TH, 4t-5è VOLUM. El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo.

FÉLIX GULLÓN RODRÍGUEZ

GALLETAS GULLÓN
Texto del 06/09/2011 .
Fotografía cedida por Félix Gullón.
 

Si alguien ha crecido a base de las famosas galletas María es Félix Gullón, palentino de la comarca de Campoo y biznieto de la señora María impulsora del nombre. Responsable de una tradición empresarial de solera y prestigio, en su opinión nuestra sociedad exige un cambio cultural que dignifique la figura del emprendedor. Aboga también por una mayor flexibilidad laboral y cree que España saldría del atolladero siguiendo el ejemplo de algunos países del norte de Europa en este campo.

Una entidad patrimonio de Aguilar de Campoo

De las cinco familias que en el siglo xix iniciaron la fabricación de galletas en Aguilar de Campoo y su comarca prácticamente solo mantenemos la actividad los Gullón. De alguna forma, somos patrimonio del pueblo. No se entiende Aguilar sin los Gullón y tampoco los Gullón sin Aguilar. Tenemos una plantilla estable de 500 personas, pero alcanzamos picos de 800-900 trabajadores. Eso, en una comarca de 20.000 habitantes, son muchas familias, y por ello es esencial que sigamos funcionando. Además de nuestra entidad, existe en Aguilar un polígono industrial que alberga empresas que son subsidiarias de todas las necesidades que requiere la industria agroalimentaria: desde el control de los residuos hasta aspectos logísticos, de almacenaje o etiquetas.

 Adaptación y mejora de las tecnologías más avanzadas

Somos una empresa que presume de estar muy industrializada y automatizada. Ello requiere técnicos e ingenieros con alto conocimiento para manejar y mantener las máquinas. Cada vez más, nuestros trabajadores no son de a pie, sino especialistas. Por nuestra ubicación y nuestro afán de innovar en la producción hemos tenido que desarrollar un departamento industrial muy potente, con más de 10 ingenieros que ven lo que hay por el mundo y lo adaptan de forma constante. Así, aprendemos de los hornos italianos, de las empaquetadoras suizas o de las paletizadoras estadounidenses. Se trata de tomar de aquí y allá de las distintas tecnologías existentes para crear la propia línea de producción.

 Escuela propia de formación del personal

La formación de los empleados es también crucial. Lógicamente, es difícil que en una comarca de pocos miles de habitantes haya mano de obra especializada según nuestras necesidades específicas. De ahí que desde el principio la hayamos desarrollado nosotros mismos con nuestro propio personal, con los hijos de los trabajadores. Tenemos nuestras becas y nuestros sistemas de formación. Ello acaba creando una simbiosis entre empresa y población: difícilmente podríamos desarrollar nuestra actividad en otro lugar, porque en Aguilar hay mucha gente que ya conoce nuestra tecnología.

 Fidelización y estabilidad de la plantilla

Buena parte del personal lleva 30 o 40 años con nosotros. Entran cuando son aún niños y acaban jubilándose en Gullón. Estamos muy orgullosos de la estabilidad mutua que nos damos, tanto los trabajadores a la empresa como la empresa a los trabajadores. Hemos conseguido un equilibrio que para nosotros es un importante factor clave de competitividad con otras empresas.

 Mejorar la salud del consumidor a través de las galletas

Se nos suele denominar fabricantes de galletas, pero no es así como nos sentimos. En realidad, lo que queremos es mejorar la salud de nuestros consumidores a través de algo tan cotidiano como puedan ser las galletas que fabricamos. Cuando ideamos una galleta con fibra, cereales, antioxidantes, calcio o vitaminas, pensamos en la persona que va a disfrutar comiéndosela al tiempo que le aporta lo que necesita para su salud. Por eso somos líderes en galletas saludables. La alimentación actual no es tan buena como la de antes. A partir de esta realidad, hemos creído oportuno hacer productos que complementen los déficits de esa mala alimentación. Si el día a día no nos permite tomar la ensalada o la fruta que deberíamos, por lo menos que una galleta, que es más fácil de consumir, nos aporte sus mismas propiedades.

 La galleta ecológica, una innovación poco implantada

Fabricamos una galleta María con cereales ecológicos. No está entre nuestros productos más vendidos, pero se comercializa y cubrimos esa demanda. Y su precio es apenas un poco más caro; a pesar de ello, en España aún es un producto que debe recorrer mucho camino, y lo cierto es que la mayoría de la producción la exportamos a países centroeuropeos. Tenemos en cartera varios productos ecológicos para lanzar en cuanto el consumidor se conciencie al respecto.

 Importancia del mercado peninsular

Nuestro mercado principal es la península Ibérica. A efectos fiscales tenemos una sociedad en Portugal llamada Bolachas Gullón; desde el punto de vista logístico el país vecino es para nosotros una comunidad autónoma más, ya que nos cuesta lo mismo exportar a Lisboa que distribuir a Barcelona, y menos que hacerlo en Cádiz.

 De Portugal a Corea pasando por China

Aparte del mercado peninsular, estamos presentes en más de 70 países, principalmente los de mayor proximidad (Europa y norte de África), pero también en algunos muy lejanos como Vietnam, Corea o China, donde, por su aporte energético, pueden encontrarse galletas nuestras en los campos base de alpinistas del Tíbet y el Himalaya. La exportación ya supone el 30% de nuestra facturación.

 Para exportar con éxito hay que adaptarse a las necesidades de cada país

El caso de China y Hong Kong es muy peculiar. Este año, probablemente alcanzaremos allí una facturación por encima del millón de euros, lo que supone un gran éxito, porque lo habremos conseguido en apenas dos años. No ha sido fácil, puesto que hemos tenido que traducir al chino hasta el logotipo, ya que nuestro nombre, por su carácter extranjero, despertaba un cierto rechazo. La casualidad ha querido que Gullón en chino signifique algo parecido a “salud y bienestar”, con lo cual hemos salido ganando. La clave de la exportación está en adaptarse a las necesidades de cada país, pues no hay dos iguales. En Méjico, por ejemplo, vendemos exclusivamente galletas sin azúcar y sin gluten, porque durante seis años fracasamos en varias ocasiones al intentar vender otros productos.

 Las medidas europeas contra la crisis miran a muy corto plazo

Los gobiernos europeos con las políticas de control del déficit y ajuste presupuestario actúan demasiado a corto plazo y no trabajan el problema de fondo. Echo en falta medidas de mayor enjundia, como la reestructuración del sistema financiero para que haya competitividad entre los bancos, fluya el crédito y se incentive el consumo. En España, lo de reformar la Constitución me parece algo muy serio, pero a falta de otras ideas, se diría que no tenemos más remedio. Quizá al hacer algo tan solemne empecemos a creernos el cambio de mentalidad necesario para salir del atolladero.

 Por una dignificación de la figura del empresario

Debería dignificarse la figura del empresario, que ha sido muy denostada durante varias décadas. Es un problema cultural. Iremos bien el día que los niños pequeños quieran ser empresarios como quieren ser veterinarios o bomberos, porque también proporciona muchas satisfacciones, no supone únicamente sacrificio. Además, tampoco significa ser un usurero ni un explotador, sino alguien que se lía la manta a la cabeza y emprende su proyecto para beneficio propio y el de otras personas a través de la creación de puestos de trabajo. El Gobierno debería fomentar esa dignificación y eliminar trabas en la creación de empresas.

 Reforma laboral inspirada en el norte de Europa

Hay que reformar todo lo que nos estanca. No tenemos que inventar nada. China, Japón o Brasil no inventan, y sin embargo les va viento en popa, porque se limitan a copiar al mejor y, a ser posible, a mejorar la copia, pero no inventan. Copiemos a los países del norte de Europa con sus contratos a tiempo parcial o sus jornadas laborales de siete días, y jubilemos, por obsoletos, nuestros convenios colectivos y otras cortapisas.

 Flexibilizar las plantillas productivas para optimizar

Una línea de fabricación cuesta seis millones de euros, pero por ley solo podemos optimizar nuestras líneas de producción de lunes a viernes. Yo estoy a favor de que, quien quiera pueda trabajar el fin de semana; de que, quien lo desee, pueda trabajar cuatro horas, porque necesita tiempo para otras cosas y no le importa ganar menos. Con la flexibilidad laboral no se trata de que nadie pierda, sino de que todos ganemos. O afrontamos ahora, en tiempos de crisis, estos cambios imprescindibles, o nunca encontraremos el momento.

 Dónde termina la familia y dónde empieza la empresa

Me he criado en una empresa familiar, donde ya desde pequeño no sabía dónde terminaba la familia y empezaba la empresa; donde no sabía si iba de vacaciones o iba a una feria. Esa es la grandeza y el empuje de las empresas familiares, algo que difícilmente puede tener otro tipo de empresas. Precisamente en uno de esos viajes de trabajo murió mi padre, José Manuel Gullón, a los 52 años. Yo tenía tan solo 13, pero él sigue siendo hoy mi guía y referencia. Era un gran profesional y una gran persona, y me encantaría parecérmele.

 Homenaje a una tradición familiar

También mi madre, María Teresa Rodríguez, que es la presidenta y consejera ejecutiva de la empresa, es una referencia. Sin el ejemplo de nuestros padres, ni mis hermanos –Hernán, que es director de exportación, Rubén, de planificación, y Lourdes, al frente de la secretaria del consejo de administración– ni yo mismo seríamos lo que somos. Sería injusto no mencionar también a mis tíos Félix y Raúl Rodríguez, que al fallecimiento de mi padre, a costa de sus propios asuntos, tomaron las riendas del negocio hasta que los hijos pudimos asumirlas.