Escribir un prólogo siempre es un reto: debes aportar entusiasmo para animar a su lectura y, a la vez, contar algo suficientemente interesante como para que merezca la pena el tiempo invertido en él antes de pasar al contenido principal.
La primera parte es sencilla; sobran los motivos para interesarse por descubrir las trayectorias vitales, motivaciones y experiencias de los 35 empresarios y empresarias que se relatan en este volumen. Demasiado a menudo se ha caracterizado para mal la figura empresarial. Pero en un país donde el 95% de las empresas tienen menos de 10 trabajadores, los empresarios son en su gran mayoría trabajadores que se dejan la piel en días laborables y festivos para sacar adelante sus negocios.
Todos ellos necesitan apoyo, herramientas para que sus proyectos crezcan y, con ellos, lo hagan los puestos de trabajo, la innovación y el conocimiento. Trabajar en este sentido ha sido siempre mi voluntad en el ejercicio de las distintas responsabilidades que he tenido (y tengo) en el Govern de la Generalitat de Catalunya.
Y también en esta línea se dirige el libro que el lector tiene ahora en sus manos. Las 35 historias que vienen a continuación son una demostración de lo que hay realmente en un empresario: esfuerzo, compromiso y voluntad de aportar a la sociedad. Catalunya es un país de gran espíritu emprendedor, con amplio bagaje industrial y una experiencia comercial forjada por su ubicación geoestratégica en las principales rutas comerciales que pasan por el Mediterráneo. Cualquier contribución que haga visible todo este potencial siempre es bienvenida.
Pero más allá de la inspiración que nos pueden aportar estas historias, ¿por qué son importantes? Pues porque los empresarios son de los primeros que sufren los vaivenes de la economía. Y en Catalunya, con la apertura al mundo que nos caracteriza, estamos viviendo en estos últimos años los efectos de una etapa plagada de crisis. Las hemos tenido financieras, sanitarias y nos queda aún mucho para superar la climática.
Esto supone un enorme reto si queremos fortalecer nuestra economía, que se haga resistente a tantas incertidumbres y capaz de seguir generando valor, pese a los choques globales que aún no sabemos que padeceremos.
En este sentido, Catalunya debe transformar su modelo productivo de la mano de la transformación de su modelo energético, puesto que no podrá haber competitividad sin sostenibilidad. El objetivo es claro: dotar al país de una mayor soberanía industrial, tecnológica y energética.
Si seremos capaces de conseguirlo depende del empeño que pongamos entre todos: ciudadanos, empresas y administraciones. Y para ello debemos activar todo el talento y conocimiento que tengamos a nuestro alcance. Pongámonos a ello.