JOSÉ MIGUEL BENITO NOTARIO
JOSÉ MIGUEL BENITO NOTARIO
TH, 3r VOLUM. El estado de derecho después de 1978

JOSÉ MIGUEL BENITO NOTARIO BENITO, ASESORES Y ABOGADOS

Texto del 16-06-2008,
Fotografía cedida por José Miguel Benito.

Como fundador de un despacho dedicado al asesoramiento de empresas y particulares, José Miguel Benito Notario aglutina la experiencia y el bagaje de su formación en Derecho del trabajo con una práctica jurídica dilatada que le permite abogar con serenidad y lucidez por una posible revisión de la Constitución, por la importancia de moderar el exceso legislador de los políticos y por la necesidad de generar normativas menos dudosas y más coherentes con la realidad social.

Especializado en Derecho del trabajo y con vocación docente

Benito Asesores y Abogados es un despacho multidisciplinar dedicado al asesoramiento legal a empresas y particulares que ofrece servicios integrales de asesoramiento legal (mercantil, civil, laboral y fiscal) y defensa letrada ante los tribunales. Me licencié en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares y más adelante cursé la diplomatura en Derecho del Trabajo. Además de mi vocación de abogado, he desarrollado una faceta docente como profesor asociado de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Carlos III y de diferentes masteres en el Centro de Estudios Financieros, además de impartir un gran número de conferencias y jornadas de formación sobre temas laborales y empresariales.

Pasión por la divulgación de temáticas jurídicas

Me gusta escribir sobre temas jurídicos, lo cual me ha llevado a publicar artículos en diferentes revistas, así como a editar libros: Despidos individuales y colectivos (dos ediciones) y el Protocolo para una auditoría socio-laboral. Lamento no poder dedicar más tiempo a escribir, una pasión que me llena y me permite hacer pedagogía sobre temáticas de gran interés público.

Es importante para el abogado una formación práctica

Antes de crear mi propio despacho estuve trabajando en grandes bufetes de abogados en los que se fue forjando y consolidando mi especialización en Derecho laboral. Formarse durante un período en diferentes ámbitos y especialidades para dar después el salto y crear un bufete propio es sumamente positivo porque se adquiere un bagaje profesional y práctico que fortalece un proyecto arriesgado. En el marco de mi bufete se ha consolidado una amplia cartera de clientes, fundamental para poder avanzar en el negocio y contactar con otros nuevos. En la actualidad, el despacho está formado por seis abogados. No nos ponemos límites, podemos llegar donde queramos con esfuerzo, profesionalidad y servicios de calidad.

Abogados, una guía de la legalidad para los empresarios

El mundo del trabajador y de la empresa ha cambiado bastante en las últimas décadas. Los empresarios cumplen mayoritariamente con la legislación vigente y sus trabajadores son dados de alta en la Seguridad Social. Desde el bufete podemos asesorar al empresario sobre cómo minimizar riesgos, pagar menos impuestos, etc., pero siempre desde un punto de vista legal. Tratamos con muchas empresas medianas, pero también con multinacionales, y abarcamos temáticas muy diversas como operaciones de fusión transfronteriza, auditorías legales de compra de grupos multinacionales, etc.

Pactar antes de llegar al enfrentamiento en los tribunales

En el despacho solemos abogar por una actitud pactista siempre que exista una mínima posibilidad de acuerdo. A veces, ello también depende de la voluntad del representado. Es cierto que en mi ámbito, el del Derecho del trabajo, quizá existe una mayor costumbre de pactos y, a menudo, son los mismos tribunales los que te inducen a hacerlo. Por mi especialidad, pues, prefiero el pacto al enfrentamiento. He negociado convenios colectivos buscando el acuerdo y es esta forma de trabajo la que intento transmitir al cliente porque generalmente es la más coherente y económica para todos, siempre que sea un buen acuerdo.

Temores sobre el futuro de España tras la muerte de Franco

Cuando murió Franco yo era muy pequeño, pero tengo un recuerdo nítido de las palabras de mi padre recalcando la importancia del momento histórico que estábamos viviendo. Aquellos días salió a la luz un libro con las últimas palabras de Franco y otro con el primer discurso realizado por el Rey Juan Carlos I. Mi padre me los dio para que los guardara: formaban parte de la historia. Entonces vivíamos en un pueblo de Guadalajara donde el cambio de la dictadura a la democracia se respiraba de una forma muy convulsa, pasando desde la alegría hasta el temor por lo que podía pasar.

Incertidumbre de los primeros años de Transición

La preguerra y la Guerra Civil habían sido muy duras para muchas personas que no querían revivir otra contienda. En mi familia también se padeció el enfrentamiento, porque había parientes que estaban del lado republicano y otros del nacionalista. Cuando en 1977 se legalizó el Partido Comunista Español muchas personas se asustaron porque pensaban que este hecho podía generar un estado de crispación que desembocase nuevamente en otra guerra fratricida.

Transición a la democracia, proceso de adaptación ciudadana

Afortunadamente las cosas se desencadenaron de forma positiva y, después de las primeras elecciones con la victoria de UCD, los ciudadanos españoles se sintieron aliviados. No obstante, había otra amenaza, el terrorismo de ETA. Para algunas personas, especialmente la gente mayor, la solución estaba en volver a la etapa de Franco porque creían que con el régimen anterior había más tranquilidad. La democracia parecía no tener orden. Las elecciones generales de 1982 que dieron la victoria al PSOE aportó tranquilidad al ciudadano, aunque a posteriori defraudaron a muchos españoles con su política.

Estado de Derecho lastrado por el oportunismo político

La Constitución de 1978 es un hito dentro de nuestro Estado de Derecho: a partir de su aprobación empezamos a vislumbrar el cambio democrático. Su desarrollo ha conllevado mucha legislación que después ha sido revisada por el Tribunal Constitucional. En mi especialidad, por ejemplo, se ha desarrollado el Estatuto de los Trabajadores, norma fundamental en el campo del Derecho del trabajo que después se ha reformado; no obstante, no es todo lo completa que sería menester, dado que los políticos confeccionan leyes cuando ven la oportunidad política. Uno de los problemas de nuestro Estado de Derecho es su elevada dependencia del ámbito político, lo que limita sus posibilidades de progreso.

Ha llegado el momento de elaborar una ley de huelga

Echo de menos una ley de huelga amplia y precisa. Estamos regidos por un decreto ley de 1977, pero ningún gobierno se ha planteado la posibilidad de desarrollar una ley de huelga en condiciones, lo que evitaría al ciudadano muchísimas complicaciones durante un período de paro determinado, como regular los servicios mínimos y esenciales para la comunidad en materia, por ejemplo, de transporte o sanidad, o acotar la huelga legal frente a la ilegal, etc. Todo ello daría mayor tranquilidad incluso a los abogados.

Medidas populistas que engañan a la ciudadanía

El Estado de Derecho tiene unas reglas de juego que asumimos pero que, si analizamos desde su mecánica interior, muestran habilidad para el engaño y la manipulación política. Ningún gobierno debería actuar a golpe de imagen, pero deviene habitual. A menudo, algunos problemas sociales parecen quedar solucionados mediante una nueva ley y su fórmula penal, pero a la práctica son sólo medidas populistas que no solucionan nada, como, por citar un ejemplo, el famoso “Decretazo” de la reforma laboral de 2002.

Leyes precisas y acotadas para evitar malas interpretaciones

Con frecuencia, el legislador estropea unas normas que ya funcionaban. Desearía una mayor preparación de los legisladores y me disgusta su desconocimiento de la realidad social y del día a día de la Justicia. No se trata de que los abogados tengamos que interpretar la ley, sino de que se redacten leyes claras y precisas para que todo el mundo sepa a qué atenerse.

La imprecisión de la Carta Magna ha sido ventajosa

Si bien se ha criticado la falta de concreción de la Constitución española, a lo largo de los años se ha demostrado que es una cualidad que ha permitido su supervivencia. La historia prueba que los españoles nos movemos ideológicamente como un péndulo, y la Constitución tiene esta misma habilidad, a veces es más progresista y, otras, más conservadora. Su imprecisión posee la virtud, por tanto, de servir para todos. En cualquier caso, la Carta Magna debería poder ser revisada cuando se considerara necesario. Y, aunque ahora no se da el consenso político que permita abordar ciertos temas, creo que se podrían reformar aspectos no controvertidos.

No es aconsejable una descentralización radical

En general, la descentralización territorial ha sido positiva para el conjunto del país, pues cada comunidad autónoma tiene su propia idiosincrasia y problemáticas. Además, una administración cercana al ciudadano es más flexible y eficiente. Sin embargo, a veces la descentralización llevada a sus extremos conlleva desigualdades; por citar un ejemplo, para un abogado del interior de España puede resultar imposible actuar en aquellas comunidades donde se habla una lengua propia, pues jugamos con desventaja ante un tribunal donde el otro letrado se expresa en una lengua que no es el castellano.

España es una nación de tradición monárquica

España siempre ha sido una tierra de reyes. Pretender cambiar un país eminentemente monárquico por otro republicano no se puede hacer fácilmente. La monarquía nos ha dado estabilidad a lo largo de la historia y, si tenemos que basarnos en nuestra experiencia pasada, en las dos ocasiones en las que se ha proclamado una república España no ha sabido adaptarse al nuevo Estado.