Respirar es una de las claves de la vida en la Tierra, proceso que es vital para la existencia de plantas, animales y personas. De hecho, para todos los que formamos parte del llamado «reino animal», el proceso de la respiración está íntimamente ligado a aspectos culturales y sociales: los átomos que forman las moléculas de la materia, como nuestra piel, tienen características propias que, solas o mezcladas, configuran sensaciones y percepciones que permiten interacciones, positivas y negativas, a través del olfato y del contacto con nuestra piel, con el medio en el que nos movemos, ya sea cultural o natural.
La historia de la industria cosmética en Catalunya está muy ligada a la investigación científica, ya sea en la universidad o en el CSIC. En este caso, históricamente, desde la química y la biología se ha contribuido, de manera significativa, al desarrollo de dicha industria. De esta forma, las líneas de investigación han sido, y son diversas, y han ido desde la investigación en tensioactivos para emulsificación y solubilización de principios activos, la absorción
percutánea de moléculas, los estudios de seguridad de los compuestos, el uso de liposomas y de factores de crecimiento, hasta los sistemas más modernos de transporte y liberación de moléculas bioactivas o los hidrogeles biocompatibles que mimetizan los sistemas biológicos, entre otros.
Si tuviéramos que remontarnos a los inicios de la investigación química vinculada a la cosmética, habría que recordar la Escuela de Química Orgánica de Barcelona, que nació en torno a la figura de Josep Pascual Vila, catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Barcelona, y que después se incorporó al CSIC. El profesor Pascual Vila creó un grupo muy activo trabajando en el Centro de Investigación y Desarrollo (CID), centro fundado en 1967, en dos edificios intercomunicados con una superficie total de 1.600 metros cuadrados. Allí, bajo la dirección de Pascual Vila, surgieron el Instituto de Química Orgánica (que unos años más tarde se reconvirtió a «Instituto de Química Orgánica Aplicada de Cataluña»), el Instituto de Investigaciones de Tecnología Textil y Cuero, y el Departamento de Farmacología. Uno de los objetivos principales era la colaboración con las empresas, que en aquellos años apenas tenían I+D.
A lo largo de los años, el CID ha ido acogiendo diversos grupos de diferentes disciplinas, lo que ha supuesto diversas reestructuraciones para adecuarse a las líneas de investigación de cada momento, muchas de ellas relacionadas con la cosmética. Entre ellos, se puede destacar, por su relación con la investigación en cosmética, el Instituto de Química Orgánica Aplicada de Cataluña; el Instituto de Química Biorgánica o el Instituto de Tecnología Química.
El CSIC también ha podido contribuir al desarrollo de la industria cosmética gracias a la creación de empresas de base tecnológica o spin-off, compañías surgidas de la mano de científicos de centros públicos de investigación.
Aunque las primeras spin-off surgidas del CSIC nacieron en la década de los 90, el CSIC ya había ayudado antes a la creación de algunas empresas en los años 80 (una de ellas, del campo de la cosmética, Lipotec, creada por investigadores del mencionado Instituto de Tecnología Química del CID, que dejaron el laboratorio para introducir los liposomas y los péptidos en la industria).
Actualmente, la investigación en cosmética aborda líneas muy diversas, como el uso de microesferas y nanopartículas para encapsular y transportar principios activos; el desarrollo de productos más sostenibles o el uso de la química combinatoria para identificar nuevos principios activos, entre muchos otros.
Por todo ello, cada vez es más importante, no solo para la industria cosmética sino para el conjunto de la sociedad, la inversión, pública y privada, en I+D, clave del progreso y del bienestar colectivos.
Dr. Luis Calvo Calvo
Barcelona, enero de 2024