Catalucía

¡Queda proclamada la República catalana! Catalucía

¿Se puede editar una novela de acción e intriga sobre uno de los temas que más puede afectar a ciudadanos y políticos de la vieja guardia? En todo caso, es un buen ejercicio de madurez democrática. El lector hallará en Catalucía unas horas de evasión, esté o no interesado por la política. Àngel Font sabe muy bien cómo enganchar a lectores de todo tipo y nivel. La secesión de una parte de España es un tema que nos afecta y debería preocuparnos a todos, ¿o no? ¿El orgullo nacional solo existe para tener una España fuerte e indivisible? ¿O también para pactar o dar la espalda al que habla de separación en épocas de globalización? Con imaginación, no exenta de ironía y segundas intenciones, la acción nos lleva a un desenlace final completamente inesperado.

Ciudadanos de a pie y políticos hallarán en estas páginas ardientes y apasionados planteamientos y ganas de movida para matar el propio aburrimiento. Soluciones disparatadas para el disparate nacional, que sigue siendo la falta de entendimiento. Después de estar tan unidos con o contra Franco, ¿qué puede despertar el interés de las nuevas generaciones? La respuesta no se halla en esta novela, pero con Catalucía queda claro que el desinterés ciudadano y la apatía política deberían despertar y volver a crear pasiones, o cuando menos hacer un precalentamiento en formato de libro.

Extractos de Catalucía

Pág. 47

«En un abrir y cerrar de ojos la máquina tiró con fuerza del brazo y lo aserró a la altura del hombro. El motor se atascó y la sierra dejó de girar, pero el brazo daba saltos sobre la mesa, como si buscara el cuerpo al que pertenecía».

Pág. 89

«Cuando los catalanes conozcamos más y mejor al resto de autonomías y estas sepan a su vez cómo es realmente Cataluña, España será un auténtico modelo de convivencia y un gran país. De lo contrario, la única opción es la fórmula de Magí: ¡Boum! ―acabó Ricardo».

Pág. 149

«Aunque creía tener una buena causa o motivos con los que justificar sus acciones, Magí se encontraba al límite de la frontera que separa a los iluminados de aquellos que sin una luz que los guíe son incapaces de ver nada».

Pág. 168

«Para mí el sexo es una explosión, una integración en el Orden Universal de las Cosas. Cuando lo practico, me siento parte del Cosmos por unos instantes, lucho todos los días para no hallarle fin. El carácter efímero del placer me hace repetirlo una y otra vez en el vano intento de eternizarlo hasta el infinito».

Pág. 234

«Si los habitantes de Cataluña supieran lo que representaría para su bienestar y nivel de vida una independencia total, ganaríamos un referéndum de autodeterminación».

Pág. 244

“Ara és l’hora, segadors”, pensaban; una frase que para un catalán viene a significar algo así como “Llegó nuestra hora, soldados”. O también, dicho en argot moderno, “que no nos pase nada”.

Pág. 317

«La ambición extrema es un síntoma inequívoco de locura».