Exportar a más de cincuenta países
Nacida en el año 1968, la empresa fue constituida por mi padre con dos socios más, quienes con posterioridad retirarían su accionariado, lo que la convertiría así en una empresa íntegramente familiar. Yo me incorporé en 1971, cuando aún estudiaba en la escuela profesional. Era una empresa pequeña en un local muy modesto, pero siempre tuvimos ganas de hacer más cosas y de expandirnos, de invertir en I+D, de entender otras culturas para poder vender a otros países, y, paso a paso, lo fuimos consiguiendo. Hoy somos una empresa muy distinta y exportamos a más de 50 países, con lo que conlleva de conocer sus respectivas legislaciones locales y sus mercados. Hay que tener un cierto músculo empresarial para competir a escala internacional en nuestro sector, que es muy competitivo.
Instalaciones en obras emblemáticas de todo el mundo
Nos dedicamos al medio de transporte más utilizado en todo el mundo, y también el más seguro: el ascensor. Pese a su uso diario, el ascensor sigue siendo a la vez muy desconocido, una máquina realmente compleja aunque parezca sencilla y básica. Ascensores Imem despuntamos sobre todo en los equipos más especializados, como los que proveemos al metro de París desde el año 1999: el 85% de sus ascensores son nuestros. Son aparatos antivandálicos y antiexplosión, conectados con redes informáticas, con circuito cerrado de televisión… También hay productos nuestros en el edificio Infoeuropa, la sede del Gobierno europeo; en los campos de fútbol del Arsenal y el Aston Villa; en el aeropuerto de Teherán… Esta versatilidad, que pocos pueden ofrecer, nos ha permitido ganar una posición relevante en el mercado.
Sin ascensores no habría rascacielos
La aportación del ascensor al progreso es impagable, pues resulta evidente que sin su ayuda la construcción vertical no se habría desarrollado más allá de un sexto piso. Si hoy existen rascacielos en el mundo, con el consiguiente ahorro en superficie edificable que estos representan, es gracias a los ascensores, sin los cuales Nueva York o Singapur, por decir dos ciudades, no lucirían tan espectaculares. También poseen una dimensión humana y social que se debe considerar, puesto que en ellos se vive durante unos segundos, con lo que ello implica. Cuarenta años dedicados al ascensor le proveen a uno de multitud de anécdotas ocurridas en su interior. Presencié el caso de una mujer muy anciana que hacía 30 años que no salía a la calle porque vivía en un edificio sin ascensor, hasta que un día instalamos uno y se decidió a hacerlo. Fue muy emotivo acompañarla en su descenso a la calle.
Tecnificación y seguridad sin parangón
Entre las décadas de los 70 y 90 los ascensores evolucionaron poco. Los grandes cambios llegaron con la electrónica. A partir del año 2000, estos aparatos se han tecnificado a pasos agigantados, hasta el punto de que ahora los hay con pantallas digitales que permiten la interactividad. La Unión Europea ha establecido ya una normativa de seguridad común para todos los países miembros, de manera que todos los modelos de nueva planta deben seguirla cuando se fabrican, aunque los existentes en la actualidad continúan rigiéndose por sus normativas nacionales. En Estados Unidos la legislación es bastante diferente. Antes, los ascensores funcionaban con un mecanismo de engranajes a tracción, pero a día de hoy cuentan con motores de imanes permanentes. Los sistemas de seguridad, por tanto, han tenido que complementarse y multiplicarse, porque al no contar con la reducción mecánica, en caso de avería, el motor quedaría libre. En estos momentos, Europa en materia de seguridad no tiene parangón.
Sector libre de la competencia china
Nuestro sector todavía no debe competir con China, porque Europa es para los chinos un mercado muy complicado, por nuestras normativas, y además, pequeño. Por ejemplo, en los años del reciente boom económico solamente en España se instalaban unos 40.000 ascensores anuales. Para hacernos una idea, hoy en día China instala 400.000 en todo el mundo en el mismo tiempo.
Resolver cualquier propuesta, aun las más desafiantes
Lo que nos diferencia de otros sectores es que, aún siendo industriales, somos artesanos, sastres, hacemos ascensores a medida según encargos concretos de nuestros clientes. Ello nos obliga a que nuestra organización esté siempre preparada en el campo del diseño. Tenemos una clientela muy diversa cuyo denominador común quizá sea que todos quieren un ascensor especial, un funcionamiento concreto, una decoración diferenciada, unas dimensiones poco habituales… Una de nuestras máximas es nunca decir que no a un cliente. Por muy rara que sea la propuesta en cuanto a ejecución se refiere, intentamos llevarla adelante. Por ejemplo, hacemos ascensores inclinados. Ello nos convierte en los líderes europeos en ascensores especiales. En cambio, hemos desdeñado la fabricación de escaleras mecánicas, ya que es un mercado muy saturado por las empresas asiáticas. En China se fabrica hoy el 98% de este tipo de escaleras que se instalan en todo el mundo.
Las pymes españolas reclamamos un entorno normativo adecuado para trabajar
Lamentablemente, en nuestro país, desde siempre, no se ha valorado bastante a las pequeñas y medianas empresas. Las grandes multinacionales extranjeras llenan páginas de periódicos; nosotros, en cambio, no salimos nunca. Sin embargo, nuestra aportación al Producto Interior Bruto (PIB) de España supera el 80%. Pero que no se me entienda mal: las pequeñas y medianas empresas, más que valoración o reconocimiento, lo que reclamamos es un entorno normativo adecuado para poder trabajar adecuadamente.
Soledad del corredor de fondo
La crisis ha afectado un plan estratégico a cinco años que nos habíamos marcado. Nos hemos visto obligados a revisarlo cada seis meses en función de los acontecimientos económicos y políticos. Contra lo que se suele pensar, desde la dirección de una empresa la crisis se sufre en primera persona. Uno acaba teniendo la sensación de la soledad del corredor de fondo.
Cómo superar la picaresca, tan enraizada en nuestra idiosincrasia
Al presidente Mariano Rajoy le diría que sea valiente, que no piense en nadie y que piense en todos. Y que a mi parecer nuestro país acusa dos grandes problemas: la falta de solvencia económica y una diferencia cultural enorme con nuestro entorno. Los alemanes trabajan 35 horas y nosotros 40, y sin embargo son el doble de eficaces y productivos. Y salimos igual de malparados si nos comparamos con belgas, franceses… Esta brecha cultural –o antropológica, si se quiere– no se solventa en cuatro años de legislatura. Somos menos de lo que nos han hecho creer y estamos lejos de ser una sociedad europea, en lo cultural y en lo laboral. Y veo a ello una difícil solución, porque llevamos la picaresca en el ADN. Por otro lado, no sé cómo están los bancos, supongo que mal. Se impone, pues, sanearlos, para que se conviertan en motor del crédito y en factor de confianza.
Formación desconectada de la realidad
La formación que se da en las universidades y las necesidades reales de las empresas van por diferentes derroteros. Las empresas nos vemos obligadas a invertir muchas horas en personas que, pese a tener formación universitaria y poder haber sido incluso buenos estudiantes, han tratado contenidos que no están conectados con nuestras necesidades. Esto no sucede en los Estados Unidos, ni en Alemania, donde las universidades y las empresas se han marcado fines comunes.
Las recomendaciones, o imposiciones, que nos llegan desde los centros de poder europeos
Apelo a la responsabilidad. En un momento determinado decidimos entrar en un club, la Unión Europea, que tiene sus exigencias, y hemos de ser consecuentes. No soy de los que piensan que Alemania nos tiene que regalar eternamente dinero para que hagamos lo que nos plazca con él. Si hemos llegado a la situación en que estamos es porque no hemos sido capaces de hacer las cosas mejor, con lo cual me parece conveniente que aceptemos con resignación y sin refunfuñar, las recomendaciones, o si se quiere imposiciones, que nos llegan desde los centros de poder europeos. También entiendo las reticencias de Angela Merkel respecto al eurobono.
Una entidad de gran raigambre familiar
En la empresa trabajamos diversos miembros de nuestra familia, aunque nuestra organización se rige por criterios profesionales de mercado. Son ya pocas las empresas del sector en las que la estructura accionarial original ha sobrevivido al paso del tiempo, y creo que ello añade un valor a nuestro negocio. La permanencia como empresa independiente forma parte de nuestra cultura empresarial.
Los deportes y los hobbies son básicos para llevar una vida plena
Jugué al hockey durante 18 años de manera semiprofesional. Para mí el deporte es muy importante y forma parte de mi día a día. El ejercicio físico y la actividad profesional se llevan muy bien. También soy una persona de muchos hobbies. Cuando uno está saturado del trabajo, tener un escape, aunque sea solo de media hora, es un reconstituyente. Incluso cuando tengo que viajar por negocios, me llevo prendas deportivas para aprovechar las horas muertas.