Texto del 07/05/04,
Fotografía cedida por el Ayuntamiento de Lugo
Hasta hace poco Lugo formaba parte de esos rincones de España que estaban un tanto olvidados, como dejados de la mano de Dios y sin serias expectativas de mejora. Ese panorama ha cambiado espectacularmente en los últimos 25 años de democracia, gracias a las iniciativas de alcaldes como José Clemente López Orozco, empecinados en situar la población de modo bien visible en los mapas. Hoy el futuro se presenta halagüeño para los lucenses, y la ciudad se ha visto reconocida incluso por la Casa Real, con la concesión de un ducado con su nombre. Su muralla alberga mucho pasado, y también un prometedor futuro.
Vocación de servicio a los demás
Mi vocación política se despertó tempranamente, más o menos en 1965. Por aquellas fechas estaba vinculado a grupos cristianos de base, ingresé en la Universidad Pontificia de Salamanca con la intención de seguir la carrera eclesiástica y fui a parar a un lugar privilegiado, el Colegio Mayor de Vocaciones Tardías, donde tuve oportunidad de conocer a gente muy bien formada y a la que debo mucho, pues supieron alentar mi vocación de servicio a los demás, mi deseo por trabajar junto a otros hombres y mujeres para construir una sociedad más justa, más libre, más igualitaria, más solidaria. Este anhelo acabó desembocando en un cambio de orientación personal que me llevó a participar en la lucha política en la clandestinidad a favor de la libertad y la democracia para nuestro país y determinó mi ingreso en 1974 en el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, que acabó fusionándose con el PSOE en 1979.
Buscar un objetivo común
En pos de esa voluntad personal de servicio acabé dedicándome profesionalmente a la enseñanza y, a nivel político, me impliqué cada vez más en la gestión local, convencido de que la sociedad se empieza a cambiar desde el gobierno municipal. Reconozco que me encanta ser alcalde, es un cargo muy próximo al ciudadano y a sus problemas cotidianos, que son los que de verdad importan. Creo que para perdurar en la alcaldía son necesarias tres condiciones. La primera es que uno se sienta a gusto en el cargo. En segundo lugar, hay que conservar la ilusión por cambiar las cosas y por mejorarlas. Y por último lo más importante, saber hacer cómplices de tu trabajo a la mayoría de la ciudadanía, buscar ese común denominador que une a todos los ciudadanos en un proyecto político compartido. En eso consiste ser alcalde, y por eso hay alcaldes que duran tanto en el puesto.
El despacho del alcalde debe estar en la calle
¿Cómo puede haber alcaldes que con una extraordinaria gestión pierdan elecciones? Quizás porque han perdido el contacto con la gente, porque no han sabido explicarse, porque no han buscado la complicidad de los ciudadanos en esas grandes gestiones. De nada sirven entonces las campañas de marketing y de publicidad electoral. Un alcalde no debe encerrarse en su despacho a la hora de diseñar su acción política; es primordial que su despacho esté en la calle, que sea accesible a la gente. Por ejemplo, yo participo en un programa mensual en la televisión local en el cual contesto las preguntas de cualquier ciudadano que me quiera llamar. Es un programa abierto, sin preparación y muy arriesgado, por supuesto, pero es que la política municipal es precisamente así. Sin duda es más cómodo quedarse en el sillón del despacho protegido por una guardia de corps, pero eso conduce al fracaso.
Trabajo para todos
Al llegar al Ayuntamiento, lo que más me preocupaba en un primer momento era aumentar la autoestima de los lucenses, que se sintiesen orgullosos de su ciudad. Eso se logró, gracias al trabajo de muchos, con la declaración de la muralla como Patrimonio de la Humanidad. Sirvió para superar cierta resignación instalada en nuestro ánimo de tiempo atrás, mejoró nuestra autoestima de un modo increíble y sentó las bases para empezar a creer en nuestras posibilidades. Hoy los objetivos que me planteo son distintos, más ambiciosos. Pretendo que en Lugo haya trabajo para todo el mundo, es decir, promover aquellas condiciones que posibiliten que ningún ciudadano de Lugo se tenga que marchar por el hecho de no encontrar trabajo en nuestra ciudad. En el pasado ya se produjo una intensa emigración de mano de obra gallega, y ahora nos encontramos de nuevo con que no tenemos suficientes puestos de trabajo para la gente joven que se quiere quedar en su tierra. Desde el Ayuntamiento nos esforzamos con mucho ahínco para solucionar este problema.
Lugo es un buen lugar para invertir
A través del área de desarrollo local hemos propiciado la creación de programas de formación profesional para jóvenes y de promoción de empleo. En 2006 dispondremos de un parque empresarial de 2.200.000 m2. Entiendo que la función del Ayuntamiento debe ser proporcionar este tipo de infraestructuras para que los empresarios, viendo que hay mano de obra preparada como nunca, que hay seguridad, que hay vivienda, que hay actividad industrial, comercial y cultural, que hay Universidad, se digan: aquí merece la pena invertir.
Fomento del desarrollo industrial
¿Qué más hace el Ayuntamiento para lograr este objetivo? En primer lugar, publicitar lo que se tiene y lo que existe en la ciudad. Luego, demostrar que se cuenta con mano de obra bien formada, seria, con ganas de trabajar. Después conviene facilitar los trámites burocráticos para la instalación de empresas, que no se duerman los papeles en la administración. La siguiente fase consiste en mejorar las infraestructuras de la ciudad. Y en quinto lugar (y no antes) generar suelo industrial. Estamos trabajando duramente en base a este plan. Hemos cubierto con éxito la mayoría de sus fases, tan sólo queda mejorar la infraestructura ferroviaria y concretar la gestión del suelo industrial.
Queremos evitar la especulación inmobiliaria
Recientemente hemos suscrito un convenio con el ministerio de Defensa para liberar 1.400.000 m2 de terreno que ocupaban unos antiguos polvorines. Contamos con este patrimonio y con otros terrenos para montar el futuro parque empresarial, que debe ser de propiedad pública. Porque no se puede regalar el suelo, no se puede regalar el patrimonio de todos los lucenses, no se puede permitir que esos terrenos los acaparen pocas manos y los vayan poniendo en el mercado según criterios especulativos. A mi juicio deben ser de propiedad pública, de modo que toda empresa que presente un plan viable obtenga ayuda para instalarse, no importa cómo, con un pago diferido o incluso con una tasa de alquiler preferencial. A la larga la empresa nos devolverá el valor del suelo en los sueldos de sus trabajadores, que se comprarán viviendas en Lugo, consumirán en los comercios de la ciudad, etc. Se trata de un plan socioeconómico ambicioso, para cuya consecución hemos creado una empresa de vivienda y suelo municipal que gestione esos recursos. En el anterior mandato pusimos en el mercado un millón de m2 de suelo residencial, lo que contribuye a que el precio del suelo se mantenga estable y a que Lugo sea la ciudad española con la vivienda más barata.
Excelentes materias primas
Lugo destaca en el sector agroganadero. Somos los primeros productores de leche de España, y nuestra carne es de primera calidad. Además, tenemos unos bosques extraordinarios que producen excelente madera. Pero, por desgracia, esas materias primas se transforman lejos de aquí. ¿Cómo se puede invertir esta situación? Apoyando a empresas y empresarios que se quieran instalar en Lugo y apuesten por transformar industrialmente aquí esos productos. Somos una importante encrucijada de caminos, el centro de un amplio territorio que abarca Galicia, el norte de Portugal, Asturias, León, etc. Sólo nos falta gente que sepa aprovechar esas circunstancias y esos recursos de que disponemos.
Una ciudad que no para de crecer
Lugo es una ciudad de 90.000 habitantes, con una extensión territorial considerable y una población muy diseminada en varios centenares de núcleos. Esto determina una política municipal de crecimiento y desarrollo que resulta bastante compleja y dificulta la elaboración de planes globales de actuación. No obstante, estamos desarrollando proyectos destinados a promover el comercio y el turismo cultural, para que Lugo sea cada día más atractiva para sus habitantes y para sus visitantes. En el primer aspecto, se va a instalar en la ciudad en 2006 un gran centro comercial que contrarreste la actual tendencia a realizar las compras en La Coruña. En el segundo aspecto, hemos emprendido una política de rehabilitación del casco histórico, estamos construyendo un auditorio y también existe el proyecto de un museo interactivo de historia de la ciudad. La infraestructura hotelera de Lugo es la apropiada en base a la demanda que hoy existe, aunque en un futuro cercano, si la oferta turística crece, como deseamos, resultará insuficiente, y por eso negociamos la instalación de nuevas plazas hoteleras.
Construimos el hospital más moderno de Galicia
De todos modos, la mayor inversión que se está haciendo actualmente en la ciudad es en el campo de la sanidad pública, con la construcción del nuevo hospital en una parcela de 165.000 m2 en pleno corazón de la ciudad, lo que propiciará a buen seguro un amplio desarrollo urbanístico de una zona que estaba olvidada, y una mejora espectacular del servicio sanitario. El actual hospital ha cumplido excelentemente su papel, pero hoy está obsoleto. La nueva instalación será de referencia provincial y, además, esperamos que favorezca el desarrollo de nuestro campus universitario, ligado a la Universidad de Santiago, que cuenta actualmente con unos 9.000 estudiantes.
Planificar las cosas
Otro aspecto sociosanitario que ha acaparado mi interés durante el presente mandato ha sido el de las barreras arquitectónicas. Personalmente, no podré descansar mientras mi ciudad no ofrezca las mismas posibilidades a todos. No se trata de planificar las cosas en base a los discapacitados que hay censados actualmente, porque discapacitados lo podemos ser todos, y una sociedad es verdaderamente democrática cuando ofrece posibilidades a todos, independientemente de sus características físicas o psíquicas. De ahí que vengamos desarrollando, junto con la ONCE y el INSERSO, un avanzado plan integral de supresión de barreras arquitectónicas.
Es hora de avanzar en la descentralización
Estoy totalmente a favor del Estado de las autonomías por cuanto ha ayudado a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Galicia no serían lo que son si no hubieran existido los gobiernos autónomos. Pero hay que dar todavía el siguiente paso, que es la apuesta por los gobiernos locales (gobierno, que no administración). Debe producirse una descentralización desde las autonomías y el propio Estado central en aras de los gobiernos locales. En estos próximos años es imprescindible que se establezca un auténtico pacto local que garantice la provisión de competencias y presupuestos. De lo contrario, flaco favor haremos a los ciudadanos, de los cuales proceden en realidad la mayor parte de los impuestos. Además, los Ayuntamientos somos los que más podemos contribuir a la convivencia democrática de todos los españoles, disminuyendo las tensiones políticas que se están viviendo. Los municipios tenemos problemas comunes y somos capaces de entendernos independientemente de la ideología política que tenga cada alcalde.
Apuesta europea
Me parece que una descentralización similar se está produciendo ya en el marco europeo. Es evidente la necesidad de construir una Europa fuerte, hoy por hoy sobre la base de los Estados, y sin embargo se impone cada vez más la idea de potenciar la Europa de las regiones, en especial porque ambas concepciones europeístas son totalmente compatibles, no son opuestas como se nos quiere hacer creer. Es bueno favorecer el desarrollo regional, puesto que en último término todas las regiones tienen algo en común: su pertenencia a Europa. En cierto modo, avanzamos hacia un modelo similar al de Estados Unidos, en donde existen tres niveles administrativos bien implantados y fuertemente descentralizados: condado, estado y nación.
Su Majestad ha sido un buen árbitro político
Creo que España ha tenido una suerte que muy pocas veces se repite en la historia, como ha sido la presencia durante la transición del actual Rey, que ha sabido asumir magníficamente el papel de arbitraje que el país necesitaba entonces. En contadas ocasiones, incluso, ha tomado partido valientemente en defensa de la democracia y la libertad, del desarrollo político de la nación, dejando de lado una imparcialidad que le hubiera sido sumamente cómoda pero muy perjudicial para todos. Nunca olvidaré su gesto decidido la noche del 23-F, como tampoco su discurso ante las Cortes franquistas del año 1975, en el que sentó las bases de un nuevo talante que ayudó a tranquilizarnos a aquellos que, desde la lucha política clandestina, observábamos expectantes sus primeros pasos en el trono. Esa función coordinadora de la Corona la ha sabido desempeñar muy bien, razón por la cual hoy día representa una figura aceptada por todo el mundo sin discusión.
Nada compromete el futuro de la monarquía en este país
Por ideología política debería definirme como republicano, pero lo cierto es que debo confesar que me considero, como muchos españoles, juancarlista y firme defensor de la Familia Real. Hoy por hoy no le veo ningún sentido a la opción republicana, me parece un debate político ficticio. Pienso sinceramente que en España la monarquía es una de esas instituciones que forman parte de la herencia sociocultural de un pueblo, y como tal debe ser asumida.
La Constitución no es intocable
Este carácter institucional de la monarquía está perfectamente recogido y regulado en nuestra Constitución, así que el debate republicano no forma parte de mis preocupaciones actuales. Eso no significa que la Constitución considere ilegal plantear el tema, ni que sea una cuestión cerrada por completo. No estamos, ni en éste ni en otros asuntos, ante un texto intocable o inmejorable, porque ella misma contiene mecanismos para que se pueda cambiar en el futuro. A este respecto, ¿en qué creo que se debería reformar la Carta Magna? Pues en no demasiadas cosas; quizás en las disposiciones sucesorias, es decir, no tiene sentido hoy que si el primer descendiente es una mujer, no pueda reinar. También sería muy conveniente una reforma del Senado que lo convierta en la cámara de representación autonómica y local. Por descontado, la próxima aprobación de la constitución europea impondrá alguna que otra adaptación de nuestro texto legal. Ahora bien, cualquier reforma de la Constitución debería producirse sobre la base del consenso, es decir, aunque hubiera en el Congreso un partido con mayoría de diputados que pudiera imponer su determinación de cambiar la presente Constitución, mi opinión es que no debería hacerlo si no existe un amplio consenso general, similar al que se produjo en 1978 cuando se gestó el texto actual.