Texto del 08/07/08 .
Fotografía cedida por Jorge Simón.
Especialista en asesoramiento empresarial, Jorge Simón Fonseca se confiesa apasionado de la lectura y de la historia. Equipado con la armadura de la honradez, el conocimiento del pasado y la educación, opina juiciosamente sobre la necesidad hacer de España un país solidario, cuyos políticos aglutinen esfuerzos de cara a encontrar soluciones beneficiosas para el conjunto de los ciudadanos: una sociedad, en suma, de la cual sus tres hijos puedan sentirse orgullosos.
Recuerdos de una educación recibida en un instituto franquista
Pasé mi infancia en un internado alejado de casa, concretamente en Puertollano (Ciudad Real), centro perteneciente al INAS (Instituto Nacional de Asistencia Social), a causa de circunstancias familiares. En el bachiller, en Zaragoza, tuve la gran suerte de seguir las enseñanzas de excelentes profesores de lenguas clásicas. Recuerdo especialmente al profesor Agut, quien fue un gran maestro para mí; no solamente me enseñó griego, sino que me instruyó sobre algo más importante, como es la forma de sentir y entender la vida. Nunca tendré palabras suficientes para agradecérselo. En aquella época me ejercitaba también físicamente con la práctica del baloncesto y el balonmano, actividades que con el tiempo cambiaría por la lucha grecorromana y la lucha libre olímpica, aficiones que me llevaron a participar en campeonatos nacionales e internacionales. Entrada la adolescencia, decidí cursar Derecho, Empresariales y Administración de Fincas.
Evitar el pleito ahorra dinero al ciudadano y al juzgado
Aunque en mi bufete tocamos todos los ámbitos del Derecho, estamos especializados sobre todo en temas fiscales, laborales y mercantiles. Muchas veces la gente intenta pleitear teniendo el caso perdido de antemano. En tales circunstancias, me gusta explicar claramente a las personas cuál es su situación, haciéndoles ver que no tienen razón y que si deciden ir a juicio es muy posible que pierdan. Así se ahorra dinero al cliente y trabajo al juzgado. Sé también que esto supone a menudo una reducción en los ingresos, pero por otro lado se fideliza al cliente, que se percata de la honradez de las actuaciones y vuelve al despacho cuando tiene nuevos asuntos que resolver.
Aprender de las lecciones del pasado
El ser humano se empeña en cometer los mismos errores. Ya sea en España o en el mundo entero, nos empecinamos en combatir por los mismos motivos. A este respecto convendría hacer más hincapié en la enseñanza de la historia. Esta disciplina nos muestra hechos que hablan por sí mismos. Los libros dicen, por ejemplo, que lo que produjo el crack de 1929, antes que las circunstancias económicas reales, fue el pánico. Hoy mismo vivimos una situación de crisis similar a la de los tres primeros años de la década de los 90, a la que siguió una década de bonanza. Quien desee tener una opinión fundamentada y actuar de manera sensata debe abrir los ojos ante las lecciones del pasado.
Viví la Transición como una etapa tensa pero positiva
Contaba sólo diez años cuando falleció Franco. Recuerdo perfectamente el sentimiento de pánico del personal que nos asistía en el colegio. Viví momentos tensos en los que el fantasma del levantamiento y de la Guerra Civil hacía acto de presencia por doquier. Después, la gran sorpresa fue que todo el proceso hacia la democracia se llevó a cabo de manera pacífica y razonada. Desde la perspectiva del Derecho, fue una época meritoria para el Estado y para todos los españoles. No cabe duda de que los políticos del período de transición hacia la democracia mostraron un gran calado y estuvieron a la altura de las circunstancias. Significó un gran esfuerzo por parte de los personajes protagonistas y de todo el pueblo. Con la Transición, los ciudadanos asimilaron el cambio y abrazaron las nuevas directrices de una etapa que derivó en la Constitución de 1978.
En pro de una ley de sucesión igualitaria
La Constitución nació como una carta de principios que requería un perfeccionamiento gradual. Con el tiempo, nuestra Carta Magna se ha desarrollado, pero todavía existen ciertos asuntos pendientes y susceptibles de modificación. Uno de ellos es el punto referente a la sucesión. En coherencia con los principios constitucionales, es obvio que este artículo requiere una revisión para que las princesas puedan suceder al trono en igualdad de derecho con los príncipes.
Distinguir entre comunidades históricas fue desacertado
Uno de los grandes errores de la Constitución fue establecer diferencias entre las comunidades. Hablar de comunidades históricas como Cataluña, Galicia o el País Vasco me parece un grave error. Desde el principio básico de la igualdad, el desarrollo de todas las autonomías debió hacerse partiendo de un tratamiento similar, de manera equivalente y al mismo tiempo. Todas estas circunstancias han derivado en la situación que estamos viviendo, en la que existe una especial inquina por remarcar lo que nos diferencia en vez de lo que nos une.
El desarrollo autonómico implica una gran responsabilidad
En la Comunidad de Madrid se ha intentado por todos los medios que el progreso fuera igualitario. Dado que la zona norte ha destacado tradicionalmente por gozar de un mayor desarrollo económico y de infraestructuras, el Gobierno se vuelca en impulsar la parte sur. No ha ocurrido lo mismo en otras comunidades, como Castilla-La Mancha. En Guadalajara y en numerosos municipios pequeños, la descentralización no ha llegado hasta los ciudadanos. La Comunidad de Madrid me sirve de referencia porque es donde resido y veo los problemas y las soluciones que se han dado. Es la entidad territorial que más asume sus competencias autonómicas; a menudo, resuelve sus problemas desde el punto de vista de la autonomía sin esperar que el Estado se los solucione. Quizás los dirigentes de algunas autonomías todavía no son plenamente conscientes de la responsabilidad que implica el desarrollo autonómico y olvidan que deben asumirlo con todas las consecuencias.
Crear un Ministerio de la Igualdad es una idea ilógica
Acerca del debate sobre la igualdad entre hombres y mujeres, considero que en la actual legislatura el presidente José Luis Rodríguez Zapatero incurre en un gran despropósito al establecer un Ministerio de la Igualdad y centrarse en hechos cuya solución, si se desea atajar las causas en lugar de los efectos, requeriría una intensa labor educacional. Asimismo, su propuesta es un contrasentido, pues desde el momento en que se instituye ese ministerio, se parte de la base de que en España existe un problema de desigualdad.
Falta de medios y de control de la judicatura
Como abogado que conoce numerosos juzgados a nivel nacional y que observa el día a día de los tribunales, confieso que siento una gran decepción. La mayoría de los juzgados, ya sea en Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Madrid o Mérida, presentan un estado similar, con estanterías invadidas de expedientes y funcionarios estresados o desencantados a causa de las demandas que se presentan un día y se retiran al día siguiente. Cabe matizar que hay jueces con los cuales se eternizan los procesos; en cambio, otros son muy competentes. Cuando topas con un buen juez, a pesar de perder el juicio, te regocijas porque notas que la sentencia está bien elaborada y tiene justificación, pero muchas veces llegan dictámenes redactados sobre una plantilla, con frases y nombres pertenecientes a otros autos. La Justicia precisa medios, pero conjuntamente debe realizarse un seguimiento de los jueces para garantizar que sean competentes y que se controle la calidad de las sentencias que dictan.
Ausencia de previsión política
Generalmente, en España carecemos del sentido de la previsión: no se analizan los problemas de forma global y con anticipación. Tanto en los asuntos penales, civiles como en el quehacer diario, el político trabaja en el presente y para el presente, olvidando planificar el futuro. Además, cuando un partido político tiene una buena idea, ésta es rechazada de manera sistemática por la oposición. Es inaudito, por ejemplo, que por razones políticas el trasvase, que estaba aprobado y financiado por la Comunidad Europea y que iba a llevar el sobrante del agua del Ebro a las cuencas del litoral Mediterráneo, finalmente no se haya realizado. En este caso, considero que, en vez de buscar remedios puntuales, habría que aportar soluciones globales, para que ningún lugar del territorio español sufra los efectos de la sequía. Conozco muy bien Zaragoza y sé cuándo el Ebro va crecido. Que esa agua vaya al mar mientras tenemos municipios secos es un insulto a la inteligencia y una gran falta de solidaridad. Sólo el provincianismo obsoleto es capaz de atribuirse la propiedad del Ebro o de cualquier otra agua fluvial.
Su Majestad Juan Carlos I es un Rey valiente
En los momentos críticos del sistema, especialmente durante el fallido golpe de Estado del 23-F, el Rey estuvo a la altura de las circunstancias. Asumió su labor de Capitán General de los Ejércitos y frustró con arrojo los objetivos de los militares sublevados. Quienes nos movemos en el ámbito del Derecho y la educación sabemos muy bien que el cometido del monarca no es sólo figurativo, sino que ejerce una labor práctica diaria, puesto que tiene el deber de firmar todas las leyes que se promulgan en España. El hecho de ser el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas españolas representa una responsabilidad enorme. La actuación que tuvo con el presidente de Venezuela, el señor Hugo Chávez, al mandarle callar, revalidó su popularidad. Por todo ello, creo que Juan Carlos I es una figura muy valorada y no cuestiono la figura ni la cambiaría por un sistema republicano.