Me enorgullece participar en este proyecto editorial, máxime atendiendo a mi condición casi neófita en el sector de la cosmética, en el que decidí introducirme tanto por la pasión que me despierta como por la innovación que entiendo que nuestra startup, Regemed, y su línea dermocosmética TERRANIAN, puede aportar al mismo. El proyecto, que comparte con los actores de este entorno la filosofía de que la belleza es salud y la salud es belleza, halla su origen en una base científica, habida cuenta de que la ciencia demuestra que toda aplicación tópica puede tener implicación fisiológica, incluso a veces medible a nivel farmacológico. El propósito que nos impulsa es aplicar los conocimientos de la medicina, farmacia y biología para obtener resultados beneficiosos y personalizados, ateniéndonos por supuesto a lo que, desde el punto de vista legislativo, se enmarca la dermocosmética.
Ya en la infancia, exhibí inquietud por la ciencia, lo cual me llevó a orientar mi carrera hacia la biomedicina. Al margen de especializarme en fisiología, he complementado mi formación en múltiples disciplinas que considero indivisibles en el ámbito del cuidado y la salud, rodeándome a lo largo de mi trayectoria de diferentes profesionales sanitarios, como médicos, farmacéuticos, enfermeros, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, y otros profesionales como químicos e, incluso, psicólogos, porque pienso que la belleza no responde exclusivamente a aspectos aislados, sino que todo nuestro sistema, así como sus síntomas están conectados e interrelacionados íntimamente..
Todo ello me llevó, hace tres años, a crear la línea TERRANIAN. Mi propósito residía en aprovechar mi conocimiento holístico para impulsar una startup en torno a la investigación. Hoy por hoy, este proyecto es una realidad, al haber desarrollado diferentes colecciones de producto, con una decena de referencias, que han conseguido una muy buena acogida en el mercado.
La startup, que forma parte de un ecosistema sanitario único como es el antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, se apoya en el doctorado que estoy realizando, basado en la investigación biomédica para lograr la regeneración y reparación dermatológicas del modo más eficiente, rápido y seguro. Nuestro elemento diferencial se basa en la particularidad de que los principios activos a los que recurrimos actúan a nivel fisiológico, reeducando las células y dotándolas de energía y materiales para generar cambios moleculares, de tal modo que ellas mismas “rejuvenecen” y aprender a autorepararse. Por ejemplo, podemos enseñar a las células a hidratarse, en lugar de aportar componentes hidratantes, y así logramos que el efecto perseguido perdure mucho más allá de la aplicación de ese cosmético. Nuestra base es la medicina regenerativa.
En similar medida podemos hacer lo propio con los protectores solares. Recurriendo a principios activos obtenidos de algas o plantas del desierto capaces de superar exposiciones extremas a la radiación y a altas temperaturas, podemos conseguir, no solo el efecto pantalla que preserva la piel de las quemaduras, sino actuar en las células para evitar que envejezcan o reducir la posibilidad de desarrollar problemas muchos más graves. Bien es verdad que, en ocasiones, nuestros logros se alcanzan en entornos con unas condiciones propicias, sin otros condicionantes ambientales como podría ser la propia variabilidad individual; pero todo indica que la investigación mantiene una senda esperanzadora que nos anima a pensar que, científicamente, existe la posibilidad de detener el envejecimiento actuando sobre las células y los tejidos. Cada día estamos más cerca y no queda tanto para poder “curar” el envejecimiento.
Próximamente, iniciaremos en el campus del Hospital Vall d’Hebron, junto a doctores punteros en el ecosistema sanitario innovador, un proyecto para desarrollar fórmulas a partir del secretoma del propio paciente, es decir, fórmulas diseñadas con aquellos compuestos que las células del tejido y/o la sangre liberan a nuestro cuerpo. Este enfoque basado en la medicina regenerativa libre de células reporta numerosos beneficios y evita los inconvenientes y efectos adversos derivados del uso de células o tejidos. El secretoma consigue dirigir las propias células del cuerpo para que ellas mismas se auto reparen, se regeneren o se eliminen. Formulando soluciones tópicas como geles, cremas o pomadas junto con el secretoma podemos resolver la necesidad específica de ese individuo, sea cual sea con resultados extremadamente sorprendentes. El proceso de fabricación se realiza en un aparato médico que procesa el tejido y/o la sangre del paciente para lograr esta solución tópica personalizada y personalizable. Me gusta recordar esa frase del refranero popular que afirma que el cuerpo es sabio, lo que equivale a señalar que nuestro organismo es capaz de autorregularse, siempre y cuando se señalice o vehiculice la señal adecuada en el momento adecuado. Basta, pues, con identificar, extraer y concentrar aquellos compuestos biológicos en su proporción adecuada y aplicarla en el momento idóneo para conseguir un efecto beneficioso y a medida para el paciente.
Ni que decir tiene que nuestra actuación reclama una exquisita precisión, conscientes de que un principio activo en dosis desmesuradas puede revelarse contraproducente e, incluso, peligroso. Al mismo tiempo, observamos un absoluto respeto a la legislación, que determina hasta dónde alcanza el uso cosmético de una determinada fórmula y dónde empieza su condición de fármaco.
Aprovecho la ocasión para anunciar el reciente premio otorgado por la Generalitat de Catalunya y el Fondo Social Europeo, que consideró Regemed como uno de los 6 proyectos más innovadores del ecosistema sanitario este 2023. Este reconocimiento nos brinda la posibilidad de poder presentar ante el mundo este proyecto en el evento tecnológico más grande del mundo: el Mobile World Congress.
Toda esta innovación se enfrenta, a menudo, a dos problemas. Uno de ellos consiste en acertar en los plazos de lanzamiento de ciertos desarrollos, pues en ocasiones la gente asiste desconcertada a ellos, incapaz de comprenderlos y asimilarlos, lo cual supone un fracaso para proyectos que, además, no son asequibles. El otro hándicap tiene que ver, precisamente, con los costes económicos de la investigación, una esfera que, en nuestro país, no cuenta con el apoyo que resultaría deseable. Dada la naturaleza de Regemed, he tenido que arriesgar patrimonio propio e invertir muchos esfuerzos para hallar inversores en rondas de financiación, hecho que implica un enorme desgaste para alguien que, como yo, gusta de destinar su tiempo a la investigación. La perseverancia siempre ha sido parte de mi esencia, aun así, resta tiempo y concentración para lo que realmente importa: mejorar la calidad de vida de las personas y los animales.
A ello hay que añadir que nuestra filosofía se alinea con las nuevas tendencias, no como un efecto de marketing o green-washing, sino porque encajan con mi filosofía de vida: ingredientes ecológicos, veganos, libres de sufrimiento animal y sostenibles con el medio ambiente. El mejor termómetro del estado de nuestra startup es nutrirse del feedback obtenido tanto del público como de los profesionales de centros médicos o estéticos donde se comercializan, una estrategia que nos permite evolucionar y perfeccionar estas soluciones. Asimismo, me reconforta poder dotar al proyecto del valor social pretendido, al haber confiado el almacenaje y el envío de nuestra producción a fundaciones que trabajan con personas en riesgo de exclusión social y diversidad funcional.
No me cabe ninguna duda de que la cosmética es uno de los sectores que más seguirá creciendo en los próximos años. Pero, sobre todo, me satisface contribuir a la mejora del bienestar de las personas y de la sociedad. Desde la infancia he perseguido este sueño, y ahora sé que reúno la experiencia, conocimiento y dedicación para hacer de Regemed la medicina del futuro: personalizada, vegana, natural y sostenible para el medio ambiente y respetuosa con las personas. Cada vez estamos más cerca de transformar el cuidado de la belleza.