Ingeniero técnico y máster en Dirección de Operaciones, José Luis Durán apuesta por la innovación empresarial en tiempos de crisis. El Gobierno, a su juicio, dispone de mecanismos suficientes para hacer frente al momento crítico actual, pero su empeño por mantener una paz social a toda costa le impide activarlos. Cree que vivimos una época donde los valores morales se han perdido y donde prima el bienestar particular sobre el buen funcionamiento general del país.
Historia personal ligada a la historia de la entidad
La empresa nació en el año 1976; seis meses después, en abril de 1977, empecé a trabajar para ella como adjunto al director de producción. Sucesivos avatares y distintas crisis la hicieron caer temporalmente en manos de los bancos, los cuales, más interesados en rentabilizarla que en dirigirla, hallaron comprador en una empresa alemana. En 1980 pasé a ser responsable de producción, puesto que mantuve hasta el año 2006, cuando asumí la gerencia de la planta de Barbastro. Al tratarse de una empresa ubicada lejos de los grandes núcleos industriales, nunca ha sido fácil encontrar profesionales competentes deseosos de establecerse aquí, lo que sin duda representa uno de nuestros handicaps. Buscamos una cierta estabilidad a la hora de contratar personas para puestos importantes y una opción local siempre es más estable de cara al futuro.
Fabricación de materias plásticas para el sector automovilístico y electrónico
Fabricamos primeras materias plásticas para un tipo de ingeniería de altas prestaciones aplicables al mundo del automóvil y la electrónica, cuyos componentes exigen un excelente nivel técnico y mecánico. Nuestros clientes dan forma a estos plásticos creando la pieza donde irán montados. El headquarters está en Cleveland (Ohio) y estamos implantados en todo el mundo.
De la implantación local a la globalización
Mi historia personal y profesional corre paralela a la de la empresa, y a través de los años hemos pasado por un sinfín de circunstancias, desde el comienzo, cuando todo era muy precario. Los primeros trabajadores compartían las labores del campo con el trabajo en la industria. Hoy día el sector ha evolucionado muchísimo. Hemos pasado de una empresa y una situación política, social y económica muy local a otra totalmente globalizada.
Innovar según las necesidades del cliente y las exigencias del mercado
Por nuestra internacionalización podemos servir a nuestros clientes globalmente; aunque están repartidos por todo el mundo, les servimos como si vivieran aquí al lado. En España, al contrario de otros países donde sí se desarrollan programas con institutos tecnológicos y universidades, la empresa colabora directamente con los propios clientes en función de sus requerimientos específicos. Hay dos centros de diseño, uno en Alemania y otro en Estados Unidos, con los que mantenemos una relación directa. En pocas palabras: vendemos soluciones, elaboramos lo que el cliente necesita e innovamos de acuerdo con la exigencia del mercado.
El plástico está desplazando al metal en ciertas aplicaciones
Los plásticos, cada vez más, están desplazando al metal en algunas aplicaciones. Existen, por ejemplo, plásticos bío, verdes o sostenibles, que no derivan del petróleo, y toda una gama de nuevos materiales con mejores propiedades. Este desarrollo de nuevos tipo de plástico se explica por dos razones: es más fácil diseñar y fabricar ciertas piezas con plástico que con metal y, además, representa un ahorro en peso más que significativo. En el caso de los automóviles, pongamos por caso, implica una disminución en el consumo de combustible y una multiplicación de las prestaciones. Incorporar tecnología que reduzca gastos es algo que la empresa siempre tiene en cuenta.
Apuesta por un producción altamente especializada
Hace tres o cuatro años apostamos por la especialización, cuando centramos nuestra política empresarial no tanto en el volumen de fabricación como en la obtención de productos capaces de aportar soluciones. Se trataba de un plan de futuro a medio plazo, cuya estrategia, una vez definida, debemos mantener si queremos estar en un mercado condicionado por las prestaciones y la calidad. Alcanzamos unas 15.000 toneladas de producción al año. En mi opinión, hoy podemos decir que se han ido alcanzando los objetivos propuestos con la incorporación de nuevas tecnologías y productos.
El cliente forma parte de la empresa
Al ofrecer a nuestros mercados soluciones a medida de sus necesidades, podemos considerar a nuestros clientes como parte de nuestra estructura, pues todos los esfuerzos de nuestro equipo van encaminados a ayudarles a satisfacer las necesidades de sus mercados, entendiendo sus demandas, ofreciendo soluciones innovadoras para cada aplicación y haciendo que sean más competitivos.
Crear productos en función de su aplicación
La exigencia del cliente es muy diversa. En en el campo de la electricidad, nos puede pedir un material capaz, en caso de sobrecalentamiento o incendio, de apagarse por sí solo en un tiempo determinado o de resistir largo tiempo antes de incendiarse. En la automoción, por ejemplo, nos solicitan piezas para una parte del motor que resistan altas temperaturas sin degradarse. Formulamos un producto diferente dependiendo de su aplicación, y trabajamos junto al cliente en desarrollarlo y optimizarlo.
Los trabajadores también vivimos fuera de la fábrica
Nuestra actividad no es especialmente contaminante ni peligrosa y, aunque estamos homologados según la norma ISO 14001, la empresa marca unas directrices más estrictas que la propia legislación; incluso contamos con una planta depuradora de agua que se reutiliza. Los plásticos tienen la ventaja de ser reciclables. Nuestro grado de sensibilidad ambiental no puede ser mayor porque, a fin de cuentas, los trabajadores también vivimos fuera de la fábrica.
No hay que frenar la innovación en tiempos de crisis
Como ofrecemos unos productos con gran valor añadido y tecnológicamente punteros, no frenar la innovación y buscar alternativas a los problemas generados en tiempos de crisis es fundamental. Quienes supieron prepararse durante recesiones pasadas salieron reforzados para poderse aprovechar de la nueva situación. Cuando una empresa se reestructura casi nunca lo hace para ampliar sino para reducir. Antes de la crisis pasamos por una reestructuración empresarial. Es doloroso recortar, pero pretender seguir inamovibles pone en riesgo a toda la empresa, aunque no se trata tanto de reducir puestos de trabajo como de salvar todos los posibles y sentar las bases para volver a crecer en el futuro.
Planes de formación a todos los niveles
Un 30% de nuestro personal posee título universitario, y al 70% restante le exigimos un mínimo de formación de grado superior. En este sentido nos hallamos en el polo opuesto a donde estábamos en 1976. Todos nuestros trabajadores dedican muchas horas al año a formarse. Contamos con planes de formación a todos los niveles, desde los más bajos hasta la gerencia.
Por temor a resultar impopular, la clase política suele ser inoperante
La paz social es importante para los políticos y tener a los sindicatos y al electorado contentos se traduce en votos. Sin embargo, parece llegado el momento de efectuar una reforma laboral, asignatura pendiente desde hace años, aunque los políticos siempre tienen miedo de tomar decisiones impopulares.
Cegados por la ambición
La actual crisis es financiera, pero incide directamente sobre los mercados. Nunca fue bueno esconder la realidad de la crisis. A nivel de nuestra empresa la transparencia es un factor capital. Cuesta creerlo, pero desde el año 2008 hasta hoy nada parece haber cambiado ni haberse hecho nada para salir de la crisis. Y todavía cuesta más creer la manera como llegó, sin ser advertida por nadie, cuando la realidad social circundante, el boom urbanístico, la alegría de los bancos al conceder hipotecas, hacían prever lo peor. Quizá nadie veía nada porque la ambición nos cerraba los ojos a todos.
Soluciones precipitadas e innecesarias de escaso alcance
Muchos trabajadores autónomos se han visto obligados a cesar en sus actividades porque la Administración ha dejado de pagarles. El 30% al menos seguiría sin duda en activo si los bancos no les hubieran negado la financiación. No soy experto en finanzas, pero los analistas señalaron mecanismos para no tener que tocar la Constitución como se ha hecho y poder actuar efectivamente en los mercados financieros. Sin embargo, se ha caído en soluciones precipitadas e innecesarias de escaso alcance.
Si todos tributáramos, quizá no estaríamos sufriendo esta crisis
La economía sumergida siempre ha existido y siempre existirá. Si ese 25% de desempleo fuera real, seguramente se produciría una explosión social en el país. Si todos tributáramos, quizá no habríamos llegado al punto crítico donde nos encontramos. El Estado, por fuerza, ha de disponer de modos para limitar esta situación de manera razonable.
Una cultura del bienestar mal entendida
En España se ha generado una cultura social del bienestar mal entendida. Durante años todo debía estar subvencionado por el Estado, los ciudadanos creían que podían demandar cualquier cosa gratuitamente. Ello sin contar el gasto enorme para las arcas del país que ha supuesto la duplicación administrativa del Estado autonómico. Por otro lado, los valores morales se han perdido, tanto a nivel familiar como profesional. Todos reivindicamos nuestros derechos, pero apenas asumimos ninguna obligación. En mi caso, procuro nadar a contracorriente y tratar a los empleados como personas y no tanto en función del puesto que ocupen, valorando sus necesidades dentro y fuera de la empresa.