cada uno de ellos aportó cinco millones de pesetas a la sociedad, constituida el 1 de septiembre de 1998. «Tú pones lo más importante: tu persona», intentó diluir mi incomodidad don Antonio, al no poder aportar yo nada de capital. Cuatro meses más tarde, cerrábamos el ejercicio con una facturación que multiplicaba exponencialmente la que alcanzaba la compañía de mi padre, y los socios pudieron recuperar su aportación. El despegue de la empresa cabe atribuirlo a que yo continuaba sin faltar a mi compromiso de servicio con los clientes, acudiendo de noche y en fin de semana a resolver cualquier problema que pudiera surgirles. Y eso obtuvo su recompensa en forma de fidelidad permanente.
Gracias a la confianza que ofrecemos estamos prestando servicio a 1.800 estaciones en toda España y somos todo un referente en el sector
Pese al crecimiento exponencial de Fort Instalaciones Petroleras, yo seguía actuando como el primer día, algo que me recriminaba, muy diplomáticamente, Jaume Asens, quien me achacaba ser el «descargador» de camiones más caro del mundo; o el «aprietatuercas» menos rentable. «Tienes que empezar a delegar», me reclamaba, haciéndome ver que nuestra organización funcionaba como una pirámide invertida, donde yo estaba asumiendo funciones que, por jerarquía, no me correspondían. Amigablemente, acabó vendiéndome su participación, lo que para él constituyó un buen negocio, al multiplicar por más de veinte su aportación inicial. Más tarde adquirí la de don Antonio, cuyo grupo empresarial atravesaba problemas y solicitó concurso de acreedores. No tengo sino palabras de gratitud para ambos, cuyos consejos, apoyo y maestrazgo ayudaron a hacer de mi empresa lo que es hoy en día. Finalmente, le propuse a mi hermano comprar su mitad. Se acercaba el momento de pensar en la segunda generación de la empresa, y para mí era muy importante garantizarles como legado el espíritu de servicio al que yo había querido dotar al proyecto desde el principio. Fue así como me convertí en único propietario de esta organización, hoy especializada en la construcción de estaciones de servicio y en la gestión de su mantenimiento. Al mismo tiempo, somos importadores de equipos para esas gasolineras, con sistemas desarrollados por fabricantes líderes, a quienes acudimos directamente, y cuyas innovaciones también instalamos a nuestros clientes. Ello nos ha dado un valor añadido que nos convierte en una de las compañías referentes de nuestro ámbito, basado en la confianza que ofrecemos. En la actualidad, prestamos servicio a mil ochocientas estaciones en toda España y, cada año, actuamos en un centenar de gasolineras, ya sean de nueva construcción o para efectuar una reforma.
Marta: Con ocho años ya sabía identificar las piezas y ayudar en los inventarios y en la preparación de los pedidos
Me introduje en la empresa familiar de manera muy natural. En primer lugar, porque asimilé ese olor a combustible que desprendía mi padre cuando llegaba a casa, pero, también, porque ya a los ocho años le ayudaba en los inventarios y en la preparación de los pedidos, y sabía identificar un codo de determinado calibre o una curva de 45º. A los diecinueve, tuve mi primer cargo «oficial» en la entidad, al asumir el servicio de atención al cliente, una función que compatibilizaba con mis estudios. Eso significaba que, desde las seis de la tarde hasta las ocho de la mañana, atendía el teléfono de guardia que tenemos habilitado las 24 horas del día los 365 día del año, desde el cual yo trataba de resolver remotamente cualquier problema. Eso requería ciertos conocimientos técnicos, a fin de poder realizar un filtraje de las incidencias, diagnosticando el problema, transmitiendo tranquilidad a los clientes y reclamando la asistencia del técnico correspondiente si era necesario para que acudiera a efectuar la reparación. El perfil de interlocutores solía ser muy variopinto, pues, en ocasiones, podían llamarnos para resolver una avería, incluso, personas que trabajaban en la tienda de la estación y que estaban supliendo a los encargados habituales de los surtidores, con el consecuente desconocimiento que tenía ese empleado sobre el tema. Esa etapa me sirvió para familiarizarme con el espíritu de servicio que siempre ha querido imprimir mi padre a la empresa. Me resultaba gratificante saber que, en ocasiones, él recibía elogios por el trato dispensado; sobre todo, teniendo en cuenta que ignoraban que era su hija. También agradezco que mi progenitor nunca pretendiera forzarme a trabajar en la compañía y que me permitiera estudiar la carrera que deseaba: la de maestra de educación infantil. Por voluntad propia, hace diez años me incorporé a la empresa familiar, donde he ido conociendo los distintos departamentos hasta asumir, el año pasado, la gerencia. Ese recorrido me ha permitido obtener una visión global del negocio que me faculta para brindar un servicio óptimo a los clientes. En nuestras oficinas centrales, en Parets del Vallès, recogemos nuestro lema, que reza: «Un mundo de soluciones al servicio del cliente», lo que significa no solo mantener o levantar instalaciones, sino asistir en cualquier necesidad que presente la clientela; por ejemplo, nos ocupamos de gestionarle las inspecciones de seguridad a su debido momento, obteniendo los certificados pertinentes sin que tenga que preocuparse de nada. Somos como una especie de partner de confianza, que vela por su gasolinera como si fuera nuestra. En definitiva, se trata de ayudarle desde todas las vertientes.
Nuestro valor añadido reside en que ofrecemos un servicio constante y completo
Mientras algunos de nuestros competidores necesitan un ingeniero, un técnico y un comercial para resolver una determinada necesidad, nosotros podemos bastarnos para dar respuesta a todo ello, pues contamos con un equipo humano multidisciplinar de cien profesionales, que nos permite asumir los distintos proyectos sin necesidad de subcontratar ningún servicio, ya que tenemos un departamento de Ingeniería, otro de Obra Civil, otro Eléctrico, otro de Instalaciones… y el propiamente Petrolero. A ello cabe sumarle nuestra condición de importadores de los surtidores americanos Dresser Wayne, de las tuberías italianas Nupi, de depósitos, válvulas, bombas sumergidas… A nuestros clientes, por tanto, les asesoramos, atendemos ininterrumpidamente sus demandas, estudiamos la viabilidad de un proyecto, les gestionamos los trámites legales y, en definitiva, les ofrecemos asistencia continua y proyectos llave en mano para que no tengan que preocuparse de nada más que de satisfacer las facturas.
Hasta 2050, el 69% de los vehículos continuarán recurriendo a combustibles fósiles
Desde el 2017, la normativa ha convertido a las gasolineras en uno de los puntos más seguros del planeta. Nosotros pudimos adaptarnos fácilmente al encomiable rigor de la nueva regulación por el hecho de que nuestros productos siempre han sido los de última generación, también en materia de seguridad. Este es un aspecto que preocupa, y con razón, a nuestros clientes, junto con el elemento de la sostenibilidad. Siendo como somos un sector vinculado al combustible fósil, ofrecemos no obstante cargas para vehículos eléctricos si así nos lo requieren. Sin embargo, a partir de la información obtenida a través de la European Underground Laboratories Association —una organización sin ánimo de lucro que promueve la investigación, el desarrollo técnico, la innovación y la ciencia—, así como de la asistencia a congresos y ferias, somos un tanto escépticos respecto hacia dónde se dirige el futuro del transporte. Determinados informes señalan que, en 2050, el 69% de los vehículos continuarán recurriendo a los combustibles fósiles, mientras que el 31% restante estarán alimentados por energías renovables. Pero el coche eléctrico acaparará una pequeña porción de ese porcentaje, concentrándose su uso en las grandes ciudades y áreas metropolitanas. En cambio, existen mejores expectativas para el hidrógeno y el gas natural ionizado. A nuestros clientes les hacemos ver que, en todo caso, si se opta por estas dos últimas alternativas, las gasolineras continuarán erigiéndose en el punto clave de distribución. Por el contrario, para el repostaje de los vehículos eléctricos se acude a otros centros, como aparcamientos públicos, supermercados o las propias viviendas, si bien la infraestructura eléctrica española no está preparada para proporcionar adecuadamente este servicio. De hecho, el desarrollo del vehículo eléctrico halla su impulso en las políticas europeas auspiciadas por los partidos ecologistas, que han obligado a la industria automovilística a producir una cuota de este tipo de coches para evitar la aplicación de sanciones como la infligida a Volkswagen.
Sería necesario implantar programas de aprendizaje en las empresas subvencionados por el Estado
Cuando, con catorce años, me inicié en esta profesión, la reglamentación laboral era muy distinta a la actual, en la que todo resulta más complejo, al no existir una fórmula que facilite el aprendizaje de los jóvenes. A las empresas no les resulta atractivo incorporar a un chico sin experiencia, pues requiere proporcionarle una formación completa, asumiendo unos costes equiparables a los de un oficial de primera cualificado; con el riesgo de que, una vez formado, abandone la compañía para sumarse a la competencia. Hay que tener en cuenta que nuestra labor no se desarrolla en una fábrica, sino en el domicilio de los clientes: en Burgos, en Albacete o en Fuengirola. El desplazamiento, las dietas, el alojamiento… comportan el mismo gasto tanto si se trata de un oficial como de un joven que no hace más que mirar. Lamentablemente, en este país todo el mundo apuesta por que sus hijos estudien carrera universitaria y nadie valora la opción de la FP. Cada vez cuesta más dar con carpinteros, electricistas u otros operarios, posiblemente, porque venimos de una generación que, a fin de resarcirse de su frustración por no haber tenido la posibilidad de ir a la universidad, anhelan que sus descendientes cursen sí o sí una carrera. Al respecto, no es de extrañar la insatisfacción laboral de la juventud, dado que, tras haber realizado una ingeniería u obtenido cualquier otra titulación superior, se ven obligados a ganarse la vida repartiendo pizzas, porque nadie les ofrece una oportunidad, al carecer de experiencia. Pero ¿cómo van a adquirir experiencia si las empresas no les brindan oportunidades, precisamente por los costes que mencionaba antes? Para evitar este círculo vicioso, sería menester implantar un aprendizaje subvencionado por el Estado. En Alemania, las fábricas cuentan con escuelas que forman a los jóvenes candidatos, de tal modo que, quienes demuestran valía, se incorporan a la empresa. En Fort Instalaciones Petroleras hemos empezado a dar oportunidades a los jóvenes, con la posibilidad de progresar en la compañía. Nuestra directora financiera, Anna, constituye el mejor ejemplo de ello, pues se inició realizando prácticas como becaria hace cinco años y ha ido ascendiendo hasta alcanzar su actual posición. Quien valora esas oportunidades y demuestra compromiso, puede hallar en nuestra empresa confianza y estabilidad. Por otro lado, somos muy conscientes de la importancia de mantener actualizados los conocimientos de nuestro personal, de forma que invertimos mucho tiempo, dinero y esfuerzo en su formación y reciclaje, tanto de forma interna como externa, para mejorar sus competencias técnicas y de seguridad.
Marta: Quien es trabajador y emprendedor lo es en todos los ámbitos, no solo en el laboral
La parte más importante de nuestra compañía recae en el servicio técnico, esto es, en la respuesta que ofrece nuestro equipo en la calle, acudiendo a satisfacer las necesidades de los clientes. Es muy importante que nuestros empleados compartan los mismos valores que nos definen, porque son nuestros mejores embajadores. A fin de cuentas, la empresa se basa en tres pilares: el equipo, los clientes y los proveedores. Nuestros profesionales son los compañeros de viaje imprescindibles para atender a los clientes, los cuales resultan indispensables para que la actividad tenga continuidad. Y ésta tampoco sería posible sin el concurso de dichos proveedores, quienes nos suministran los mejores recursos para garantizar nuestro servicio. Tenemos la gran suerte de que nuestro patrimonio humano ha asimilado por completo este grado de compromiso con los clientes, ya que responde a un determinado perfil concienzudo y colaborador, y no ya solo en el terreno profesional, sino también humano; y es que la persona trabajadora y emprendedora lo es en todos los ámbitos, no solo en el laboral. También somos conscientes de la necesidad de un buen ambiente de trabajo y de una remuneración competitiva, puesto que un empleado satisfecho siempre rinde más y mejor. Quienes integramos Fort Instalaciones Petroleras constituimos realmente un equipo, con lo que siempre pensamos en el progreso colectivo. Como dice mi padre: «Si la empresa es como una vaca, tiene que haber leche para todos». Y ese afán por progresar nos empuja a seguir asistiendo a ferias profesionales, como la Uniti Expo de Stuttgart o la norteamericana PEI Convention, donde buscamos siempre los productos más innovadores para incorporar a nuestra distribución y, de este modo, tanto reforzar lazos con los proveedores como contribuir a mejorar la competitividad de nuestros clientes.
Asun, la que estaba predestinada a ser la mujer de mi vida
Marta se confirma como la segunda generación al frente de la empresa, y la cuarta de esta actividad en la familia. La primogénita, Adriana, ha preferido dedicarse a la docencia. En cuanto a Oriol, que cuenta dieciséis años, aún resulta prematuro saber hacia dónde se decantará. Si desea estudiar Ingeniería, siempre tendrá las puertas abiertas de nuestra compañía, pero nunca pienso forzarle. Mi deseo es que escoja el camino que le haga más feliz. A las más jóvenes, Martina, Gemma y Rita, les invitaré asimismo a perfilar el futuro que elijan, dedicándose a aquello que les apasione, sea lo que sea, sin dejarles de tender la mano por si un día desean acompañarnos en nuestro proyecto profesional. Ahí cuento, también, con el apoyo de Asun, mi tercera esposa, quien abandonó su cátedra de Geografía e Historia en la Universitat de Barcelona para sumarse a este sector. Asun estaba destinada a ser la mujer de mi vida, ya cuando, con dieciocho años, éramos novios. Nuestra relación no pudo prosperar entonces, pero la vida acabó brindándonos una segunda oportunidad y, años más tarde, con el concurso de mi hija Marta, que me ayudó a reencontrarla, acabamos casándonos.