Volumen 14. Biografías relevantes de nuestros empresarios 2023 – Tomo 3

Sr. Toni Cruz Huertas – Construccions Germans Cruz

Girona

1976

Encargado en Construccions Germans Cruz

 

12-01-2023

 

Comprometido socialmente, trabajador, luchador y capaz de sacar la parte positiva de cualquier crisis, este empresario de la construcción, nacido en el seno de una familia de emprendedores, es un apasionado de su trabajo y gran conocedor de su mundo. Defiende que se facilite el avance de las empresas, para que se recompense el esfuerzo, a la vez que apuesta claramente por formar a los jóvenes en los oficios.

 

Aprendí muy pronto que aquello que quieres te lo tienes que ganar

Vengo de una familia de emprendedores. Mi padre, Manel, y cuatro de sus hermanos (Antonio, Custodio, Julio y Paco) se dedicaban a la automoción, al regentar un taller mecánico, fundado por ellos mismos, que disponía de grúas para el transporte de coches. Mi padre conducía una de dichas grúas y, además, por las noches, llevaba un camión de la basura: era una persona muy trabajadora. Fue precisamente este ejemplo el que me hizo aprender, ya desde pequeño, que aquello que uno quiere se lo tiene que ganar. Por eso, cuando a los catorce años quise tener mi primera moto, dediqué parte de mi tiempo libre, cuando no tenía que estudiar, a ayudar en el taller, en aquello que me dejaban hacer, para poder obtener algo de dinero. Después de un tiempo trabajando, conseguí ahorrar una cantidad de dinero para poder costearme parte de la moto, aunque por desgracia pude disfrutarla por poco tiempo, ya que, a la semana, a causa de un accidente, la moto quedó inutilizable y la tuvimos que tirar.

Mi padre y yo nos parecemos mucho: somos constantes, reservados y le ponemos corazón a todo lo que hacemos

Si algo me ha enseñado la experiencia y ha definido mi carácter es el valor del esfuerzo, así como la recompensa que, a largo plazo, éste acaba proporcionando si se encara con pasión y amor el trabajo que uno lleva a cabo. Tuve un temprano ejemplo de ello en mi padre, quien siempre trabajó incansablemente debido a que mantener una familia de tres hijos es una ardua tarea. Puedo decir que es la persona que más me marcó de niño y, de hecho, creo que nos parecemos bastante en algunos aspectos: él es alguien muy constante, y yo también lo soy; él es una persona que pone el corazón en lo que hace, y yo también lo hago; ambos somos reservados y aguantamos todo el peso que se nos eche a la espalda. En mi infancia y juventud vivía con mis hermanos mayores, Rubén y Relinda, y con mis padres en el pueblo de Salt, en Girona, ciudad a la que nos trasladaríamos más adelante. Mi madre, Lola, se encargaba de nosotros y de la casa, y no puedo sino expresarle también mi agradecimiento por cuidarnos como lo hizo, con tanto amor como denuedo. Es muy querida por todos los que la conocen, con grandes valores.

Es esencial potenciar los estudios de Formación Profesional para que la juventud tenga un oficio

Una vez terminados los estudios obligatorios seguí estudiando en Girona. Concretamente, me saqué primero el título de Delineación y, posteriormente, cursé la Formación Profesional de Técnico Especialista en Obra Pública (también llamado Sobrestante) en Tàrrega. Al cumplir los dieciocho años, me inscribí en la autoescuela para conseguir el carnet de camión y así, cuando lo obtuve, pude llevar una de las grúas del taller de mi familia durante los fines de semana. Aprender el negocio de los míos, el oficio, trabajando y ayudando en el taller, me fue de gran utilidad. Es algo que agradezco enormemente, dado que me hizo valorar aún más la importancia del esfuerzo. Acabada la Formación Profesional, empecé a trabajar de lo que realmente me gustaba. Por mi experiencia como estudiante y como empresario, considero esencial que se potencie la Formación Profesional para que la juventud tenga un oficio; parece que hoy en día todo el mundo quiera tener una carrera, pero una diplomatura o una licenciatura no garantizan un buen futuro profesional, en absoluto. Recuerdo que, cuando yo cursé FP, estaba infravalorada, se decía que allí iban «los que no valían», mientras que «los buenos» acudían a la universidad. Sin embargo, en la actualidad, lo que se necesita y lo que en verdad asegura un trabajo es, precisamente, conocer un oficio, algo que también explica la alta calidad de los ciclos formativos en el presente y que los alumnos salgan de ellos tan bien preparados.

Empecé de topógrafo en la empresa en la que había soñado trabajar

Terminé los estudios de Sobrestante con 21 años y tuve la suerte de que enseguida me puse a trabajar en una constructora de Girona, de encargado. Por aquel entonces estábamos en pleno boom de la construcción y había mucho trabajo. Al empezar, la primera labor que me dieron fue la de topógrafo, para adaptarme al mundo de la obra civil, tarea que desarrollé aproximadamente durante un año. Poco a poco, a medida que iba conociendo cómo funcionaba todo el proceso, me fueron asignando mayor responsabilidad, en calidad de encargado de obra. La empresa en cuestión era Construccions Rubau, toda una referencia en Girona. Recuerdo que fue una alegría que me contrataran, ya que, cuando estudiaba, había soñado trabajar en esa compañía, precisamente por su relevancia. Y estando allí conté con la ayuda y la enseñanza inestimable de un jefe de obra, Pere Palazón, que me apoyó mucho. Los años que formé parte del equipo de esta entidad, que van desde 1999 hasta 2006, constituyen mi base, mis pilares en el mundo de la construcción en muchos sentidos. Cuando dejé Construccions Rubau, fue para lanzarme a montar mi propia empresa.

Un país con escasa mentalidad emprendedora

Fundar una empresa a los treinta años no era lo habitual. Se consideraba extraño entonces que alguien de mi edad se arriesgara a dejar un empleo seguro y con garantías y emprendiese un negocio propio. Creo que vivimos en un país en el que hay muy poca mentalidad emprendedora en general; y si bien es cierto que esto ha cambiado y sigue cambiando a mejor, pues ahora existen para los emprendedores diferentes recursos de los que antes se carecía, a principios del siglo XXI todavía era algo altamente inusual. Por mi parte, tuve claro que, si tenía que pelear por alguien, ¿por qué no podía hacerlo por mí mismo? La empresa que fundamos la empecé con un socio y, durante algunos años, el proyecto funcionó y prosperó. Sin embargo, llegó la parte más cruda de la crisis de la construcción, que produjo estragos en muchas empresas y que nos llevó a hacer frente a una ola de impagados que empezaron a convertir el negocio en insostenible, a lo que se sumó el hecho de que estuvimos mal asesorados.

Durante mucho tiempo luché en solitario por mi empresa, en la que llegamos a dar trabajo a ochenta personas

Con la cultura del esfuerzo que anida en mi interior, durante un tiempo intenté que la empresa volviera a salir a flote. Nos encontrábamos a las puertas del año 2012, después de soportar cuatro años muy difíciles, resultantes de la crisis. Ante ello, mi socio se desentendió del problema y tuve que hacerme cargo de muchos inconvenientes, entre ellos la pérdida de la casa donde vivíamos, luchando por mi negocio hasta el último día. Mi primer movimiento había sido ir a pedir ayuda a los bancos, cuya respuesta a la situación que atravesaba la entidad no fue la esperada, ya que la única alternativa que me ofrecieron fue unificar las diferentes deudas e ir pagándolas paulatinamente, con unos intereses altísimos que me forzaron a ir reduciendo drásticamente la plantilla, algo que produce gran desazón cuando tienes un trato estrecho y próximo con tus empleados. No es ningún secreto que la actitud del sistema bancario durante la crisis para con las empresas no fue nada edificante. El enfoque correcto, y también inteligente, por parte de las entidades financieras debería de haber sido centrarse en lo que aportan las compañías cuando se las sostiene y funcionan en vez de incidir en lo que deben en momentos complicados y puntuales. A nadie pareció importarle que hubiéramos llegado a dar trabajo a ochenta personas, es decir, a ochenta familias. Es muy probable que, si los bancos hubieran tenido otra forma de enfocar la crisis, se hubieran salvado más negocios y más empleos. He constatado que, en ocasiones, a nivel social se valora mucho al trabajador —lo que desde luego hay que hacer—, pero no se valora tanto a la empresa que le ofrece su puesto.

En nuestra familia siempre hay algo que nos empuja a seguir remando

Por suerte, incluso de las adversidades se extraen lecciones positivas. Luchar con uñas y dientes por salvar el negocio supuso tener que realizar una serie de sacrificios a nivel personal, que a uno le hacen cuestionarse muchas cosas. Pero una crisis también es una oportunidad de cambio. A lo largo de todo el proceso, mantuve largas conversaciones con mi mujer, padre y tíos, que siempre me han valorado mucho y que estaban seguros de que yo valía para tirar una empresa para adelante y que, con esfuerzo, podría salir del bache. Quisiera sobre todo mencionar a mi tío Antonio, que es quien está al frente del negocio familiar de grúas y que posiblemente fue la persona que más me impulsó junto a mis padres a continuar, con su manera de ver las cosas tan valiente, brillante y positiva. Fue entonces que nació la idea de Construccions Germans Cruz. En el mundo de la construcción se ha sufrido mucho y, en más de una ocasión, se podía pensar que lo mejor hubiera sido tirar la toalla. En nuestra familia, no obstante, por nuestro carácter y por nuestros valores, siempre hay algo que nos empuja a seguir remando, a seguir avanzando. Por lo tanto, arropado bajo el paraguas del grupo empresarial familiar, que se encargó de financiarme, me puse a montar la nueva empresa desde su base.

 

La complicidad y fidelización que se establece entre las empresas con los años es un valor añadido difícil de sustituir

Empezamos desde cero, siendo solamente un oficial, un peón y yo, y estuvimos así durante el primer año, todo el 2012. Era necesario construir el nuevo proyecto paso a paso, con solidez y seguridad, ante la delicada situación económica que se atravesaba. Actuando con cautela, conseguí no solo mantenerme en aquello que a mí me gustaba, sino seguir aprendiendo, ya que, incluso siendo el máximo responsable de la empresa, comencé en ella haciendo de todo. Después de este primer año, fuimos creciendo y progresivamente incorporamos a más gente, gracias a lo cual dejé mi condición de «hombre orquesta» para centrarme en temas relacionados con la gerencia, la administración y el control de obra. Fue un inicio muy motivador, pero también muy duro, habida cuenta de que la empresa se creó cuando la crisis de la construcción todavía estaba presente. De hecho, montar un negocio de esas características en aquel momento fue ir totalmente a contracorriente. Los primeros encargos de la nueva iniciativa llegaron gracias a una constructora de Verges que ya nos conocía, con la que yo había trabajado anteriormente y que confiaba en nosotros: Construccions Narcís Matas, una entidad que, hoy en día, sigue dándonos trabajo. La fidelización, al igual que el esfuerzo, traen consigo recompensas, y sin duda la complicidad que se establece a lo largo de los años con los clientes y proveedores, la seguridad que se da entre dos empresas de forma recíproca, es un valor añadido difícil de sustituir.

No solo hay que cuidar a los trabajadores, sino hacer que se sientan cuidados

Construccions Germans Cruz ha ido creciendo, y en la actualidad ya la integramos más de treinta personas. Cuando tenemos picos de trabajo, preferimos contar con subcontrataciones para evitar que nos suceda como con la empresa anterior, cuando, al bajar la cantidad de trabajo, tuvimos que recortar dramáticamente las cifras de personal. Parte del equipo que con los años se ha ido incorporando a Construccions Germans Cruz viene, precisamente, de aquella empresa anterior: gente que nos conoce y a la que conocemos, que saben cómo trabajo y que sé que son una garantía. El núcleo de ahora lo forman un ingeniero, el personal de administración, dos jefes de obra y diversos encargados, oficiales y peones; la mayoría, personas de confianza, con quienes colaboramos desde hace mucho tiempo. Por lo que atañe a incorporaciones nuevas, estamos teniendo problemas para contratar a oficiales, resulta complicado encontrar gente preparada en cualquier oficio; en el mundo de la construcción, ahora, faltan profesionales. En parte por ello, y porque queremos ofrecer la máxima calidad posible, formamos continuamente a nuestros empleados, cuya puesta al día le encargamos a la misma firma que nos lleva los temas de seguridad, llamada Prevenció Laboral Gironina. Con ella gestionamos los temas y aspectos legislativos a tener en cuenta, como la formación en seguridad para nuestra plantilla. Trabajar en la construcción entraña riesgos y hay que hacer cuanto esté en nuestras manos para disminuirlos y mejorar cada día; porque no solo hay que cuidar a los trabajadores, sino hacer que se sientan cuidados. Prefiero tener trabajadores formados y preparados, aun a riesgo de que con estos conocimientos se marchen a otras empresas, que no trabajadores que se vayan a quedar siempre, pero sin saber hacer realmente bien su labor.

Una obra que de la que estoy especialmente orgulloso: la rehabilitación del Museo-Tesoro de la Catedral de Girona

Me gusta decir que de todo se aprende y que pueden salir cosas positivas de los momentos más complicados. Cuando llegó la pandemia, afortunadamente y por las características de nuestro trabajo, no la sufrimos demasiado, pues básicamente trabajábamos en la obra pública, al aire libre, con lo que su incidencia fue menor. Durante todo el tiempo que se confinó a la población teníamos en marcha varias obras que no podían quedarse a medias y, al ser exteriores, pudimos continuar trabajando. El volumen de faena bajó, por supuesto, pero no tanto como sucedió con otras empresas del sector y, sobre todo, con negocios del ámbito de la restauración y los servicios. Fue precisamente después de la crisis del coronavirus cuando empezaron a llegarnos muchas oportunidades de incursión en edificación. Durante el último año, nuestro trabajo se ha basado más en este tipo de encargos, sobre todo reformas y rehabilitaciones, aunque también hemos abordado promociones de obra nueva. He de decir que, de nuestros trabajos, suelo destacar la rehabilitación y reforma del Museo-Tesoro de la Catedral de Girona, una obra que resultó compleja y que por ello me hace sentir especialmente orgulloso. En este caso, la oportunidad de realizar este trabajo surgió gracias a formar parte de un grupo de empresarios, el BNI (Business Network International), un movimiento empresarial cuya idea proviene de Estados Unidos. Estuvimos trabajando en la catedral durante un año y medio y hoy continuamos haciendo tareas de mantenimiento.

Entré en el Rotary Club para hacer un mundo mejor

Una forma de crecer es asociándose. Aparte de haber entrado este año en el BNI, también somos miembros de la UEC (Unió d’Empresaris de la Construcció) de Girona, de AEEG (Associació d’Empresaris i Emprenedors de Girona) y GIPCE (Gremi dels Professionals de la Promoció i la Construcció de Girona). Doy importancia a formar parte de estas plataformas por diversas razones, entre ellas porque nos dan visibilidad y nos permiten estrechas lazos con otros empresarios, con lo que se establece una red de ayuda mutua, se intercambia conocimiento y experiencia y se vela por el bien del sector. Asimismo, sirve para ponerse al día de novedades y de licitaciones y poder tomarle el pulso al mercado. Y esto es solo a nivel empresarial, porque, personalmente, soy partidario de formar parte de colectivos de colaboración con los que aportar algo a nuestra sociedad. Por ello, soy miembro del Rotary Club Girona desde hace cierto tiempo, asociación a la que entré después de recibir su desinteresada ayuda por un tema personal y comprobar la altruista labor que llevaban a cabo. El Rotary Club lo integran un grupo de personas de diferentes ámbitos, a quienes podemos afirmar que las cosas les han ido bien, y que precisamente por este motivo desean prestar ayuda social a su entorno, con unos valores y unos sistemas de cooperación basados en el propósito de hacer un mundo mejor, tendiendo la mano a la gente que lo necesita por diferentes motivos. Formar parte del Rotary es algo que valoro mucho y de lo que también me siento especialmente orgulloso.

 

Podemos encargarnos de grandes obras, pero reduciendo infraestructura para ser más competitivos

Durante la pandemia empezaron a haber problemas de suministro de materiales y el coronavirus fue, en el fondo, la excusa; sin embargo, ahora hay nuevas «excusas», como el conflicto en Ucrania, de forma que los materiales, que hace un tiempo te llegaban en dos semanas, ahora pueden tardar dos meses. Y sucede tanto para aquellos que vienen del extranjero (por ejemplo, de China), como de nuestras propias fronteras. Esto repercute negativamente en nuestro negocio, ya que los plazos para acabar las obras se ven afectados y los clientes, como no podría ser de otra forma, se quejan. Tengamos en cuenta que nuestra firma no tiene la infraestructura de una gran empresa, de tal modo que nunca hacemos más de lo que podemos hacer. Por supuesto, somos capaces de encargarnos puntualmente de obras grandes, pero reduciendo infraestructura para resultar competitivos. Trabajamos básicamente en Girona y, en menor medida, en Barcelona. Con esto de las infraestructuras y la escasez de materiales, podrían hacerse algunas mejoras, pero se trata de inversiones que cuestan mucho dinero y quizá, ahora mismo, hay otras prioridades: gente que pasa hambre, problemas de vivienda, pobreza… Creo que lo urgente es resolver algunos problemas más cotidianos, graves y cercanos antes que ponerse con proyectos de mucha envergadura. Hemos pasado por dos crisis muy graves: la económica y la pandémica, y en estos momentos se habla mucho del riesgo de que se produzca una segunda burbuja inmobiliaria, lo que obviamente sería otro desastre. Pero soy escéptico al respecto, dudo que haya peligro de que vuelva a suceder una situación similar.

Deberían mejorarse las condiciones para obtener licitaciones

Últimamente no nos presentamos a las licitaciones públicas, ya que sus precios son muy bajos y se pide incluso que se bajen todavía más. En ocasiones, hay algunas licitaciones que presentan una serie de condiciones tan precarias que quedan desiertas, aunque no es lo habitual. Y es que, a pesar de estos precios tan bajos, hay empresas que se presentan sistemáticamente a estos concursos, ya que dependen de ellos en gran medida para no quedarse sin trabajo. Sin embargo, estamos acostumbrados a ir por la calle y a encontrarnos con obras que se han abandonado a media construcción: esto se debe a que, dadas las adversas condiciones con las que estas empresas se ven obligadas a trabajar, ante la reducción de márgenes que han de aplicar para obtener la licitación, tras trabajar un tiempo bajo mínimos, hacen números y advierten que salen perdiendo y que no pueden continuar. Hay que tener en cuenta, además, que cada ayuntamiento, cada administración, es un mundo, y la comunicación con estos organismos o la agilidad en la tramitación de papeles puede variar mucho de un sitio a otro, complicándolo todo. No es normal que haya estas diferencias, pasa un poco como con los impuestos: ¿cómo es que en una comunidad autónoma son muy altos y en otra, muy bajos? ¿No estamos todos en el mismo barco?

Trabajar en la construcción ecológica es parte de nuestro plan de futuro

La falta de profesionales con oficio hace que, a veces, busquemos trabajar con productos prefabricados. No sé si esto es el futuro, pues, aunque hay diferentes tipos de prefabricados y algunos tienen suficiente calidad como para dar garantías de fiabilidad, lo que se hace in situ con mano de obra sigue presentando una mayor seguridad. Uno de los aspectos que estamos mirando y que nos interesa más es el de la construcción ecológica, pero todavía no hemos entrado en ello plenamente, sino que se trata de un plan de futuro, para el cual me estoy formando en la actualidad con curiosidad y tesón. Existe la problemática de que, como sociedad, estamos poco concienciados sobre esto y, en general, a excepción de lo que es obligatorio por ley, no se aplican materiales y sistemas ecológicos, en parte debido a que supone un sobrecoste para el cliente que, bien no puede asumir, bien no entiende por qué es cosa suya asumirlo en solitario (lo que, por otro lado, es comprensible). Como empresa, lo que queremos para el futuro es seguir como hasta ahora, con nuestras promociones de obra de edificación y civil. Nuestra visión consiste en ponernos en el lugar del cliente y darle la posibilidad de elegir entre determinados aspectos, vigilando mucho los presupuestos, puesto que el cliente posiblemente vaya a vivir toda su vida en esa construcción que estamos haciendo y se tiene que valorar su visión, su gusto; por eso le asesoramos y le damos varias opciones.

En innovación, procuramos ir siempre por delante

La innovación es esencial para que una empresa funcione, crezca y perviva en el tiempo. En este aspecto, nosotros intentamos ir siempre por delante. Tratamos de estar al día de los nuevos avances, de la maquinaria y los procesos que mejoran el trabajo y la producción, buscando, asesorándonos y preguntando al respecto. No obstante, en temas de innovación pasa como con los bancos: para poder obtener una subvención o conseguir un crédito, te piden innumerables requisitos, te ves obligado a presentar una serie de números y de garantías que en ocasiones no son realistas, puesto que, si tuviéramos cuanto se nos demanda, seguramente ya no necesitaríamos solicitar dicha ayuda. Es necesario cambiar la forma en que se accede a las subvenciones, hacerla más fácil para que las empresas puedan optar realmente a mejorar sus sistemas de trabajo incorporando elementos innovadores.

Siempre he tenido a mi familia a mi lado

Mi mujer, Eila, y yo llevamos más de quince años casados. Ella ha estado siempre a mi lado, apoyándome en los momentos más difíciles y disfrutando juntos de los momentos mejores. Mi mujer y yo nos conocimos siendo muy jóvenes, contábamos quince años ella y diecisiete, yo. Ahora tenemos dos hijas, Paula y Eila. Somos una familia muy unida, seguramente las vivencias que hemos tenido nos han hecho aún más fuertes. A toro pasado es fácil explicarlo, pero la realidad es que hemos vivido momentos muy difíciles, pero por suerte siempre hemos remado en la misma dirección. Yo siempre lo he dicho: si con todo lo que hemos pasado seguimos juntos, es porque realmente nos queremos. Cuando alguna vez hemos hablado del futuro con mis hijas, les digo que se dediquen a aquello que amen; lo mejor es contar con un buen oficio y, sobre todo, que te guste. Todo cuanto hago, lo hago por ellas. Unas de mis frases preferidas es que, cuando pienses en rendirte, piensa en el motivo por el cual empezaste. Además de mi familia y mi trabajo, otra de mis pasiones es el pádel. Igualmente, soy aficionado a las motos y a la Fórmula 1.