Volumen 14. Biografías relevantes de nuestros empresarios 2023 – Tomo 3

Sra. Alicia Cabanas Oltra – Transportes Daví

Barcelona

1958

Administradora de Transportes Daví y psicóloga

14-11-2022

 

Entrega y servicio definen la actividad de la compañía que lideró esta empresaria. Asumió las riendas de una firma que ha evolucionado del transporte a la logística integral. Afirma haberse visto recompensada por los esfuerzos invertidos en su propia formación, pero atribuye a la unidad familiar la longevidad de una empresa que se ha ganado la confianza en el entorno de la industria química y alimentaria.

 

 

Mi abuela fue una de las personas más influyentes de mi infancia, con quien compartí mucho tiempo y confidencias

En la mañana de un día de Reyes sitúo mi recuerdo más lejano. Levantarme y descubrir una mesa repleta de regalos generó en mí un impacto tal que quedó para siempre en mi memoria. Parecía imposible que en nuestro pequeño hogar cupieran tantos obsequios, que llamaban la atención por aparecer por partida doble. Y es que unos se presentaban en color rosa y otros en azul, dando a entender que los primeros eran para mí y los otros para mi hermano Joan, un año mayor. En concreto, unos pianos. Convivíamos entonces en un modesto piso del barrio de Gràcia de Barcelona, junto a mis padres y mi abuela Maria. La llegada de mis hermanos menores, Olga y Òscar, con quienes me llevo cinco y nueve años respectivamente, nos empujó a trasladarnos a una vivienda en el paseo Maragall. En mi abuela hallé una de las personas más influyentes en mi infancia, pues mantuve mucho contacto con ella, algo propiciado por el hecho de que mi madre, Alicia, se hallaba muy ocupada con los benjamines de la familia. A menudo, la abuela Maria acudía a visitar a sus hermanas en el barrio de Sants; yo la acompañaba y les ayudaba con las compras y otros quehaceres domésticos. Fue una etapa en la que compartimos mucho tiempo y confidencias. Mi abuela era una mujer luchadora, trabajadora y muy hogareña, se quedó viuda con 40 año y cinco hijos, de los cuales solo sobrevivió mi madre, muriendo su hermana mayor un año antes de ella casarse. Una mujer fuerte donde las haya que, pese a llevar su dolor por dentro, siempre intentaba aparentar felicidad. De ella aprendí a ser serena en los momentos importantes y a aceptar lo que venga. También nuestro padre, Joan, se reveló como un gran confidente; en especial refiriéndose a la Guerra Civil, un capítulo que vivió de manera trágica, ya que tuvo que abandonar el refugio antiaéreo de la calle Nou de la Rambla, en el Poble-sec, portando a su hermana muerta en brazos… Aunque en nuestro entorno familiar no había impedimentos para hablar de ese episodio bélico, él nos advertía a menudo que nos mantuviéramos alejados de la política y observáramos discreción a la hora de expresarnos, dada la aciaga experiencia vivida en esa época. Pensando en mi padre y en su familia, no puedo dejar de indicar lo importante que era la música para ellos, pues formaban parte de una banda —supongo que del barrio—, donde mi abuelo tocaba los platillos, mi padre y uno de sus hermanos, la trompeta, mientras que el otro tocaba el tambor. Todas las celebraciones las recuerdo con música, bailes y canciones.

 

«Cuando tomes decisiones, asume las consecuencias… si las hay»

En cierto modo, puedo atribuir el espíritu empresario que albergo al talante de nuestro padre, que era cerrajero y había puesto en marcha un negocio de metalistería. La imagen que conservo de él es la de un trabajador nato, que invertía en su oficio un sinfín de horas de lunes a sábado, mañana y tarde, para sufragar la economía doméstica. Sin duda, constituyó un gran ejemplo para nosotros. En una ocasión me trasladó un consejo que quedó grabado en mi memoria: «Cuando tengas que tomar decisiones, tómalas; pero asume las consecuencias, si las hay». He procurado seguir siempre esa máxima, consciente de que hay que asumir las consecuencias de los actos que efectuamos a diario. También nuestra madre supo transmitirnos útiles valores para saber manejarnos en la vida. Me subrayó la necesidad de esforzarme para ser capaz de ganarme la vida, lo cual me empujó a empezar a trabajar desde muy joven; a los quince años, empecé en una empresa de ruedas y cintas transportadoras como secretaria, apenas diez días después de haber culminado mis estudios de Formación Profesional en Secretariado.

 

A favor de cursar estudios, universitarios y/o de FP, siempre que se pueda

Mi etapa académica había transcurrido de manera brillante, pero el entorno no propició en ese momento que pudiera acceder a otros estudios superiores o universitarios. Con el paso de los años y después de muchos cursos para estar al día de normas y cambios contables, necesitaba algo más; y entonces descubrí que los estudios universitarios se podrían hacer on-line, lo que me abrió las puertas a poder retomar una ilusión: cursar una licenciatura. Tras unas dudas, me matriculé en Psicología con el fin de poder llegar a Ciencias del Trabajo, que era mi objetivo inicial. Conseguí llevar a cabo la carrera gracias al apoyo y aguante de mi familia, ya que de esta etapa hay mil historias para contar, además de que mis hijos ya no requerían tanta atención. Mi licenciatura, en principio, era de Psicología de las Organizaciones, pero en el periodo de prácticas estuve con una psicóloga clínica y ello me llevo a ver que era un campo que dominaba y donde podía ayudar tanto a otras personas como a mí misma, al permitirme entender y aceptar etapas de la vida. Deseaba ser un ejemplo de superación en momentos difíciles y demostrar que nunca es tarde para cumplir sueños, pues la vida es muy larga y variable. Vi colmado mi sueño de obtener un título universitario y especializarme en una disciplina que también estoy ejerciendo, toda vez que, desde hace diez años, compagino mis responsabilidades en la empresa por la mañana con mi consulta psicológica propia por las tardes. Asimismo, esos estudios se han visto complementados con otras formaciones posteriores, pues he cursado másteres en Psicología Clínica, en Psicoterapia Integradora, en Mediación, en Musicoterapia, en Compliance y en Prevención de Riesgos Laborales. A ello hay que sumarle una segunda licenciatura, la de Ciencias del Trabajo, estudios que combinan los contenidos de Administración de Empresas con los de Derecho y que me han resultado de suma utilidad para mis cometidos profesionales en el ámbito empresarial, ya que, junto con los de psicología empresarial, entran dentro de las tareas de recursos humanos. Mi trayectoria formativa me lleva a aconsejar a cualquier padre y a los propios jóvenes, sin distinciones de género, a que, en la medida de sus posibilidades, estudien, a que se sigan formando, ya sea con estudios universitarios o de formación profesional. En este sentido, considero una muy interesante alternativa cursar una rama de FP próxima a la carrera deseada, ya que a través de ese itinerario se obtiene una experiencia práctica en las empresas que supone una importante ventaja competitiva respecto a los alumnos universitarios; sin perjuicio de poder cursar, más adelante, los estudios anhelados en la facultad correspondiente.

 

Del transporte de materiales diversos a la conversión en una empresa de soluciones logísticas integrales

El rumbo de mi vida cambió tras conocer a Josep Olivé. Nos conocimos en nuestro lugar de vacaciones, yo tenía solo trece años y el dieciséis, y nos casamos seis años después tras su servicio militar. El matrimonio me hizo abandonar tanto mi puesto de secretaria como la residencia en Barcelona para trasladarme a vivir a Terrassa, donde en 1939 había iniciado su andadura Transportes Daví, la compañía familiar en la que trabajaba mi marido. Dicha entidad había sido fundada por su abuelo, Pere Daví Salvó, respaldado por sus tres hijos varones, Climent, Josep y Pere, y también se incorporó Pere Olivé, padre de mi esposo, que había emparentado con la familia Daví al haberse casado con Aurora, la cuarta hija y única descendiente mujer del creador de la empresa. Inicialmente, la actividad de la compañía se centró en el transporte del carbón que se extraía de las zonas de Solsona y Manresa para trasladarlo a las áreas fabriles. En una segunda etapa, la empresa se orientó hacia el transporte de fibras textiles. Precisamente mi incorporación a la firma, tras la boda con Josep, coincidió con el estallido de la crisis textil, lo cual comportó que con los años se tuvieran que buscar alternativas para hacer frente a esta adversa situación. En ese momento, el fundador todavía seguía echando una mano, y lideraban la compañía Climent, Josep —Pere, el otro hermano, había fallecido— y Pere Olivé, mi suegro. Se consideró que la opción más viable radicaba en la industria química, lo que propició que poco a poco nos fuésemos especializando en el transporte de productos para este sector. La introducción en ese mercado nos llevó, de forma natural, a incorporar los productos de alimentación; básicamente, materias primas como conservantes o aditivos. Todos estos cambios se implementaron de modo paulatino, ya que, según cada departamento, el conjunto de la empresa tuvo que formarse en diferentes normativas, obtener permisos y realizar cursos; y los vehículos e instalaciones también tuvieron que ser acondicionados. Asimismo, el desarrollo de la compañía favoreció que hayamos evolucionado hasta devenir una empresa de servicios logísticos, ya que no solo brindamos a nuestros clientes el traslado de la mercancía, sino el almacenaje de la misma en nuestras instalaciones. Por esa razón, y con el objetivo de evitar que se nos identifique simplemente como empresa de transportes, decidimos crear la marca DavíPlus, que alude al servicio integral logístico que ofrecemos sin renunciar a nuestro toque personalizado. Nos hemos especializado en un perfil de cliente que comercializa productos, a quienes gestionamos y garantizamos la cadena de suministro, desde el almacenaje hasta la distribución y la entrega a sus clientes.

 

Mi marido Josep siempre derrochó energía, ilusión y compromiso con el negocio familiar, lo que contribuyó decisivamente a su desarrollo y expansión

El fallecimiento prematuro de mi suegro propició que mi marido asumiera, con apenas veintidós años, el Departamento de Tráfico de la empresa, sobre el que pivota la actividad de la compañía, apoyado por su cuñado, Joan Carné. Fue el paso previo a su acceso posterior a la dirección de la misma. Josep siempre exhibió un derroche de energía, una gran ilusión y un insuperable compromiso con el negocio familiar, contribuyendo decisivamente a su desarrollo y expansión. Era un hombre entregado, que vivía por y para la empresa, la cual anteponía a casi todo. Gracias a mi formación en Secretariado y Administración de Empresas, podía brindarle apoyo en el Departamento Financiero y Contable y comentábamos problemas del día a día, donde mi opinión le era muy necesaria y útil. He tenido la suerte de que todos los estudios realizados me han sido de utilidad en distintas fases de mi trayectoria profesional, pues en la empresa he pasado por diferentes fases y he dado apoyo a diferentes departamentos (contable, facturación, correspondencia, recursos humanos y prevención): incluso me han servido para ayudar a la gente mayor, una faceta solidaria que compartíamos con mi esposo, prestando apoyo como voluntarios en las actividades promovidas para la tercera edad y en las escuelas municipales en Matadepera, donde acabamos residiendo. Josep se reveló precisamente como una de las personas más comprometidas con esta causa y por eso su deceso encontró un importante eco en la prensa local y generó una conmoción en nuestro entorno, dado que era un hombre muy querido.

 

Empecé a considerar la necesidad de que la compañía pasara el testigo a la cuarta generación

Los problemas cardíacos de Josep comenzaron a manifestarse en 1998, cuando sufrió un infarto. Por aquel entonces contaba cuarenta y dos años y, a raíz de ese episodio, fue declarado como paciente de larga enfermedad. El diagnóstico médico aconsejaba el abandono de sus funciones como director de la compañía, a lo cual él se mostraba reticente, pues siempre se reveló como una persona vital y entregada a la empresa. Aun así, de manera paulatina fue delegando funciones y, en 2014, me paso el testigo y me convertí en la administradora conjunta de la firma. Poco podía esperar en ese momento que, tres años después, la muerte le sorprendería de manera inesperada durante una de sus actividades rutinarias: cada mañana solía practicar caminatas en Sant Llorenç del Munt, llegando hasta la cima de La Mola. Aquella situación me dejó no solo muy triste, sino también desubicada; pero tuve muy clara mi responsabilidad de velar por la continuidad del negocio familiar. En ese momento, tal y como había hecho en otras ocasiones, me autoanalicé psicológicamente y me obligué a poner en práctica todo lo aprendido, todo lo que yo les decía a mis pacientes. Fue entonces cuando empecé a considerar la necesidad de que nuestra compañía asistiera a un relevo al frente, dando paso a la siguiente generación, la cuarta. A fin de cuentas, la edad de nuestro primogénito, Jordi, con cuarenta y un años, superaba la de mi marido en el momento de fallecer mi suegro. Asimismo, nuestro hijo contaba con formación específica, al haber compatibilizado su trabajo en la empresa con la diplomatura en Ciencias Empresariales, unos estudios ampliados con un máster en Pymes, un Executive MBA y otro máster en Dirección Financiera con especialidad en Controller. Mi exigencia en la formación la ejercí también en mis dos otros hijos: Pere, que es ingeniero informático y cuenta con un posgrado en Desarrollo de Aplicaciones Móviles y un Executive MBA, y en mi hija Mireia, que estudió Auxiliar de Clínica y ahora está finalizando el grado de Técnico de Laboratorio Clínico y Biomédico.

 

Somos una familia que ha demostrado no rendirse cuando las circunstancias no resultan propicias

Una de las grandes claves de la continuidad de la compañía reside en la unidad familiar existente. Ya el día en que llegué a Terrassa y me integré en la firma pude detectar ese ambiente armónico y solidario. Me sentí acogida desde el primer instante y tuve ocasión de comprobar que, ante las situaciones adversas, existía un sentimiento compartido de remar conjuntamente para salvar cualquier atolladero. Es una familia que ha demostrado no rendirse cuando las circunstancias no resultan propicias y, al mismo tiempo, capaz de aceptar las decisiones que se adoptan en favor del interés común. Eso facilitó que, en un determinado momento, redactáramos un protocolo según el cual solo pudiera permanecer en la compañía un miembro de cada una de las distintas ramas familiares (derivadas de los cuatro hijos del fundador). De este modo, desde el 2019 lideran la entidad mi hijo Jordi, en calidad de director de Administración y Finanzas, y Xavier Carné, mi sobrino, hijo de mi cuñada, responsable de las Áreas de Negocio de la compañía.

 

Avances tecnológicos que nos han permitido ganar rapidez, eficiencia y calidad

Al edificio principal de la calle Duero de Terrassa, a finales de los años 70 se unió un centro nuevo en el sector Santa Margarita, y hace unos quince años, otro en la zona de Parc Vallès. Ello nos permite disponer de una amplia superficie de almacenaje y también de aparcamiento para nuestra flota de camiones. Cabe señalar que la actividad ha experimentado una gran transformación desde sus inicios. Recuerdo que, cuando me incorporé a Transportes Daví, las labores no estaban en absoluto mecanizadas. Se invertía mucho tiempo en la carga y descarga de la mercancía, que se realizaba a mano. Las balas de fibra textil se apilaban a mano haciendo escalones como pirámides y para, moverlas, se utilizaban ganchos de arrastre. La imagen que conservo en mi memoria de los operarios distribuidos por el almacén se asemeja a la de una caótica selva de árboles y lianas… Ahora toda la operativa resulta muy distinta; no solo porque estamos especializados en productos químicos y alimentarios, sino por la implantación de la tecnología en nuestros procesos. En el área administrativa, antes se precisaba de hasta seis profesionales para su adecuada gestión. Con la introducción de la informática, con dos personas nos bastamos para esos cometidos, habiendo mejorado no solo en rapidez y agilidad sino, también, en eficiencia, al optimizar los controles y evitar errores. Pero en otras áreas, como tráfico o almacén, aun con nuevas tecnologías, el incremento de personal ha ido sincronizado con el aumento de actividad. Desde el momento en que el cliente nos traslada las indicaciones para transportar la mercancía a un punto determinado, gestionamos la expedición y realizamos el seguimiento de toda la ruta para garantizar que el producto llega a destino en perfectas condiciones y en el plazo acordado. Una pizarra electrónica nos permite disponer de información actualizada acerca de dónde se halla cualquiera de nuestros camiones. Décadas atrás, cuando no existían los teléfonos móviles, nos veíamos obligados a llamar a la empresa destinataria de alguna de las expediciones que llevaban y pedirles que, a su llegada, el chófer se comunicara con nosotros para poder trasladarle nuevas instrucciones.

 

Preferimos invertir en chóferes propios y que trasladen al mercado la imagen que deseamos de la compañía

Disponemos de una flota de treinta camiones. No obstante, en épocas punta podemos llegar a contar con hasta treinta vehículos más. Aunque el sector del transporte en la actualidad suele nutrirse de conductores autónomos, en nuestro equipo reunimos a una docena de chóferes propios que constituyen un activo para la empresa. Preferimos realizar esa inversión porque repercute positivamente en la calidad de nuestro servicio, ya que se trata de profesionales que han sido formados por la compañía para la manipulación de productos tan delicados como los químicos y los alimentarios, y que, gracias a ello, consiguen representarnos ante el mercado tal y como deseamos, además de permitirnos una mayor capacidad de respuesta ante las necesidades concretas de nuestros clientes. Hay que decir que, en la actualidad, no resulta fácil reclutar chóferes. En primer lugar, porque la juventud se inclina por otras profesiones; pero, asimismo, tampoco podemos dejar un cometido tan delicado en manos de pilotos noveles. Cuesta depositar confianza en un joven sin experiencia que acaba de obtener el permiso de conducción de un camión, pues tanto nuestros vehículos como la mercancía que transportan entrañan un alto coste material, personal y medioambiental, y no podemos incurrir en riesgos. Me habría gustado incorporar a alguna mujer como conductora, pero hasta ahora no lo he conseguido. Sí he podido realizar algún avance en la representación femenina en la compañía, donde durante algunos años he sido la única integrante de mi género. En la actualidad ya somos cuatro, aunque es un porcentaje todavía demasiado modesto, toda vez que nuestro equipo suma treinta y tres profesionales, a los que hay que añadir cinco más que operan a través de una ETT.

 

Amazon ha provocado un efecto perverso entre la población

Nuestra actividad como transportistas se adscribe a la vía terrestre, aunque también realizamos servicios marítimos tanto a Baleares como a Canarias. Brindamos servicio a toda Europa y disponemos de clientes en Francia, Suecia, Alemania, Austria…, que aprovechan nuestra competencia logística para ganar en capacidad de respuesta en las entregas. Al tener almacenado su producto en nuestras instalaciones, un pedido para atender, por ejemplo, en Madrid, es posible satisfacerlo en veinticuatro horas, cuando, en caso contrario, requeriría tres o cuatro días de viaje. Algunos clientes hacen más de treinta años que confían en nosotros, porque valoran nuestra profesionalidad y la confianza que les merecemos, tanto por nuestra larga trayectoria como por la proximidad en el trato que les proporcionamos gracias al tamaño medio de nuestra entidad. En este sentido, el efecto perverso provocado por algunas compañías, que han devaluado la logística y han generado en la población un marco mental según el cual las entregas deben ser gratuitas y en el mínimo plazo, no nos ha afectado tanto como a otras empresas del sector, ya que se nos aprecia sobre todo por nuestra exquisita gestión de materiales sensibles, que requieren unas determinadas condiciones que nosotros podemos garantizar, puesto que no resultaría admisible la presencia de bacterias en los productos de alimentación que almacenamos o transportamos, como tampoco pueden exponerse a eventuales vertidos las expediciones de químicos. En realidad, sabemos que ejercemos de cara visible de nuestros clientes respecto a los suyos, lo que nos hace muy conscientes de nuestra responsabilidad y del alto grado de exigencia que debemos mantener. No en vano, contamos con las certificaciones APQ (Almacenamiento de Productos Químicos), que avalan nuestros procesos en lo que atañe a almacenamiento, carga, descarga y transporte de este tipo de mercancías. Nuestro propósito de ofrecer un óptimo servicio nos ha llevado a obtener las ISO 9001 (de Gestión de Calidad), 14001 (de Gestión Ambiental) y 45001 (de Seguridad y Salud en el Trabajo), además de disponer del aval de la SQAS (Safety & Quality Assessment for Sustainability), que garantiza a los clientes del sector químico que cumplimos con los niveles de calidad y seguridad adecuados.

 

Contar con el Corredor Mediterráneo contribuiría a aumentar considerablemente el PIB español y crearía miles de empleos

Si el Corredor Mediterráneo fuera una realidad, ello favorecería nuestra actividad enormemente. Existen estudios económicos que avalan la necesidad de materializar esta infraestructura estratégica, que subsanaría la actual ineficiencia del sistema de transporte marítimo en la Península. Los barcos que transportan las mercancías de Asia hasta Europa navegan por el Mediterráneo, tras cruzar el canal de Suez, y, pese a que en nuestras costas disponemos de puertos relevantes como los de Barcelona, Tarragona, Valencia o Cádiz, esas naves prosiguen su viaje hasta los Países Bajos, para atracar en Róterdam o Ámsterdam, desde donde se procede a la descarga de la mercancía que ha de distribuirse posteriormente al Viejo Continente por vía terrestre. La ausencia del Corredor Mediterráneo provoca la prolongación de ese viaje marítimo, que supone días añadidos de navegación e importantes costes adicionales. De contar con esa infraestructura, la mercancía se descargaría en nuestro país y podríamos suministrar a Europa desde nuestros propios puertos, lo cual contribuiría a incrementar de manera considerable el PIB de España, un país cuya industria ha quedado muy dañada por el proceso de deslocalización que se vivió décadas atrás.

 

Nuestra empresa es «familiar» en el más amplio sentido del término

El equipo humano constituye un activo fundamental en el desarrollo de nuestra actividad. Conscientes de ello, en nuestra compañía siempre hemos tratado a nuestros trabajadores con especial cariño. Tanto es así que en el seno de la empresa conviven algunos miembros que son padres e hijos, formándose, creciendo y jubilándose en la entidad: porque nuestro negocio es «familiar» en el más amplio sentido del término. Gracias a ello, hemos sido capaces de superar graves crisis; y es que la unidad y la buena armonía se han revelado esenciales para superar las malas épocas. Por otro lado, actualmente hay tres generaciones de la familia trabajando en mandos directivos. De la segunda generación e hijo del fundador está Josep Daví; de la cuarta, Jordi Olivé y Xavier Carné, y yo, de la tercera generación. Uno de los artífices del buen ambiente en el equipo es Jesús Fluriach, responsable de Recursos Humanos y de Relaciones Institucionales. Él es quien nos representa en la patronal Cecot pero, también, en la Plataforma Logística APQ, una asociación de operadores logísticos especializados en el sector químico de Catalunya, y ante Catalonia Logistics, clúster del sector logístico, integrado, en gran parte, por empresas del Vallès y del resto de Catalunya. En ese foro se debaten temas relevantes en torno al transporte y almacenaje de productos químicos, con el objetivo de erigirnos en interlocutores ante la Generalitat de Catalunya y buscar soluciones conjuntas a problemas de seguridad, salud, medio ambiente, etc. Esa asociación, que nos resulta de gran ayuda, fue impulsada hace diez años por varios empresarios, entre ellos mi esposo Josep Olivé.

 

Nunca imaginé poder conseguir tantas metas, sentirme tan apoyada y muy satisfecha, pero aún puedo más

A Josep le echo mucho de menos; tanto a nivel profesional como, sobre todo, personal. Él, a quien se lo debo todo, no tuvo ocasión de conocer al tercero de nuestros nietos, Abril, que nació hace tres años. Pero sí a los otros dos, Gemma y Pere, que ahora cuentan once y ocho años, con lo que todavía es pronto para saber si querrán formar parte de la quinta generación de esta empresa que se ha caracterizado siempre por estar dirigida por una familia muy bien avenida, y que ahora mismo pilotan con pericia y compromiso Jordi y Xavier, quienes tienen muchos planes de futuro y de desarrollo para Transportes Daví y su marca asociada. De momento, no entra en mis planes jubilarme, pues tanto la oficina como el despacho me llenan y me siento útil. Me he vuelto a involucrar con asociaciones de mujeres empresarias, que tenía aparcadas desde hace unos años, y con grupos diversos de trabajo del colegio de psicólogos de Barcelona, así como en la organización Mieses Global. En estos menesteres estoy invitando a mis nueras, Nuria —ingeniera informática con máster en Big Data and Analytics Informatics— y Silvia —licenciada en Administración y Dirección de Empresas, con máster en Dirección Financiera y MBA—, para que sean mujeres empoderadas, que ya lo son, pero aún más seguras de sí mismas y de todo aquello que desean conseguir. Porque, con empeño y tenacidad, todo es posible. Siento que he vivido intensamente a lo largo de mis 64 años y que han sido muchas las personas que han formado parte de mi recorrido. Mi recuerdo y gratitud para todas ellas, también mi disculpa por resultar imposible mencionarlas una a una en estas líneas.