02/03/12
“Reflexionar para cambiar”
“El dinero destinado tanto a investigación como a educación no puede ser considerado como un gasto, sino como una inversión”
La crisis que comenzó en el año 2008 es la más importante de las que han tenido lugar hasta ahora a nivel internacional. Lo es, no solamente por su duración y profundidad, sino porque la economía mundial se encuentra en la actualidad mucho más interrelacionada que durante crisis anteriores y porque el flujo de información hace que cualquier noticia se extienda con mucha más rapidez que antes.
El principal reto que tiene ante sí el país es a la vez de índole económica y social: hacer regresar a la economía a la senda del crecimiento, sin que se queden en el camino los derechos sociales consolidados durante varias décadas. Pero hemos de tener una visión más amplia, porque la crisis que no es solo de índole económica, sino también de valores y de confianza. La recuperación económica no se producirá (o lo hará de forma insuficiente) si no tiene lugar la recuperación de la confianza de los ciudadanos en las instituciones y la del conjunto del país en sí mismo. Para ello, es imprescindible que los ciudadanos sean copartícipes de las políticas llevadas a cabo y que dispongan de información veraz y actualizada sobre la situación económica y sobre los efectos de cada una de las medidas adoptadas.
Es necesario reflexionar sobre una de las causas que han hecho que la recuperación económica española sea mucho más lenta que la de otras economías avanzadas de nuestro entorno. Hay una característica diferencial de nuestro país con respecto a Francia, Alemania o el Reino Unido: la baja proporción del Producto Interior Bruto destinada a la inversión en investigación, desarrollo e innovación. Si estos aspectos no se potencian de una forma adecuada, España seguirá siendo un país dependiente, cuya economía podrá volver a entrar en crisis tanto debido a causas coyunturales internas como a los efectos de las crisis de otros países. Únicamente la inversión en innovación puede contribuir a impulsar cambios en el sistema productivo y a cambiar esta dinámica.
El sector público desempeña un papel muy importante como motor de la economía, y para que pueda llevarlo a cabo es necesario que disponga de recursos suficientes. Dentro de él, la educación y la investigación ocupan un lugar especial. Es erróneo creer que ambas son tan solo una parte más del gasto corriente realizado en cada ejercicio económico, una parte que se puede reducir o incluso suprimir cuando la situación económica no sea buena, y que se puede recuperar más tarde. El dinero destinado tanto a investigación como a educación no puede ser considerado como un gasto, sino como una inversión destinada a conseguir una economía más sostenible.
Las universidades son el principal foco de investigación e innovación existente en España y cuentan con una gran capacidad de arrastre sobre la economía. Esta capacidad solo se consolidará si se abren cada vez a la sociedad, si adoptan políticas cada vez más activas de transferencia de conocimiento a las empresas y si se adaptan a las necesidades del entorno europeo. Pero, por mucho que hagan las universidades, sin inversión en innovación no es posible cambiar el actual modelo productivo y disminuir el impacto de las próximas crisis económicas.
En esta tarea, vital para salir de la crisis, el gobierno y la sociedad nos encontrarán siempre a los universitarios.