Volumen 14. Biografías relevantes de nuestros empresarios 2023 – Tomo 3

Sr. Daniel Montserrat Carbonell – Aitasa

Barcelona

1969

Director de AITASA (Aigües Industrials de Tarragona)

 

16-11-22

 

El niño que dibujaba motores de coches y motos, lidera hoy esta planta de gestión, tratamiento y reutilización de aguas para la industria química de Tarragona, convertida en referente mundial. Familiar y deportista, este directivo siempre ha destacado por su capacidad a la hora de asumir responsabilidades, capitaneando un equipo desde la empatía y la apuesta por la conciliación y el crecimiento profesional de sus colaboradores dentro de la empresa.

 

Primeros recuerdos en el pueblo de la abuela aprendiendo a montar en bicicleta

Mis primeros recuerdos de infancia tienen como telón de fondo el pueblo de Rocafort, en València, donde residía mi abuela. Mis hermanas, algo más mayores que yo, aprendían a montar en bicicleta y yo quería, igualmente, saber pedalear y disfrutar de la libertad de las dos ruedas. Mis hermanas y padres, Frederic y Joana, eran todo mi mundo entonces. Él trabajó durante mucho tiempo en la empresa de electrodomésticos Sanyo, llegando a ser director de fábrica en Tudela. Ella era farmacéutica en unos laboratorios. Los dos nos inculcaron a los tres hermanos, desde muy pequeños, la importancia de estudiar. No en vano, gracias a transmitirnos ese espíritu de aprender y esforzarnos nos ha ido bastante bien en la vida, y hoy una de mis hermanas, Lourdes, trabaja como ingeniera industrial, mientras que la otra, Cristina, es dietista-nutricionista en el Hospital Clínic.

Comencé a dibujar coches, motos y motores motivado por un profesor de la escuela

Entre las diversas personas que han marcado mi vida, destaca, sin duda alguna, mi padre. Él me influyó mucho a la hora de valorar la importancia de los detalles. Con una precisión minuciosa, le recuerdo construyendo maquetas, como una locomotora a vapor que funcionaba de verdad. Mi padre era de esas personas que repetía las cosas, tantas veces como fuera necesario, con el objetivo de alcanzar la excelencia. Igualmente, en la escuela también hallé personas que se encumbraron en verdaderos referentes para mí. De hecho, uno de mis profesores contribuyó, en gran medida, a que yo me convirtiera en ingeniero. Fue esta persona quien me motivó para comenzar a dibujar coches y motos. Unos esbozos que, poco después, también ilustraban motores. En aquel momento, la automoción era mi vocación y pasión. Tanto era así, que estaba convencido de que encaminaría mi carrera hacia aquella industria, aunque, finalmente, mi trayectoria profesional haya quedado ligada al sector del agua.

El deporte para desconectar, regenerarse y mantenerse sano y en forma

Si mi padre fue influyente en los detalles, mi madre lo fue en el aspecto deportivo, ya que dedicó muchas horas de su tiempo para que yo aprendiera a manejar la raqueta, cuando empecé a jugar a tenis. El deporte ha sido y es muy importante para mí. No en balde, uno de mis primeros trabajos juveniles, tras pasar por la vendimia o repartir marcos de fotos para una empresa, fue ser árbitro de fútbol. Tenía entonces unos veintitrés años, y esa dedicación, que podía compatibilizar con mis estudios, me permitía ganar algo de dinero los fines de semana. Si bien empecé arbitrando fútbol base, con niños pequeños, poco a poco fui evolucionando y llegué a arbitrar partidos de primera regional. Actualmente, practico sobre todo tenis y pádel, pero también estoy muy ligado al mundo de la bicicleta, ya que soy presidente de un pequeño club de BTT. Considero imprescindible hacer deporte para desconectar, para regenerarse y, por supuesto, para poder mantenerse sano y en forma.

 

El sentido de la responsabilidad me ha permitido avanzar en la vida haciendo frente a los desafíos

Crecí en una familia donde me inculcaron, como principales valores, la honestidad, el ser buena persona y trabajador. En casa siempre se tuvo mucho cuidado de que, ante todo, la educación fuera central en nuestras vidas. Tengo arraigado, por tanto, un gran sentido de la responsabilidad respecto a la formación, el trabajo y el coraje para avanzar en la vida haciendo frente a los desafíos. Cuando era pequeño me detectaron altas capacidades intelectuales y, aunque hasta mucho después no me confesaron el resultado de la prueba, recuerdo a la perfección que me dijeron tras la evaluación: «Tú podrás hacer aquello que te propongas». Esta ha sido una frase que ha marcado mi vida.

Al finalizar mis estudios universitarios tenía muy claro que quería un cargo de responsabilidad

Si bien mi familia fue determinante a la hora de acuñar mi carácter, el desarrollo de mi carrera profesional ha sido un recorrido en el que yo he sido el único responsable en marcar el rumbo de la brújula. Después de mi paso por la escuela Isabel de Villena, desembarqué en la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Industrial de Barcelona (ETSEIB), integrada en la UPC, donde me especialicé en Ingeniería Mecánica. A pesar de que tuvieron lugar varias coyunturas, cursé la carrera poco a poco. Los estudios de Ingeniería Industrial han cambiado mucho con el paso de los años. Considero que los planes de estudio antes eran muy generalistas, se aproximaban a múltiples temáticas, pero no profundizaban en campos concretos. Por lo tanto, al finalizar la licenciatura te insertabas en el sector que, en ese momento, te ofreciera una oportunidad. Por otro lado, no es extraño encontrar a muchos ingenieros que deseen montar su propia empresa, ya que, en concreto los industriales, acostumbran a ser personas muy lanzadas, puesto que, una vez superan el ecuador de su carrera, se sienten preparados para cualquier desafío. En todo caso, el espíritu de ir más allá depende de las propias ganas. Al finalizar los estudios universitarios, decidí hacer un máster empresarial, puesto que tenía muy claro que quería un cargo de responsabilidad. No estoy hecho para ser un simple técnico, a pesar de que la formación que tengo en ingeniería evidentemente me ayuda a gestionar una empresa como AITASA.

 

Trabajar en algo que poco tenía que ver con lo que había estudiado me proporcionó un ingente aprendizaje en muchos ámbitos

Después de participar en un convenio universidad-empresa y cursar un MBA, empecé a trabajar para una consultora que implementaba sistemas de calidad. Era la época del boom de las normas ISO, con lo que ese empleo me permitió ver y conocer muchos sectores distintos; posteriormente, entré como jefe de mantenimiento en una empresa cerca de Santes Creus, en la que hacía tareas de gestión, las funciones que desde entonces siempre he anhelado desempeñar. Mi siguiente paso profesional fue dar un salto al mundo de los servicios; entré en una empresa de recogida de basura y limpieza viaria, que ganó un concurso en Rubí (Barcelona), de cuyo contrato me designaron jefe de servicio. Este trabajo fue auténticamente enriquecedor, puesto que tenía poco que ver con lo que había estudiado, de modo que todo lo que implicaba me proporcionó un ingente aprendizaje en muchos ámbitos: el de los recursos humanos, el de las relaciones con la Administración, etc. Fueron más de siete años que coincidieron con el inicio de la relación con mi mujer, con quien tuve mi primer hijo. La creación de mi familia y poder dedicarles tiempo de calidad motivaron una nueva búsqueda profesional, dado que la distancia física entre mi lugar de trabajo y mi residencia no hacía factible la conciliación familiar. Así llegué a Valls (Tarragona) y, previo paso por otro proyecto que se truncó por una reestructuración interna, aterricé en AITASA en agosto de 2009.

 

Mantener el trato familiar de una empresa en crecimiento

En AITASA, solamente un año después de haber asumido mi responsabilidad como jefe de explotación, fui designado director adjunto, hasta que, en junio de 2013, me convertí en director tras la jubilación de mi predecesor. Entonces éramos apenas catorce personas, mientras que ahora la plantilla ha aumentado a veinticinco, entre el personal fijo y los dos estudiantes en prácticas de FP Dual que actualmente colaboran en la empresa. El equipo inicial de poco más de una docena de empleados de AITASA era como una familia, cuyos miembros se apoyaban y comprendían. Por ello, durante toda mi gerencia me he esforzado por conservar este valor, a pesar de que el crecimiento siempre dificulta semejante cometido. Aunque no pienso desistir, pues es esencial para mí saber fomentar el trato próximo y la confianza con la plantilla, apostando por la flexibilidad horaria o por la responsabilidad individual de cada miembro del personal.

Abastecemos empresas de ambos polígonos industriales de Tarragona

Hay que remontarse a 1965 para hablar del nacimiento de AITASA. Su misión, entonces, se ceñía a abastecer de agua industrial al único polígono del conglomerado petroquímico que existía en Tarragona, el Sur, una situación que no cambió con la llegada del segundo, el Norte, cuyas aguas eran suministradas directamente por el Consorci d’Aigües de Tarragona. Sin embargo, gracias a apostar por un proceso de reutilización del agua que devino clave para el desarrollo y la supervivencia de nuestra actividad —y uno de cuyos máximos impulsores fue mi predecesor en la dirección del negocio, Paco Rubio—, en la actualidad abastecemos a ambos polígonos tarraconenses. El Consorci d’Aigües, integrado por el sector municipal e industrial, delega en nosotros la gestión de sus aguas, que tratamos, gestionamos y distribuimos. Trabajamos con las aguas de las dos depuradoras más grandes de la zona, la de Tarragona y la de Vila-Seca, aprovechando el agua que hasta entonces se venía vertiendo al mar, a la que se le aplican hasta siete tratamientos distintos, tras los cuales se obtiene un agua muy pura, que se reenvía nuevamente a la industria petroquímica para ser reutilizada. Ello explica que AITASA sea una compañía participada por unas once empresas del sector petroquímico, entre las que integran su Consejo de Administración y su accionariado. Mi labor ulterior, por tanto, consiste en poder conciliar los intereses de las distintas entidades que integran nuestra sociedad, con el propósito de obtener un resultado que satisfaga a todo el mundo.

Reutilizar el agua es nuestro valor añadido y ha hecho de AITASA la compañía puntera que es hoy en día

En el área petroquímica, la crisis del 2008 se vivió diferente, no afectó de igual forma que al ciudadano de a pie, sino que sus impactos se sintieron a posteriori, durante los años 2011 y 2012, debido a la inercia que lleva implícita esta industria. Todavía en el año 2013, fecha de mi incorporación como director general, las consecuencias de la crisis financiera se hacían patentes. Recuerdo que la situación más crítica la vivieron algunas empresas que llegaron a informarnos en la junta de la AEQT (asociación que reúne las principales entidades del sector químico) de su cierre, obligadas ante el escenario de incertidumbre que las rodeaba. En AITASA no fuimos ajenos a ese clima de inseguridad e inquietud. La industria a la que nos debíamos, como subministradores y distribuidores de agua, estaba afectada seriamente por la crisis y, por tanto, ello repercutía en nuestra actividad de forma directa. Nuestra apuesta pasó entonces por implementar un valor añadido, la reutilización del agua: una decisión y una puesta en marcha que han hecho de AITASA la empresa puntera que es hoy en día. Y es que estoy al frente de una compañía que, por su actividad, incluso en lo peor de la pandemia del coronavirus fue considerada servicio esencial; y con esa responsabilidad, velando por la seguridad sanitaria y sorteando la desubicación generalizada y la complejidad o desinformación para ejecutar los decretos gubernamentales, durante todo el año 2020 no dejamos de trabajar un solo día.

Somos una planta de tratamiento de aguas residuales referente mundial

Durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado, el consumo de agua se disparó. La burbuja económica, erigida en gran medida sobre el crecimiento de la construcción y del turismo, fomentó ese elevado consumo de agua en la industria. Resultaba perentorio, por tanto, frenar la tendencia detectada de aumento constante del gasto hídrico y preservar un bien finito e imprescindible como es el agua. Se evidenciaba como acuciante introducir procesos de reutilización de la misma, por motivos ecológicos pero también prácticos, y desde instancias no solo públicas sino también privadas. El proyecto, de hecho, lo desarrollamos en colaboración con la Agència Catalana de l’Aigua, quien se encargó de la construcción de la planta para posteriormente ceder su gestión a AITASA, siguiendo las directrices de la normativa pública respecto al sector industrial. Liderar el cambio y asumir la responsabilidad del tratamiento y la reutilización del agua fue una petición de la propia industria petroquímica. Fuimos pioneros en esta materia, y en la actualidad nuestra planta de Tarragona es un referente mundial en el mapa de la innovación en gestión de aguas, despertando la admiración de los expertos y peritos que visitan nuestras instalaciones.

 

Cada día debemos levantarnos pensando en cómo mejorar las cosas

AITASA es responsable, igualmente, de la gestión de los racks de Dixquímics y de la Zona Sur. Un rack es una infraestructura de diez kilómetros de ancho, que permite la conducción fluida y bidireccional por tuberías, comunicando directamente tanto las factorías del polígono Sur entre ellas como, sobre todo, estas empresas con el puerto de Tarragona, lo que resulta esencial para ganar agilidad y competitividad. Aparentemente, se diría que se trata de una infraestructura muy simple, pero esta conexión vía tuberías tiene como resultado poder transportar productos de forma más económica, segura y ecológica que realizando dicho porte o suministro por carretera con camiones, con el ahorro de CO2, mano de obra, etc., que implica. En puridad, una de mis prioridades como director de AITASA ha sido dedicarme a reforzar esta infraestructura, construida en la década de los noventa, para que devenga robusta y segura. Y si es imprescindible mantener actualizada esta red de distribución, no lo es menos nuestra inmersión en el mundo digital, con otra red, la de fibra óptica, que pusimos en marcha con una visión adelantada a su época entre 2008 y 2009, y que hoy es también un referente en su ámbito, al permitirnos conocer todos los datos de consumo de cada empresa al detalle. Esta es, a la postre, la filosofía que he intentado aplicar en mi liderazgo: que cada día debemos levantarnos pensando en cómo mejorar las cosas.

 

En medio de una vorágine de proyectos de depuración y reutilización del agua

Nuestro compromiso con la mejora y con asumir nuevos retos es constante. Ahora nos encontramos en una vorágine de proyectos de reutilización del agua. Hace aproximadamente cinco años, el Consejo de Administración decidió fijarse como objetivo conseguir que, en el año 2025, el 25% del agua empleada en la industria petroquímica tarraconense sea reutilizada. Actualmente, ese porcentaje es del 19%. Estoy seguro de que lo lograremos gracias al proyecto de ampliación de la planta. Pero no es nuestro único desafío. Para dar respuesta a la normativa sectorial europea en materia de aguas vertidas al medio, decidimos hacer un proyecto conjunto con las empresas que nos conforman, de modo que, desde el año 2022, recibimos todas las aguas residuales de dichas empresas, que son depuradas en nuestra planta, limpias para volver al mar, aunque estamos trabajando para poder reaprovecharlas de otra forma.

El crecimiento de nuestra empresa va de la mano del crecimiento de los profesionales que la conforman

El futuro de AITASA está intrínsecamente ligado a la puesta en marcha de los proyectos a ejecutar en los próximos meses y años. Sin duda, este hecho supondrá importantes cambios en nuestra estructura. Estoy convencido de que el crecimiento de la empresa va de la mano del crecimiento de los profesionales que ya trabajan en AITASA, haciéndoles protagonistas de una mayor asunción de responsabilidades. La empatía con cada uno de los trabajadores y las trabajadoras resulta, actualmente, más necesaria que nunca. Soy del parecer de que, cuando asumes un puesto directivo, forma parte de tus responsabilidades facilitar que los empleados puedan compatibilizar su vida laboral y personal. Máxime cuando se trata de una pyme, donde las relaciones entre la plantilla son estrechas y directas. En este sentido, reconozco que estoy encantado con el equipo de AITASA. Nos encontramos en un momento muy alentador y lleno de promesas, que se sostiene en la energía e implicación de nuestros empleados. Me gustaría destacar la labor y el compromiso de personas como Natalia, mi secretaria; de Beatriz, jefa de administración; de Albert, jefe de operaciones y a quien yo mismo contraté; o de Juan, jefe de planta y coordinador de explotación, quien llegó a la empresa proveniente de la escuela de FP Joan XXIII, y que se ha convertido en una pieza fundamental de la entidad.

La inmediatez que marca nuestros días provoca en los jóvenes no tener visión de futuro sobre su inserción laboral

El proceso formativo, tal y como está planteado actualmente, creo que incurre en contradicciones y adolece de falta de encaje con diversas necesidades de la vida. Son diferentes cuestiones las que me preocupan. Por un lado, fruto de la profesión de mi mujer, que es maestra, he observado que se le otorga a la escuela la responsabilidad de educar en valores, con cierta dejación por parte de las familias. Esta cuestión provoca que, en ocasiones, esa transmisión de valores choque con los valores que los propios niños y niñas ya traen incorporados de sus familias. Opino, desde mi papel de padre, que esta educación, más allá del ámbito curricular, debe darse en casa y que el trabajo de la escuela se limita a reforzar. De igual manera, la metodología en Educación Secundaria y en la universidad, basada en explicar la lección y en realizar exámenes y trabajos, está totalmente alejada del mundo laboral. Como profesor de dos sesiones en el máster en Herramientas para el Desarrollo de la Industria de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, he podido observar que, pese a que el alumnado cambia año tras año, todos comparten cierta falta de visión a la hora de definir cómo será su entrada en el mundo de la empresa, cierta apatía para moverse y encontrar aquel lugar donde desearían realizar su carrera profesional. La inmediatez que marca nuestros días, favorecida o incrementada por el efecto de las redes sociales, por ejemplo, provoca no tener visión de futuro y prioriza solo el ahora. Por otro lado, respecto a las diferentes opciones formativas que tiene la juventud hoy en día, encuentro una buena alternativa decantarse por estudios de Formación Profesional Dual, reconociendo además las grandes mejoras que se han producido en este itinerario educativo. En AITASA estamos incorporando a mucha gente que ha obtenido dicha formación, especialmente alumnos y alumnas del grado superior del Ciclo Integral del Agua, donde no obstante no abundan los estudiantes pese a las grandes salidas profesionales que ofrece esta rama. En todo caso, quiero señalar que en mi criterio de selección de personal siempre prima la actitud y el recorrido de su currículum por encima de la formación.

 

Las empresas siempre terminan por irse allí donde haya una producción y una gestión energéticas más competitivas

Uno de los principales escollos del crecimiento de la industria en Tarragona es el colapso burocrático de la Administración que gestiona las autorizaciones ambientales y que provoca plazos de hasta dos años para obtener las licencias. La obligatoriedad de abonar tasas, y solo poder hacerlo una vez concedida la autorización, dilata los tiempos incluso por encima del silencio administrativo. Otro aspecto que preocupa es el de la deslocalización industrial que ahora, además, suma el alto coste energético a sus argumentos para mover la producción fuera de Catalunya. Es triste decirlo, pero las empresas siempre terminan por irse allí donde haya una producción y una gestión energéticas más competitivas; la logística no es ningún problema, si es necesario se puede mover todo un polígono. A día de hoy, el futuro es la energía. Si Europa no puede resolver el problema que tiene con las energías, perderá fuerza ante los Estados Unidos y ante otras industrias que están usando el fracking (fracturación hidráulica) y el producto que se extrae del mismo, el cual permite obtener energía barata. Aquí en el Estado español se intentó hacer uso del fracking, pero eso suscitó muchas protestas vecinales y el proyecto quedó parado. Ese proyecto fallido no llegó a afectar a las empresas petroquímicas, que sí se vieron impactadas, no obstante, por la explosión de IQOXE en 2020, ya que todos los esfuerzos que se habían hecho, todo el trabajo de treinta años, a nivel de seguridad y medio ambiente, quedaron en entredicho. En el terreno administrativo y político, igualmente encuentro falto de sentido que no se esté haciendo realidad el Corredor del Mediterráneo, pues supone una inversión pequeña comparada con otras, mucho menos útiles, que ya se han llevado a cabo; sospecho que no se efectúa por un tema político, aunque es trascendental para el sector industrial en general, ya que puede conectar toda la actividad del Mediterráneo con la del resto de Europa.

Mi vida empezó cuando me fui a vivir con mi mujer Míriam

Poder pasar tiempo con mi familia, con la que me une una relación muy estrecha y a la que considero excepcional, me permite desconectar del trabajo. Me atrevería a decir que mi vida empezó en el momento en que decidí irme a vivir con mi esposa, Míriam, a quien todo el mundo conoce cariñosamente como Mim. Tenemos tres hijos: el mayor es Pau, mi hija mediana se llama Txell y la pequeña, Bet. Vivimos en Santes Creus, localidad situada a cuarenta kilómetros de mi trabajo, distancia que ayuda a separar mi vida personal y profesional. Mi casa está también en el mismo municipio donde veraneaba hace años con mis padres. En mis recuerdos está la vista lejana desde allí de la industria petroquímica que, en ocasiones, teñía el cielo de rojo con la llama de las antorchas. Quizás, la gente que no ha vivido nunca en Tarragona, como yo de niño, no tiene plena consciencia de todo lo que ha hecho en esta zona durante cuarenta años la industria petroquímica y la importancia económica y social que esta actividad posee. La aportación del sector es insustituible, por lo que es preciso aprender a convivir con él; algo que en Tarragona ya se ha logrado con naturalidad.