Ingeniero Superior de Telecomunicaciones y director general de Grupo Jorge, un gigante de la cría y el sacrificio de ganado porcino, la solera ganadera de su empresa y su apuesta personal por las energías renovables evidencian un carácter respetuoso con la tradición pero abierto a la modernidad. Ve que el problema económico de España no tiene una raíz política, sino social, al haberse perdido valores como la seriedad, el esfuerzo o la austeridad.
Sacrificar un cerdo cada 3,6 segundos
El Grupo Jorge se dedica a la industria cárnica porcina en todas sus fases, desde la cría de ganado hasta el sacrificio y la comercialización de la carne despiezada. Tenemos el mayor matadero de España en Santa Eugènia de Berga (Barcelona). En 2010 sacrificamos dos millones y medio de cerdos, y para este año esperamos llegar a los tres. Matamos un cerdo cada 3,6 segundos. Dentro del mercado nacional tenemos casi el 8% de la cuota. Vendemos al por mayor carne fresca, jamones curados y todos los derivados del cerdo. Somos proveedores de materia prima para que otros fabriquen. Nuestros clientes son todos muy exigentes, porque en este mercado no hay lugar para quien no lo es. Actualmente, en el Grupo Jorge trabajan unas 1.500 personas, de las cuales 500 están en nómina y el resto colaboran a través de un contrato mercantil.
Tres generaciones y un mismo empeño
Los antecedentes del Grupo Jorge son familiares. Mi abuelo Tomás Samper emprendió esta andadura, pero fue mi padre, Fernando Samper, el que le dio definitivamente forma y lo concretó en un negocio. Desde hace aproximadamente diez años, la gestión ha sido compartida entre todos los hermanos Samper Rivas, con la dirección de nuestro padre y la gerencia de mi hermano Fernando. Hoy me toca a mí estar en el lugar de máxima responsabilidad, pero quiero dejar muy claro que nada sería posible sin el esfuerzo constante de decenas de personas.
Innovación e higiene
Tenemos nuestros propios ingenieros innovando, pero también solemos comprar tecnología. En lo que respecta a la higiene, es un cometido transversal a todos los departamentos de calidad de la compañía, que se rigen por estrictos protocolos acordes con las diferentes normativas. En la industria cárnica lo más importante es mantener el frío adecuado en el espacio de almacenamiento, lo que se consigue mediante potentes compresores de refrigeración. Otra de nuestras ventajas es que somos un equipo de gente joven, con una edad media de 35 años, muy preparada y, lo que es más importante, motivada. Ello nos ha hecho crecer de manera bastante rápida, aunque segura.
Evitar el sufrimiento animal por razones humanitarias y de calidad
No nos regimos simplemente por criterios de producción. Sabemos que tratamos con animales, con seres vivos como nosotros. Por ello, seguimos al pie de la letra las nuevas normativas europeas sobre el bienestar de los animales de cría. El cerdo ahora se anestesia con CO2 y después se degüella sin que lo note. No se trata solamente de que tenga una muerte incruenta: también influye en la calidad del producto, ya que, a menos estrés y sufrimiento del animal, más calidad tiene su carne.
Proximidad entre la cría y la matanza que mejora las bondades del producto
La mitad de los cerdos producidos en España, unos 20 millones, se cría en las comunidades autónomas de Aragón y Cataluña. Estamos verticalizados aproximadamente en un 66%, lo que significa que ese es el porcentaje de cerdos criados por nosotros mismos. El 34% restante lo compramos a otros ganaderos porcinos de la zona, con los que tenemos convenios. Para minimizar el gasto del transporte, procuramos comprar cerdos en las explotaciones más cercanas a nuestros mataderos. Al buscar la proximidad entre la cría y la matanza estamos cuidando las bondades del producto, porque la calidad siempre se resiente en los transportes largos.
Esencial importancia de la genética
La alimentación puede condicionar la presencia de grasa o músculo en el animal, pero el principal condicionante, el verdadero factor diferencial entre un cerdo y otro, es la genética. Hay diversos tipos de genética –que serían un poco como denominaciones de origen– y cada criador adopta la que le vaya mejor al producto que quiera ofrecer, al nicho de mercado que vaya a buscar. Nosotros, a ese fin, contamos con nuestros propios sementales. Actualmente podemos enfocar nuestra explotación hacia productos más grasos o más magros, a voluntad. Antes producíamos un cerdo con más sabor y más graso, más caro de criar; ahora, con la crisis, obtenemos carne más magra, porque el mercado no quiere pagar el mayor coste de producción de la anterior.
Diferencias normativas entre cada comunidad
Es cierto que las normativas y regulaciones sobre el sector porcino difieren en Cataluña y en Aragón. En mi opinión, en lugar de quejarnos, debemos entender la realidad y adaptarnos a la misma. En la sociedad catalana existe mucha más sociedad civil, también en materia ambiental, y es lógico que esto tenga su traducción en el marco legislativo. Y no solo está el factor social, también deben tenerse en cuenta los criterios geográficos. Aragón, aun teniendo también un marco de protección ambiental muy alto, es una comunidad menos exigente, porque hay mucho espacio para poca gente; mientras que Cataluña, por su mayor densidad de población, debe ser más rígida en este sentido. Para nosotros estar implantados tanto en Aragón como en Cataluña es una gran ventaja, porque nos anticipamos siempre al curso de las tendencias dentro de nuestro sector.
Desaparición natural de los desechos
Cada cerdo genera alrededor de un metro cúbico de deshechos. Si multiplicamos esta cifra por los veinte millones de cerdos producidos, nos da un volumen de veinte millones de metros cúbicos. Puede parecer una cifra espeluznante tomada en sí misma, pero en realidad es un espacio ínfimo para el amplio territorio que hay en Aragón y Cataluña. Por otro lado, la fuerza del sol evapora gran parte de estos restos, cosa que no ocurre en otros países productores de cerdo como Holanda, más húmedos, y por tanto con mayores problemas para la eliminación natural de los deshechos.
Apuesta por las energías renovables
Por la necesidad de diversificación, vimos una oportunidad en las energías renovables (eólica y fotovoltaica). La experiencia está siendo totalmente positiva, y hoy por hoy este ámbito representa el 50% de los resultados del grupo. En cierta manera, las energías renovables vienen a ser, también, la compensación ecológica de Grupo Jorge a la contaminación inherente que hay en la industria porcina. Para nosotros, pues, es una apuesta firme y decidida de futuro.
Cerdos españoles sin fronteras
En España hay un exceso de producción de cerdos. Ello obliga a las empresas del sector a exportar. En Grupo Jorge prospectamos constantemente nuevos mercados. El mundo es muy grande y hay mercado para todos; por lo tanto, la competencia, sin menospreciarla, no es uno de nuestros quebraderos de cabeza. Nosotros estamos muy implantados en la Europa del Este, y en un 10% en Asia. De cada 10 kilos de cerdo que España exporta, uno es nuestro. En España se queda el 45% de nuestras ventas. El mercado chino, con sus pujantes clases media y alta, por ejemplo, es muy interesante de abastecer. Grupo Jorge, aunque la normativa es muy exigente, ya está homologado para exportar allí carne fresca, incluso jamones.
Lo financiero en detrimento de lo productivo
La principal problemática derivada de la crisis, en lo que respecta a las empresas, es que se han focalizado demasiado en su aspecto financiero y tienen algo descuidado el aspecto productivo. Es comprensible porque, si a un negocio le quitas la financiación, tiene muchas dificultades para sobrevivir; pero convendría que los empresarios tuvieran más claro que la razón de ser de una empresa no es la financiera. A nosotros la crisis y la consiguiente falta de crédito nos han obligado a modular nuestros planes de expansión y a alargarlos en el tiempo. Pero no queremos ver este impasse solo en negativo: es cierto que es un tiempo de oportunidades.
Por una recuperación de valores
Independientemente de cómo se haya gestionado la crisis, nuestro problema de fondo no es político, sino social. Si la sociedad española no se conciencia de que hay que trabajar y de que todos tenemos algo de culpa en lo que está pasando, no habremos aprendido nada de la crisis. Se ha acabado eso de vivir fácilmente. Una sociedad que responsabiliza de todo lo que le sucede a sus gobernantes no es un cuerpo civil maduro y articulado y, por tanto, no está en vías de solucionar nada. Es menester que recuperemos valores como la seriedad, la austeridad o el esfuerzo.
A los trabajadores, los derechos se los recortan los mercados, no los gobiernos
No sé a ciencia cierta cuáles pueden ser los cambios estructurales a los que últimamente se suele apelar tanto. De entrada, convendría un cambio de gobierno, porque las sociedades se mueven por revulsivos, por la ilusión del cambio per se. Supongo que habrá que hacer, asimismo, algunos ajustes desde el punto de vista impositivo. También debe flexibilizarse el mercado laboral, para que el empresario pueda despedir y acomodar su producción al estado de sus mercados. Los derechos, a los trabajadores no se los quitan los gobiernos, sino los mercados, el mercado global. Nuestras contraprestaciones, las de todos, serán en adelante menores, nos guste o no. El reparto de la riqueza se concreta en gente que sube y que baja, y a España y a Europa ahora les toca bajar. Se impone reflexionar, asumirlo y dejar de lado la demagogia.