Volumen 14. Biografías relevantes de nuestros empresarios 2023 – Tomo 3

Sr. Marco Ara – Condensia Química

 Barcelona

1970

Director general de Condensia Química, S.A.

31-1-2023

 

El producto es el envoltorio, lo realmente importante es la calidad y el servicio. Así lo certifica este empresario de segunda generación, cuya pyme compite con multinacionales que multiplican por mil su dimensión. La adaptación a las necesidades de los clientes y la cercanía observada son los responsables de la química generada con ellos y de la fidelidad labrada en casi medio siglo de trayectoria. Pero esa química también la dispensa a los proveedores, un elemento clave en toda fórmula de éxito.

 

El sistema educativo debería hacer despertar emociones entre los alumnos

La imagen más lejana que conservo en mi memoria es la de estar paseando de la mano de mi madre y de mi hermana por Barcelona, ciudad en la que nacimos a pesar de que nuestros padres eran de origen italiano. Él de Florencia y ella de Nápoles, coincidieron en su juventud estudiando en el Liceo Italiano de la capital catalana, se enamoraron y se casaron. La conexión familiar catalana la inició mi abuelo materno, profesor de Matemáticas y Física, quien tras haber superado unas oposiciones para impartir la docencia en el extranjero fue destinado a Barcelona, donde casualmente fue profesor de mis propios progenitores en ese mismo centro en el que, tiempo más tarde, estudiaríamos mi hermana y yo y, posteriormente, mi hija Claudia. De mi paso por el Liceo me acuerdo de la profesora Giua, quien consiguió revertir mi actitud rebelde. Con diez años, me abordó a la hora de salir al patio y me invitó a leer unas páginas sobre la ONU. «Cuando te las hayas aprendido, saldrás a jugar». Gracias a ese capítulo me di cuenta que, prestando atención, asimilaba los contenidos y hallaba interés en la lectura, lo cual me convirtió en un buen estudiante. Esa docente demostró su intuición, al detectar que yo tenía capacidades que no habían sido adecuadamente conducidas. El sistema educativo en la mayoría de los países occidentales, en general, sigue observando deficiencias porque mantiene criterios muy estrictos orientados a alcanzar determinados objetivos y calificaciones, sin el propósito de hacer despertar emociones entre los alumnos; de estimular la ilusión y el interés por el aprendizaje. Tan absurdo me parece pretender que los estudiantes memoricen contenidos como una reciente propuesta que abogaba por suprimir la filosofía del programa educativo, cuando constituye la base para que las personas puedan pensar en libertad y con criterio.

 

He procurado extraer de mi padre, fundador de Condensia, sus mejores consejos y dar continuidad a sus mayores virtudes

Mi padre consiguió inculcarnos el valor de la cultura del esfuerzo; sobre todo, predicando con su propio ejemplo. Hombre de fuerte personalidad, siempre exhibió un talante decidido, capaz de afrontar casi cualquier reto; así, acabaría fundando Condensia. A pesar de que nuestros caracteres presentaban divergencias, especialmente por el talante     imperativo que mostraba en ocasiones, sí procuré extraer de él sus mejores consejos y dar continuidad a sus virtudes. Tras su etapa académica en Barcelona, se trasladó a Roma para estudiar Química, lo cual propició que mi madre se mudara también a la capital italiana para cursar Derecho. Ella atesoraba alma de artista, pues dibujaba y pintaba de manera excelente y deseaba orientarse a Bellas Artes. Sin embargo, en aquella época esa carrera se antojaba socialmente poco útil y poco adecuada para una mujer, y su familia prefirió que realizara otros estudios universitarios. Pese a desdeñar el Derecho, se licenció con un expediente extraordinario. Concluidos los estudios, decidieron regresar a Barcelona, donde mi padre recibió el encargo de poner en marcha una filial de una empresa farmacéutica en la zona de Granollers. En un determinado momento, la matriz exigió la elaboración de un producto que entrañaba ciertos riesgos por su carácter inflamable y explosivo, lo cual llevó a mi progenitor a reclamar una serie de medidas para mitigar los peligros que reunía esa actividad. Ante la negativa de la empresa a implantarlas, decidió abandonar la firma. Poco después, esa planta quedaba destruida por un incendio…

 

La intuición es una virtud muy útil para un empresario ya que, en momentos complejos, contribuye a dar con la solución adecuada

Superé sin problemas mi etapa académica, con alguna excepción anecdótica, como cuando, en plena adolescencia y como resultado de mi espíritu rebelde, suspendí una asignatura: precisamente, Química. El propio director del centro me transmitió su sorpresa, al conocer la profesión de mi padre y tras constatar que realmente me gustaba mucho la asignatura en cuestión. En el examen de maturità que teníamos que superar al final del Bachillerato, en la prueba de Matemáticas, fui de los pocos que respondió correctamente a todas las preguntas del examen. La profesora me trasladó un comentario que me quedó grabado de manera permanente: «Eres una persona muy intuitiva. Nunca dejes de escuchar a tu instinto». Ciertamente, en la vida me he dejado guiar por la intuición. En ocasiones es necesario abandonar un determinado marco para obtener la visión externa de un problema. Creo que es una virtud muy útil para un empresario y que en momentos complejos contribuye a dar con la solución adecuada.

 

Decidir estudiar en Italia fue un acierto para madurar de golpe

Hubo solo dos aspectos en los que mi padre me brindó absoluta libertad: me permitió elegir la carrera a estudiar y jamás me exigió acudir a trabajar a su empresa. Ya en mi infancia, me había familiarizado con Condensia, pues, mi padre, hombre devoto del trabajo, los sábados solía llevarnos a Palau-solità i Plegamans, donde en 1975 había levantado la fábrica. Ahí había un perro enorme que, sabedor de quién era el dueño, se acercaba a nosotros, se agachaba y esperaba a que mi hermana y yo nos montáramos sobre su lomo para levantarse y pasearnos por el recinto. Emergía el espíritu protector de ese animal, que no nos dejaba bajar y que solo obedecía a nuestro padre. Él, sin embargo, nunca sugirió incorporarnos en el futuro al negocio. Tampoco realizó comentario alguno cuando le transmití mi intención de estudiar Administración de Empresas, una carrera que me atraía por el carácter multidisciplinar de la misma y porque me despertaba interés el entorno empresarial. Decidí estudiar en Italia, lo que se reveló como un acierto para madurar de golpe. Como anécdota, tras detectar mi padre que mi rendimiento estudiantil resultaba pobre en el primer año, me avisó de que me pondría a descargar sacos en su empresa. No era mi complexión precisamente robusta para ese cometido, a pesar de haber practicado deporte en mi infancia, adolescencia y juventud.

 

Del tenis, el atletismo y el fútbol extraje sabias lecciones para aplicar en el futuro empresarial que me aguardaba

De pequeño jugué a tenis, defendiéndome bastante bien, pero sin despuntar en exceso. Más adelante, aprovechando mi capacidad velocista me pasé al atletismo, donde coincidí con el campeón de España junior de 100 y 200 metros lisos. Pero exigía una gran disciplina, con entrenamientos seis días por semana y competición el domingo, lo cual resultaba difícil de compatibilizar con los estudios. A través del deporte extraje sabios valores y lecciones. El tenis es un deporte que reclama una gran fuerza mental. El atletismo entraña una preparación prolongada con un resultado incierto cuando corresponde competir, porque estás sujeto a lesiones u otros factores que condicionan el rendimiento final. También practiqué el fútbol, donde observaba maneras y donde asimilé el respeto debido al entrenador y a tus compañeros, sacrificando el objetivo individual a favor del colectivo. Todas esas experiencias han resultado de gran provecho para aplicar en el futuro empresarial que me aguardaba. Realmente, el deporte es una cancha de entrenamiento para la vida.

 

Mi llegada a Condensia fue entendida como una prueba en la que llevo ya 29 años

Culminé la carrera a los veintitrés años, tras lo cual decidí regresar a Barcelona. El verano anterior había vivido mi primera experiencia laboral, coincidiendo con los Juegos Olímpicos del 92. Coca-Cola reclutaba jóvenes para atender a los atletas que se acercaban a su stand. Fue así que, enfundado en un uniforme, serví bebidas a los regatistas en el Port Olímpic durante un par de semanas, a razón de doce horas diarias. Tuve ocasión de interactuar con esos atletas e, incluso, con el entonces Príncipe de Asturias y actual Rey de España, Felipe de Borbón. Concluidos mis estudios, le pregunté a mi padre si podía permanecer unos meses en Condensia, a modo de aclimatación con el entorno profesional, antes de hallar acomodo en otra empresa. Accedió a ello, en lo que se convirtió en una prueba en la que ya llevo veintinueve años. En ese momento, en la empresa había doce personas. El primer mes lo invertí en el laboratorio, aprendiendo al lado del entonces director técnico y socio de mi padre, el Sr. Durán, quien también había sido su compañero en el Liceo Italiano de Barcelona. Más adelante pasé por administración, donde incluso confeccionaba albaranes a mano, cometido que no me disgustaba porque siempre he tenido interés por atesorar conocimientos de todo tipo.  Con ganas de aprender, puedes llegar muy lejos. Pasé por todos los departamentos de la empresa, introduciendo algunos cambios cuando detectaba margen de mejora. Incluso llegué a responsabilizarme de la implantación de la ISO 9000 de Calidad, en 1997, a la cual añadiríamos posteriormente la ISO 14000 de Gestión Medioambiental. También destiné tiempo en las oficinas de Barcelona, en la plaza Urquinaona, donde se ubicaba el departamento de Compras. Tras un año de aprendizaje en esa área comercial, le expuse a mi padre que deseaba asumir su jefatura.

 

Nunca dejes de pagar a tiempo, porque tu credibilidad depende de ello

Mi padre tuvo el acierto de cederme espacio. Tras un tiempo en el que la empresa experimentó un sólido crecimiento, mi siguiente etapa residió en las ventas, acompañando a mi padre en ese cometido. A su lado seguí aprendiendo, incluido lo que no hay que hacer. Siempre he preferido recurrir a la empatía, intentando adaptarme a mis interlocutores y tratarles en función de sus necesidades. En cualquier negociación se produce un intercambio en el que ambas partes deben salir beneficiadas. Pero si algo asimilé de mi padre especialmente positivo a nivel empresarial fue ser cumplidor. «Nunca dejes de pagar a tiempo, porque tu credibilidad depende de ello», me dijo. Tenía toda la razón, pues para el buen funcionamiento de la compañía no puedes arriesgarte a quedarte sin suministro. Si tratas bien a tus proveedores y a tus clientes, siempre acaban correspondiéndote. Gracias a esas buenas prácticas, cuando en 2010 (coincidiendo con el fallecimiento de mi padre), como consecuencia de la crisis iniciada un par de años antes, el contable me anunció que sufríamos tensiones en tesorería, llamé a los seis principales clientes de Condensia. Les pregunté si estaban contentos con nosotros y les solicité ayuda: adelantándonos un pedido, avanzando facturas, etc. Todos, sin excepción, respondieron positivamente y pudimos superar ese bache.

 

En seis años la exportación pasó a suponer el 70% del negocio

En esas fechas, el nivel de la exportación se situaba en torno al 20% de nuestra facturación. El mercado exterior había comenzado a crecer en el momento que asumí la dirección general y comercial de la compañía. Al comprobar las oportunidades que existían a nivel internacional, me decidí a mejorar mi nivel de inglés, y, a pesar de que yo abría la empresa a las siete de la mañana y la cerraba doce horas más tarde, no me importaba completar la jornada acudiendo a una academia en Barcelona donde estuve tres años perfeccionando mis conocimientos del idioma anglosajón. Eso me permitió abrir mercado en Francia, Bélgica, Portugal, Holanda y Alemania en un primer momento para, posteriormente, adentrarnos, a través de distribuidores, en Estados Unidos, Oriente Medio o Sudáfrica, consiguiendo que en 2016 las exportaciones llegaran a suponer el 70% de nuestro negocio.

 

Mediante la esterificación obtenemos ésteres sin, prácticamente, generar residuos ni impacto ambiental

En esa expansión internacional tuve la suerte de contar con algunos buenos amigos y grandes profesionales, nuestro actual director técnico, Stefano Fiori, y, externamente, Vincenzo Aruta, un químico napolitano que trabajaba para una empresa que nos suministraba materia prima. Enseguida intuí que este profesional iba a ayudarnos en el crecimiento de nuestra compañía y en la promoción de nuestros ésteres en el sector de los lubricantes, industria que él conocía en profundidad. Condensia produce, desde 1975, ésteres y poliésteres que hallan aplicaciones en muy distintos mercados. Se trata de compuestos que comercializamos como aditivos para la mejora de las prestaciones de determinados productos. Mediante la esterificación, obtenemos ésteres y, como sub-producto, agua destilada sin, prácticamente, generar residuos ni impacto ambiental. Mi padre optó por este tipo de productos para renunciar a manipular sustancias que entrañaran riesgos. Una de las aplicaciones de los ésteres reside en los plásticos, fundamentalmente el PVC (policloruro de vinilo), un producto que no goza de buena imagen entre la opinión pública, al asimilarse a material contaminante, que puede generar toxinas perjudiciales para la salud al quemarse. En realidad, el PVC se obtiene a partir del cloro, que en la industria química es un subproducto de la fabricación de otros compuestos básicos y al que se le halló esa salida para su aprovechamiento. Con PVC se realizan cánulas o bolsas para contener productos médicos, pero también se destina a las cremas para la industria cosmética, a la impermeabilización de túneles o piscinas o al film transparente con el que se envasan los alimentos que hallamos en el supermercado. Gracias a nuestros aditivos, el PVC, que en condiciones normales es un material rígido, adquiere la flexibilidad necesaria para ese uso. Otra de las utilidades de nuestros aditivos reside en el revestimiento de los cables presentes en los motores de los coches, realizados en policloruro de vinilo, y que les dotan de impermeabilidad y de la resistencia térmica adecuada para evitar que esos cables pierdan propiedades con el paso del tiempo. En el desprestigio del PVC existe mucha guerra soterrada fruto de turbios intereses. Antes, por ejemplo, proliferaban las botellas fabricadas con PVC, hasta que, mediante campañas propagandísticas, se consiguió generar entre la opinión pública la creencia de que eran menos nocivas las producidas con PET (tereftalato de polietileno), el material al que se recurre en la actualidad. El dinero consigue que se propaguen ciertas tesis y no todas son veraces.

 

Existe mucho interés en avanzar hacia la sostenibilidad en la industria y el desarrollo de los bioplásticos

Fruto de nuestra inquietud por una industria más sostenible es el diseño de unos ésteres biodegradables aplicables a biopolímeros, donde obtuvimos incluso una patente relacionada con el proceso de obtención de los mismos. Se trata de derivados del ácido láctico, obtenido por fermentación de descartes de azúcares industriales; un producto absolutamente natural resultante de un proceso de fermentación bacteriana. Los desechos de las bacterias se aprovechan como conservante en la industria alimentaria, pero también para fabricar un polímero, el poliácido láctico, que presenta un carácter plenamente sostenible, al proceder de fuentes naturales y ser completamente biodegradable, pues abandonado en la naturaleza es devorado por la acción de los virus y las bacterias del propio medioambiente. Existe mucho interés en avanzar hacia la sostenibilidad en la industria y el desarrollo de los bioplásticos. En los últimos diez o quince años hemos asistido a un fuerte impulso por parte de la Unión Europea para evolucionar del plástico tradicional hacia los biopolímeros. Prueba de ello es la prohibición de los artículos plásticos de un solo uso como platos o cubiertos. Aun así, éste es un proceso muy lento, pues actualmente los plásticos biodegradables apenas representan un 1% y se calcula que, en 2050, a lo sumo alcancen el 3% de la producción mundial de plásticos. En cualquier caso, el problema no reside en el plástico per se, sino en la educación; tanto en el uso inadecuado del mismo, como en la responsabilidad de evitar la contaminación mediante el vertido incontrolado que se hace en determinados ríos y océanos.

 

Nos proponemos promover más alternativas ecológicas en los próximos años

Ahora mismo existe una clara sensibilidad medioambiental en Occidente, pero resultan todavía frecuentes determinadas prácticas execrables en muchas partes del planeta. Bien es verdad que al principio hallamos dificultades para comercializar esa alternativa ecológica, pues el lanzamiento coincidió con el estallido de la crisis y los clientes se mostraban reticentes a pagar el doble o el triple por esos aditivos, cuya obtención resulta más cara. Nuestro volumen de producción para este sector concreto todavía es escaso, pero seguiremos promocionándolo activamente, más allá de la rentabilidad que podamos obtener, pues es nuestra pequeña aportación para poder tener una presencia más sostenible.

 

Nuestro valor diferencial reside en la adaptación al cliente, tenemos capacidad para fabricar pequeños volúmenes y podemos realizar modificaciones a medida

La pandemia supuso una oportunidad para reforzar nuestros principios. En una ocasión trasladé a mi equipo una pregunta: «¿Qué vendemos?». Algunos respondieron: «ésteres», otros: «productos químicos», «compuestos» … Yo les subrayé que eso, en realidad, es el envoltorio. Lo que vendemos es calidad y servicio; satisfacción para nuestros clientes. Si no aportamos calidad a nuestros productos y brindamos servicio a los clientes no seremos capaces de vender nada, porque eso es en realidad lo que más valoran de nosotros. Somos una rara avis en el mercado, pues nuestra dimensión es insólita en un mundo dominado, cada vez más, por grandes corporaciones multinacionales. Así, la que menos, nos triplica o cuadruplica en envergadura. Nuestro valor diferencial reside en la adaptación al cliente, ya que no les exigimos exclusividad como proveedor, tenemos capacidad para fabricar pequeños volúmenes y observamos una gran cercanía con el cliente, pues ante cualquier inquietud saben que podrán contar con la intervención y asesoramiento de uno de nuestros técnicos de manera inmediata. Aunque disponemos de una serie de productos estándar, podemos realizar modificaciones a medida. Nos proponemos ocupar un espacio entre los clientes mínimamente representativos del mercado, ganándonos su confianza y manteniendo su fidelidad. Nuestro primer cliente, una empresa de Girona a quien fabricamos un producto hecho a medida que nadie más ha podido mejorar, sigue confiando en la actualidad en Condensia. Cuando recabamos la valoración de los clientes respecto a nuestro servicio obtenemos siempre calificaciones muy altas. En 2017 fuimos incluidos por CEPYME entre las quinientas mejores pymes de todo el país, tras haber tenido en cuenta una serie de criterios (facturación, crecimiento, ROI, personal, inversión en I+D…) de los 3,2 millones de pymes españolas de ese año.

 

La nueva fábrica contará con otros espacios que fomenten la convivencia del equipo humano

En 2016 alcanzamos nuestra plena capacidad de producción. Ante la imposibilidad de crecer en Palau-solità i Plegamans, hemos adquirido un terreno en Polinyà, donde levantaremos una planta singular, después de vencer las reticencias del Ayuntamiento, que, inicialmente, se mostraba reacio a validar un proyecto que incluye la incorporación de una pista polideportiva. Finalmente, entendieron que con ello pretendíamos promover hábitos saludables entre nuestra plantilla, actualmente formada por 25 profesionales, y decidieron cambiar la normativa para que cualquier empresa pudiera aplicar esa iniciativa a sus instalaciones. La nueva fábrica contará con otros espacios que fomenten la convivencia del equipo humano, como un comedor con un catering o una terraza de ambiente chill out para relajarse al final de la jornada. Pienso que hay que motivar siempre al personal si queremos conseguir el mayor grado de compromiso por su parte. Aunque el sueldo constituye un factor importante para todo empleado, está demostrado que no es la primera prioridad. Cualquiera necesita de motivación y disponer de sus propios sueños. Quien persigue sus sueños es capaz de superar cualquier obstáculo. Y eso también nos lo proponemos como empresa, buscando dar forma a un proyecto colectivo, procurando brindar soluciones al entorno industrial e intentando participar en la construcción de una sociedad más sostenible.

 

Es mi hija quien tiene que escribir su propio futuro

En mi esposa Susana he encontrado un apoyo fundamental; tanto para crecer profesionalmente como personalmente. Veintiún años después de vida conjunta seguimos compartiendo penas y alegrías, y me sigue obsequiado con enriquecedoras reflexiones que me han ayudado a afrontar algunos de los episodios clave de mi vida y mejorar como persona. Comparto con ella una hija, Claudia, quien estudia en el Institut Químic de Sarrià, exhibiendo un excelente rendimiento académico. Procuré inculcarle los valores en los que creo, como cuando la acompañaba a los partidos de tenis y le recordaba que lo más importante no era el resultado final, sino aprender algo de cada encuentro, más allá del hecho en sí de ganar o perder, y, por supuesto, disfrutar del deporte, disfrutar del camino. Pero es ella quien tiene que escribir su propio futuro. En toda mi vida, no he pretendido ir rápido, si no llegar lejos, hasta donde fuera capaz, intentado disfrutar del viaje. Me gustaría mencionar a todos los que me han acompañado, pero por falta de espacio me limitaré a Susana y Claudia, mi madre Marina, mi padre Paolo, y a sus socios y amigos, que también son los míos, Fred y Víctor. Sin ellos, esta breve reseña no tendría sentido.