DAMIÁN BARCELÓ OBRADOR
DAMIÁN BARCELÓ OBRADOR
TH, 3r VOLUM. El estado de derecho después de 1978

DAMIÁN BARCELÓ OBRADOR

Texto del 21/07/08
Fotografía cedida por Damián Barceló

Con la perspectiva que da la experiencia y un talante lleno de inquietudes socioculturales, Damián Barceló elogia la figura de Bruno Kreisky, cuya amistad marcó su pensamiento. Apasionado de su profesión e incansable viajero, fue cónsul de Austria en las Islas Baleares y ejerció diversos cargos en países hispanoamericanos. A través de Bruno Kreisky actuó como correo entre don Juan Carlos y la Internacional Socialista al principio de la Transición. Hoy defiende la creación de unas leyes flexibles que garanticen el bienestar de los ciudadanos.

Tenía once años cuando estalló la Guerra Civil

Nací en 1925, en Alquería Blanca de Santanyí, y fui el cuarto de los hijos de Damián y Margarita. Mi padre consiguió la plaza de cartero en el año 1900, gracias a las condecoraciones ganadas en las guerras de ultramar, pero a los siete años tuve que sustituirlo, porque él no sabía leer ni escribir. Estudié en la escuela pública y me matriculé como alumno libre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. El curso preparatorio y los otros cinco los aprobé en 24 meses con muy altas notas. Ayudé a iniciar y consolidar la amistad entre Bruno y el Rey, que duró hasta la muerte del primero hace unos 10 años. Trabajé tres años en Barcelona como pasante del doctor Jaime Algarra Postius, entonces decano de la Facultad de Derecho y catedrático de Economía Política y Hacienda Pública. Más tarde, fui profesor ayudante de ambas cátedras. Fallecido el doctor Algarra, abrí despacho en Palma. En 1950, contraje matrimonio con Margarita Nigorra Verger, y tuvimos dos hijas: Margarita y Juana Ana, arquitecta y médica respectivamente. A lo largo de mi carrera profesional, me especialicé gradualmente en ámbitos relacionados con el turismo, la fundación de empresas y el urbanismo.

Consejero de múltiples empresas y asociaciones

He asesorado al Banco Español de Crédito, a la Inmobiliaria Formentor y a empresas relacionadas con el sector de la construcción, la alimentación y el textil. Desde su inicio, a principios de los 70, hasta 2003, en que solicité ser relevado, fui cofundador y consejero de la Asociación de Industriales de Mallorca y presidente y cofundador del Instituto Balear de Dirección de Empresas, donde fue profesor don Joaquín Molins, contratado por mí –luego eminente político– y que dirigió Jesús Monzón, Gobernador Civil de Alicante cuando fue fusilado el fundador de la falange, José Antonio Primo de Rivera. Actualmente pertenezco a la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación y a la Asociación Internacional de Escritores de Turismo. He rechazado distintas condecoraciones a excepción de la Gran Cruz de Austria.

Intensa actividad internacional en los años 70

Mi actividad jurídica me ha permitido entrar en contacto con numerosas personalidades y estamentos internacionales. Durante siete años fui cónsul de Austria en las Islas Baleares, siendo Bruno Kreisky vicepresidente de la Internacional Socialista, cuando los líderes de ésta eran Willy Brand y Olof Palme. Mediante Kreisky, serví de correo entre el Rey de España y la Internacional Socialista durante la Transición. También fui asesor de la Secretaría de Estado de Turismo de la República Dominicana, embajador honorario de Turismo de Puerto Rico, representante del Gobierno de Bonaire en España, profesor Honoris Causa de la Universidad Iberoamericana de Santo Domingo, cónsul general de Costa Rica en Mallorca y embajador extraordinario de Panamá para su promoción turística.

Cambiar la Constitución según los mecanismos establecidos por ella misma

La Constitución es una norma sabia porque prevé su modificación, a fin de evitar el desfase con la realidad. Puesto que en su contenido se ha previsto variar su forma, con arreglo a unas normas, lo más sensato sería cambiarla cuando fuera necesario. Soy partidario de introducir algunas reformas, siempre que se respeten las reglas constitucionales que dictan el modus operandi para introducirlas sin inventar nuevas fórmulas ni admitir peligrosos atajos.

Por una legislación honesta, justa y útil

En España todo se discute, legisla y deroga en demasía. Y cuando existe un exceso legislativo o una norma incongruente, empieza a calar en el subconsciente colectivo la idea de que pueden los legisladores aprobar todas las normas que deseen, por impracticables o erróneas que sean, porque luego se hará lo que convenga. Aunque el objetivo de las normas es, por supuesto, su cumplimiento, algunos acaban pensando que la ley está para saltársela. Por ello, el sistema judicial español necesita de más juristas preparados, capaces de conformar una legislación más racional y menos encorsetada. La ley debe ser honesta, justa y útil, de lo contrario no tiene sentido: será un capricho autoritario, pero no una ley.

El Gobierno balear es un gobierno autónomo dentro del Estado español

El Gobierno balear es un gobierno del Estado en las Islas: me gustaría que los ciudadanos lo entendiesen así, pero no lo perciben de esta manera porque no se les explican bien las cosas. Mucha gente jamás ha oído hablar de Cervantes ni de Lope de Vega, sólo sabe que sus padres sufrieron una terrible guerra en la que hubo más de medio millón de muertos. A estas alturas de mi vida, el tema de las autonomías me preocupa en su justa medida, pues tengo hijas y nietos, pero no me obsesiona. Pienso que lo fundamental es el bienestar de la ciudadanía; por ello, me importa poco si la prosperidad se alcanza mediante un estado federal o con otra forma distinta de gobierno, siempre que no se rompa la unidad de España. Al menos yo quiero morir siendo compatriota de Cervantes, Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Luis Vives y de tantos otros que enaltecieron su lengua y patria.

Incremento del gasto administrativo tras la descentralización

Ignoro si el hecho de acercar la Administración al ciudadano ha sido positivo, pero ahora tenemos 16 ministerios en el Gobierno central, 17 parlamentos y cada representante electo cuenta con su séquito de secretarias y coches. Ello es un derroche impropio de la austeridad que debiera caracterizar cualquier administración pública: la política es un arte de servir, no de medrar.

Bruno Kreisky alertó sobre la hipotética desmembración de España

Conocí a Bruno a través de Kurt Kreisky, un primo hermano, y le convencí para que viniera a España. Era un hombre honesto, sin fortuna. Al escribir el primer tomo de sus memorias –el único que completó–, me decía que en el segundo, entre sus notas y las mías, podríamos escribir un buen capítulo de la historia de la Transición desde el punto de vista de la socialdemocracia. A principios de los 70, siendo Bruno canciller de Austria y vicepresidente de la Internacional Socialista, tuvimos una reunión en la que también estaba Félix Pons, quien fue ministro de Administración Pública y después Presidente del Congreso. Entonces el Partido Socialista aún no había celebrado el Congreso de Suresnes ni se había legalizado. Hablando de las autonomías, como ha recordado Pons en un artículo, Kreisky manifestó que nos mantuviéramos alerta y que, al margen de la forma en que nos organizásemos, no deberíamos caer en la tentación de destruir la unidad de España. Puso el ejemplo de Austria, un país que no tenía ningún problema con el Estado federal, una estructura tan bien establecida que constitucionalmente no podía entrar ni en la OTAN ni en el Pacto de Varsovia. Por eso, Su Majestad don Juan Carlos tenía un tremendo interés en visitar el único país socialista no adscrito a ninguna de esas organizaciones militares. Yo conseguí que Bruno hiciese cursar la invitación del gobierno austriaco al Rey para que viajase a Austria y fui correo en todos sus prolegómenos. En ese viaje Su Majestad conoció a Roland Dumas, ministro de Asuntos Exteriores francés y albacea de Picasso. Las finezas de Bruno con los Reyes fueron muchas y algún día formarán parte de un libro que estoy escribiendo sobre su papel y el de la Internacional Socialista en la Transición. Por igual se condujo con Felipe González, a quien señalaba como uno de los más grandes gobernantes socialistas del mundo.

“Eres Rey si obras rectamente”

Decía San Isidoro: “Rey eres si rectamente obras, si no, no lo eres”. Si aplicamos este principio a la monarquía española, habrá continuidad monárquica si los Príncipes de Asturias saben ser unos buenos discípulos del Rey. Aunque don Juan Carlos tenga ciertos caprichos, puedo decir que soy monárquico por amor a España, por conveniencia y por economía. Creo que, en el fondo, el hecho de ser rey constituye una pesadísima servidumbre. Eso sí, es una carrera brillante, a la que personalmente no desearía dedicarme y que no cambiaría nunca por la profesión que he ejercido felizmente tantos años.

Escritor infatigable

En la mesa de trabajo de su casa en Palma de Mallorca, Bruno Kreisky tuvo siempre mi libro Desde las Españas de América, redactado en 70 días de viaje y que recoge mis impresiones sobre buena parte de Latinoamérica. Soy editor de mis siete libros, en verso y en prosa, en mallorquín y en castellano, de los cuales hago impresiones limitadas y numeradas, que regalo a mis amigos y conocidos. Nunca he percibido remuneración alguna por ellos ni por los artículos escritos ni por actuar en defensa o asesoramiento de entidades de Derecho público o instituciones religiosas. Colaboro, aunque ya poco, con la prensa española y latinoamericana. Trabajo desde las 6,30 de la mañana hasta las dos de la tarde, pero he de descansar cada 45 minutos, a causa de una lesión medular en la espalda. A mis 83 años, sigo en la brecha, confiando “morir con las botas puestas”.