MARINA ROUSTAN
Doctora en Psicología
Turbulencias psicológicas
El análisis de los hechos nos devuelve a una encrucijada, la misma, la de los empresarios y empresarias que suelen pedir hora con más asiduidad cuando se ven atrapados por decisiones que los superan; falta de tiempo, incumplimiento de clientes, proveedores, problemas bancarios, burn-out, y demás temas laborales. Es como un globo que les explota en la cara cada vez que se entra en crisis. Los que saben que no les va a afectar la pasan de puntillas por si a caso, los que solo sufrirán un leve roce pasan la misma ansiedad, a veces incluso depresión, que los afectados de lleno. El desespero va franqueado por la falta de visión, una bruma que nubla su mente. Miran a su alrededor y no hallan a nadie, se encuentran vacíos. El hombre, la mujer, de las mil ideas, mil respuestas, mil soluciones, mil salidas, ahora ve a través de una nube. Solo hace unas semanas creó algún empleo, amplió producción, aumentó ventas y sus expectativas; las perspectivas de futuro le sonreían, las veía venir felices. Ahora no tiene con quién compartir, pierde su auto confianza, olvida las amistades, la familia lo sufre, y entra de pleno en el polo de las víctimas. A veces no sabemos víctimas de quién.
Esas palabras escritas se las debo a ellos.
Me llamo Marina Roustan, soy doctora en Psicología, y mi padre era empresario. Me incomoda dar mi opinión sobre una situación humana tan delicada. Pero viene en mi auxilio un pensamiento: veo como se responde social y políticamente cuando se estrella un avión, cuando vuelca un autocar, o se descarrila un tren. Se nos llama para atender a los accidentados y a sus familiares. Debemos tratar el trauma desde el primer momento, la gente muestra el más alto grado de solidaridad, acuden de todas partes. Pero también veo que no es a penas noticiable el mal momento de los y las emprendedores-as, pese a sus robustas lecciones de vida que nos sirven a todos. Ellos también tienen sus heridas, demasiado a menudo silenciosas. Ellos también se merecen ser atendidos. No solo nos acordamos de los traumas, los revivimos. Y no solo los recordamos del pasado sino que los vivimos en el presente. De allí viene nuestro trabajo psicológico sobre la resiliencia, aquella capacidad de construir algo positivo desde un acontecimiento negativo o un trauma. Dos factores ayudan después de un trauma, el soporte afectivo y dar un sentido a aquel acontecimiento doloroso. Un intento de integración frente a experiencias insoportables para adquirir una tolerancia especial, y entrar en una fase de superación.
Los empresarios a veces se ven forzados a tomar decisiones de supervivencia y muy a menudo están condenados al silencio. Cuando acuden a mi consulta, es porque los psicofármacos no dan más de sí, o por no haberse abierto de par en par con la familia, o por un silencio que les esclaviza, o un orgullo que les atormenta, o el qué van a pensar si alguien le reconoce en su trayecto hacia el psicólogo.
Por experiencia y oficio, sé que dado el primer paso, dentro del lúcido desorden mental, se trata de recuperar la determinación y la confianza de siempre, y frenar las pulsiones que no nos dejan pensar. Quizás la escucha incondicional no sirve para curar el dolor de las contingencias vitales que nos ofrece la vida, pero sí al menos sirve para mitigarlo, y como dice Cervantes, saber sentir es saber decir, y se intenta trasformar el disgusto o incluso perjuicio en un nuevo camino de esperanza y de lucha, con quizás otro catálogo de respuestas y actuaciones. Pensar, luego actuar. Del absurdo hasta la actuación con con-ciencia. Recordemos que en la penumbra del inconsciente, hasta los detalles pueden resultar novedosos.
Me permito esta columna para añadir que el crac del 2008 produjo 10.000 suicidios por encima de lo habitual en EEUU, Canadá y Europa. La venta de psicofármacos se disparó un 30% y las bajas por ansiedad o depresión alcanzaron records jamás imaginados. Me sentía desarmada y dolida cuando mis visitas lloraban impotentes ante su desamparo. ¿Cómo es posible sentirse olvidado con un total de 2.935.000 pymes? Casi tres millones de ciudadanos españoles no cobrarán del paro si cierra su empresa; eso es, la ruina total de una familia. A partir de ahora engrosarán los 1.350.000 vulnerables que Cruz Roja y Cáritas asisten en toda España. La frase que más se escucha es que El Estado tiene aquí un hueco totalmente inaceptable.
Solo la valentía y el buen hacer del mundo empresarial es la cara amable que da el alto y frena situaciones críticas, como es el caso de los participantes de este libro, a quienes felicito por su andadura.
Enhorabuena.