FELIPE HOLGADO TORQUEMADA
FELIPE HOLGADO TORQUEMADA
TH, 3r VOLUM. El estado de derecho después de 1978

FELIPE HOLGADO TORQUEMADA

Texto del 15/12/2008
Fotografía cedida por Felipe Holgado

En opinión del abogado manchego Felipe Holgado, aunque España cuenta cada vez más con grandes legisladores provenientes del mundo jurídico, nuestra legislación sigue siendo deficiente, excesiva y, paradójicamente, fragmentaria. Sobre todo en el ámbito sanitario, cree necesaria una legislación más profusa y desarrollada que regule los derechos y obligaciones tanto de los profesionales de la Sanidad como de sus usuarios o pacientes. Igualmente, propone revisar con calma el título octavo de la Constitución.

Nunca olvidaré las elecciones de 1977

Era muy joven cuando se produjo el paso a la democracia, pero nunca olvidaré el ambiente que se respiraba en casa y especialmente todo lo relacionado con las elecciones de 1977. A la gran ilusión y esperanza puestas en el futuro por parte de los más progresistas, se unían los comprensibles recelos al cambio de régimen por parte de los más conservadores. Tras uno o dos años de vida, se nos explicó en la universidad la Constitución en todos sus aspectos, haciendo hincapié en el conocido artículo 14. Entre los catedráticos, hubo quienes lo vivieron con fervor y quienes lo hicieron, fieles a su conservadurismo, con más reticencia, pensando acaso que todo seguiría igual que hasta entonces. No obstante, creo que hoy en día existen más temores que en aquel período, donde, templados por una voluntad común de avanzar, no se apreciaban los radicalismos que actualmente sí son patentes en la vida política. No dábamos, por ejemplo, tanta importancia al proceso de descentralización, cuyo valor hemos reconocido con el paso del tiempo.

Queda camino que recorrer en la igualdad de sexos

Todavía somos un país tercermundista en lo que a igualdad de derechos entre hombres y mujeres se refiere. Aunque el cambio acontecido al respecto en los últimos años ha sido fabuloso, todavía queda mucho por conseguir para acabar con una discriminación sexual que no tendría por qué existir. Podríamos empezar, sin ir más lejos, aboliendo la Ley Sálica que regula la sucesión a la Corona.

Habría que revisar con calma el Título VIII de la Constitución

Considero que por el momento habría que mantener la Constitución tal y como está. Si acaso, deberían centrarse las ansias de renovación en analizar el famoso Título VIII y sentarse a revisarlo con tranquilidad. Todo en la vida y en la sociedad va evolucionando y, del mismo modo, el proceso autonómico exige para su propia evolución que determinadas cuestiones relativas a su perfeccionamiento sean puestas al día. Sin temores de ningún tipo, el desequilibrio entre las distintas comunidades debe solucionarse; y también, dentro del máximo respeto a las demás lenguas autonómicas, se debe determinar de una vez que la lengua oficial en España es el castellano.

Mayor definición y vigilancia al transferir competencias autonómicas

En cuanto al desarrollo autonómico, es de todo punto necesario un mayor control y vigilancia de las competencias transferidas, así como dilucidar cuáles son las atribuciones transferibles por el Estado y cuáles no. Desde luego, no lo han de ser aquellas que afectan directamente a las arcas públicas y comunes, como Hacienda y la Seguridad Social. Concretar estas cuestiones, por otro lado, no obligaría a modificar ni un ápice la Constitución.

Andalucía, paradigma positivo del vértigo autonómico

Nunca sabremos si hubiera sido mejor para el país que jamás se hubiera producido el desarrollo autonómico que propició la descentralización. Lo cierto es que entonces fue la única manera de abordar la cuestión, y se hizo con el deseo de dar una respuesta a la inquietud de algunas comunidades que, como Cataluña, el País Vasco o Galicia, reclamaban su derecho a desplegar y fortalecer sus respectivas peculiaridades regionales y nacionalidades históricas. El famoso referéndum del año 80 en Andalucía, región cuyas fuerzas políticas reivindicaban vehementemente un estatuto, figura como paradigma positivo de aquellos vértigos autonómicos, y poca o ninguna proporción guarda con la nueva propuesta de estatuto de Euskadi, alternativa al actual Estatuto de Guernika, presentada por su lehendakari Juan José Ibarretxe. Es curioso comprobar que este ferviente sentir regionalista es impropio de la mayoría de países desarrollados.

Potenciar y dar trascendencia al Senado

Hay que potenciar esta Cámara, dotarla de trascendencia y de un claro carácter territorial en su composición y funciones, es decir, convertirla en un auténtico órgano de representación territorial. Actualmente todo empieza y acaba en el Congreso de los Diputados, lo cual deja prácticamente sin atribuciones al Senado.

Abusar del Código Penal resulta estéril

En España se legisla bastante mal y excesivamente. Se dictan nuevas leyes, eso sí, mejor que antes de la Constitución. Creo, en todo caso, que se podría mejorar notablemente nuestra manera de hacerlo. Por ejemplo, me declaro enormemente crítico con la normativa de tráfico que rige en nuestros días, y en general soy contrario al abuso del Código Penal que se da en nuestro país. Se deben intimidar a través de lo penal todas aquellas conductas verdaderamente graves y dañinas para la sociedad. Penalizar en exceso resulta estéril. Cada vez contamos con más y mejores legisladores procedentes del mundo jurídico que intentan ajustarse lo más posible a la realidad. Concienciemos y formemos a la ciudadanía, y recurramos al castigo únicamente como última y forzosa solución.

Se observa una gran dispersión en materia sanitaria

En materia sanitaria echamos en falta una legislación más profusa y desarrollada que regule de una manera genérica y contextual todo lo relativo al Derecho sanitario; que concrete los derechos, deberes y obligaciones de unos y de otros –de los profesionales de la Sanidad y de los usuarios o pacientes–. La normativa actual es dispersa y no profundiza en los problemas que dicha materia genera. Contamos con una Ley de Autonomía del Paciente del año 2002 que recoge determinadas pretensiones por las que se venía luchando desde antiguo, pero es una ley incipiente que deja demasiadas lagunas por rellenar. La gestión sanitaria es un mundo apasionante que todavía precisa ser bien regulado en su totalidad.

Miedo a afrontar temas como la eutanasia y el aborto

El aborto y la eutanasia son asuntos espinosos que nadie va a ser capaz de solucionar totalmente porque nunca se logrará dar con la aprobación de todo el mundo. El político, con cierta razón, tiene miedo de plantar cara a cuestiones que despiertan tantas posiciones contrarias. Quizás el caso de la eutanasia, cuya práctica involucra primordialmente la propia existencia, no generaría tanta problemática: es un tema de interés social que se debe solventar cuanto antes. No sucede lo mismo con el aborto, donde el derecho a la libertad personal choca de frente contra el derecho a la vida y a la integridad física reflejado en el artículo 15 de la Constitución, convirtiéndolo en un problema harto complicado.

Preocupación por reformar la Administración de Justicia

De todos es sabido que ningún Gobierno ha tenido nunca como preocupación primordial el correcto funcionamiento de la Justicia. En realidad, es una cuestión cuya satisfacción pasa por destinar mayor presupuesto a modernizar el sistema informático de la Administración y a incrementar su personal. Los propios jueces, por el hecho de vivir a diario el problema, son quienes primero y más desean que la clase política se decida de una vez a afrontar la reforma judicial de la que un país democrático y desarrollado como España está necesitado.

Una Justicia emancipada de los intereses políticos

Para que los tribunales gocen de imparcialidad a la hora de dictar una sentencia o tomar cualquier tipo de decisión, libres de toda influencia del poder ejecutivo, es inexcusable que sean los jueces quienes designen a los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Mientras no sea así, sólo podremos hablar de “independencia”, entre comillas.

El sentimiento regionalista no existía en CastillaLa Mancha antes de la democracia

El sentimiento regionalista o autonómico, en absoluto equiparable a la pasión nacionalista, no existía en Castilla-La Mancha antes de la democracia con la fuerza que en efecto se daba ya en otras regiones. Poco a poco, con el devenir de los tiempos, se ha ido potenciando dicho sentimiento, hasta el punto de que, hoy día, ya se encuentra plenamente normalizado. Nuestros sobresalientes políticos, en especial don José Bono, nos han ido insuflando ese orgullo hasta galvanizarlo con una auténtica emoción regionalista y han logrado, al mismo tiempo, un extraordinario crecimiento de nuestra tierra. Por desgracia, la indecisión sobre el trasvase del Tajo al Segura viene a desdorar un poco la buena gestión de la comunidad. Murcia y Castilla-La Mancha siempre han tenido buenas relaciones. La solidaridad entre territorios que la Constitución proclama debe guiar este proceso.

Sería deseable no dejar en manos de la naturaleza la sucesión dinástica

Es innegable que la monarquía ha proporcionado estabilidad al Estado español. Su perdurabilidad no depende sino de que siga proporcionándola en el futuro: el ciudadano no exige otra cosa a la institución. Don Juan Carlos, mediante una labor ejemplar, se ha ganado el aprecio del pueblo, y no hay razón para pensar que su hijo, el Príncipe Felipe, no vaya a continuar su tarea con igual fortuna. A pesar de lo extendido del sentimiento republicano, veo difícil un cambio en la forma de gobierno del país. Cuando nuestro actual Monarca juzgue llegado el momento de hacerlo, se efectuará el relevo. Sería deseable no dejar esa decisión en manos de la naturaleza.