JOAN GUÀRDIA OLMOS
Rector de la Universitat de Barcelona
Cuando se trata de prologar un libro, más si se pretende decir algo interesante, surge la duda de hasta qué punto el o la prologuista es la persona adecuada para ese cometido. No se trata del complejo de usurpador, sino más bien de la sensación de que lo que se quiere decir queda corto ante la potencia del texto que se prologa.
Esa es un poco mi sensación al asumir el honor de efectuar una breve laudatio a este segundo tomo. Esto mismo sucede como consecuencia de haber analizado una a una las páginas del primer volumen y encontrarme ante una obra que no solo identifica personas y momentos, también determina una manera de hacer y pensar.
El título ya es provocativo, al usar el posesivo como una fórmula de apropiación indirecta. Hablando de nuestros empresarios, se plantea ese nuestros como un identificador de una forma específica de entender la generación de empresa y la forma de emprender y asumir riesgos. Si hablamos de Catalunya como punto de referencia, nos lleva a la idea de nuestra tradición mediterránea y de comercio constante. Desde el talante fenicio, el múrice y nuestra tendencia a asumir modelos de éxito como el caso de los comerciantes árabes. Esa capacidad de aprender, de asumir otros modelos, de no cerrar la puerta al viento del cambio, son elementos claves para entender ese “nuestros” que el autor nos lanza como una señal de identidad.
No nos confundamos, una señal de identidad que no es ni excluyente ni arrogante. Todo lo contrario, es la opción de quien considera que la historia de las cosas y de las personas debe ser mirada con el respeto que la verdad exige. Por ello, la idea de citar a las personas claves del empresariado catalán no hace más que poner negro sobre blanco, algo que es conocido, valorado y, por si acaso, que no sea ni olvidado ni desmerecido. Cada una de las personas citadas, cada una de las acciones emprendidas por ellas, deben ser tenidas en consideración, puesto que han tejido la estructura básica del “negoci” en Catalunya y son herederos y herederas de una tradición de emprendimiento que va mucho más allá de una simple colección de nombres.
Ello me lleva a una segunda reflexión y es el papel que la Universidad ha jugado en todo esto. La primera respuesta es evidente. Por ejemplo, la Universitat de Barcelona ha estado presente en la historia de Catalunya y España desde hace más de 560 años y, por tanto, la inmensa mayoría de esos empresarios que identificamos como nuestros han sido formados en nuestras aulas y, obviamente, en los últimos años en las aulas de las universidades hermanas catalanas.
Jugamos un papel de testimonio y punto de referencia para la generación de capital humano y de conocimiento. Capital humano que es capaz de generar activos y de innovar. Activos que no solo dependen de una cuenta de resultados, dependen de muchos más factores. Solo hay que ver el efecto de la reciente y aún existente pandemia para identificar que el balance final no solo está construido por la cuenta de resultados.
La Universidad es el crisol de voluntades, el mecanismo que cataliza acciones e ideas y el movilizador más espectacular y exitoso en la generación de nuevos espacios de conocimiento y, claro está, de oportunidades y de riqueza. La Universidad es el modelo más exitoso que la humanidad ha inventado para hacer algo tan simple y difícil a la vez, como es el transformar un capital humano formado en las etapas previas de los sistemas educativos en ciudadanos y ciudadanas efectivos, eficientes y responsables en una sociedad que cada vez es más exigente, más veloz y en la que no se perdona el quedarse atrás.
Este segundo volumen ofrece más datos, más músculo para valorar y considerar, más voluntad de reconocer buenos modelos de acción y de gestión. Más material para aprender y para identificar espacios de mejora, de innovación y de progreso social compartido.
Este segundo volumen, a su vez, me permite asumir una idea simple pero contundente. Si la Universidad no existiera se tendría que inventar urgentemente.
