Sr. Adolfo López Aguayo
Sr. Adolfo López Aguayo
TH, 4t-5è VOLUM. El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo.

ADOLFO ARTURO LÓPEZ AGUAYO

RMD

Texto del 10-10-2011

Dos décadas al frente de una entidad dedicada a recuperar y reciclar materiales diversos han permitido a este infatigable emprendedor conocer los entresijos del mundo empresarial. En 2008 superó un concurso de acreedores gracias a que lo implementó a tiempo; por ello es firme defensor de la Ley Concursal. El cambio de hegemonía económica de Occidente a Oriente le parece una cuestión preocupante que se podría subsanar frenando la deslocalización y repatriando la producción.

Inicios en el sector del aprovechamiento del cobre

El nombre de nuestra compañía es explícito en lo que se refiere a nuestra dedicación: Recuperación Materiales Diversos (RMD). Aunque estamos afincados en León, vendemos a todo el mundo. Iniciamos la actividad en 1991 ofreciendo una alternativa a la recuperación del cobre de los cableados, que entonces aún se quemaban para aprovechar su metal conductor, con el consiguiente perjuicio ecológico. Vimos ese nicho de mercado porque en el resto de Europa los cables ya no se quemaban y había procesos mecánicos donde, tras distintas fases de molienda, separaban el cobre del plástico. Y así lo hicimos también. Montamos una pequeña instalación en una antigua serrería de la provincia de León y contratamos cinco trabajadores. Las fuentes de suministro eran grandes compañías, como Iberdrola y Telefónica, y chatarreras.

Averiguar las fuentes de suministro y ofrecerles nuestro servicio

La idea de negocio consistía en averiguar las fuentes de suministro y ofrecerles nuestro servicio, es decir, nos daban el cable y nosotros se lo transformábamos. A cambio nos quedábamos con una parte del cobre como pago por el servicio, algo parecido a como funcionaban los molinos antiguamente. Así obteníamos, por un lado, experiencia en el proceso mecánico; por otro, averiguábamos dónde se encontraba el suministro, y por último, empezamos a tomar conciencia de la calidad del poco cobre que nos quedábamos y de su posible comercialización.

Eclosión de la compañía

En aquella época, en España las fundiciones no estaban acostumbradas a recibir granalla, que es el cobre en forma de granos de arroz. Por eso en 1992 tuvimos que abrirnos mercado en Alemania. En poco menos de un año pasamos de ofrecer exclusivamente un servicio a comprarles el material a nuestros clientes. Ya éramos capaces de hacerlo y de convencerles de que reciclasen el cable. Así, siguiendo la estrategia de comprar materia prima, que en este sector es el quid de la cuestión, empezó a eclosionar la compañía y, desde entonces, se hizo fundamental para nosotros mantener el proveedor.

Clasificación y racionalización de la tipología de cables

El cable era entonces muy maltratado. No había unas especificaciones técnicas de suministro. Nosotros empezamos a clasificarlos e impusimos el sentido común para su selección: cables telefónicos, eléctricos, submarinos, de desguaces navales… Fuimos indicándoles a nuestros proveedores cómo tenían que organizar los suministros y conseguimos que parte del trabajo que hacíamos en la factoría lo realizaran ellos cuando recibían los materiales, sin que les supusiera apenas trabajo. Esta bilateralidad marcó un estilo que nos define hasta hoy.

En continua diversificación y expansión

En 1993, a los dos años de iniciar la actividad, ya facturábamos 1.500 millones de pesetas y tocábamos todo tipo de cables, y a partir de 1997 empezamos a hacer las primeras pruebas para reciclar neumáticos. En el año 2000 cambiamos nuestras instalaciones de la vieja serrería y compramos 13 hectáreas de terreno, donde hoy se encuentra la actual factoría y nuestra sede social. Aparte, tenemos factorías en Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona) y Sevilla, y participamos en otras empresas en España y Francia. En el norte de África (Tánger y Casablanca) tenemos dos centros de recogida con empresas participadas en un 95%.

En Londres se fija el precio

El precio de los metales en todo el mundo se fija en Londres. En base a esas cotizaciones sabemos diariamente los precios de los cables, tanto para la venta como para la compra. Cada año movemos unas 130.000 toneladas de distintas materias primas, 30.000 de ellas de cables. Como se comprenderá, nuestros ojos están posados en la capital inglesa de modo constante.

Muchas toneladas de chatarra

La actividad industrial ha disminuido y, con ello, también la recuperación de cables. Hemos pasado de 45.000 toneladas en 2008 a 30.000 en 2011. Luego están otras mercaderías que compramos, como los distintos tipos de chatarra con contenido en metales no férricos, más 55.000 toneladas de neumáticos fuera de uso y 5.000 toneladas de perfil de aluminio, un producto que ha acusado drásticamente la crisis de la construcción. Nuestro trabajo es un termómetro de la industria del país, porque nos proveemos de una actividad industrial y suministramos materiales reciclados a otra, y vemos las penurias que están pasando a ambos lados.

Hacer un concurso de acreedores a tiempo

La palabra crisis en chino significa “riesgo, oportunidad”, y así es como la veo yo. En el año 2008 recibimos la presión de algunas entidades financieras, que nos obligaron a disminuir nuestros riesgos sobre posiciones de circulante. Entiéndase que tan solo seis meses antes alguno de estos bancos nos había ampliado sus líneas de crédito. Cierto es también que, durante los últimos años, del 2004 al 2007, nuestra compañía dio un salto importante en su expansión, gracias al dinero aportado, en su mayoría, por las entidades financieras. Finalmente, y para protegernos tanto de la crisis como de la presión de las entidades financieras, decidimos en diciembre de 2008 solicitar concurso de acreedores, voluntario y por insolvencia inminente (futura), y tras 14 meses de negociaciones se aprobó el convenio en enero de 2010. Los más de 100 millones de euros se novaron sin quita y con espera a 15 años. Como consecuencia de la aprobación del convenio y del concurso previo voluntario e inminente, disponíamos aún de realizable para continuar el normal desenvolvimiento de la empresa.

Una buena Ley Concursal

Pedir auxilio judicial voluntariamente no me parece nada malo. Es cierto que la actual Ley Concursal tiene alguna incongruencia, como que la espera sea de cinco años, muy pequeña. O que los aranceles tasados por los administradores concursales sean un agravio comparativo respecto a las tasas orientativas del resto de los profesionales de la abogacía, pues se les paga desproporcionadamente. Pero aparte de este par de desajustes, es en general una buena ley y es importante que todos los empresarios la conozcan de primera mano. Siempre que la compañía tome la decisión voluntaria de hacer el concurso a tiempo, si no se han fallado las obligaciones de pago y se tiene liquidez, por mi experiencia puedo decir que la nueva Ley Concursal salva las empresas.

Círculo virtuoso versus círculo vicioso

Debemos ser muy estrictos con los cobros y con los pagos. Todo lo que sea buscar la financiación a través del cliente –o nuestros proveedores a través nuestro– es un círculo vicioso. Cuando un cliente te dice que le vendas más caro a cambio de más plazo, se está cavando su propia tumba, si se me permite el símil. En una empresa no puede prevalecer la liquidez sobre la explotación. Si es así, tarde o temprano se verá abocada a cerrar. Nosotros casi exigimos a nuestros clientes que nos paguen al contado y, a cambio, les hacemos un descuento. En consecuencia, pagamos a los proveedores al contado. Pagar al contado es un círculo virtuoso.

Cambio de hegemonía económica

Los 150 años de hegemonía estadounidense y europea se está desplazando a Oriente Medio y Asia. Cada vez que echamos un litro de gasoil esos países reciben un dinero que no vuelve, que se queda allí. Cada vez que nos llega un contenedor de China con productos más baratos que lo que podemos fabricar aquí, el dinero con el que lo pagamos tampoco vuelve, y con cada pago creamos unos cuantos parados en Europa. Desde hace 30 años estamos importando paro.

Marruecos, la China de Europa

La China de Europa –aunque esté en el norte de África– es Marruecos. Todo el sector del cableado, que implica mucha mano de obra, se está deslocalizando hacia Marruecos. El año que viene se deslocalizarán cuatro empresas que nos proveen. Téngase en cuenta que, mientras que un trabajador del cableado en España le cuesta a un empresario 15 euros a la hora, en Marruecos le cuesta solo 1,5 euros a la hora, es decir, diez veces menos.

En contra de la deslocalización

Me subleva que una empresa se deslocalice a países donde la mano de obra es más barata y luego tenga la desfachatez de pretender seguir vendiendo allí donde han producido paro al irse. Me parece aberrante y bárbaro. Y no lo digo sólo como Adolfo López, hombre de la calle, sino también como empresario, por mucho que pueda entender la oportunidad de negocio que representa deslocalizar. Es el Gobierno, quien debe equilibrar la situación para vigilar el bienestar del país, porque, ¿cómo vamos a mantener el Estado del bienestar si nuestra producción se va?

Repatriar la producción

Necesitamos políticos responsables. Las medidas contra la crisis que se han tomado hasta hoy son demasiado generalistas y poco eficaces. No podemos seguir haciendo lo que estamos haciendo: endeudarnos para pagar la deuda que vence para subsidiar el Estado del bienestar –que me parece muy bien– y para pagar el déficit. Sin embargo, no se destina ni un euro a la cadena de producción. Hay que repatriar la producción que se ha ido. El primer criterio que debe atender un político es el económico, llevar al Estado como una empresa, lo que significa tener más ingresos que gastos.