Cuando se me propuso escribir el prólogo para un libro sobre biografías relevantes de empresarios cosméticos acepté encantando. Durante mi carrera como investigador en el ámbito de materiales y nanomateriales he tenido la oportunidad de colaborar con la industria cosmética de nuestro país. He sido testigo de su enorme capacidad de innovación, su enfoque internacional y su alta apuesta por la captación de talento.
Han sido capaces de generar un ecosistema propio que, con la calidad como marca de fábrica, compiten con ventaja con los grandes grupos multinacionales.
Esta capacidad de liderazgo no solo abarca a la comercialización de los productos acabados, si no que ha creado una red de proveedores especializados en el campo, en el libro tenemos algún ejemplo significativo.
Pero nuestros empresarios no se han conformado con ser un referente en el ámbito cosmético. Con el auge de la dermocosmética y la dermofarmacia, han entrado de lleno en el desarrollo de formulaciones y productos con actividad terapéutica, abrazando el reto regulatorio con éxito y de nuevo posicionando a nuestra industria como una de las que lideran este ámbito de gran crecimiento potencial.
Me gustaría destacar el enorme esfuerzo realizado por nuestros empresarios cosméticos en la realización de inversiones significativas para mejorar los sistemas de producción, la construcción de salas blancas para la fabricación estéril. El gasto en I+D también es claramente superior al de otras industrias tradicionales en nuestro país.
Ojalá el ejemplo de los empresarios que aparecen en este volumen cunda en nuestro tejido industrial y en unos años podamos decir que disponemos de otras áreas de actividad con el dinamismo y el futuro del de nuestra industria cosmética.