Rafael Ribó
Rafael Ribó
TH, 1r VOLUM. La transición política española

RAFAEL RIBÓ. Presidente del grupo parlamentario de Iniciativa per Catalunya-Verds

Texto del 11/11/2002
Fotografía: Àngel Font

El discurso político y universitario de Rafael Ribó es de los más avanzados que se pueden escuchar en el ámbito catalán, pero sus intervenciones están presididas siempre por un encomiable respeto al oponente.

En ellas lo políticamente correcto no está reñido con la propuesta de soluciones atrevidas. Sus reflexiones sobre el proceso democrático y sobre los últimos acontecimientos son lúcidas y de una sinceridad poco frecuente hoy día.

El regreso de Tarradellas supuso a la vez un reconocimiento y un freno a las aspiraciones autonómicas catalanas

Visto desde ahora, la famosa frase del President Tarradellas ja sóc aquí tiene dos lecturas posibles. Por un lado, tiene la parte positiva que todo el mundo ve: el momento de reivindicar todos los anhelos de gobernabilidad, la explosión de júbilo que llevábamos tantos años esperando, el retorno de la Generalitat republicana, sentir que empezábamos una etapa de autogobierno, etc. Pero por otro lado forma parte, a mi modestísimo entender, de una maniobra que hace muy hábilmente la derecha española para rebajar la voluntad de autogobierno de Cataluña, y diluir la mayoría social de izquierdas.

Hacía muy poco tiempo que se habían celebrado elecciones, en las que quedó patente la victoria de los partidos de izquierdas y la solidez del bloque nacionalista, así como el profundo arraigo de estas ideas en la sociedad catalana, pero lo paradójico es que quien negocia la autonomía de Cataluña con Madrid no son los que han sido votados por la gente, sino Tarradellas, que no se puede negar que es una figura histórica importante, pero ya está muy alejado de la legitimidad de las urnas. Mi impresión es que Suárez maquina muy bien, ayudado por otra gente, toda esta operación a fin de tergiversar los resultados electorales catalanes desfavorables a su partido. Supo sacar un enorme provecho, tanto de la mal encubierta ambición de poder y de reconocimiento público de Tarradellas, como de la ingenuidad de los representantes políticos recién escogidos.

Estilo personal de gobierno del President Tarradellas

Conocí a Tarradellas durante su exilio, en Saint Martin-le-Beau, y debo ­de­cir que era un personaje con un carácter muy fuerte, mostraba un considerable autoritarismo en su relación con la gente. En este sentido su  episto­lario, como ha estudiado muy bien el historiador Josep Benet, constituye una auténtica fuente de información sobre su figura personal. A modo de ejemplo, a su vuelta hubo un importante cargo de la Generalitat provi­sional, Pere Comas, secretario de la conselleria de Sanitat (que en el reparto de atribuciones correspondió a Ramón Espasa, miembro de mi partido), que se atrevió a decir en un artículo que se podían hacer desaparecer las ­diputaciones provinciales catalanas por medio de un decreto, y que no se entendía por qué Tarradellas no lo había hecho todavía. A la mañana siguiente Pere Comas fue cesado y ninguno de los consellers abrió la boca en su ­defensa, indicio claro del estilo de gobierno que caracterizaba al President.

El Estatut de Sau no nos permite ir más allá

Pese al obstruccionismo del gobierno de la época el Estatut de Sau no ­resultó un reglamento de mínimos, sino que, por su acuerdo con la Constitución, era un estatuto de máximos. A diferencia de la época de la República, en que se hizo el Estatut de Núria, base legal de la autonomía catalana de entonces, antes de que se redactara la correspondiente Consti­tución republicana, el de Sau se hizo en paralelo y casi siguiendo paso a paso la elaboración de la actual Constitución. Esto implica que, si se quiere llevar a cabo su reforma, y no se retoca al mismo tiempo la Constitución, no iremos muy lejos con el cambio, porque el actual estatuto ya llega al 90% del desarrollo autonómico que permite la Carta Magna.

La tergiversación de la propia Constitución

Ahora bien, la principal oposición a la reforma del Estatut no procede de su ordenamiento jurídico, sino de la tergiversación de la propia Constitución, ya que en su redacción original y en su espíritu legal deja clara una diferenciación entre nacionalidades y regiones del Estado español, distinción que más adelante quedaría diluida por movimientos miméticos y un tanto artificiales, procedentes de distintas zonas del Estado español, con la intención de equipararse con los vascos y los catalanes, de manera que se diluyó el empuje nacionalista de Cataluña.

Una consulta popular que avale la negociación con Madrid

Siempre he mantenido en los debates sobre este tema, y se lo he recriminado mucho a Pujol, la conveniencia de buscar la unión de los partidos políticos catalanes en este asunto, en especial ahora que la mayoría estamos de acuerdo en la necesidad de una reforma del marco estatutario, pero, sobre todo, también le reprocho que nunca, en más de veinte años de autogobierno, se haya planteado hacer una consulta popular que avale la negociación con Madrid.

No podemos dejarnos dominar por el patriotismo constitucional

Soy consciente de que hablar de referéndum popular sobre determinados temas siempre es complicado, a pesar de ser una práctica democrá­tica habitual. Puerto Rico y Québec, por citar dos democracias homologables, en cuanto al nivel de vida, a la catalana, han hecho referendos a menudo, con distancias de siete u ocho años, y nadie se ha rasgado las vestiduras. No podemos dejarnos dominar por el patriotismo constitucional imperante, ni por la impresión generalizada de que no se puede consultar a la población ­sobre temas políticos relevantes.

La evolución política españolaha dejado obsoleta la Constitución

La Constitución española nació en medio de un marco político singular, con una determinada correlación de fuerzas que, veinte años después, han desaparecido por completo. En aquel momento se hizo lo que se pudo, y el resultado no fue tan bueno como se esperaba. Un ejemplo claro de ello lo encontramos en un libro de uno de sus redactores, Jordi Solé Tura1, que recuerda la polémica redacción del Artículo segundo, en cuya elaboración concreta intervino en calidad de presidente de la ponencia constitucional, y en donde, por primera vez en la historia del Estado español, se reconoce la existencia en su seno de nacionalidades junto con tres o cuatro apelaciones a la unidad de la patria, y cómo recibieron un comunicado de la Moncloa advirtiéndoles que dicho artículo suponía lo máximo que aquéllos, en referencia al ejército, podían aceptar. Por lo tanto, hay elementos de la Consti­tución que son fruto de aquella pretérita correlación de fuerzas. Esos puntos, junto con otros más que hoy día han quedado desfasados, se podrían reformar. Muchos países del mundo, de democracia muy estable, de vez en cuando hacen reformas constitucionales, y no pasa nada.

Puntos pendientes de revisión

Uno de los puntos, a mi juicio y al de otros muchos, pendiente de revisión es la función del Senado, que actualmente no sirve para nada, al no haberse desarrollado todavía sus auténticas atribuciones. Si no se quiere reformar lo mejor que se podría hacer es cerrarlo y hacer un Parlamento de una sola ­cámara. Otro tema, no tan aceptado pero que creo conveniente retocar, es

la cuestión de las lenguas. La Constitución española, como hace la suiza, debería garantizar el respeto al plurilingüismo del Estado. Hay muy pocas democracias en la Unión Europea actual cuya lengua mayoritaria sólo sea usada por el 70% de la población, lo que significa que una considerable proporción de sus habitantes hablan lenguas diferentes a la reconocida institucionalmente como oficial del Estado.

La construcción de Europa pasa por una federación de naciones, no de Estados

Tanto yo como el partido al que represento, estamos convencidos de la validez de las ideas federalistas, pero más a escala internacional que en clave estatal. Hoy día los Estados tienen muy poca razón de ser, cada vez menos son instrumentos democráticos, ya no están al servicio del pueblo, sino de la gente más poderosa. En este sentido la Unión Europea se ha concebido inicialmente como una suma de Estados, y desearía que se transformase en una auténtica Europa federal, es decir, en algo más que una mera agrupación de Estados, y que se optara por una federación de nacionalidades o de pueblos de la que Cataluña formase parte. Pero no como ocurre actualmente, pues su presencia en la Unión Europea está siendo vetada constantemente, tanto por el gobierno del PSOE, como del PP. Probablemente estamos lejos de alcanzar algo así, a pesar de que con ese concepto de Europa, la de las regiones o de las naciones, y no de los Estados, es con el que estamos trabajando desde hace tiempo en mi partido.

Suárez representa la vertiente más inteligente del franquismo

Cuando uno analiza la transición política observa el papel destacado de algunos personajes, en particular Suárez y Carrillo, sin menospreciar el de otros que han quedado en segundo plano e incluso relegados del proceso. Suárez representa la vertiente más inteligente del franquismo, aquella que se da cuenta de que el atado y bien atado2 es contradictorio, y que es necesario dirigir una transición lo más favorable posible a sus intereses de clase, que son los que en última instancia pretende defender. En este sentido, fue un político extremadamente hábil y contribuyó a crear una transición más bien amortiguada, no quiero decir con ello que estuviera controlada, pero sí bastante frenada.

Carrillo ha demostrado tener una elevada dosis de pragmatismo político

Carrillo es una persona típica de la historia de la política española, que ha estado muchos años al frente del PCE, y para mantenerse ha tenido que evolucionar con los tiempos, y hacer gala de una gran capacidad de adaptación a las circunstancias políticas, favorables o desfavorables, lo que no es poco meritorio. Empezó siendo un joven dirigente de la guerra civil, después se hizo estalinista para luego convertirse decididamente al eurocomunismo. Creo que la gente que cambia tanto de ideología política, aun cuando considero legítimo hacerlo, demuestra una elevada dosis de pragmatismo que no se aviene bien con las dotes de un gran político, para quien es más necesario un planteamiento ideológico de fondo.

El buen funcionamiento del diálogo político

No he creído nunca en la violencia. Cuando hay condiciones democráticas ésta sobra, proceda de donde proceda, ya sea la del que abuse del poder sin respetar las leyes, que para mí es lo peor que se puede hacer en política, como la del que quiere luchar contra ese poder. Siempre que se den las citadas condiciones democráticas, el salvajismo es inadmisible y se debe combatir. Ahora bien, existen una serie de opciones políticas que, sin practicar la violencia, amenazan con ella o utilizan una vehemente intimidación dialéctica, todo lo cual complica extraordinariamente el buen funcionamiento del diálogo político en el seno de un Parlamento o de cualquier otra entidad democrática.

La valentía y la sensatez no son políticamente correctas

En el caso del problema vasco concurren o han concurrido todas las formas de barbarie que he mencionado, y es evidente que hay que perseguir al que mata, y es también necesaria una seguridad policial para los amenazados, pero el tema de fondo sólo se puede solucionar por medio del diálogo, algo a lo que dudo que estén dispuestas, por el momento, todas las partes implicadas en el conflicto. Recuerdo que en la multitudinaria manifestación por el asesinato de Ernest Lluch3, Gemma Nierga prácticamente nos exigió a los políticos presentes en el acto que dialogáramos, y recuerdo también la cara de enfado y de disgusto de la mayoría de ellos. Por lo visto, la valentía y la sensatez no son políticamente correctas.

Cuando estalló el golpe de Estado, nos reunimos en el Palau con Jordi Pujol

Cuando estalló el golpe de Estado se estaba celebrando una junta de portavoces parlamentarios, cargo que entonces desempeñaba en mi grupo. Estábamos reunidos los portavoces en el edificio del Parlament con el presidente del mismo en aquella época, Heribert Barrera4, y fuimos informados al instante de los acontecimientos. Ante la gravedad de la situación, acordamos bastantes de nosotros ir al Palau de la Generalitat para reunirnos con el President Pujol, y tomar las decisiones oportunas en espera del desenlace. Así pues, aquella funesta noche la pasé despierto en el Palau con la esperanza, como así resultó, de que la incipiente democracia reclamada por el pueblo triunfase.

Menospreciar el diálogo con el resto de las fuerzas políticas es el principal desacierto político que ha cometido Pujol

Si por político entendemos una persona que sabe captar voluntades, ganar votos, conectar con la gente, para mí Jordi Pujol es el mejor que he conocido nunca en la escena catalana o española. En términos generales su obra de gobierno tiene una balanza muy positiva, la historia juzgará en su momento sus méritos como gobernante y estadista, pero también tiene sus partes negativas. Una de ellas es que como gestor deja mucho que desear, tanto en su etapa ­anterior a la política, cuando era un empresario privado, como ahora en lo ­referente a las finanzas de la Generalitat. Otro demérito a su gestión política puede ser el uso interesado que en estos años de gobierno ha hecho del ideario nacionalista para continuar teniendo mayorías parlamentarias, radicalizando o moderando su discurso político en función de las circunstancias del momento. Pero, en mi opinión, el principal desacierto político que ha cometido es el menosprecio del diálogo con el resto de fuerzas parlamentarias catalanas. Pujol sólo ha pactado con quien le ha hecho falta para mantener la mayoría partidista. Buena muestra de ello es que, en más de veinte años de gobierno, sólo una vez, a raíz del atentado en el Hipercor5, ha convocado una reunión conjunta de los máximos dirigentes políticos catalanes. Personalmente soy partidario de reuniones de este tipo para consensuar aquellos temas no partidistas, es decir, grandes asuntos políticos que nos afectan a todos, independientemente de la orientación política, como por ejemplo la reforma del Estatut, la financiación, la Unión Europea, la defensa de la lengua y la cultura, etc.

Pujol ha sabido mantener una convivencia cívica

A modo de resumen de su extensa trayectoria política, hay que reconocer que es una figura singular. Pujol posee un pasado democrático intachable, es una persona que lucha contra el franquismo al margen de afiliaciones políticas, es objeto de encarcelamiento, tortura y consejo de guerra. Con el cambio de régimen protagoniza una etapa excepcionalmente larga de dominio electoral, nada menos que seis legislaturas, en la que se asumen las cotas más altas de autogobierno para Cataluña. Es un personaje público que en

el resto del Estado despierta, por un lado, una gran admiración, aunque al mismo tiempo le insultan y le atacan, no porque individualmente genere recelos, sino por ser el símbolo visible de la singularidad catalana. Sin embargo, también hay que reconocer que no ha sido nunca capaz de sumar fuerzas políticas de diverso signo para alcanzar un mismo objetivo. Esto ­último da sentido a la democracia, y debería prevalecer por encima de las propias parcelas de un partido determinado.

Pujol ha sido un President de la Generalitat muy importante para la historia de Cataluña, al menos por el largo periodo de tiempo que ha gobernado, siempre ratificado por votación democrática, y ha hecho cosas muy positivas para el país, la principal de todas, a mi juicio, mantener uno de los tesoros más grandes que tenemos en Cataluña, que es la convivencia cívica. Pero al mismo tiempo, tantos años de gobierno hacen destacar los aspectos negativos de su gestión, que ya he mencionado anteriormente, por haber postergado dema­siado tiempo su solución, pese a tener recursos suficientes para hacerlo.

A menudo rebaja el tono de su discurso en función de tácticas electorales

Precisamente tras su último discurso como President de la Generalitat en el debate anual sobre el estado de la autonomía le eché en cara esta paradoja y otras más, de las que quisiera destacar el uso partidista que hace en los últimos tiempos del discurso nacionalista. Se nos presenta como el abanderado del nacionalismo catalán, pero a menudo rebaja el tono de su discurso en función de tácticas electorales, porque tiene un sector de votantes que le exigen soberanismo, y otro que no desea más que regionalismo.

Paradojas del discurso político de Jordi Pujol

A un personaje como Jordi Pujol, que ha estado tantos años en el escenario político, se le pueden descubrir las paradojas de su discurso político de una forma bastante fácil, y en los últimos debates parlamentarios se las he recriminado, porque me parecen flagrantes. Proclama últimamente el discurso más nacionalista que se ha practicado en mucho tiempo, pero a la vez firma los pactos más posibilistas y reduccionistas con el españolismo. Presenta el discurso de la inversión económica más avanzado que se ha hecho nunca y al mismo tiempo las deficiencias económicas más graves, como no invertir en infraestructuras, primero por la tacañería del gobierno de Madrid y después porque el gobierno de la Generalitat no se ha aplicado en ello. Un discurso ético a fondo, la política concebida como vocación de servicio, y sin embargo no haber asumido ni uno solo de los lógicos abusos de poder que ha ­cometido en tantos años de gobierno, que los ha habido y bastante grandes. En general, no ha sabido plantar cara a las situaciones espinosas.

Tendremos que reinstalar los objetivos de nuestra economía en el panorama actual

Cierta renovación será necesaria en la Generalitat cuando se abra la nueva etapa, y también un gran esfuerzo de relanzamiento de los objetivos económicos de Cataluña. Hay que darse cuenta de que Cataluña ya no es la fábrica de España, como lo ha sido en los últimos dos siglos, aunque esto no se ­puede achacar a una mala gestión del gobierno de Pujol. Ya no lo es porque la economía se globaliza apresuradamente en los últimos tiempos, ya que está controlada por los intereses de las multinacionales, y yo echo en falta una reflexión seria sobre dónde resituar los objetivos de nuestra economía en el panorama actual.

No es conveniente ejercer durante muchos años una misma responsabilidad

Creo que en cualquier actividad humana no es bueno ejercer durante ­muchos años la misma responsabilidad, puesto que terminas mal acostumbrándote a una tarea o, en el caso de la política, a un cargo que acaba pareciéndote de tu propiedad, pero en realidad no lo es. Cosas así suceden con cierta frecuencia en la política catalana, y no lo digo sólo por la presidencia de la Generalitat, sino que se puede aplicar también al gobierno del Ayun­tamiento de Barce­lona, a la presidencia de algunas empresas clave o de las cajas de ahorros. En este sentido, cuando llevaba doce años al frente de una formación política decidí tomarme un descanso sabático y, sin retirarme totalmente, dar ­paso, por el bien de la formación, a otros equipos dirigentes. Opino que esta actitud debería ser normal, sin caer en la trampa de la limitación de man­datos, en todas las instituciones públicas y privadas.

El sucesor de Pujol se enfrenta a un legado complicado

El anuncio de retirada hecho por Pujol creo que obedece a esto mismo, y también a un cierto hastío y agotamiento del discurso político, porque quizás han sido demasiados años de gobierno, y no cabe duda que su sucesor, sea del signo político que sea, se enfrenta a una herencia complicada. A mi entender debe ser alguien capaz de recuperar la ilusión que existió al inicio del proceso autonómico y que se ha diluido bastante. Para conseguirlo ­de­berá ser capaz de explicar a la gente con claridad cuáles son los tres o cuatro grandes problemas que tenemos actualmente, cómo cree que se tienen que enfocar y con quién cuenta para resolverlos. Se trata de problemas, creo, de dominio público, y requieren buena dosis de diálogo político: la inmigración, el sistema educativo, la ordenación del territorio y la falta de una adecuada herramienta de autogobierno.

La identidad catalana está en peligro en las próximas generaciones

Considero que la identidad catalana, entendiendo como tal nuestro idioma, nuestra cultura y tradiciones, debe formar parte de las prioridades de cualquier gobierno de la Generalitat, porque si no corremos el peligro de perder el hilo conductor de la comunidad, y terminar siendo un puro apéndice de España, sin apenas singularidad propia. En este sentido quiero recordar que nuestra lengua y nuestra cultura no son exclusivas de Cataluña, sino que se extienden a otras comunidades españolas como Valencia o las Baleares, ramas de un mismo troncolingüístico, con las cuales nos unen vínculos históricos muy estrechos y problemas comunes en este campo. Pienso que deberíamos promover contactos y acuerdos conjuntos en los tres ámbitos lingüísticos, cosa que no se hace por motivos políticos, desde luego, pero también por falta de voluntad.

En las escuelas se aprende catalán, pero en el recreo se juega en castellano

Hoy Cataluña tiene los mismos problemas que la mayoría de democracias del mundo en cuanto a la gente joven: pérdida de valores sociales, escasez de viviendas baratas, precariedad laboral, emancipación tardía, etc., a los que hay que añadir el desinterés por nuestras señas de identidad colectiva. Para decirlo de forma quizás burda pero fácil de entender, en las escuelas se aprende catalán mientras en el recreo se juega en castellano. Esto significa que al final tendremos una lengua elitista que servirá para congresos, ponencias, y cosas muy ­refinadas, pero no será ni una lengua ni una cultura de masas.

Debería emprenderse una política mucho más atrevida de catalanización de los sectores jóvenes, cosa que parece asustar a algunos políticos y que topa con obstáculos frecuentemente. Quizás convenga recordar a este respecto que, en el inicio de la actual etapa autonómica, el gobierno de CiU hizo un decreto que creaba dos redes escolares separadas, una en catalán y otra en castellano. Este decreto no se aplicó nunca, porque lo desautorizó la aprobación inmediatamente posterior de la Ley de Normalización Lingüís­tica, la cual muy acertadamente impide que se separen niños y niñas en las escuelas por razones de lengua, lo que habría sido a mi entender un desastre para la convivencia y para la lengua catalana.

En Cataluña existe una extraordinaria conciencia solidaria con el Tercer Mundo

En los últimos años el mundo asociativo en Cataluña ha adquirido una especial relevancia, hasta el punto de que somos una de las sociedades que más proyectos de cooperación y solidaridad con el Tercer Mundo genera en todo el ámbito español. Esto obedece, en parte quizás, a una cierta mala conciencia, porque somos una sociedad altamente desarrollada, pero no deja de ser una ­cosa muy positiva. En el marco político esta preocupación se ve claramente ­reflejada a nivel de los poderes locales, pues son multitud los ayuntamientos que han puesto en marcha proyectos de cooperación, y no tanto a nivel del Parlament y de la Generalitat, ya que todavía estamos lejos del deseado índice del 0,7% del presupuesto destinado a dichos proyectos, ni siquiera alcanzamos el 0,3%. Las cosas mejorarán con la nueva ley de cooperación, pero sería necesario hacer mucho más. Por otro lado, el discurso político desde Porto Alegre6, que supuso un toque de atención muy fuerte, empieza a entrar tímidamente en este debate, pero no existe todavía voluntad decidida en la ­mayoría de las fuerzas parlamentarias de concretarlo en hechos.

Los políticos debemos ser más valientes, escuchar la voluntad popular y liderar sus ansias de autodeterminación

En el ambiente político actual percibo un miedo o, por no ser tan drástico, un cierto recelo a la hora de plantear el tema de la autodeterminación. Personalmente a mí no me da miedo nada en política, excepto el fascismo, así que, en conjunto, debemos ser más atrevidos, puesto que son muchas las personalidades parlamentarias catalanas que, de momento en privado, se muestran favorables a ese planteamiento.

Por tanto, en primer lugar deberíamos ser nosotros, los que hemos sido elegidos democráticamente para hacer funcionar el país, los que propongamos el asunto a la población, no como ahora en que el deseo de mayor autodeterminación parece surgir de una aspiración popular sin respaldo parlamentario. Posteriormente, se debe abrir un proceso de información, de debate y de movilización sobre el tema, para terminar finalmente en una consulta democrática. Mientras no vayamos por esta vía la autodeterminación no tiene la menor oportunidad dentro del marco constitucional. Desde luego, es ­absurdo esperar que nos la otorgue graciosamente el Parlamento español, dominado por mayorías de tradición españolista, con una visión de estado absolutamente centralizado, tanto por parte de la ­derecha como de la ­izquierda.

1          Jordi Solé Tura (1930), político de extensa trayectoria. En su calidad de catedrático de Derecho Constitucional, fue uno de los encargados de redactar la actual Constitución. Ha sido diputado en el Parlamento español y catalán, concejal del Ayuntamiento de Barcelona y ministro de Cultura (1991-1993). En la actualidad es senador.
2          La frase “todo está atado y bien atado” se atribuye al que fuera presidente del gobierno Luis Carrero Blanco refiriéndose a la continuidad del sistema político franquista y al problema de la sucesión de Franco una vez hubiese muerto.
3          Ernest Lluch, destacada figura ideológica del socialismo español, es asesinado en el parking de su ­domicilio de Barcelona, el 21 de noviembre de 2000. Profesor universitario, ex ministro y brillante intelectual, Lluch representaba el mayor adalid de las tesis federalistas en el ­seno del PSOE, siendo firme defensor de la reforma de la Constitución y de la solución ­negociada del conflicto vasco. En los días posteriores al asesinato se celebran multitudi­narias manifestaciones de rechazo del atentado, la mayor de las cuales se produce en Barcelona con la asistencia de las principales figuras políticas españolas. En la lectura del comunicado final, la periodista Gemma Nierga decide saltarse el guión establecido y exigir a los políticos presentes un mayor esfuerzo de diálogo.
4          Heribert Barrera (1917), hijo del conseller de la Generalitat republicana Martí Barrera, participó en la Guerra Civil y se exilió en 1939. Volvió clandestinamente a Cataluña en 1952 para impulsar la reconstrucción del partido político Esquerra Republicana de Catalunya, del cual fue secretario general de 1976 a 1987. Diputado en los Parlamentos español y catalán, ha mantenido siempre una postura crítica hacia la Constitución, por considerar que no responde a las expectativas catalanistas. Ocupó el cargo de presidente del Parlament de Catalunya de 1980 a 1984.
5          El 19 de junio de 1987, ETA comete un atentado contra el supermercado Hipercor de Barcelona, haciendo estallar un coche bomba en el aparcamiento situado en el sótano del edificio, en uno de los momentos de máxima afluencia de visitantes. El balance final es de quince muertos y treinta y cinco heridos.
6          En enero de 2001 se celebra en la ciudad brasileña de Porto Alegre, el Foro Social Mundial que pretendía ser una alternativa a las directrices globalizadoras emitidas desde el Foro Económico Mundial que se celebra regularmente en Davos (Suiza). La reunión sirvió para configurar el ideario conjunto de las hasta entonces dispersas organizaciones que se oponían a la globalización y para dar voz a las opiniones de las principales organizaciones no gubernamentales mundiales.