Texto del 01-08-2012
El apellido que comparte con el ilustre escritor madrileño define la lucidez del responsable de esta entidad de vivienda residencial de lujo que, junto a su socio, Ángel Pérez, han sido capaces de levantar un proyecto empresarial constructor en plena crisis. Semejante proeza se explica por la convicción de que los años de bonanza han dejado un país moderno y preparado para el futuro; ahora solo falta recuperar el optimismo y la autoconfianza.
De trabajador por cuenta ajena a presidente de mi propia empresa
Soy arquitecto y máster por la IESE. Tras trabajar en Dragados y ocupar el cargo de director general de edificación, en el 2007 decidí sumarme a un proyecto empresarial que se había iniciado el año anterior. Ángel Pérez, mi socio, y yo constituimos así la actual configuración de Alea Global, holding integrado por una constructora, una promotora y un conjunto de entidades diversas. Nos dedicamos sobre todo al ámbito de la vivienda residencial de lujo, aunque también hacemos, en menor medida, edificación pública: centros de salud, museos… Contamos con 180 empleados; entre ellos, 15 arquitectos. Muchos de los profesionales que integran la plantilla son amigos y compañeros que vinieron conmigo desde Dragados para sumarse a esta aventura arriesgada pero ilusionante.
Una empresa constructora nacida con la crisis
Iniciamos una empresa constructora a las puertas de la peor crisis que ha atravesado el sector en 40 años. Naturalmente, ello ya nos ha hecho pasar por algunas dificultades; por ejemplo, el gran número de impagados con que se saldó el 2008 nos obligó a reducir la plantilla. Aun así, hemos intentado mantenerla inalterable en un 80%, y seguimos creyendo en nuestro proyecto, lo que nos ha llevado a avalarlo personalmente, con nuestros bienes propios.
Sector caracterizado por altibajos cíclicos
Nuestro ámbito laboral está marcado por muchos altibajos: a todo momento de euforia le sigue otro de depresión, y viceversa. Por lo tanto, nuestro objetivo es seguir trabajando tan bien como lo hemos hecho hasta ahora y generar la suficiente tesorería para que el negocio siga. Lo que deseamos es no dejarnos perder a los magníficos profesionales –y no menos magníficas personas– que tenemos. Así, cuando en el 2014 o 2015 la situación se normalice, estaremos en una posición óptima para absorber la demanda.
La caída del consumo interno propició la exportación
Habríamos querido consolidarnos primero en el mercado interior, que abarca toda España, antes de salir al extranjero. Sin embargo, la vertiginosa caída del consumo interno propició que tuviéramos que iniciar algún proyecto fuera. De todas formas, nuestro volumen de facturación respecto al mercado nacional e internacional es del 80% y el 20% respectivamente. Hoy estamos construyendo un Dino Park en Rumanía con fondos europeos; en Colombia, tenemos proyectada una promoción de vivienda residencial de lujo, y nuestra intención es introducirnos en el mercado uruguayo, un país con muchos atractivos porque es pequeño y accesible, no ha habido en él un desembarco masivo de inversores y empresarios españoles, y en Montevideo se halla la sede del Mercosur, con la demanda de residencial de lujo que ello implica.
Mercosur, una gran oportunidad
El Mercado Común del Sur (Mercosur) es una entidad supranacional que integra a Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, así como a Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Ecuador en calidad de países asociados. Teniendo en cuenta que supone la libre circulación de bienes en estos Estados, es muy fácil iniciar un negocio en uno de ellos y llevarlo a otro. Es toda una oportunidad para las empresas españolas (más teniendo en cuenta las ventajas idomáticas), que sin embargo no parecen aprovechar como debieran, quizá por desconocimiento.
Promociones de viviendas de lujo de limitado volumen y alta calidad
Nuestra especialidad, la vivienda de lujo, no ha sufrido una caída de consumo tan acusada como la del resto del sector constructor; en primer lugar, porque el cliente potencial tiene un nivel económico tan alto que la crisis le afecta relativamente, y, en segundo, porque muchos inversores extranjeros aprovechan la coyuntura para adquirir propiedades en suelo español. Además, hacemos promociones de muy limitado volumen: la última fueron ocho chalets de lujo en la provincia de Madrid, que sintomáticamente fueron adquiridos por cuatro compradores nacionales y cuatro de origen sudamericano.
Adaptarnos a las demandas de los clientes
Como somos una empresa mediana, mantenemos un trato directo con nuestros clientes, y trabajamos de forma minuciosa y cuidada. Normalmente, al asumir un proyecto, comenzamos por el diseño del mismo de mano de nuestros arquitectos y, luego, lo ejecutamos allí donde se localice. La planificación económica, los aparejadores e ingenieros y, de hecho, todos los mandos medios y superiores, así como la parte más técnica y, en general, el método y la filosofía laboral, quedan a cargo de nuestro personal; el resto de operarios y la mano de obra suelen ser autóctonos. Ello no obstante, contamos con una estructura flexible que permite adaptarnos a las demandas de los clientes, que pueden venirnos con un plano hecho por un arquitecto externo para que lo llevemos a cabo, o bien tener claras unas características de la vivienda que hemos de ocuparnos de materializar.
Por una Ley del Suelo sólida y de consenso
Los planes generales de ordenación en España casi no se han aplicado. Desde 1985, cuando se estableció la Ley Local que recogía las atribuciones de los ayuntamientos, estos han hecho un poco lo que han querido en temas de suelo. Durante los años de furor inmobiliario, incrementaron tanto el precio del terreno que este constituía el 80% del valor de una promoción, cuando lo habitual es que solo sea un 20% o 30%. Debería, por tanto, aprobarse una Ley del Suelo sólida y de consenso que impidiese la especulación, como sucede en otros países de Europa.
La morosidad y la falta de liquidez crediticia
Lo que hace que hoy estemos en una tesitura delicada no es que la burbuja inmobiliaria haya estallado (pues el sector constructivo suele tener unos picos de auge y caída muy marcados), sino dos problemas complementarios que deberíamos solucionar. De un lado, el tema de la morosidad, una verdadera lacra de nuestra economía, responsable de que muchas pymes, obligadas a financiar a sus clientes –que se permiten plazos de pago de 180, 200 y hasta 300 días–, se queden sin liquidez y acaben cerrando; y, del otro, el hecho de que el sector financiero ha cortado de raíz todo su apoyo al mundo constructivo, mientras que su política de créditos para el resto de actividades empresariales se ha visto muy reducida. Sin una ley que implique medidas punitivas ante los impagos y sin una banca que haga fluir el dinero, se entiende que las empresas españolas estén viviendo momentos dramáticos y que el índice de desempleo sea tan alto.
Quien teme las intervenciones, las auditorías o los controles es que algo esconde
El BCE ha dado dinero a nuestros bancos al 1% y ellos lo han invertido en deuda al 5%, de forma que no ha llegado nada de ese dinero al empresariado, ante la pasividad, nuevamente, del Banco de España. Por ello, me declaro a favor de que nuestro país sea intervenido. Cuanto más control haya en cualquier ámbito, mejor, pues ello solo propicia el incremento del rigor y la calidad. Quien tiene miedo a las intervenciones, las auditorías o los controles es que algo esconde.
Adelgazar la estructura del Estado
Los recortes sociales y la subida impositiva han sido males necesarios para atajar el déficit público. Pero convendría asimismo adelgazar nuestra Administración, por una cuestión de pura lógica: debemos disponer de los funcionarios que requiramos para ser operativos, ni más, ni menos. Las duplicidades no solo encarecen nuestra estructura estatal sino que entorpecen el desarrollo de las actividades económicas.
Unas palabras para nuestro presidente
Intentar poner en orden la situación financiera de España es una tarea ardua y no quisiera estar en la piel de nuestro presidente, don Mariano Rajoy. En general, maltratamos a nuestros políticos y les acusamos de incompetencia, cuando tienen una responsabilidad ingente y están irrisoriamente remunerados por ella.
Hay que generar optimismo porque España es un país lleno de oportunidades
Desde hace cuatro o cinco años, estamos sumidos en un pesimismo colectivo, avivado por los mensajes reiterativos y apocalípticos de los mass media. Debemos generar optimismo y poner las cosas en perspectiva. España sigue siendo una potencia en tres sectores: motor, construcción y turismo. Aunque el mercado interno haya caído, las capacidades de nuestras empresas y nuestros profesionales siguen ahí, intactas, y debemos exportarlas mientras se normaliza la situación. Hoy, de hecho, ya lo estamos haciendo como nunca, y superaremos con mucho la balanza de pagos.
Preparados para el futuro
Tenemos la suerte de vivir en un país muy bien desarrollado, con excelentes infraestructuras de todo tipo: sanitarias, educativas, de tránsito y almacenaje… Por tanto, somos una sociedad inmejorablemente preparada para el futuro, con seguridad jurídica y seriedad laboral. De ahí que no hayamos parado de recibir inversiones foráneas de Latinoamérica, Oriente Medio, etcétera. Y es que, a diferencia de algunos países del Este, cuya burocracia y corrupción impiden emplear los fondos estructurales europeos, nosotros hemos gastado el 100% de los mismos. Si bien es cierto que quizá ello no se ha hecho con toda la sensatez que se debiera, en todo caso prueba que nuestra Administración funciona.