Tercera generación de una saga de emprendedores dedicados al sector eléctrico, Francisco Pascual confiesa deber cuanto sabe a su padre, Apolinar Pascual. Un espíritu inquieto y resolutivo y años de experiencia le permiten afirmar que, contra la crisis, es menester revalorizar la dignidad del trabajo. La inseguridad jurídica generalizada es a su juicio uno de los principales problemas del país, así como el endeudamiento público, de ahí que aplauda la reciente reforma constitucional.
Buenas personas y buenos profesionales
La empresa fue fundada por mi padre, Apolinar Pascual de Diego. Mi madre, Manuela, contribuyó con el dinero que en parte ahorró estando 3 años de baja por un contagio, al trabajar como enfermera en un hospital de niños tuberculosos. Elpa, llamada Suyce hasta el año 1972, ha sido siempre una empresa familiar. Cuando mi padre la fundó en 1957 no partía de cero. Aparte de sus estudios de peritaje industrial, contaba con la experiencia empresarial de mi abuelo, Damián Pascual, que había explotado algunas líneas eléctricas de pueblos de la zona cuando se llevó a cabo la electrificación. Todo lo que somos, tanto mi hermana Rosa, que lleva los temas financieros, como yo se lo debemos al cariño y la sabiduría de nuestro padre, porque de él hemos aprendido que un negocio ha de tener, ante todo, rostro humano: las empresas las forman personas. Yo estoy muy orgulloso de nuestra gente, buenas personas y buenos profesionales, y aprovecho esta tribuna para expresarlo de todo corazón.
Dedicados a la instalaciones eléctricas
Siempre nos hemos dedicado a la instalación de líneas eléctricas, de centros de transformación de media y alta tensión y de alumbrado público. Básicamente instalamos en industrias y urbanizaciones y asimismo trabajamos con grandes constructoras. También hemos instalado alguna planta fotovoltaica. No solemos desarrollar tecnología, pero incorporamos procesos tecnológicos ideados por otros. Nosotros mejoramos tiempos y métodos de instalación
Ámbito castellanoleonés
Nuestro ámbito de actuación habitual es Castilla y León. Nuestro sector está muy regulado, con una normativa altamente desarrollada que estamos obligados a cumplir a rajatabla. La seguridad de trabajadores y usuarios es uno de los aspectos de más estricto cumplimiento, aunque no creo que la nuestra sea una actividad de especial riesgo. En realidad, somos una empresa con una accidentabilidad baja.
El auge de la eficiencia energética
Cada vez recibimos más consultas sobre la optimización y el ahorro de energía, la llamada eficiencia energética. Su auge no solo se debe a la necesidad de recortar gastos; también se explica por el aumento de la conciencia ecológica. De hecho, siempre hemos funcionado como asesores energéticos, sobre todo para industrias. No podemos limitarnos a ofrecer instalaciones a buen precio; también nos sentimos obligados a asesorar sobre el mantenimiento. Para ello, acudimos a ferias y pedimos información a nuestros proveedores, los grandes fabricantes de componentes eléctricos. Además, nuestros técnicos están en constante formación.
Creciente diversificación y apertura de mercados
Contamos con una plantilla de 70 profesionales, la cifra de trabajadores que nos exige nuestra creciente diversificación y apertura de mercados. El año pasado, por ejemplo, tuvimos gente trabajando en Rumanía y en Francia para multinacionales, y también exportamos cuadros eléctricos y automatizaciones a países como la India o Israel. Hay que decir que parte de nuestro personal emplea meses o años dedicado a un mismo cliente. Tocamos diferentes sectores, desde la automoción a la Administración pública; lo único que no hacemos es vivienda.
Pequeños tendidos eléctricos
Los grandes tendidos eléctricos que cruzan el país suelen hacerlos las grandes compañías. Las empresas medias como la nuestra hacemos distribuciones –tendidos eléctricos– solo hasta los 45 kilovoltios. Se trata de tendidos para servir a fábricas, casas particulares aisladas, granjas, naves, urbanizaciones o polígonos. Y no sólo tendemos: en muchos casos también nos encargamos del mantenimiento de los centros de transformación de dichos tendidos.
Normativa del sector unificada en todo el país
Hay un reglamento de alta y baja tensión para todo el país. Asimismo, el código técnico de la edificación es de aplicación nacional. Las diferentes compañías de suministro eléctrico tienen normas particulares. Esto produce que cuando hay que trabajar en una zona cambia algo la forma de hacer las instalaciones.
Avances en seguridad
Los medios de hoy en día permiten localizar con rapidez las averías del tendido eléctrico o de los cables soterrados. Los mantenimientos preventivos mejoran mucho la accidentabilidad y la posibilidad de incendio en una instalación. De todos modos, la mejor política antiincendios es siempre un buen mantenimiento, porque sabemos que en caso de que se produzca uno todas las sospechas recaen con demasiada facilidad en los tendidos eléctricos, aunque por lo general no suelan tener la más mínima implicación en el desastre.
Diferentes niveles de exigencia
Es muy diferente trabajar para una industria como pueda ser Renault, en la que los plazos suelen ser muy rigurosos, que para una constructora. Las industrias cuentan con su propio equipo de mantenimiento y ello eleva el nivel de exigencia. Para una constructora lo más importante es el coste.
Placas térmicas solares
La normativa que obliga a los constructores a instalar placas solares en las obras de nueva planta no nos afecta, puesto que son placas térmicas solares, no eléctricas, y no nos dedicamos a ellas. En tanto usuario, pienso que son necesarias, si bien son sólo rentables dependiendo del grado de radiación solar que haya donde se instalen, un aspecto que no debería pasar desapercibido a la Administración que las potencia.
Urge una puesta en valor del trabajo
Hasta que no incentivemos el esfuerzo y el trabajo no saldremos airosos de la crisis. Y urge hacerlo ya. Desde las instancias de poder se tienen que crear las condiciones para que a la gente le interese más trabajar que perpetuar la sempiterna picaresca española. En nuestro país no está mal visto que un trabajador cobre el paro y además se saque un sobresueldo en negro. O que se defraude el IVA. Hay que acabar con estas actitudes incívicas e insolidarias. Esta crisis, sobre todo, es una crisis de valores. Le hemos dado demasiada importancia al dinero, al vivir bien, al hedonismo, y hemos olvidado el orgullo del trabajo bien hecho, ya sea como trabajador, como profesional liberal o como empresario. Alemania es un ejemplo a seguir.
Gastar, gastar y gastar sin invertir
Estamos como estamos porque el Estado durante los últimos años sólo se ha dedicado a gastar y no ha invertido. De haber invertido en infraestructuras racionales o en el sector energético ya no partiríamos de cero. Luego está la economía sumergida, otro tema que sigue sin atajarse por completo. En general, falta imaginación para sanear las arcas públicas y siempre se acaba recurriendo a la subida de impuestos, cuando no hay nada más desalentador para crear empleo que incrementarlos.
Hay que reconocer y promover el relevante papel social del sector empresarial
Las empresas somos una parte del tejido social, y si nos dejan y nos dan la oportunidad seremos las que sacaremos al país de la crisis. Echo de menos que a las empresas no se nos pregunte más como crear empleo. La gran asignatura pendiente del sector productivo español es la falta de competitividad, pero de momento ningún gobierno se ha atrevido a ponerle el cascabel al gato en el tema de la reforma laboral, que es perentoria para ser más competitivos.
Una legislación que no protege a las empresas
Cuando no se tiene dinero, como le pasa ahora a España, deben buscarse soluciones cuanto más baratas, mejor. Una manera de que las cosas cambien sin apenas coste es cambiar las leyes. Tenemos una legislación que no protege a las empresas ni al ciudadano, al contrario: la inseguridad jurídica es absoluta. No puede ser que alguien que debe dinero no pague y quede del todo impune. Ni que constantemente se nos esté robando cable y que los ladrones reincidentes no ingresen en prisión por culpa del sistema legal. No puede ser que se suelte al asaltador de 50 chales o que un directivo de una caja de ahorros en crisis se jubile como un archimillonario. No pueden ser demasiadas cosas.
Muchas empresas están cerrando no por no tener trabajo sino por no tener cobros
Dice muy poco de este país que la Administración no pague o pague muy tarde a sus proveedores. Es un mal que afecta a muchas de las administraciones, desde las locales a la estatal. Empresas que trabajan para la Administración están cerrando no porque no tengan trabajo, sino porque no cobran. Lo mismo podría decirse de los pagos y cobros entre empresas, que suelen hacerse a plazos muy largos, con el consiguiente riesgo para las empresas. La ley dice que hay que pagar como mucho a 85 días, pero en muchos casos no es verdad, porque existe la ley pero no contempla sanciones por su incumplimiento. Las empresas no tenemos que hacer de bancos, ni con la Administración ni con nuestros clientes.
Pertinente reforma constitucional para controlar el endeudamiento público
Deberíamos ser capaces de gobernarnos y organizarnos nosotros mismos con eficiencia, pero, si no tenemos más remedio que ser ayudados desde Europa, bienvenida sea esa ayuda. La reforma constitucional para controlar el endeudamiento público que nos han sugerido –por usar un término amable– me parece acertada y espero que se aplique, a ser posible, antes del 2020. De hecho, hubiera preferido que se hubiera hecho antes.