En 1969 la humanidad alcanzó uno de sus hitos más recordados, un logro colectivo que hasta la fecha parecía impensable e inimaginable, la llegada del hombre a la luna. Este éxito fue posible gracias a hombres y mujeres que se atrevieron a pensarlo y a imaginarlo. El propio Armstrong lo dijo en el momento mismo del alunizaje: “es un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”.
La historia está compuesta de pequeños pasos de hombres y mujeres que hicieron posible lo hasta entonces imposible. El arte, la cultura, la ciencia, la arquitectura… el legado que hoy asumimos como propio y colectivo no existiría sin los grandes hombres y mujeres que se atrevieron a soñar. Esta nueva edición de ‘Testimonios para la historia’ recoge alguna de las trayectorias profesionales y de las vidas de estos hombre y mujeres, de todos aquellos y aquellas que hacen en su día a día aportaciones individuales imprescindibles que contribuyen a la construcción del progreso y el bienestar colectivo. Los empresarios, académicos y personalidades que recogen estas páginas son un ejemplo de rigor y perseverancia, de visión y audacia, de compromiso con el progreso, el crecimiento económico y la creación de empleo y de oportunidades para la ciudadanía.
No son pocos los retos que debemos afrontar como país en los próximos años: la transición energética, la crisis climática, la consecución plena de la igualdad o la digitalización son solo algunos de los más acuciantes. Superar estos desafíos requiere del compromiso y la dedicación sincera de cada uno de nosotros y nosotras, y parece claro que no podemos permitirnos como sociedad el lujo de prescindir de ningún talento.
En este sentido, la lucha contra la desigualdad debe ser una de nuestras prioridades. La desigualdad centrifuga el talento y expulsa de la vida pública y empresarial a personas con aptitudes imprescindibles para hacer frente a lo que está por venir, impide que nuestros jóvenes se desarrollen personal, académica y profesionalmente y que, a la postre, hagan su aportación necesaria al proyecto compartido de país. ¿Se imaginan que Ramon y Cajal no hubiera podido estudiar ciencia? ¿Que Gaudí no hubiera dispuesto de los medios necesarios para diseñar sus emblemáticos edificios? ¿Que Montserrat Caballé no hubiera obtenido una beca para iniciar su formación en el conservatorio? Es responsabilidad de todos y de todas garantizar que todas las personas, independientemente de su origen o su situación socioeconómica, puedan desarrollar al máximo su potencial. El coste de oportunidad de no hacerlo es demasiado elevado.
La igualdad de oportunidades no significa tratar a todos de la misma manera, sino reconocer y abordar las desigualdades existentes, proporcionando los recursos y el apoyo necesarios para nivelar el terreno de juego y permitir que cada individuo alcance sus metas según sus habilidades y esfuerzos. Al fomentar la igualdad de oportunidades, construimos una sociedad más inclusiva y justa, donde todos y todas puedan alcanzar su máximo potencial y contribuir plenamente al progreso colectivo. Trabajando juntos y unidos garantizaremos que aquellos y aquellas que lo merezcan, independientemente de sus condiciones materiales, puedan aparecer en las páginas de los siguientes volúmenes.
Carlos Prieto Gómez
Barcelona, junio de 2023