Arantxa Bernadí Ros
Fotografia cedida
10è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores

Sra. Arantxa Bernadí Ros

CEO en Bernadí

Texto del 12/04/2018

Tercera generación familiar de una compañía de la que es administradora, desempeña la tarea con su sello personal: carácter, energía y pasión. Ciudadana de un mundo global y viajera vocacional, quería volar por su cuenta hasta que descubrió que el mejor lugar para hacerlo era la empresa de su padre, Oleguer Bernadí, su gran referente vital y empresarial, y hombre que le dio una infancia feliz en la que aprendió a superar graves reveses. Cree que el futuro será fantástico y que la clave está en entender cómo trabajamos, creamos e interactuamos con nuestro entorno.

De madre a madre

A los nueve años perdí a mi madre, María Rosa; una fatalidad que ha marcado mi vida. Rememorar mi infancia es un asunto delicado; pero gracias a mi padre, a quien estoy enormemente agradecida, fui muy feliz, pues me regaló una segunda madre, Merche, que me ayudó a crecer sin esperar nada a cambio, y luego un segundo hermano, Oleguer, que fue una gran alegría para  mí y  para mi hermano mayor, Sergi. Recuerdo los grandes esfuerzos que ambos tuvieron que hacer; pero en un marco de amor, consiguieron forjar un sólido espíritu familiar y un claro sentido del trabajo, esfuerzo y superación, base de mi carácter, que ha moldeado este sello tan característico mío como mujer y empresaria. Mi entrega al trabajo ha sido de tal calado, que estaba dispuesta a no tener hijos. La empresa familiar que hemos hecho crecer fue durante años mi descendencia, mi legado en este mundo.  Pero  en 2015,  finalmente,  traje al mundo a Carlota, ahora centro de mi vida. La maternidad me ha traído recuerdos de mi fallecida madre que han despertado en mí un sentimiento de añoranza que había quedado aletargado, y me ha hecho entender lo importante que es tener ese apoyo durante los primeros años de vida. Soy consciente de que he añorado más a mi madre estos cuatro últimos años que durante el resto de mi vida, gracias a que, a pesar de su pérdida, mi padre y Merche me dieron la oportunidad, un enorme regalo, de ser una niña muy feliz.

El día que mi tío vino a buscarme

Recuerdo perfectamente el día en el que me dijeron que mi madre había muerto, porque al acabar la clase de piscina vino a recogerme mi tío, que nunca antes había venido a buscarme. Y me hizo ilusión. Sin embargo, al llegar a casa me sentaron en el sofá junto a mi hermano Sergi, tres años mayor que yo, y nos lo contaron. Sergi siempre tuvo más afinidad con ella, mientras que yo tenía más afinidad con mi padre, por eso cuando éramos niños, él lo pasó peor que yo; también influyó la edad, él era más consciente de la situación. No puedo olvidar, y me cuesta entender, que en la escuela algunos niños pudieran ser tan crueles como para cantarme una canción con la sintonía de un anuncio televisivo recordándome que mi madre había muerto. A mi madre se la llevó un cáncer   de mama que la postró en cama durante mucho tiempo, en una habitación de casa que yo recuerdo oscura. Siempre he creído que superé su muerte porque tuve una infancia maravillosa gracias a mi padre y a Merche, pero ahora me pongo en el lugar de mi hija, y recuerdo las cosas de manera diferente. Mi mejor amiga enviudó hace cuatro años. Su hijo mayor tenía la misma edad entonces que yo cuando murió mi madre. Esta circunstancia me empujó a revivirlo para compartir con ella cómo lo transité yo, pensando que podría serle útil. En este viaje al pasado, he recordado la experiencia que viví de niña, pero como adulta,  y me ha despertado recuerdos que he experimentado de forma diferente.

Dos hermanos varones

Soy la mediana de tres hermanos. El mayor, Sergi Bernadí, me lleva tres años y es hijo, también, de mi madre biológica, María Rosa; y Oleguer Bernadí, hijo de la segunda esposa de mi padre, Merche, que es catorce años menor que yo y ha vivido siempre conmigo. Ninguno de los dos trabaja actualmente en la empresa. Con Sergi, hoy en día, me siento un solo ente. Y con Oleguer, igual. Es arquitecto y este año se ha casado. De él aprendo constantemente muchas cosas. Compartimos sangre por parte de padre, pero también compartimos madre, aunque no sea de sangre, porque Merche es una mujer  que llegó a mi vida y me crio sin pedir nada a cambio, por amor y por pura generosidad y bondad. Ella, una mujer luchadora que también me ha influido mucho, y a quien siempre he llamado madre, es la prueba de que la sangre es menos importante que el amor. Ha sido vital en mi vida.

Vivo con orgullo el legado familiar

Mi padre, Oleguer Bernadí, siempre ha sido empresario. La empresa familiar, Bernadí, dedicada a la distribución de mobiliario de oficina y al acondicionamiento de espacios con mobiliario, nació en mayo de 1965; cumple ahora cincuenta y tres años. Tengo el honor de representar la tercera generación que lleva su timón. Mi padre ha sido siempre mi referente. Lo digo en mayúsculas; no solo en la vida personal, sino también en la empresarial. Es algo que nunca hubiera imaginado, porque cuando era universitaria, le decía que quería probar en otras empresas antes de trabajar en Bernadí. Luego entendí lo importante que era Bernadí y el gran valor que tenía que fuera un sueño llevado a la realidad por mi abuelo Oleguer Bernadí Civit, a quien no llegué a conocer, pero quien me consta que también era una bellísima persona. Pero sobre todo entendí lo importante que era Bernadí por reconocer en esta empresa el legado de mi padre, la persona que lo ha dado todo por mí; la persona que me dio una nueva familia en la que me sentí querida.

Ni biología, ni medicina, ni música

Creo en el liderazgo y la superación. Nunca me han asustado los desafíos; me gusta afrontarlos cuando llegan, pero también disfruto planteándome nuevos retos. Siempre he sido muy inquieta. Me gustaba ser la delegada de la clase en el colegio; también, de muy joven, fui coordinadora en diversos grupos universitarios de acción humanitaria en pro de los más desfavorecidos de la sociedad. No he dudado nunca de que disfrutaría más dándome yo misma las órdenes que recibiéndolas de otros. Esta pulsión se lleva dentro, en el ADN. Esta forma de ser, sumada a la experiencia positiva desde joven de dirigir a las personas y el haber respirado en casa siempre un ambiente empresarial, me llevó a estudiar Dirección y Administración de Empresas y un MBA en ESADE, escuela de la que estoy muy orgullosa y que promuevo tanto como puedo. Ver que mi hermano mayor lo estudiaba, fue otro elemento que me ayudó en la elección. Sabíamos que significaba realizar un gran esfuerzo económico; esfuerzo que mi padre asumió sin pensárselo dos veces, pues siempre tuvo claro que quería lo mejor para sus hijos y deseaba ofrecernos la mejor carrera orientada al mundo empresarial del mercado. Nunca llegué a plantearme ningún otro estudio; ni biología, ni medicina, ni música, por mucho que, por influencia de algún pariente, intentaran que lo considerara. Siempre tuve claro que quería ser empresaria.

De Rotterdam al mundo

Como ya he dicho, mi objetivo una vez licenciada no era la empresa familiar. Yo apuntaba a otras direcciones. Teniendo la oportunidad de trabajar para multinacionales como Chupa Chups, Henkel o L’Oréal, no iba a trabajar para Bernadí. Este era mi sentir; daba poca prioridad al negocio familiar. Había realizado numerosas estancias en el extranjero, en Inglaterra y Estados Unidos. Estudié en Rotterdam, en la prestigiosa Erasmus University Rotterdam, en un intercambio en 1999. Estuve más de medio año viviendo sola en aquella maravillosa ciudad, tan abierta al mundo, hablando en inglés rodeada de gente de todos los rincones del orbe. Ante esa perspectiva, no veía límites a mi ambición. Estaba preparada emocionalmente para la vida autónoma, para abordar el mundo.

Soledad en el mejor sentido de la palabra

Alguno de esos veranos de juventud en el extranjero  llegué  incluso a temer que mis padres no me vinieran a buscar. Evidentemente, eso nunca sucedió, pero gracias a haber vivido con esta angustia crecí como una persona independiente y solitaria en el mejor sentido de la palabra, sin miedo de serlo. Sola, me desenvuelvo muy bien. Siempre he sabido cultivar amistades; las cuido. Si no paso más tiempo sola, es porque sé que somos necesarios para la sociedad, y que no es bueno para nadie vivir tan aislado. En la que se conoce como la «soledad del empresario», me siento cómoda. Es una soledad que se concreta especialmente en la toma de decisiones estratégicas y críticas de la compañía, en todos los frentes. Aún cuento con mi padre, para consultarlas; se las propongo, pero la decisión tengo   que tomarla yo. Vivo esta soledad como una continuidad de mi soledad personal, y no me desagrada.

Pasión por los viajes y el tenis

Me gusta mucho viajar. Fue una gran satisfacción, antes de incorporarme de pleno a Bernadí, tener la oportunidad de trabajar siete años en el sector de los viajes. También soy muy  deportista. Tanto  mi  hermano  Sergi  como  yo hemos sido buenos tenistas. Llegar a ser buenos tenistas nos exigió sacrificar muchas tardes y muchos fines de semana, que mis amigas, por ejemplo, dedicaban a evasiones nada sacrificadas. Ahora, centrada en atender a Carlota, mi hija, echo mucho en falta el deporte, y siento de  nuevo la pasión de practicarlo.

Primeros pasos en el sector empresarial

Me gradué en junio de 1999, y en julio ya empezaba a trabajar en el Grupo Iberostar (multinacional española del sector turístico), en concreto, en la agencia de viajes minorista Viajes de Iberia, que ya no existe, y que, casualmente, había sido cliente de Bernadí. Su propietario, el señor Miguel Fluxá, todavía mantiene la actividad de la cadena hotelera Iberostar, pero vendió el resto de la actividad del grupo. Trabajé en él hasta el año 2003. Se me encomendó liderar desde cero el proyecto La Vanguardia Viajes, una joint venture entre Viajes Iberia y La Vanguardia. Era una unidad de negocio completa, y a mis veinticinco años tenía ya una empresa por liderar con un equipo a mi disposición: una gran oportunidad. Nada más entrar,   me encomendaron hacer un estudio de mercado sobre las posibilidades de instalar una nueva centralita telefónica. Venía de ESADE, pero con mentalidad de arremangarme  para  lo  que  fuera  necesario.  Me  reuní  con grandes empresas, como Siemens y Alcatel, y me familiaricé con un sector con el que no había tenido el más mínimo contacto. Lo hice como pude, y el resultado, según me dijeron, fue muy bueno. Cuando Viajes Iberia se replegó, me ofrecieron la posibilidad de trasladarme a Palma de Mallorca, a la central del Grupo. Estaba dispuesta a explorar nuevos horizontes, pero solo si se veía algo sólido y claro, y no era el caso. Rechacé la oferta, y la central de Palma cerró poco tiempo después.

Un showroom, muchos viajes e innovación constante

Me incorporé a Bernadí en 2006. Había nacido en 1965 como una empresa de mueble metálico para oficinas sita en el edificio Elizalde de la calle Rosselló de Barcelona. Con los años, y aprovechando las oportunidades de mercado  que se nos abrían, fuimos creciendo y ampliando el negocio, de forma que en 1978 tuvimos que trasladarnos al paseo de Sant Joan 120, de Barcelona, donde seguimos actualmente y donde aún hoy tenemos un showroom de casi mil metros cuadrados, en un paisaje y paisanaje barcelonés que, después de tantos años, ya no se entiende sin nuestra presencia. De la mano de la estrategia y el diseño del estudio de arquitectura Grup Idea, concebimos nuestro showroom como un espacio de encuentro e intercambio de conocimientos con arquitectos e interioristas que serían nuestros prescriptores, aunque también vendemos directamente al cliente final, a empresas privadas y al sector público, e incluso a particulares. Hay muy pocos showrooms en vivo como el nuestro, en Barcelona, que tengan las propias oficinas integradas en él. El diseño desarrollado por Grup Idea fue fundamental; buscábamos un showroom atemporal, neutro y minimalista que a la vez hablara de diseño, con el objetivo de ceder el protagonismo al producto expuesto; un espacio pensado para trabajar en equipo, capaz de motivar, en el que se enfocara la atención en los clientes, de forma que pudiéramos centrarnos en el servicio por encima de todo. Nos interesa especialmente la innovación constante. Viajo mucho para devenir la vanguardia de nuestro sector en nuestro país. No invento nada. Es lo que aprendí de mi padre.

Una veintena de personas

El elemento humano de Bernadí es uno de nuestros mayores capitales. Actualmente trabajamos en la compañía  veintidós  personas, catorce en las oficinas en Barcelona y ocho en nuestro almacén de Barberà del Vallès, incluyendo al responsable de rutas, al responsable de almacén y a los montadores. Contamos, también, con un buen  departamento  comercial. En un primer contacto con el cliente, nos desplazamos a donde se nos pida, a donde sea necesario. Pero nuestra política comercial es que la segunda reunión ya tenga lugar en nuestro showroom, que es un espacio muy agradable y acogedor. Además, en él «jugamos en casa»; y en casa se meten más goles. La crisis hizo cerrar la mayoría de showrooms de Barcelona, apenas quedamos tres o cuatro, y solo dos somos multimarca. Los showrooms son un concepto ideal, porque hoy en día el cliente, el arquitecto, el interiorista o el decorador quieren venir a probar el producto, a tocarlo, a ver cómo funciona o se desenvuelve. El showroom es una herramienta cara pero imprescindible. También para el fabricante, que quiere tener siempre sus productos expuestos. Otra actividad que permite son las presentaciones de productos que realizamos durante el año, acompañadas de un cóctel; una vida social que siempre se agradece.

Con la confianza de grandes firmas

Trabajamos con las empresas más importantes del país, como puedan ser CaixaBank, Banc Sabadell, Cuatrecasas, RACC, Grífols, Puig, Mémora o Danone. Nos hemos ganado la confianza de miles de clientes. Aunque estamos abiertos a trabajar para todo tipo de perfiles profesionales, también pequeñas y medianas empresas, nuestro público objetivo son las grandes cuentas que nos proporcionan la rotación que necesitamos. Son empresas muy exigentes que pueden prescindir de colaborar con Bernadí en cualquier momento, y por cualquier motivo; pero, aun así, siguen depositando su confianza en nosotros porque saben que Bernadí está dispuesta y a su servicio las 24 horas del día los 365 días del año, algo que muy pocos proveedores pueden ofrecer. Nuestro lema es «Amor al detalle»; nos anima e inspira satisfacer hasta el último requisito de nuestros clientes. Nos volcamos en la excelencia de la distribución, fabricar no es nuestra apuesta. Ello no  es óbice para asumir encargos especiales que puedan surgir. Cuando es necesario, movilizamos a diseñadores. La distribución ha adquirido mayor relevancia en nuestro sector. El papel aglutinador del distribuidor, hoy en día, es crucial en el acondicionamiento de los espacios. Nosotros hemos sido siempre pioneros y propulsores de la creación de asociaciones de la distribución de mobiliario de oficina, siendo Oleguer Bernadí, entre otros, presidente fundador de ANECMO (Asociación Española de Distribuidores de Mobiliario de Oficina), APECMO (Associació Catalana dels Professionals del Mobiliari d’Oficina), miembro de M-Grup, del FORO 8 y del Foro Padres e Hijos (estos últimos junto conmigo); además es socio fundador del Club Rotary Barcelona 92, cuyo propósito es reunir a líderes empresariales para prestar servicios humanitarios en sus comunidades, y este año celebra su veinticinco aniversario.

Ofrecemos servicio e innovación

Nuestra fórmula para captar nuevos clientes se basa en ofrecer innovación, tanto en los productos como en el servicio. No nos dirigimos a los clientes para venderles una silla y una mesa, sino innovación. Les explicamos cómo están cambiando los nuevos conceptos de workplace para retener el talento de la generación de los millennials que trabajan en ellos; el usuario es el eje y todo debe sacrificarse a esta nueva concepción. Igualmente, les hacemos saber que las oficinas de las empresas punteras quieren obtener certificaciones de bienestar y salud, como la  norteamericana  Well;  nos  adaptamos  a  esos cambios para ofrecérselos a ellos. Vendemos servicio, el componente más importante dentro de nuestro ciclo de venta. De ahí que demos mucha importancia a la logística, a la entrega e  instalación  del  producto,  que  exige poca rotación de recursos humanos. Aquí es donde nos la jugamos. Por eso no hemos externalizado la logística ni en los peores momentos de crisis. Contamos con un almacén propio en Barberà del Vallès, de 800 m2, para recibir la mercancía de los fabricantes. Desde allí, la distribuimos con nuestra propia flota de camiones.

Nuestro know-how: reinventarnos y adaptarnos a las demandas de nuestros clientes

Mi afán de mundo, de búsqueda de internacionalidad, lo he llevado hasta  Bernadí. Aunque nuestro mercado natural es Catalunya, trabajar con grandes cuentas amplía nuestro radio de acción a toda España, e incluso a todo el mundo. Hemos suministrado, en varias ocasiones, en París, Basilea, Londres, Shangái y México. Llegamos hasta donde nuestro  cliente  nos lleve. Siguiendo la nueva expansión de CaixaBank, o las fusiones del Banc Sabadell, cerrando y abriendo oficinas, o de otros clientes de magnitud, nos hemos expandido territorialmente con ellos. Tenemos camiones desplazándose permanentemente por toda la  geografía del  país.  Cuando un banco ha tenido que cerrar trescientas oficinas en dos meses, nosotros hemos estado ahí evaluando qué mobiliario era aprovechable, para futuros tiempos mejores, y qué material era desechable. Solo vender,  lo hace todo el mundo. Nosotros queremos que, cada vez que se piense en muebles, lo hagan en nosotros como solucionadores de problemas.

Muchas ferias y vocación de aprendizaje de largo plazo

Me he propuesto ir a todas las ferias del sector que sea posible, y lo hago.  En ellas, seguramente soy de las pocas personas que va permanentemente con un bolígrafo y una libreta apuntándolo todo, porque mi obligación es transmitir al equipo de comerciales de Bernadí la experiencia con el mismo detalle con el que yo la he vivido, para que estén al día de todas las novedades que he visto. Una feria me genera mucho trabajo, y no se acaba en sí misma, continúa unos días más de vuelta a casa. No  la doy por acabada hasta que el equipo de comerciales ha asimilado las novedades  y las ha ofrecido a nuestros clientes.

Ergonomía y diseño, conceptos compatibles y necesarios

Somos pioneros en la introducción del concepto de ergonomía.  En   nuestro showroom no hay expuesta una silla de trabajo que no cumpla los mínimos de bienestar y comodidad. Es cierto que, a menudo, los clientes se sienten atraídos por las sillas más llamativas, que normalmente no son tan confortables. En estos casos, nuestra obligación es informarles de que no aguantarían ocho horas sentados en esa silla que tanto les gusta. Y la mayoría de las veces conseguimos que cambien de opinión porque la decisión no debe ser por temas estéticos. Una silla no ergonómica no es un buen diseño. Lógicamente, nuestro objetivo principal es no perder la venta, pero tampoco hay que olvidar que asesorar forma parte de nuestra manera de entender el trabajo, aun a riesgo de que podamos, en algún caso, malograr una venta, porque el cliente es soberano y a fin de cuentas la última palabra la tiene él. Y si bien la estética es muy necesaria, porque alegra nuestra vida, siempre ávida de cosas nuevas, no es lo más importante. La ergonomía y la funcionalidad, sí.

El arte de sentarse

Comprar una silla de despacho es una decisión crítica. La mesa es más o menos importante, pero una mala silla puede hacernos la vida mucho peor. Una buena silla dura toda la vida, por esto es tan valiosa y hay que sensibilizar a nuestros clientes sobre esta visión. El precio tiene un valor. Ahora mismo hay sillas ergonómicas asequibles. Ocho horas al día, o más, son muchas, y de entrada habría que descartar cualquier asiento que no tuviera los mínimos elementos de ergonomía. Nosotros vamos más allá de vender sillas; una compañía puede destinar un gran presupuesto a las mejores sillas ergonómicas para sus empleados, pero si estos no las saben usar, el esfuerzo económico no obtendrá resultados. De ahí que cuando es necesario, nos desplacemos in situ e impartamos cursos de formación sobre el uso de una silla innovadora. No tendría sentido vender un producto y desentendernos del mal uso de sus prestaciones. Una buena silla, regulándola, tiene que ser válida para todo tipo de personas.

Fomentando el futuro

Hace más de treinta años que trabajamos con un experto fabricante de sillería alemán que ya ha cumplido un siglo de historia y que ahora ha lanzado al mercado la silla con mecanismo, patentado, Trimension, el sentado 3D, el sentado dinámico. Esta silla de oficina estimula un abanico de posturas y movimientos naturales en el sentado que activa el cuerpo entero. Ha sido diseñada por un gran equipo de profesionales. El Dr. Ingo Froböse, del Centro de Salud de la Escuela Superior de Educación Física de Colonia, acompañó y verificó su proceso de desarrollo. El movimiento tridimensional activa el riego sanguíneo mientras se está trabajando, lo que redunda en una mayor productividad. Y es un argumento de venta real, científico. No sabemos cuál será el nuevo reto en materia de sillas, pero pronto estará aquí, porque la evolución es constante. Cada año colaboramos con los estudiantes del posgrado en Diseño del Espacio de Trabajo de la escuela de diseño ELISAVA de Barcelona e impartimos una clase en el espacio de formación del showroom a cargo de su experto profesorado, entre los que contamos con Antonio Bustamante, doctor arquitecto en Ergonomía, y Miquel Àngel Julià, arquitecto doctorando en temas de Workplace y Retail. Es una buena manera de que, como futuros profesionales, entiendan nuestras necesidades. El futuro ya está aquí. Será fantástico en lo relativo a cambios en el workplace, y Bernadí se enorgullece de participar de lleno en esta vanguardia.

Homologados para trabajar con la Administración

Existen decenas de normativas europeas que regulan la calidad del sector  que nosotros conocemos y el cliente, normalmente, no. Por ejemplo, nunca recomendaríamos una mesa negra porque el contraste con los folios en blanco hiere la vista. Las superficies negras tienen a menudo el hándicap    de marcar demasiado las huellas de los dedos. Son criterios profesionales y prescripciones de productos muy útiles para poder concurrir a concursos públicos de la Administración, siempre muy exigentes, ya sean de la Universitat de Barcelona, el Ayuntamiento de Barcelona o la Generalitat    de Catalunya, organismos ante los que Bernadí está homologada ya hace muchos años. Un tema en el que no solemos entrar es en el de los gustos, porque es algo subjetivo. No pretendemos imponer nuestros colores favoritos a los clientes. Intentamos ponernos en su lugar y entender el entorno y la ubicación donde debe ir el producto. Pero la decisión final será del cliente, tanto en colores como en acabados. Cuando el cliente quiere algo muy especial, movemos cielo y tierra para que el fabricante lo haga posible, con  lo que puede pasar que ese producto especial resultante decida homologarlo para que solo puedan comprarlo a Bernadí. Siempre que se pueda, hay que hacer de la necesidad, virtud.

Nada debe empequeñecernos o estancarnos

Cuando trabajamos con grandes cuentas, encargamos el proyecto de interiorismo a un arquitecto o a un interiorista. Luego nos corresponde modular a nosotros su propuesta, sobre todo en relación con el presupuesto. Otras veces, en cambio, nos  llegan  proyectos  totalmente  definidos,  en  los que poco podemos aportar. Últimamente, es tendencia la biofilia, la integración armoniosa de plantas y elementos naturales en los interiores. Por todo ello, la etiqueta «mobiliario de oficina» se nos está quedando pequeña. Desde el inicio de la crisis el mercado de workplace decreció más de un setenta por ciento. La caída ha sido muy severa tanto para nosotros como para nuestros clientes, pero frente a este entorno adverso, fuimos capaces  de ver la oportunidad de reinventarnos. Así, en el año 2007, contra todo pronóstico, planteamos una estrategia de crecimiento transversal buscando otros sectores del mercado como el de las colectividades, la enseñanza o el sector del hospitality. Fue posible gracias a la incorporación de mobiliario polivalente y nuevas marcas a nuestra oferta. También empezamos a realizar proyectos para bibliotecas. Esta horizontalidad nos permitió compensar el descenso que se daba en el mundo de la oficina. Después de diez años, Bernadí luce un porfolio de más de cuarenta bibliotecas, con diferentes diseños de gran personalidad y otros muchos proyectos en  enseñanza,  retail y hospitality. Por  estas fechas, se ha inaugurado el nuevo tanatorio  de Sancho de Ávila, en Barcelona; un proyecto en el que también hemos trabajado junto con Estudi Amsa. Todo esto nos ha hecho ver la necesidad de incorporar partners profesionales y proveedores con diferente expertise que nos permitan mantener los estándares de calidad en estos nuevos mercados. En definitiva, la realidad –estos nuevos mercados– se impone,     y diversificar nos está funcionando. Si es necesario, revisaremos nuestra estrategia interna e incluso nuestro logo: revisaremos todo lo que nos pueda empequeñecer o estancar.

Ya dejamos la crisis atrás

Desde la soledad del empresario de la que he hablado antes, me he visto obligada a afrontar la peor crisis que ha vivido Bernadí en sus cincuenta años de historia, porque estuvimos a punto de cerrar. Entré en la empresa en 2006, en plenos años dorados. 2008 fue el año de mayor facturación de nuestra historia, con más de ocho millones y medio de euros. Aun así, yo quería crecer más. Como no somos fabricantes, no era una solución recurrir a la internacionalización. Solo había una fórmula para crecer: buscar nuevos sectores, un tema que pusimos sobre la mesa antes de la crisis, en 2007. Cuando esta llegó, nuestro mercado tradicional, el de     la oficina, decreció más de un 70 %, una cifra demoledora. Haber pensado a tiempo en la oportunidad de diversificar nos salvó. Empezamos a  hacer bibliotecas, universidades o centros cívicos. Aun así, fue duro. La Administración tardaba dos años en pagar, pero, afortunadamente, somos una empresa acostumbrada a funcionar con pólizas. De todos modos,  no esconderé que, en los peores momentos, el patrimonio familiar fue determinante para poder mantener la compañía y pagar las nóminas cada mes. Recuerdo especialmente una reunión crítica en noviembre de 2012, con unos números rojos de la compañía que daban miedo. Reunimos a toda la plantilla y hablamos claro: o despedíamos a la mitad o nos bajábamos todos el sueldo, incluida la dirección. Elegimos, en equipo, todo el personal de la empresa, la segunda opción, y fue la correcta. Así sacamos a la empresa de la crisis, contando siempre con la confianza de mi padre, que todavía viene a diario a visitarnos, porque es su hobby. Cuando miro hacia atrás, veo el recorrido que hemos hecho y entiendo por qué lo hemos conseguido. Esa es la mejor de las enseñanzas. Pasado lo peor, aquí estamos: abrimos cada día y seguimos renovándonos, abordando el relevo generacional con un equipo espléndido, forjado a lo largo de muchos años.

Sin el equipo nada es posible

El equipo de Bernadí es nuestra segunda familia. Entre todos hay mucha  proximidad, y tomamos las decisiones en conjunto. Intentamos que la dirección sea muy cercana, no nos gusta imponer nada. Las mejoras dentro de Bernadí vienen de abajo a arriba, no de arriba abajo, porque toda mejora surge de quien sufre el problema. Por eso valoramos que nuestra gente sea proactiva. En una empresa con personal veterano, el relevo no es nada fácil. También hay que luchar contra ciertas inercias. En el pasado, por tradición, una empleada nueva empezaba en la centralita, y un empleado nuevo, en logística. La diferenciación por sexos era muy clara. Ahora ya no es así, aunque es verdad que cuando surge una vacante mi prioridad es cubrirla con alguien de la empresa. Me  gusta dar la oportunidad a quien ya está dentro,  si es posible. También he tenido siempre muy claro que me gusta rodearme de los mejores, y que nos complementemos.

A la hora de contratar a un comercial, prefiero la actitud a la aptitud

Nuestro departamento comercial lo componen ocho personas fijas en la empresa (entre front office y back office). Disponemos también de un área, creada durante la crisis, integrada por freelances comerciales que no están  en plantilla y trabajan por proyectos, orientados, sobre todo, a ciertos ámbitos públicos. Creemos que los freelances comerciales son el futuro, las empresas recurrirán cada vez más a ellos. Unos y otros, fijos y freelances, deben imbuirse del ADN de la empresa, porque representan a Bernadí de puertas afuera, y ese ADN deben adaptarlo al sector del cual son especialistas, como los freelances con los que colaboramos, experimentados en el sector de las bibliotecas. Sin ellos, no habríamos crecido en encargos de este ámbito.

Ciudadanos globales del mundo

Me defino apolítica, y más en un momento histórico como el presente, pero qué duda cabe que la situación que vive Catalunya merece algún comentario. Es un tema que dentro de la familia genera debate. La familia de mi hija, por parte de padre, es gallega, como mi abuela paterna. Por este motivo lo que está sucediendo es desagradable. La clase política no está a la altura de las circunstancias. La situación está dañando el tejido empresarial catalán y, también, la ciudad de Barcelona. Se están malgastando todos los esfuerzos que pusieron a la Ciudad Condal en el top ten de las ciudades más atractivas del planeta. Abogo por que seamos ciudadanos globales del mundo. Bernadí es una empresa del mundo. Catalunya, y sobre todo la ciudad de Barcelona, son nuestro sello de identidad, nuestra tarjeta de presentación. Creo en esta tierra y en sus gentes, que siempre han sabido imponerse con éxito a los avatares de la historia y que han demostrado una y otra vez su vocación de motor económico y social, y de antesala del futuro dentro de Europa y del mundo.