JUAN ANTONIO BERDEJO VIDAL
JUAN ANTONIO BERDEJO VIDAL
TH, 3r VOLUM. El estado de derecho después de 1978

JUAN ANTONIO BERDEJO VIDAL, BERDEJO ABOGADOS

Texto del 16-07-2008,
Fotografía: Gonzalo Beraza

Heredó de su padre el bufete, ubicado en Santander, y lo adaptó a los nuevos tiempos, que exigían revolución informática y trabajo en equipo. Comparte con sus colaboradores el amor por un oficio que tras veinte años de práctica sigue resultándole apasionante. Actualmente combina el ejercicio de su profesión con la coordinación para el Consejo de la Abogacía de un proyecto formativo audiovisual dirigido a todos los letrados españoles.

Un bufete “blanco”

Siempre digo que tenemos un “despacho blanco”, ya que la única materia que casi no tratamos es el Derecho penal. Estamos especializados en Derecho de los seguros e inmobiliario, así que la mayor parte de nuestros clientes son empresas aseguradoras, promotoras y constructoras. Sin embargo, Santander es una ciudad pequeña y no dejamos de ser abogados “de cabecera”. Cuando una persona que nos conoce tiene algún problema, nos llama. Por ello siempre afirmo que estamos especializados en la confianza de nuestros clientes. Alberto Berdejo Balboa, mi padre, también era abogado. Heredé su despacho a los dos años de empezar a ejercer en la profesión. En la actualidad somos tres abogados.

Nuestra generación fue privilegiada

Durante la Transición tenía sólo 15 años y la viví más como espectador que como sujeto activo. Fue una época de mucha ilusión. Ahora, con la perspectiva de los años, diría que pecamos de ingenuos: creímos en grandes ideas que luego el tiempo ha ido desluciendo. Además, tengo que confesar que nuestra generación se encontró con todo el trabajo hecho; en mi vida profesional tenía la sensación de que una mano me llevaba, sobre todo por el hecho de que mi padre tuviera un despacho donde pude empezar a ejercer, o por haber sido de la primera promoción de la Facultad de Derecho de Santander, o bien por formar parte del primer curso de iniciación a la abogacía del Colegio de Abogados de Cantabria. Sin embargo, soy consciente de la lucha que protagonizaron los que vivieron de pleno esa época.

Estamos dejando que se oscurezca la Constitución

Cuando empecé la carrera, nuestros profesores nos enseñaban las sentencias del recién estrenado Tribunal Constitucional henchidos de orgullo. Ahora, en cambio, todo el régimen de derechos fundamentales y libertades públicas de la Carta Magna se ha ido oscureciendo porque quizá no le hemos dado la importancia que merecía. No soy de los que consideran que no hay que modificar la Constitución –no es un texto sagrado–, pero habría que pensárselo mucho porque ha consolidado la democracia y tenemos que saber cuidarla.

El poder judicial debería ser escogido por los propios jueces

La reforma de 1986 fue un error gravísimo. Antes, la mayoría de los miembros de los órganos de gobierno del poder judicial eran escogidos por los propios jueces y sólo ocho por el Congreso y el Senado. Los magistrados, al igual que los médicos o los abogados, deberían poder elegir a sus representantes. No considero que eso sea corporativismo; muy al contrario, que los escojan las fuerzas políticas creo que va en contra del Estado de Derecho.

Fue un gran error suprimir los juzgados de distrito

Estos tribunales eran idóneos para formar a los jueces jóvenes y evitarían situaciones como, por ejemplo, que a un juez veinteañero le corresponda uno de los juzgados de una gran ciudad y deba sentenciar sobre un tema de gran trascendencia social. Es prematuro.

El acceso a la magistratura está desfasado

En España, para ser auxiliar administrativo del Estado hay que realizar un test psicotécnico. Sin embargo, a quienes delegamos la facultad de juzgar a los demás se les pide únicamente un esfuerzo memorístico que llega a ser casi circense. Es inadmisible que sólo se les exija este requisito; es obvio que se trata de un sistema de acceso desfasado.

Necesidad de regular el ingreso y el ejercicio de la abogacía

Para que un partido de fútbol sea exitoso es necesario un árbitro imparcial y jugadores profesionales. Hoy en día, en la abogacía no podemos contar con esta última condición porque la ley de acceso a la profesión tiene una vacatio legis de cinco años. Esto no es una garantía para el Derecho de defensa. El título de abogado tendría que regularse ya. Y siguiendo con la metáfora del partido, también se necesita un terreno de juego en condiciones óptimas, esto es, que desde el primer momento los procesos deberían ser públicos, con luz y taquígrafos. Tendría que poder grabarse toda la fase de instrucción e interrogatorios, tanto policiales como judiciales, porque donde entra una cámara todo se pacifica. Los procesos son garantías de libertad, y la razón acaba aflorando… pero hay que hacerle sitio.

No quiero vivir en un país donde el delincuente no recibe lo que se merece, sino lo que se pacta con el fiscal

Cuando se decide llegar a un acuerdo con el fiscal para reducir una pena se está substituyendo el principio de legalidad, que es la base del Derecho penal, por el principio de oportunidad. Y este cambio es una reforma impuesta por los economistas, porque de esta manera se ahorra un juicio. No quiero un país donde el delincuente no reciba lo que se merece sino lo que se pacta con el fiscal, sin enjuiciamiento. Considero que si alguien es culpable debe recibir una condena justa. Y si es inocente o existe alguna duda de que pudiera serlo, tendría que quedar libre. Dormiremos todos más tranquilos si sabemos que se nos ha escapado algún culpable que no si hay tan sólo un inocente encarcelado; pero no podemos prescindir de que los asuntos sean juzgados.

Elogio a la jueza María Jesús García Pérez

Los juzgados deberían organizarse de forma más eficiente. Este tema me lleva a hablar de un hecho ocurrido recientemente: la jueza María Jesús García Pérez, titular del Juzgado de Familia de Santander, hizo unas declaraciones a un periódico nacional en las que afirmaba que el juzgado estaba sobredimensionado, que había solicitado este destino para conocer desde dentro esta especialidad de la jurisdicción penal y se había encontrado con una manipulación grosera de la ley. Al día siguiente, varios colectivos la criticaron duramente. Sin embargo, muchos abogados comenzaron de forma espontánea a recabar firmas en su apoyo. Esta jueza puso el dedo en la llaga y se atrevió a decir la verdad. Desde mi punto de vista, fue muy valiente.

Medios de comunicación y violencia de género

El verdadero problema del maltrato está en la falta de educación. Un compañero me comentaba el otro día que las noticias sensacionalistas sobre la violencia de género crean en las personas menos instruidas patrones inconscientes de conducta. Los medios de comunicación tendrían que esforzarse en mostrar a la sociedad algo que fuera más formativo en lugar de dar énfasis al lado sensacionalista de la noticia. Poner la cámara encima de la pobre mujer maltratada es asegurarse en 10 minutos la audiencia de toda la mañana. ¿Por qué no visitan a los agresores en las cárceles y enseñan cómo les ha cambiado la vida? Las consecuencias son gravísimas, no ya sobre la mujer, sino sobre el propio maltratador: pierden el trabajo, la familia, no pueden disfrutar de sus hijos… Esto es lo que tendrían que mostrar los periodistas para que todos nos eduquemos y veamos qué puede ocurrir si pasamos de las palabras a los hechos.

El Derecho es una ciencia y su aplicación, un arte

Creo que se está utilizando el Boletín Oficial del Estado con fines políticos. Cuando bajan los índices de popularidad, aparece una nueva ley. Esto no es pensar en el interés general. Hace unos días me invitaron a decir unas palabras, en nombre de los exalumnos, en el acto de celebración de los 25 años de la Facultad de Derecho de Santander. Durante el discurso, les recordé que el centro arrancó con gran precariedad, pero aún así tenemos que agradecer lo mucho que nos enseñaron. Al final, para el jurista lo de menos es el Derecho positivo. Lo relevante es que el Derecho es una ciencia y su aplicación, un arte; lo necesario es aprender su práctica. También señalé que, de lo que entonces habíamos estudiado, actualmente sólo quedan cuatro o cinco leyes, todo lo demás está modificado. Por eso aludí a un compañero de profesión, Luis Mora del Hoyo, que me impresionó. Colegiado en 1934, en la República, estudió durante la monarquía de Alfonso XIII y llegó a ejercer de abogado en cuatro regímenes políticos distintos y sucesivos sin dejar de atender al ciudadano: eso es lo importante. Tanto fárrago legislativo es innecesario, sólo sirve al político de turno; las normas tendrían que ser meditadas y duraderas.

Futuro de la Monarquía española

Somos juancarlistas porque la Casa Real ha sabido ganarse la voluntad del pueblo español, y luego seremos felipistas. Estoy seguro de que don Felipe también sabrá merecer el respeto de los españoles, porque está embebido en la idea de España y su preparación es extraordinaria. De todas maneras, el futuro de la Monarquía se puede echar a perder con una mala actitud. No hay que olvidar que el Rey nos representa más que los políticos que se van sucediendo. Así, a mis hijos les importa poco la Monarquía, pero comenzará a preocuparles en el momento en que no vean en ella un buen ejemplo.

Mi profesión me llena de satisfacción

Lo único que les deseo a mis cuatro hijos es que sean felices, que hagan lo que les guste y que tengan pasión por la profesión que elijan. A mí me satisface tanto mi oficio que sólo les puedo desear que les pase lo mismo. Uno de mis hijos quiere hacer Derecho. No le pongo ningún obstáculo pero la verdad es que tampoco le animo. Lo único que le pregunto es si le gusta, pues el ejercicio de esta profesión, como el de todas, debería ser vocacional.