Volumen 14. Biografías relevantes de nuestros empresarios 2023 – Tomo 3

Sr. Karim Fabrice Gandara – K-Lagan

Francés nacido en Argel (Argelia)

1973

CEO y fundador de K-LAGAN

 

16-11-2022

 

Rebeldía, ambición y sentido de la justicia: tales son los valores que han guiado a este profesional hacia una espectacular trayectoria empresarial. Haciendo frente a los más dispares obstáculos, ha conseguido dotar a su consultora de los recursos necesarios para ofrecer soluciones a medida de alto valor añadido y de gran impacto tecnológico a cualquier compañía existente en el mercado a nivel mundial. Comprometido con su equipo humano y con aportar valor a la sociedad, entre sus proyectos de futuro se hallan seguir desarrollando producto propio y cumplir su sueño de ser director de cine.

 

 

Rebelarme por el trato discriminatorio sufrido me ayudó a extraer lo máximo de mí mismo

Mi aterrizaje en la vida me sorprendió en Argel, donde nací de manera accidental. Al igual que muchos franceses habían acudido a países del Magreb por razones laborales, mis padres, Robert y Lysel, habían viajado a la capital argelina para trabajar, si bien pocos meses después regresarían a París, donde nacería mi hermano Gilles, con quien apenas nos llevamos un año. Ese detalle, aparentemente insignificante, acabó resultando relevante en nuestras vidas, toda vez que, en mi infancia, sufrí algunos episodios discriminatorios por razón de origen y nombre de pila. Soy consciente de que no puedo compararme con otras personas que han acusado problemas de racismo y xenofobia mucho más graves, y, de alguna forma, la experiencia de trato discriminatorio fue relativamente beneficiosa para mí, pues desde muy joven me di cuenta de que debería esforzarme más para demostrar mi valía y ganarme el reconocimiento de la sociedad. Consideraba injusto que en mi entorno fuera evaluado con distinto rasero, pero rebelarme por esa situación me ayudó a crecer y a extraer lo máximo de mí mismo.

 

Mi abuelo me encandilaba con sus historias y sabiduría

Quizá la persona más influyente en mi niñez fue mi abuelo Mohammed. Al llegar el verano, mientras a Gilles le enviaban con los abuelos paternos, yo partía desde las afueras de París, donde vivíamos, hasta la Costa Azul, pues mis abuelos maternos residían en Niza. Mohammed era un hombre de raíces árabes, las únicas que en realidad tengo. Por encima de todo, era una persona sabia y muy culta, que hablaba con gran parsimonia e inspiraba enorme sosiego. Sus conversaciones cautivaban, pues atesoraba una gran capacidad para captar la atención de su audiencia. A mí me encandilaban sus historias de infancia y juventud. Recuerdo cómo me impactaba cuando me hablaba de sus orígenes humildes, compartiendo habitación con siete hermanos y haciendo los deberes en el mismo espacio donde, poco después, su madre prepararía el cuscús. Me considero un privilegiado por haber podido disfrutar de esos episodios veraniegos con mi abuelo, pues me inculcó enseñanzas que me resultarían muy útiles en mi posterior trayectoria vital y profesional.

 

Los valores transmitidos por mis padres forjaron en mí una actitud que me ha llevado a luchar por un mundo más justo

En mi entorno familiar no había empresario alguno, por lo que puedo afirmar que la vocación emprendedora aconteció por motivos ajenos al ejemplo de los míos. Mis padres compartían profesión, ya que ambos eran profesores de Biología y presentaban similares planteamientos vitales. De simpatías comunistas, aspiraban a un mundo mejor, determinado por la justicia social y por valores de igualdad entre sexos, clases y razas, en el que cualquiera pudiera acceder a una vida digna. Los valores que me transmitieron calaron en mí y me forjaron una actitud ante la vida que me ha llevado a luchar por un mundo más justo. Sin nadar en la abundancia, disfrutábamos de las comodidades indispensables, mientras que el nuestro era un hogar donde se respiraba cultura y conocimiento. Sin embargo, mi familia presentaba cierta inclinación funcionarial, a diferencia de los padres de mis amistades de juventud. Recuerdo que acudía a las casas de mis amigos y descubría mansiones como nunca había visto. Creo que esa experiencia, de algún modo, me abrió los ojos y me hizo comprender que había otros estilos de vida válidos y que no tenían por qué basarse en la insolidaridad. La influencia de ese entorno determinó mi aspiración a emular el planteamiento vital de esos emprendedores y me propuse esforzarme por ser uno de ellos yo mismo; aunque, eso sí, sin renunciar a los valores heredados de mis padres, de los que nunca he renegado y de los que me siento muy orgulloso. Todo eso me dio un objetivo con una ambición sin límite, pero con un cierto vértigo.

 

Me costeé parte de los estudios universitarios impartiendo clases de Física y Matemáticas en un instituto bilingüe

Cuando tenía once años, mis padres decidieron divorciarse. Eso hizo que invirtiera más tiempo y experiencias con mi madre, una mujer con una sólida personalidad que ejerció una gran influencia sobre mí. Exhibía un talante muy francés, que comportaba un alto nivel de exigencia, en especial con el expediente académico. Si la nota obtenida no era la máxima, me recriminaba por no haberme esmerado lo suficiente para lograrla. En cambio, si alcanzaba la mayor calificación posible, se limitaba a decirme: «Trabajas para ti y no para mí…», lo cual me generaba cierta frustración y desorientación, pues en el fondo creo que todos los hijos buscan satisfacer a los padres. En todo caso, pese a requerirme el máximo esfuerzo, a la vez mis padres tenían muy clara la importancia de respetar mi libre albedrío. Así las cosas, una vez finalizado el Bachillerato, di continuidad a mi formación cursando la carrera de Ingeniería en Computación, Materiales y Procesos en la Université Paris-Saclay Orsay y la École Nationale Supérieure de Chimie de París. No supe aprovechar el primer curso en la Facultad, pues de repente me vi inmerso en una realidad muy distinta a lo acostumbrado. Ahí no había horarios, ni normas ni jerarquías. Vivía en el propio campus, las fiestas se sucedían y me dejé arrastrar por las ansias de disfrutar de la juventud. Afortunadamente, recapacité a tiempo y enderecé mi trayectoria académica. No solo eso, sino que, durante cuatro años, estuve impartiendo clases de Física y de Matemáticas en un instituto bilingüe. De este modo podía costearme parte de los estudios, a lo que también contribuyó mi faceta de monitor de ocio, que ejercía en colonias infantiles de verano, coincidiendo con las vacaciones universitarias. Sin duda, ahí exhibí el alma pedagógica heredada de mis padres y, al mismo tiempo, estimulaba una de las pasiones derivadas de los valores que ellos me habían inculcado: la de ayudar a los demás, contribuyendo a la formación de unos niños que procedían de zonas conflictivas y depauperadas. En ese momento incluso llegué a plantearme si debía orientar mi trayectoria profesional hacia el ámbito educativo.

 

Nunca he renunciado al sueño de convertirme en director de cine

Tras concluir mis estudios de Ingeniería, sentí la necesidad de apuntalar mis conocimientos cursando un MBA. Decidí matricularme en la mejor escuela de negocios francesa, la HEC Paris. Para mi madre, aquello suponía un orgullo. Se sentía reconfortada al ver que su hijo conseguía abrirse camino y trazaba su propia trayectoria. Ella tenía muy interiorizada la idea de que cualquier persona debe elegir su destino, aunque previamente es preciso adquirir las necesarias herramientas intelectuales, a través de los estudios, para así poder tomar la decisión correcta. Primero te formas bien para tener todas las puertas abiertas, luego decides lo que quieres hacer. Es un planteamiento que he adoptado con mis hijas, estimulándolas a formarse debidamente con el fin de que, en el futuro, puedan definir hacia dónde desean orientarse de verdad. Aunque finalmente mi carrera profesional ha derivado hacia la esfera empresarial, siempre he anhelado ser director de cine. Estoy acabando de perfilar un proyecto, basado en escritos e ideas que he plasmado desde los dieciséis años en textos de todo tipo: poemas, ensayos, cuentos, novelas… Y estoy determinado a materializar este sueño en los próximos años.

 

Es aconsejable descubrir otras formas de estudio, abrirnos a otros entornos, para aprender y crecer, humana y laboralmente

Valoro positivamente mi trayectoria universitaria, ya que los centros en los que cursé estudios son de reconocido prestigio. Las empresas suelen acudir a esos centros de talento para reclutar a jóvenes promesas, sabedores de que los alumnos formados en ellos presentan un perfil muy determinado, lo cual favorece el entendimiento interno de los equipos de trabajo, facilita el intercambio de experiencias y la resolución de posibles problemas, pues actúan con una mentalidad similar. A pesar de las innegables ventajas de ello, me asaltan dudas sobre su idoneidad última, al limitar la pluralidad de ideas y el enriquecimiento derivado de aportaciones alternativas o más intuitivas. Es cierto que el paso por esos centros nos ayudaba a organizar la mente y el pensamiento y estimulaba nuestra capacidad lógica, pero considero aconsejable descubrir otras facetas, abrirnos a otros entornos, para aprender y crecer, humana y laboralmente.

 

Falta de conexión con las necesidades sociales en el ámbito educativo

De hecho, detecto ese mismo hándicap en toda la enseñanza reglada, en la que muchos alumnos comparten aulas con los mismos compañeros durante una quincena de años. Si bien es verdad que esa realidad contribuye a forjar amistades sólidas y longevas, acota mucho las opciones de coincidir con otras personas que podrían revelarse más afines o complementarias. Asimismo, hay que señalar que, como sociedad, no sabemos transmitirles a nuestros jóvenes la pasión por ámbitos productivos tan importantes para la economía actual y para el futuro —y por eso mismo tan necesitados de personal— como, por ejemplo, el de la informática. De ahí que valore de manera especial mi experiencia como monitor de tiempo libre; y es que ese espacio permite a los niños abandonar su cerrado círculo escolar y, a la vez, adquirir valores a través del juego, no mediante un esquema jerárquico donde la opinión del profesor no se puede cuestionar. Cualquier trabajo es bueno si lo hacemos con alma y con ganas. Tener ganas de descubrir, aprender, tomar riesgos… no tiene precio.

 

Es aconsejable que las prácticas de estudiantes tengan lugar en distintos sectores, para que cada alumno pueda descubrir su encaje profesional

Finalicé el máster con 25 años. Por aquel entonces, había adquirido cierta experiencia a través de periodos de prácticas, tanto en laboratorios universitarios como en compañías privadas. Como los primeros pronto acusaron un carácter obsoleto, me decanté en cuanto pude por el entorno empresarial. La más provechosa de esas estancias tuvo lugar en el Grupo Total, tanto en las áreas de Marketing como de Cadena de Suministro, en las que me había especializado. Permanecí ahí durante seis meses, donde fui tratado como un empleado más, asumiendo responsabilidades al más alto nivel. Considero fundamental que los estudiantes efectúen prácticas en empresas. Es más: deberían hacerse desde el primer curso. Aunque sea realizando funciones más básicas, esa experiencia permite al alumno percibir el ambiente empresarial, ver qué se mueve alrededor, detectar si es el entorno donde desea desarrollar su carrera. Por ello, también sería aconsejable que esas estancias tuvieran lugar en distintos sectores, para que cada estudiante pudiera descubrir su encaje profesional. En Francia existe mayor exigencia que en España en la inclusión de prácticas en los estudios universitarios. Aquí se está adoptando poco a poco ese modelo. Debería existir una colaboración más estrecha entre las empresas y la universidad, pero antes esta debería saber qué necesita el mercado para formar adecuadamente a los alumnos. Tengo la sensación de que estas instituciones son esferas que viven de espaldas una de la otra. Es algo que debería revertirse, pues nos enfrentamos a un serio desafío: en un futuro no muy lejano —unos diez años, a lo sumo—, se van a automatizar y robotizar muchos procesos, lo que conllevará dejar vigentes un 30% de los puestos de trabajo; por lo que el grueso del personal deberá de reconducirse hacia el sector de los servicios. Se sabe que eso va a ocurrir, pero nadie reacciona. Precisamente por el futuro de nuestros niños, tenemos que luchar todos no solo a nivel individual sino también empresarial.

 

Fue una suerte iniciar mi andadura empresarial en un contexto de crisis

Aunque siempre había querido poner en marcha mi propia empresa, mi exesposa Anne-Laure se mostraba reticente. Nos habíamos conocido cursando el MBA y sabía que soy una persona ambiciosa, competitiva y que invierte las horas que hagan falta para alcanzar sus objetivos. Por ello, empecé trabajando en una consultoría en París. En 2005, vinimos a Barcelona para abrir una delegación y recuperar la oficina de Madrid. Aquel fue un reto importante, a nivel profesional, personal y familiar, pues aterrizamos aquí sin hablar español ni catalán, y con una hija de dos años y medio, Salomé, a la cual se le añadiría su hermana Romane, en 2006. En 2007, cuando mi exesposa ya había encontrado empleo y estábamos asentados en la capital catalana, aunque tenía un contrato de cuatro años y mis objetivos cumplidos, la empresa me instó a volver de inmediato a Francia, en una decisión unilateral que, junto con otras prácticas de la entidad, no pude compartir. Se dieron las circunstancias propicias para hacer realidad mi sueño de fundar mi propio negocio. Así, en 2007 nacía K-LAGAN, inicialmente como partner de una empresa francesa de consulting que buscaba precios más competitivos en España, y con la que nos apoyamos hasta 2010, momento en que continué la trayectoria en solitario. El estallido de la crisis de Lehman Brothers, poco después de haber arrancado K-LAGAN, solo consiguió fortalecerme. Porque hay empresarios a quienes la fortuna siempre les ha sonreído, pero ello no los prepara para saber lidiar con coyunturas adversas ni les dota de espíritu de resiliencia. Por ello, paradójicamente, creo que fue una suerte para mí iniciar mi andadura en un contexto de crisis. Esto me permitió desarrollar mis habilidades gestoras y creativas, y adoptar decisiones importantes, haciendo frente a prácticas desleales de clientes que pretendían aprovecharse de la situación, exigiendo recortes inasumibles de precios. Supimos ser fieles a los valores de la compañía, lo que nos hizo ganar el respeto del mercado.

 

Pudimos reinventar la empresa, reformular nuestro equipo y ofrecer más y mejores servicios

También supimos hacer frente con audacia a la etapa de la pandemia. Ahí debo agradecer el esfuerzo del equipo humano, que accedió a reducirse el sueldo —por supuesto, yo el primero— para evitar los ERTE. Siempre he exhibido una gran transparencia con mis colaboradores. Debo decir que la suerte me acompañó en esa etapa, toda vez que, un año antes de la crisis sanitaria, acusé un duro golpe al comprobar que tres de mis ejecutivos abandonaban el proyecto para poner en funcionamiento una empresa competidora. Me dolió personalmente porque actuaron con deslealtad, pues les había formado, parecían felices en su trabajo y recibían una remuneración generosa. Esa marcha simultánea de tres efectivos podía impactar seriamente en el crédito atesorado entre nuestros clientes, pero también entre mi propio equipo humano. Como resultado de la pérdida de cohesión interna, me vi obligado a centrarme en su núcleo duro, con Carmen Martos y Mario Almeida como principales baluartes. El dejar de trabajar con personas que no tenían los principios de K-LAGAN propició superar la etapa de la Covid-19 y, al mismo tiempo, comprobar cómo los clientes que inicialmente se fueron con los directivos que nos abandonaron acudían de nuevo a nosotros. El refrán de que «no hay mal que por bien no venga» o el eslogan motivacional de que «toda crisis puede ser considerada como una oportunidad», en el caso de nuestra firma fueron más ciertos que nunca. Con ello, además, pudimos reinventar la empresa y ofrecer más y mejores servicios, brindando offshore, nearshore, onshore y opciones alternativas en lo que respecta a consultores, abriéndonos al ámbito internacional. El resultado es que, en la actualidad, nuestro proyecto está mucho más consolidado y presenta mayor coherencia. El cambio acometido es, hoy en día, todo un orgullo. Somos una empresa mundial y hoy puedo decir con satisfacción que mi equipo es muy bueno, solidario, y está alineado con el proyecto y totalmente convencido de él. Compartimos los mismos valores, sabemos adónde vamos y es un placer trabajar juntos. Esa es la clave para llevar una empresa: tener un nivel de exigencia real, un objetivo común y compañeros válidos.

 

Hay muy pocas cosas que no estén al alcance de nuestra compañía

K-LAGAN opera en el entorno de la ingeniería, de modo que podemos prestar máximo apoyo a todos aquellos proyectos industriales, tecnológicos, electrónicos o de IT. Contamos con un equipo de consultores y consultoras, todos ellos ingenieros, y nuestro cometido reside en preocuparnos de los clientes: dime en qué podemos ayudarte y pondremos en marcha la solución más adecuada a tu problemática, cualquiera que sea su complejidad, donde esté en el mundo y sin límite alguno. Los recursos aportados son muy diversos, pues se adaptan a los requisitos de cada desafío planteado. Así, por ejemplo, podemos destinar a un profesional durante un determinado plazo para atender un pico de carga de trabajo si una compañía requiere un perfil concreto. Por otro lado, también prestamos servicios de auditoría o de diagnóstico. Y asumimos, igualmente, proyectos de ingeniería en toda su extensión o solo aquella parte que decida y necesite el cliente, a quien también le podemos desarrollar un producto a medida. Hay muy pocas cosas, de hecho, que no estén al alcance de K-LAGAN, y eso es justamente lo que me proponía al fundar la compañía. Incluso podemos asistir al cliente en la concepción y fabricación del producto, pues contamos con partners en Brasil y en China para el óptimo desarrollo en la producción. Aportamos valor, principalmente, a empresas de tamaño medio y de gran envergadura, sobre todo multinacionales, y a algunas startups que buscan satisfacer necesidades muy variadas. Muchas consultoras de nuestro entorno incurren en el error de operar como una ETT, en vez de acompañar a las empresas en los procesos, tal y como hacemos nosotros, pues K-LAGAN aporta formación, visión y seguimiento del proyecto, con unos objetivos a conseguir definidos desde el principio. Disponemos de un equipo de profesionales altamente cualificados con una perspectiva global, lo que nos permite asegurar a los clientes que confían en nosotros avanzar más rápido y llegar más lejos. Nos posicionamos como partner con todos ellos, y eso marca la diferencia: ¡tu problema, es mi problema!

 

Para mí, un contrato de trabajo es como si lo hubiera firmado con mi sangre

Trabajamos en Europa, América del Sur, México y, esporádicamente, en Estados Unidos. Contamos con centros de desarrollo en Alemania, Inglaterra y Latinoamérica (con una veintena de consultores en Argentina y Colombia). Disponemos de oficinas en Barcelona, París, Madrid, México y Miami, cada una de las cuales centrada en un determinado expertise. Por ejemplo, la de París se encarga de coordinar el entorno data, mientras que la de Barcelona es especialista en agile. El equipo humano de K-LAGAN reúne a 280 profesionales, 170 de los cuales están en Barcelona, cuya sede se halla en Travessera de Gràcia. No obstante, la mayoría de ellos trabajan en las instalaciones de nuestros clientes. El equipo humano resulta fundamental para mí. Cada vez que ficho a alguien como consultor o consultora, lo considero como una apuesta vitalicia y tengo previsto para él/ella un plan de carrera. «Sé a dónde voy y quiero que me sigas», les digo. Me resulta imposible actuar como hacen algunas empresas, que frívolamente seleccionan a personal amparándose en la posibilidad de prescindir de ellos si no funcionan. Para mí, un contrato de trabajo es como si lo hubiera firmado con mi sangre, pues asumo un compromiso absoluto con mis colaboradores. Nuestra filosofía empresarial y laboral nos hace tan únicos que tenemos la suerte de atraer a perfiles de trabajadores altamente implicados con la entidad; no solo grandes profesionales, sino mejores personas.

 

En el «Día solidario» invitamos a nuestro equipo a participar en un proyecto de ayuda a alguna organización

Creo que, por influencia de mis padres, me he convertido en una rara avis en el entorno empresarial, pues sería mucho más fácil ser un directivo sin escrúpulos para ahorrarme problemas de conciencia. Antes de mi incorporación al mercado laboral, ya sufrí episodios incómodos, al tener que someterme a entrevistas de selección en las que concurríamos varios candidatos y en las que prácticamente te empujaban a una lucha feroz contra el resto, cuando mi talante reside en buscar la cooperación y el beneficio colectivo. Aunque soy ambicioso y competitivo, para mí el dinero nunca ha sido un fin en sí mismo, sino un medio. En K-LAGAN procuramos ofrecer salarios justos al tiempo que invertimos en acciones solidarias. Una de nuestras iniciativas es el «Día solidario», una jornada pagada en la que invitamos a nuestro equipo a participar en un proyecto de ayuda a alguna organización. Como ejemplo, el año pasado transformamos las instalaciones de Fundación Soñar Despierto, una entidad de acogida de menores procedentes de ambientes marginales y familias desestructuradas; y puedo declarar que fue una experiencia emotiva e inolvidable para todos los que participamos en ella. Algunas entidades clientes no entienden que ese día no pueden disponer de nuestro personal, pero he llegado a la conclusión de que mi misión última como emprendedor es educar a clientes, consultores, candidatos o proveedores. Estos últimos, por cierto, han de observar un adecuado comportamiento ético para trabajar con nosotros, y solemos optar por quienes contratan personas con diversidades funcionales.

 

Participamos en cuatro startups, a las que aportamos inversión, experiencia e ideas

Entre los proyectos que barajo se halla la adquisición de empresas de nuestro sector, para ganar en competitividad. Al mismo tiempo, deseo continuar la expansión internacional, consolidándonos en Estados Unidos y Latinoamérica. Otro de mis deseos reside en el desarrollo de un producto propio en el entorno tecnológico y electrónico, orientado al B2B y a la parte de I+D. Y estamos planteándonos iniciar una línea de formación de jóvenes talentos en los ámbitos donde más carencia de personal adolecemos: electrónica y gestión de datos. Actualmente, participamos en cuatro startups, una de ellas en el ámbito del blockchain. Ahí aportamos inversión e ideas, además de formar parte de su consejo de Administración. Ese tipo de compañías albergan sus propias peculiaridades: aunque solo consiguen sobrevivir el 5% de ellas, suelen priorizar el bienestar del empleado y alcanzan una mayor productividad al conciliar la vida laboral, familiar y el tiempo de ocio de sus integrantes. Si bien cuentan con técnicos brillantes e ideas luminosas, a menudo compruebas que adolecen de capacidad de negociación con un banquero, un inversor o un business angel. Por ello, gracias a nuestra experiencia estas nuevas firmas hallan en nosotros a un perfecto aliado.

 

Mis hijos constituyen el principal motor de mis proyectos de futuro

El principal motor de mis proyectos de futuro lo hallo en mis hijas y en mi hijo, que viene de camino, pues constituyen mi fuente de inspiración y me transmiten la energía y las ganas de continuar adelante, en especial en los momentos más duros en los que me he sentido solo como directivo. Cuando me asalta la menor duda acerca de por quién hago las cosas, emerge la imagen de Salomé y Romane, unas jóvenes fantásticas y brillantes que apuntan a mejores maneras que yo a su edad, y pienso también en el pequeño que está a punto de nacer. La mayor, con diecinueve años, se está formando en una escuela de negocios, mientras que la pequeña estudia en el Liceo Francés de Barcelona. No me preocupa hacia dónde decidan derivar sus carreras profesionales. Sé que son unas chicas instruidas y respetuosas, con una perspectiva amplia del mundo porque he procurado que viajen mucho. Me reconforta pensar que he cumplido con ellas como padre y como educador, y espero hacer lo mismo con su hermano. Voy a celebrar mis 50 años en nada. Soy como soy por mi infancia, mis padres, mis amigos, mis experiencias a nivel de ambición, de consecución de objetivos… Cuanto vaya a acompañarme durante el resto de mi vida, personal y profesionalmente, lo voy a conseguir gracias a mis errores y a mis éxitos. Quiero una existencia agradeciendo todo lo que he aprendido, disfrutando de mi tiempo, devolviendo a los míos y a la sociedad todo lo que me han aportado. Quiero un mundo mejor y quiero participar en él; quiero una calidad de vida mayor y volver a construir algo que me haga sentir orgulloso. Creo que he conseguido rodearme de las personas idóneas como Irene, mi extraordinaria compañera de vida, para este proyecto vital, y también creo que conozco mis debilidades y lo que realmente deseo, por fin. Así que voy a intentar hacerlo mejor, ofreciendo una versión mejorada de mí mismo, y regalar mi tiempo y mis habilidades para propiciar que mis seres cercanos sean felices.