Más que albañil, constructor o promotor, Jesús Samaniego se siente un creativo, un inventor. Siempre con renovadas ilusiones, considera que el capital humano es la mayor fuerza de que dispone una empresa, de ahí su satisfacción por la implicación en ella de sus hijos Maika y Eduardo. Para él, los gobernantes han dilapido el dinero público y piensan solo a corto plazo, sin sembrar para el mañana. Pero lo más grave es la falta generalizada de confianza que se ha instalado en el país.
Entre Navarra y la Rioja
Nací y crecí en Viana, un pueblecito de Navarra. Allí empecé a trabajar en la construcción a los 14 años. Luego marché a Logroño a especializarme y a foguearme en el sector. A los 26 años me casé y a los 27, en 1978, me hice encargado de obra, hasta que poco después decidí montar una constructora, Construcciones Samaniego, que más tarde convertí también en promotora. Monté la empresa con mi jefe y con mis compañeros, todos ellos criados en la misma cultura. También conté con toda mi familia, sobre todo con mi familia política, porque, además del parentesco, eran y son gente buena. El cambio de chip no resultó fácil. Si tuviera que resumir en una palabra lo que han significado estos 30 años largos como empresario de la construcción, la palabra sería responsabilidad.
Dos hijos implicados en el negocio
Tengo dos hijos trabajando conmigo, la mayor, Maika, arquitecto y adjunta a dirección, y el menor, Eduardo, director técnico. Nuestras dos empresas han llegado a tener 250 obreros en nómina con picos, incluso, de 500 y hoy en día ronda los 100 empleados directos.
Complementariedad generacional
Trabajar en una empresa familiar es uno de los aspectos más bonitos del mundo de los negocios. La mía es una generación de empresarios casi por instinto. Eso no es malo, pero el instinto es solamente una parte del negocio. Por eso necesito que la generación siguiente, la de mis hijos, lleve la empresa de una manera más técnica y profesional, siempre teniendo en cuenta el factor de la rentabilidad. Mis dos hijos forman un tándem basado en el respeto mutuo a la profesionalidad del otro y se complementan a la perfección. Son las mejores patas que le he podido poner a la mesa.
Dedicados a la construcción y a la promoción
Nuestro ámbito de actuación se extiende hasta Zaragoza, Pamplona, Logroño y aledaños, y algo de Álava, porque Viana, nuestra base, limita con esta provincia vasca y con La Rioja. En toda esta zona ya hemos terminado las promociones que emprendimos, y en el presente nos dedicamos en exclusiva a construir. No estamos en un buen momento como promotores porque tenemos viviendas exquisitas a 115.000 euros que no conseguimos vender.
Realizamos todo tipo de obras
No me he parado a contarlas, pero debo haber construido unas 2.000 viviendas. En Zaragoza, durante cuatro años, hemos construido un polígono de 350 hectáreas en La Cartuja. Como tengo espíritu creativo, hemos realizado también el Circuito de Navarra de alta velocidad, en Los Arcos. Ha sido una iniciativa privada mía, que luego se ha quedado el gobierno foral. Es un circuito de nivel, que queda justo por debajo de la fórmula uno y el GP y que dirige Jaime Nogué. En la actualidad, estamos construyendo asimismo todo tipo de obras, desde piscinas y spas de última generación, hasta aparcamientos, bodegas o residencias de ancianos. También nos dedicamos a las rehabilitaciones.
En nuestras casas se respira calidad de vida
Cuando se entra en una casa de Construcciones Samaniego se respira calidad de vida. Nuestras casas tienen luz, espacio y claridad. Por eso nuestras terrazas son abiertas. En el edificio Mercedes de Logroño concebimos unas terrazas que llamamos “espacios privados al aire libre”, ideales para gozar de una intimidad absoluta. En ellas, por ejemplo, se puede tomar el sol, incluso desnudo, sin estar al alcance visual de nadie. Cuando hemos tenido que limitar los espacios hemos sufrido. Nos gustan los grandes ventanales, las grandes terrazas y la amplitud.
Placas solares
Cuando se obligó a poner placas solares en todos los edificios de nueva planta, tuvimos que adaptarnos; y de buen grado, porque en el tema medioambiental se han hecho muchas barbaridades. Recuerdo que uno de los primeros edificios en el que pusimos placas fue en uno de Pamplona. Luego, el Gobierno apostó tan fuerte por el sector de las energías alternativas que invertimos en él para diversificar el negocio. Por desgracia, no nos ha ido viento en popa, y se ha hecho bueno el dicho de zapatero a tus zapatos.
Edificios más emblemáticos
Todos los edificios que construyo tienen algo de mí mismo. O tal vez sea más acertado decir que yo tengo un poco de todos y cada uno de los edificios que he construido. Para mí quizá sea el más emblemático el de San Mateo, en la avenida de Portugal de Logroño, donde tengo el despacho. Es un edificio bonito, terminado en el año 1990. Más que su arquitectura, lo que me encanta es su construcción, su estructura. Está coronado por una cúpula de teja de cobre traída de Asturias. También tengo debilidad por cuatro edificios de la urbanización Mercedes, sobre todo el spa y la cafetería del mismo nombre.
Ni colmenas ni cárceles: hogares
La arquitectura debe evolucionar siempre un paso por delante de la forma de vida del momento. Construimos espacios para que la gente viva cómodamente. Durante demasiado tiempo se ha construido persiguiendo solo la rentabilidad y la especulación. Por eso hay tantos edificios que en lugar de conjuntos de hogares parecen colmenas o cárceles. Nosotros hemos intentado evitar la masificación, por eso nuestro volumen de obra construida no es espectacular. Hemos construido menos pero mejor. Hay quien no pone terrazas para no perder edificabilidad. Construcciones Samaniego pone terrazas para no tener que recurrir en plena luz del día, que es gratis, a la luz artificial. ¿Por qué no respetar los espacios de entrada que ennoblecen las casas? Aunar el coste económico con una construcción más humanista y natural, esa es nuestra causa.
Cocinas y cuartos de baño cada vez mayores
Hemos de estar al tanto de los cambios sociales, porque rigen la demanda. Así por ejemplo, las cocinas de hoy son mayores que las de hace tres décadas, porque antes solo entraban en ellas la mujer, y ahora entran tanto mujeres como hombres, que se reparten las tareas domésticas según criterios de mayor igualdad. Algo parecido sucede con los cuartos de baño. Nosotros a una casa con dos habitaciones la dotamos de un baño y un aseo por separado.
El boom inmobiliario propició el intrusismo
En los años anteriores a la crisis, el exceso de construcción facilitó el intrusismo. Esa es la razón por la que es un sector mal visto, dada la falta de formación y de especialización. Todo el mundo se vio capaz de poner un tocho sobre otro, pero construir y realizar promociones no es solo eso. Hacemos casas, pero también colegios, centros de salud, etcétera. No son cuatro paredes, sino los lugares en los que se desarrolla lo que hemos convenido en llamar sociedad del bienestar, por lo tanto nuestra responsabilidad es muy grande.
Si se sabe gestionar el capital humano, se sabe gestionar una empresa
Somos una empresa familiar y, quizá por esa dimensión, tenemos muy claro que lo primero son las personas, la base fundamental de la empresa y su principal capital. Esa es, al menos, nuestra política. Si se saben gestionar personas, si se sabe gestionar el capital humano, se saben gestionar proyectos sin ningún inconveniente. Hay quien ve incompatibles el mundo empresarial y una concepción humanista. No es el caso de Construcciones Samaniego.
Un país reacio a la evolución
Si las empresas no funcionan el país no funciona. Me da mucha pena que después de cuatro años de crisis empecemos a tener claro este aspecto, cuando ya hace tiempo que deberíamos haberlo asumido. En general, somos un país reacio a la evolución. Nos instalamos en una manera de hacer y no salimos de ella. Es necesario evolucionar, pues quien no lo haga se quedará por el camino. Es una cuestión cultural que no cambiará de un día para otro.
El trabajador de entrada no demuestra sino que exige
Durante los largos años del actual gobierno, que yo definiría marcado por un empacho de gloria, se ha conformado la figura del trabajador exigente. En la actualidad, el trabajador ya no demuestra sus capacidades, sino que, de entrada, exige. Y con semejante mentalidad no saldremos del atolladero. Se ha perdido el sentido de la naturalidad.
Falta de profesionalidad y de sentido de la responsabilidad de los gobernantes
Los gobiernos de las últimas legislaturas han llevado ha cabo una gestión errónea. De hecho, han actuado como si España fuera una potencia mundial, y la cruda realidad es que no lo es. Ha faltado profesionalidad y sentido de la responsabilidad en nuestros dirigentes, lo que ha provocado que pasáramos de ser un país sin déficit a un país con una deuda tan grande que hipoteca las próximas generaciones. Lo peor es que, además de dilapidar las ayudas de Europa, no han sabido sembrar. He ahí el drama, porque de haber sembrado ahora cosecharían.
¿Cómo recuperar los valores perdidos?
Se habla de recuperar los valores de siempre para recuperar la economía. Como desideratum es muy fácil de enunciar, pero por lo visto es muy difícil de implementar. Tener valores es entender que entre todos tenemos que levantar el país, pero uno se desanima cuando sabe que un 23% de los españoles escurren el bulto a la hora de pagar impuestos. ¡Uno de cada cuatro contribuyentes se niega a arrimar el hombro! Es una cifra muy elevada. Se ha perdido la confianza a todos los niveles.