Cuando mi amigo Àngel Font me invitó amablemente a escribir este pequeño prólogo para el tercer volumen de la presente edición Biografías relevantes de nuestros empresarios, lo primero que me vino a la cabeza es: ¿de quiénes estamos hablando?
Efectivamente, el 99,9% del tejido empresarial de nuestro país lo componen pequeñas y medianas empresas. Únicamente el 0,1% son grandes corporaciones. Las pymes suponen el 65% del PIB de nuestro país y generan el 75% de los puestos de trabajo. Hay 2.924.303 pymes y de estas, 1.124.765 son microempresas con asalariados, además de 1.616.095 microempresas sin asalariados, 157.799 pequeñas empresas y las 25.644 restantes que son medianas empresas.
Pues bien, esta foto que acabamos de visualizar es la que nos da una idea de la importancia de los empresarios de las pymes, no solo en cuanto a la creación de empleo y riqueza, sino también en lo que respecta a la estabilidad económica en nuestro país, desmitificando esa imagen tan extendida entre la ciudadanía de que nuestra estabilidad socioeconómica depende de las grandes corporaciones.
Además, contrariamente a lo que teníamos entendido, con el establecimiento del mínimo del 15% en el impuesto de sociedades, se ha puesto de manifiesto que las grandes empresas pagan a un tipo medio, que es menos de la mitad del tipo medio que pagan las pymes: situación difícil de entender y que nada tiene que ver con la realidad que acabamos de describir.
Por otro lado, incrementando la productividad por empleado e impulsando la inversión en I+D, se podría mejorar la competitividad de las empresas españolas, generando un crecimiento adicional del PIB. Pues bien, la mejor fórmula para ello, desde mi punto de vista, sería ayudar, con las políticas adecuadas, a que las pymes fueran capaces de aumentar su tamaño medio y a que España, como país, fuera capaz de mejorar factores como la calidad de la educación y de rebajar y racionalizar la carga administrativa. Con ello, la aportación al crecimiento económico sería mucho mayor.
Para finalizar, no quiero pasar por alto el momento crucial que estamos viviendo. La digitalización y la innovación están en la base de la inteligencia artificial y todo su entorno vinculado, como el metaverso, iCloud, blockchain, etc., llamados a tener una incidencia enorme en el mundo empresarial y en la sociedad en que vivimos, a muy corto plazo.
En mi opinión, se debería partir de la realidad de la estructura empresarial española que acabamos de visualizar, para que el proceso de digitalización sea el adecuado, adaptando las normativas y las estrategias de ahora. El quid de la cuestión no es digitalizar los procesos actuales, que también, sino entender por dónde van a ir los nuevos procesos en un entorno digitalizado. Y ahí la relevancia de las pymes en dicho proceso es fundamental para nuestro futuro.