Este tenaz y vocacional onubense ha sabido reponerse a las múltiples vicisitudes por las que ha pasado durante sus más de treinta años como empresario. El esfuerzo, la mejora constante, la valoración de los trabajadores y el cumplimiento de las obligaciones para con Administraciones y bancos han sido los ejes de su labor económica, que persigue la plasmación de una ilusión personal y la riqueza y el crecimiento social y humano en su Huelva natal.
Inicios modestos
Con 21 años empecé como comercial de la marca Cuétara. Ello implicaba desplazarse en coche y, como por aquel entonces no disponía de permiso de circulación, decidí contratar a un chofer, al que casi le pagaba mi sueldo íntegro. Aunque no lo parezca a simple vista, fue un buen acuerdo, porque me permitió conocer en profundidad el mundo de la empresa. En 1971 me incorporé a la delegación de Sevilla de Cárnicas Campofrío para gestionar el área de Huelva y provincia. Desempeñé este cargo hasta 1979, cuando me decidí por formar mi propio negocio en el sector alimentario. Nacería así mi primera empresa, Distribuciones Domínguez Dávila en 1980. Mis inicios fueron humildes porque comencé con un local alquilado, una furgoneta y un repartidor. Sin embargo, los resultados fueron inmediatos y, al año siguiente, ya ampliamos nuestras instalaciones, con una nave en propiedad de 500 m2, y el número de empleados, que llegaron a ser 20. Por desgracia, la crisis de 1982 y el asentamiento de las grandes superficies en Huelva llevaron a liquidar este primer intento empresarial.
Un nuevo reto en el sector maderero
En 1986 me impliqué como accionista y gestor en la fábrica de tableros de aglomerado Tableros Huelva junto con 29 socios más, uno de los cuales era la Junta de Andalucía. Constituyó todo un reto, ya que mi trayectoria anterior había estado siempre vinculada al sector alimentario. Desempeñé el cargo de director comercial, por lo que viajé por toda España para difundir un producto que a priori desconocía. La mala fortuna propició que en 1990 el abandono de varios socios provocase el cierre de la empresa dos años después.
Incursión en el sector del automóvil
En 1990 me introduje como director-gerente en el sector de la automación con las marcas Daihatsu y Subaru, entonces poco conocidas, de cuya promoción me encargué en Huelva y su provincia. De nuevo, sufrí un revés, ya que en 1993 cerró la empresa importadora. Ante ello, me vi obligado a abandonar el proyecto y, en el año 1995, acepté la representación en Huelva de la entonces también desconocida firma Daewoo.
Una voluntad de excelencia que no fue recompensada
La experiencia de Daihatsu y Subaru resultó muy negativa económicamente, lo que me condujo a crear una firma con dos socios, cuyo móvil exclusivo era económico. Nuevamente empecé la representación de Daewoo en un local alquilado, disponiendo tan sólo de un mecánico como asalariado, ya que mi esposa y yo actuábamos como agentes comerciales. A pesar de estas restricciones, gracias al trabajo de mi mujer Pilar como jefa de ventas, conseguimos difundir la marca, acaparar un 7,5% de cuota de mercado –un porcentaje muy destacado para una marca nueva– y lograr numerosos premios de consecución de objetivos. No obstante, en seguida, y propiciadas por los excelentes beneficios del proyecto, surgieron las discrepancias con los otros dos socios. Para ellos, lo primordial era rentabilizar rápido y al máximo su inversión cada final de año mientras que, para mí, lo fundamental era que el proyecto creciese y se asentase como un sinónimo de calidad y buen trabajo comercial y empresarial. No conseguimos converger en unos objetivos comunes y, tras una serie de ampliaciones de capital, me excluyeron del proyecto y me descapitalizaron, lo que creían condicionaría mi futuro económico y empresarial.
Chevrolet: el presente empresarial
En 2004, gracias a que las marcas se conceden a los empresarios y en 1995 habían firmado con José Domínguez Dávila, vuelven a concederme la comercialización de la marca Daewoo-Chevrolet en Huelva. Fue así como nació Josucar Motor, con un activo de = 0€ + mucha ilusión. Nuestra evolución fue muy rápida, ya que mi mujer Pilar que llevaba ya 9 años como jefa de ventas, nos situó de nuevo en unas penetraciones altas, aún existiendo nuestra antigua empresa como competidora directa. En 2007 habíamos creado 17 puestos de trabajo, disponíamos de dos locales de exposición de 1.000 m2 y de un taller de 1.600 m2 y, ese mismo año, ya pasamos a convertirnos en una gran empresa por nuestro volumen de facturación. Con todo, la alegría se diluía, porque ya en 2008 notamos los primeros síntomas de la crisis que nos azota, lo que nos forzó a reajustar costes, y, en 2009, pese al riesgo de hacer los deberes tarde, tuve que reducir la plantilla.
Sin los trabajadores y su entusiasmo, una empresa ni funciona ni prospera
Vendemos vehículos de gama media con la garantía de una marca de prestigio de origen norteamericano. Para comercializarlos, disponemos de un grupo de profesionales cualificados que ofrecen el mejor servicio al cliente; entre ellos destaca mi mujer, Pilar, desde hace 21 años una de las columnas de mi trayectoria como empresario, y mi hija, Susana, que se ocupa de la parte financiera. En una empresa lo primordial son los empleados. Es esencial que todos formen equipo y entiendan y participen de los buenos y malos momentos. Sin ellos, una empresa no podría funcionar, y, sin su entusiasmo, no podría prosperar.
Visión más intuitiva y analítica
Es un privilegio colaborar con mi mujer en nuestro proyecto empresarial porque posee una visión más analítica de la compañía y ayuda a controlar mis impulsos como empresario. En mi caso, sin el optimismo, el empuje y la pulcritud en el trabajo diario de mi mujer no hubiese podido renacer con éxito tantas veces.
En los períodos de crisis sólo prosiguen los emprendedores natos
La crisis es negativa para todos los estamentos de la sociedad, sobre todo para los empresarios; a pesar de ello, presenta un aspecto positivo: en estos períodos sólo prosiguen los empresarios natos, de manera que los inversores y especuladores abandonan el mundo de la empresa porque deja de ser una alternativa de inversión para convertirse una aventura vital en la que hay esforzarse, actuar con honestidad e innovar día a día. Esta es la única consigna para vencer etapas difíciles y subsistir como empresario. En mi caso, la recesión propició que consiguiese la exclusividad de Chevrolet en Huelva en 2010, ya que mis antiguos socios no supieron llevar a buen puerto un negocio con una estabilidad de 15 años: les compré la exclusividad de la marca y cerré con esto mi antigua empresa. Así, el tiempo y esta crisis me han devuelto lo que desde 1995 comencé con Daewoo.
Señas de identidad de un verdadero empresario
Los pilares que definen la personalidad y la tarea de los empresarios son, por un lado, la iniciativa, el olfato y la visión para crear negocios; por otro, la motivación para crear y mantener puestos de trabajo y, finalmente, es imprescindible respetar y cumplir con nuestras obligaciones administrativas y morales: pagar a los empleados, a los proveedores, a los bancos y a las Administraciones. Respetando estos principios, el empresario únicamente debe preocuparse por saber pilotar su nave, y este pilotaje debe basarse en el trabajo diario, en la autocrítica, en el deseo de mejora constante y en la capacidad e ilusión por la innovación.
Crear empresas se lleva en la sangre
Mi trayectoria de empresario la veo como el productor, que invierte el dinero para que se materialice el proyecto, el guionista, del que surge la idea de crear la empresa, y el director, que dirige a los que dan vida al guión. Un emprendedor debe saber que su labor lleva un componente de riesgo perpetuo; por ello tienes que vigilar y estar encima de tu empresa constantemente, porque nunca dejan de estar en peligro. La clave para el éxito es adaptarte para sobrevivir a largo plazo; así, yo me adapté y creé Josucar, mi penúltima empresa, a mis 59 años.
Ineludible compromiso social
La labor empresarial va más allá de la creación de riqueza y puestos de trabajo. Nuestra tarea tiene que revertir de alguna forma en el lugar en que desarrollamos nuestra actividad. Siempre he estado vinculado a Huelva, y he trabajado para conseguir su prosperidad económica y social. Por ello, al observar la decadencia en 1983 de su Semana Santa, colaboré en su promoción y me concedieron una placa oficial en la que se agradecía nuestro esfuerzo en la difusión de la Pascua, el Rocío y la Virgen del Carmen.
Hay que cumplir con Hacienda
Históricamente, hemos sido un país huidizo con la Hacienda pública. Esta tendencia, justificable por el abuso tributario que padecemos los empresarios, es sin embargo un arma de doble filo, porque genera falta de recursos para apoyar a las pymes a largo plazo, que son, en definitiva, las grandes creadoras de riqueza y empleo del país.
Responder con el propio patrimonio ante los bancos
Existe cierto resquemor de los empresarios a ser transparentes con los bancos. También es poco común que avalemos con nuestras propiedades un proyecto empresarial. En mi caso, en cambio, siempre he respondido con mi patrimonio, y ha sido una dura pero sabia elección, porque las entidades financieras lo aprecian para volver a hacer negocios contigo.
El poder de las urnas
Se necesita un cambio de gobierno inmediato que reconduzca la actual situación de zozobra económica y haga florecer todos los capitales ocultos por miedo a la incertidumbre y a mala política actual. Deberíamos ser más críticos a la hora de votar, hacerlo en función del programa político del candidato y no de su capacidad de empatía.