Elena Grau Monjo
Fotografia cedida
10è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores

Sra. Elena Grau Monjo

EG Active Cosmetics (EG GROUP)

Texto del 04/10/2018

Nacida con espíritu emprendedor, con tan solo trece años abrió su propia libreta de ahorros con las ganancias obtenidas tras vender centenares de chándales en su instituto y en centros deportivos de su barrio durante dos años. Entonces ya sabía que, de mayor, quería dedicarse a la empresa. Estudió Ingeniería Industrial en la UPC y cursó un máster MBA en IESE, tras lo que empezó a darle forma a su sueño; así, trabajó durante doce años en Puig, donde contribuyó al crecimiento, diversificación y a la internacionalización del grupo, hasta que decidió que ya había llegado el momento de volar sola, como empresaria.

 

Vendiendo chándales a mis compañeros de instituto

Tendría solo trece años; recién había comenzado en el instituto el primer curso de BUP cuando se me presentó una buena oportunidad de negocio, y la aproveché. Pese a ser tan joven, ya tenía un espíritu emprendedor. Todo empezó en Arenys de Mar; allí mi familia conocía a una señora que daba clases de manualidades y regentaba, con su marido, una empresa de fabricación de tejidos. Una de las remesas no quedó como esperaba el cliente y le devolvieron el género, pero ella no quiso desaprovechar aquellas telas y comenzó a hacer unos chándales muy originales. Sus diseños coloridos y alegres me encantaron, y pensé que podía ofrecerlos a los compañeros del instituto. Empecé a moverlos y el éxito fue inmediato, de forma que muchos alumnos vistieron con esas prendas aquel año. Recuerdo que mis padres me llevaban en coche hasta la casa de esa señora, donde llenábamos un saco con los pedidos que había conseguido aquella semana, y volvíamos a Barcelona. Se me ocurrió vestirme con uno de aquellos chándales, en plan modelo, y vi que ese día tenía la venta asegurada. Durante dos cursos, vendí muchos, tanto en el instituto como en centros deportivos de mi ciudad. Incluso elaboré, con primos y amigos, un book de fotos para mostrarlos. Fue muy divertido. Mi padre tuvo la idea de invertir mi capital en Bolsa; dos años después, mi libreta del banco ya acumulaba una importante suma de dinero. Siempre me ha gustado mover cosas de aquí para allá, iniciar nuevos proyectos, tomar aire fuera de los ámbitos conocidos, atreverme a salir de mi zona de confort. Mis genes empresariales están muy activos: me gusta crear negocio.

El olor a las rosquillas de la abuela y el paraíso perdido de las Baleares

Dos son mis recuerdos preferidos de infancia. Por un lado, de niña me gustaba estar con mi abuela materna, que era vasca y se llamaba Andere. De espíritu tan fuerte como alegre, la recuerdo siempre con su estupenda sonrisa iluminándole la cara. Era habitual que estuviera de pie en la cocina, amasando sus deliciosas rosquillas de anís. Me encantaban; crujientes y rebozadas en azúcar, su olor perfumaba toda la casa. Otro de mis recuerdos preferidos es el mar Mediterráneo: me veo subida, cada verano, a nuestro barco con el que visitábamos las Baleares, junto con otras dos familias. Durante los primeros días, siempre me mareaba, pero luego acababa acostumbrándome. Íbamos de cala en cala con nuestros amigos, disfrutando de aquellos paisajes casi vírgenes, a los que aún no había alcanzado el turismo de masas. Cuando, ya de mayor, he tenido la oportunidad de volver a alguna de aquellas islas, ¡lo he encontrado todo tan cambiado y tan abrumado de gente! Ahora sé que, de pequeña, tuve la suerte de visitar el paraíso, pero no era consciente de ello.

Tras la guerra, mi abuelo no reconoció a su madre, de lo delgada que estaba

En mi familia, nunca se hablaba demasiado de la Guerra Civil española, supongo que porque mis padres nacieron después del conflicto y la situación económica en sus casas no era mala, por lo que no padecieron los estragos a los que sí estuvieron sometidos otros niños de su época. Asimismo, mis padres, son dos personas con una personalidad fuerte que siempre miran hacia delante y que no se detienen demasiado en los recuerdos del pasado. Apenas sabíamos una o dos anécdotas de aquellos años: a mi abuelo paterno estuvieron a punto de fusilarlo porque lo confundieron con un cura; menos mal que un vecino, que pasaba por allí de casualidad, les confirmó que tenía siete hijos. Aunque la contienda civil no era un tema de sobremesa en mi casa, mi madre nos explicó una historia muy bonita y emotiva: su padre decidió escapar cuando fue llamado a filas. Con tan solo dieciocho años, huyó desde Barcelona hasta llegar al País Vasco. Como era ingeniero, tuvo la suerte de que los nacionales lo destinaran a tareas de abastecimiento. En el norte y en plena contienda, vivió una de las etapas más felices de su vida: se enamoró de mi abuela. Cuando volvió a Barcelona y se reencontró con su madre, casi no la reconoció de lo delgada que estaba. Lo curioso fue que su propia madre a punto estuvo también de no reconocerle: mientras ella había adelgazado, él había engordado unos cuantos kilos de más. En casa, conservamos una carta preciosa que escribió mi bisabuelo, al que tuve la suerte de conocer porque vivió más de cien años. En aquella misiva, le pedía a mi otro bisabuelo vasco si permitía a su hija pasar unos días con ellos en Barcelona; querían conocer a su futura nuera, ya que era la novia de su hijo. En la carta, le prometía que la cuidarían bien, que no tendría motivos para preocuparse. Es preciosa, está escrita con un estilo antiguo entrañable.

Mi madre rehízo su vida con cincuenta años

Merche, mi madre, de joven estudió para ser secretaria de dirección. Sin embargo, como muchas mujeres de su época, en cuanto se casó y tuvo hijos dejó a un lado su profesión y se dedicó al cuidado de su familia. Cuando sus hijos estuvieron criados, comenzó a interesarse por la psicología y cursó la carrera. Y al divorciarse de mi padre, ya con cincuenta años, tomó la decisión de ejercer profesionalmente como psicóloga. Su carácter fuerte y resolutivo le permitió sortear las dificultades, pues se inició en un nuevo campo laboral a una edad avanzada. Y la verdad es que le fue muy bien.

El primero en traer gas licuado a Barcelona

Pere Grau, mi padre, era doctor en Ingeniería y, desde muy joven, asumió cargos directivos de responsabilidad. Con apenas treinta años, comenzó a trabajar en Gas Natural, donde diseñó el proyecto que permitió traer, por primera vez, gas licuado desde Libia hasta el puerto de Barcelona. Fue un pionero. Poco después, asumiría el cargo de director de esta importante entidad. Y años más tarde, ocuparía la presidencia de Catalana de Gas.

Viajar te muestra lo grande y variopinto que es el mundo

Adoro visitar otros países, conocer otras culturas; ello, seguramente, se lo debo a mis padres, quienes me enviaron dos veranos a Estados Unidos en unas estadías muy bien organizadas por el colegio Pare Manyanet de Barcelona. Ubicaban a los estudiantes en familias, recibíamos clases de inglés durante un mes y los fines de semana realizábamos visitas culturales. Enseguida, me contagié del gusto por viajar y, a partir de aquellos viajes a Estados Unidos, quise vivir cada año una nueva experiencia en el extranjero. Me buscaba yo misma el destino y la entidad organizadora; cuando ya tenía toda la información, se la presentaba a mi padre, que siempre me preguntaba: «¿Y qué vas a hacer allí?». Seguíamos cada año el mismo ritual: debía exponerle mis planes y convencerle de la conveniencia de llevar a cabo ese viaje. Su respuesta solía ser: «Muy bien, ¿y quién va a pagar esto?». Y mi respuesta siempre era: «Bueno, son estudios, pero si no, ya lo pago yo». Era una joven muy independiente y, al mismo tiempo, muy responsable. Gracias a mi aventura con los chándales, ya contaba con mis propios ahorros. Finalmente, eran mis padres quienes pagaban los viajes, pero la organización siempre corría a mi cargo, con la supervisión de mi madre, claro. Una vez me encontraba a miles de kilómetros fuera de casa, la curiosidad se me acrecentaba; agendaba diversas visitas culturales, quería verlo todo. Y la sensación de libertad que sentía era magnífica. Siempre me ha encantado viajar, y nunca he dejado de hacerlo; es una actividad que te muestra lo grande, variopinto y maravilloso que es el mundo.

Cumplí con la elevada exigencia académica familiar

Tanto mi hermana como yo sabíamos que en casa no estaban contemplados los suspensos; debíamos esforzarnos al máximo en los exámenes, la exigencia académica de nuestros padres era alta y no se cuestionaba. Era como un listón del que no se hablaba pero que, de manera natural, siempre estaba presente. Tampoco nunca tuvieron que corregirme o insistirme en la necesidad de que cursara estudios universitarios: era una buena estudiante. Me gustaba el mundo de la empresa y siempre supe que acabaría dedicándome a los negocios. Ahora bien, mi padre me marcó el camino que seguir: me aconsejó que, si quería tener una formación impecable y un currículo académico inmejorable, debía estudiar primero Ingeniería Industrial Superior. Accedí con una condición: cuando finalizara la carrera, cursaría un máster empresarial.

Máster MBA en IESE: como estar en una tienda de golosinas

Siempre había sido muy buena en matemáticas y otras asignaturas de ciencias, aunque, a la vez, demostraba tener una buena dosis de creatividad. No me costó aprobar Ingeniería Industrial Superior en la Universidad Politécnica de Catalunya, ya que tenía capacidad para conseguirlo, pero debo reconocer que no me gustaba, ¡la encontraba aburridísima! Sin embargo, era muy responsable y sabía que me estaba construyendo un buen perfil académico, así que cumplí con todas las expectativas. Ahora bien, intentaba aprobar las asignaturas a la primera, sobre todo porque quería dejar de verlas; la idea de tener que estudiarlas de nuevo me asfixiaba. Como era una buena estudiante, incluso me ofrecieron la posibilidad de realizar una beca Erasmus en Francia, pero rechacé la propuesta: no me motivaba el contenido de las asignaturas, y mucho menos tener que cursar electrotécnica, motores o física en francés. Lo que deseaba realmente era comenzar ya el máster pactado. Cuando acabé la carrera, por fin pude inscribirme, tanto a IESE Business School como a ESADE. Ambas instituciones me aceptaron, pero finalmente escogí el Master of Business Administration (MBA) de IESE. Sin duda son estudios muy exigentes, pero a mí me parecía estar como en una tienda de golosinas; disfrutaba con las asignaturas, todo me interesaba y me daba igual que me cargaran de trabajo. De repente, era capaz de vislumbrar el anhelado mundo de la empresa.

«¿Cómo lo harás ahora para formar una familia y ser madre?»

Ya tenía mis dos títulos entre las manos: la carrera de Ingeniería Industrial y el máster MBA de IESE. Lo había conseguido. Entonces, recuerdo que mi padre me invitó a hacer una reflexión que me dejó estupefacta: me felicitó por haber adquirido una formación que tan solo tenía un dos por ciento de la población, por lo tanto, era muy buena y muy potente. Pero, acto seguido, me preguntó: «Sin embargo, eres mujer, ¿cómo lo harás ahora para formar una familia y ser madre?». Aquel día, me enfadé con él, a pesar de que mi padre era una persona que imponía mucho. Le respondí que no entendía su pregunta, ya que me había pasado toda la vida estudiando y cumpliendo con sus expectativas. Había conseguido un expediente académico brillante, ahora no me iba a parar para pensar en la llegada de posibles bebés. Y como siempre, seguí hacia delante, convencida de que ser mujer no tenía por qué suponer ningún freno para mi carrera. Y no lo fue,   mi progresión fue rápida. Enseguida recibí varias ofertas de trabajo, como la de la empresa de perfumería Puig, en la que comencé mi carrera profesional  y estuve trabajando diez años; fui subiendo escalones hasta que choqué con el llamado techo de cristal. Fue entonces cuando decidí seguir por mi cuenta y labrarme mi propio futuro en el mundo de la empresa.

Lian y Mei, mis dos hermosas hijas

Aunque la carrera profesional ha sido muy importante para mí, siempre he tenido claro que no quería pasar por este mundo sin vivir la experiencia de ser madre. Recuerdo que hacía ya tres años que salía con el padre mis hijas y compartía piso con él, cuando un día le pregunté si tenía pensado casarse conmigo. Como es muy bromista, me respondió que qué pasaría si ahora me dijera que no. Le aclaré que, si no quería casarse, no me importaba, pero que, si no deseaba tener hijos, tendríamos que hablar en serio del tema, porque, en ese caso, sería mejor que cogiera sus cosas y se fuera. No concebía mi vida sin hijos. Enseguida, me dijo que deseaba ambas cosas y, finalmente, conseguimos tener a Lian y Mei, dos niñas hermosas que proceden de China. Habíamos visitado recientemente este país y nos había encantado. Actualmente, estamos divorciados, pero mantenemos muy buena relación; para mí, mi exmarido sigue formando parte de nuestra familia.

Entré en la empresa Puig con un convenio de prácticas

Mientras cursaba el máster, mi vertiente comercial había llamado la atención de José Luis Nueno, profesor de Dirección Comercial del IESE. Jose Luis Nueno conocía a Marc Puig (que hoy es el presidente de Puig   y que entonces empezaba a trabajar en la empresa familiar) de su estadía en Harvard. José Luis les propuso mi candidatura para participar en un convenio de prácticas, así que estuve con ellos aquel verano. Entonces Puig aún no se había conformado en un gran grupo multinacional como es ahora. Poco después, me ofrecieron entrar en su plantilla. Cuando acabé el MBA, también recibí propuestas de trabajo de otras compañías, pero opté por Puig porque me plantearon incorporarme a su departamento de nuevos proyectos, y la idea me entusiasmó; además, el sector de la perfumería siempre me había gustado. En aquella época, la compañía se planteó diversificar su producto dentro de España y, al mismo tiempo, quisieron iniciar un ambicioso plan de internacionalización. Mi responsabilidad tenía que ver con la diversificación: me encargaron que pensara en nuevas líneas de negocio. Fue cuando, desde mi departamento, pensamos en rebasar la línea tradicional, diversificar nuestra oferta con otro tipo de artículos, con lo que ya no íbamos a producir solo perfumes.

Con Avena Kinesia y Vitesse, Puig lideró el sector del gran consumo

El lanzamiento de estas dos marcas significó un antes y un después para Puig. La compañía comenzó a entrar, por la puerta grande, en el sector de los supermercados y del gran público. Con Avena Kinesia y Vitesse, recogimos diversos premios y reconocimientos. Después del éxito, me ofrecieron el puesto de directora de marketing. Durante los diez años que trabajé en Puig, nos convertimos en líderes de una diversificada línea de productos, como eran los geles de baño, crema corporal, anticelulíticos, las toallitas limpiadoras para la cara, por ejemplo. Y todo esto fue posible porque todos juntos conformábamos un buen equipo: Puig contaba con excelentes profesionales, entre cuyas virtudes estuvo la capacidad de aprender a trabajar de otra manera, de aplicar una mirada renovada en nuestro día  a día. Recuerdo que, durante aquellos años, también dirigí el lanzamiento del perfume de Antonio Banderas, apostando así, por primera vez, por el poder comercial de las celebrities. Posteriormente, pasé al departamento internacional, desde el que también contribuí a conseguir las licencias de diversos personajes infantiles, como Barbie. Me siento orgullosa de haber participado en el diseño de una serie de líneas estratégicas que impulsaron el crecimiento y la internacionalización de esta compañía catalana. Sin embargo, llegó un punto en que me planteé trazar mi propio camino: tras doce años de trayectoria en Puig, la empresa ya se había convertido en un gran grupo, con nuevos directivos; y el techo de cristal era cada vez más visible. Ya tenía casi cuarenta años y debía plantearme mi futuro; al final, opté por seguir mi propio camino; deseaba seguir creciendo como profesional. Cuando le comenté a mi marido, empresario de éxito, que quería montar mi propio negocio, me recordó que habíamos acordado que yo sería siempre el seny (la cordura,) y él, la rauxa (la locura). Le dije que me acordaba, pero que había llegado el momento de invertir los papeles. No quería privarme de la oportunidad de probar suerte.

EG Perfume Consulting, S. L.: mi primer proyecto propio

Actualmente, tengo dos empresas de mi propiedad. Mi primer paso como emprendedora lo di con EG Perfume Consulting, S. L., una pequeña asesoría con la que actualmente creamos, diseñamos, desarrollamos y gestionamos líneas de cosmética y perfumería exclusivas. Asesoramos en todo tipo de temas relacionados con el negocio y el mercado de belleza, ya sea en el sector de la distribución, el consumidor, la fabricación, el diseño, el marketing  o los proveedores. Y tras la experiencia con EG Perfume Consulting, S. L., vi la oportunidad de entrar en el sector de la materia prima, y abrí mi segundo negocio: EG Active Cosmetics, S. L., con la que distribuimos activos cosméticos punteros y colaboramos con los clientes en el desarrollo del producto y en la formulación. También, hemos creado nuestras propias líneas de producto: Olive Active (de venta internacional) y Veda Active (de venta en España). Hoy en día, somos un grupo consciente de que el mercado está en constante evolución y solicita productos cada vez más técnicos e innovadores, que marquen la diferencia con sus competidores.

La cosmética anuncia promesas basadas en la ciencia

Cuando me preguntan qué es un principio activo y cómo funciona, suelo basar mis explicaciones con un símil para que se me entienda mejor: no es lo mismo la paella que el arroz, que, por sí solo, es un ingrediente. Entonces, ¿qué hace que la paella sea marinera, negra o de carne? El resto de ingredientes. Si pones gambas, será de marisco. Y si, además, le añades carne, será mixta. Pero si solo es de verduras, se convertirá en una paella vegetariana. Los ingredientes activos son aquellos que le dan sentido al plato. Lo mismo ocurre con las cremas que una persona se aplica en la piel: unas contribuirán a protegerla del sol y otras, a reafirmarla o hidratarla; todo dependerá del principio activo que contengan. Por otro lado, la cosmética, a diferencia de la perfumería, convence al cliente por la promesa de su formulación, su acción sobre la piel. Y si se trata de una cosmética seria, estará siempre basada en un estudio científico que la avala: los principios activos que comercializamos tienen muchos test que certifican su eficacia. No me gustan las campañas de marketing que venden cosas ficticias: las promesas deben ser realistas. Pese a que, a menudo, asociamos la cosmética con la frivolidad, nuestro sector está regido por un alto nivel de exigencia. Y debo añadir que me encanta dedicarme a los principios activos, porque me sitúo en el origen de la creación de la cosmética.

Nuestra primera línea de defensa, la piel

Del mismo modo que cuidamos nuestra alimentación para estar más sanos, también debemos preocuparnos por nuestra piel, el órgano más grande de nuestro organismo, que actúa como una eficaz barrera defensiva. Se suele asociar la cosmética con el hedonismo, pero lo cierto es que las cremas que nos aplicamos en la piel contribuyen a mejorar nuestra salud. Cuando la protegemos para evitar los efectos negativos de los rayos del sol o cuando la hidratamos para frenar su deterioro, estamos aumentando sus defensas. Siempre existirá la persona que tiene una piel excelente a pesar de no habérsela cuidado en toda la vida; es cierto que los factores genéticos son determinantes. Sin embargo, si pudiéramos comparar a dos personas iguales, dos clones que fueran como dos gotas de agua, veríamos las diferencias: el que no se ha aplicado una crema en la cara, tendría un aspecto desmejorado, su piel no estaría tan hidratada y sería más proclive a la descamación o a la aparición de arrugas y manchas, por ejemplo.

El mejor aliado contra el envejecimiento

Actualmente, muchas mujeres y un número creciente de hombres se preocupan por su aspecto físico y por los efectos del inevitable envejecimiento; en la cosmética, encuentran un buen aliado para atrasarlos o paliarlos. Es evidente que un buen uso de cremas, con principios activos adecuados, retardará la aparición o la acentuación de las temidas arrugas. Igualmente, cuando alguien decide someterse a una intervención quirúrgica para mejorar su aspecto, seguirá necesitando el uso de cremas para reparar, por ejemplo, las cicatrices y evitar la aparición de queloides. En definitiva, la cosmética siempre estará presente; todo dependerá del uso que cada persona quiera darle.

Avances cosméticos que ya nos permiten hablar de «células diana»

Cada vez que la medicina anuncia nuevos descubrimientos, la cosmética sigue sus pasos; recoge, aprovecha, amplía y aplica dichos avances en su propio ámbito. Hoy  en día, podemos hablar de encapsulados o liposomas    en el interior de los cuales viajan nuestros principios activos; y ya somos capaces de dirigir su trayectoria hacia las células sobre las que pretendemos incidir: las llamadas «células diana». Por ejemplo, existen principios activos que son capaces de actuar específicamente sobre la melanina de nuestra piel para evitar la aparición de las típicas manchas de la edad. Gracias a estos avances científicos, la cosmética es cada vez más eficaz.

Una máquina de la eterna juventud

Nuestra piel se renueva cada siete días, entonces, ¿por qué no permanece igual, sino que va envejeciendo? Hay unas células que se van replicando y que son como un montón de fotocopias que reproducen continuamente los errores. El día que sepamos arreglar esta fotocopiadora, conseguiremos tener un aspecto eternamente joven. Hoy por hoy, aún es una quimera; desterrar el envejecimiento y olvidarnos del bisturí es un objetivo todavía inalcanzable; la investigación en esta línea, continúa, y quizás algún día la cosmética alcance este sueño.

Olive Active: línea de productos naturales procedentes del olivo

Me di cuenta de que, además de realizar la distribución de principios activos de otros laboratorios, podía crear mi propia línea de productos. Y encontré en el olivo una fuente interesantísima de principios activos para la piel. El olivo está muy presente en nuestro territorio, dado que España es el principal productor de aceite de oliva en el mundo. Además, tanto el aceite como  el fruto del olivo poseen diversas propiedades beneficiosas para nuestro organismo, ya sean antioxidantes, antiinflamatorias y antienvejecimiento. Nuestra marca Olive Active está respaldada por los numerosos estudios que hemos realizado en nuestro laboratorio; llevamos ya más de diez años estudiando las moléculas de la oliva y tenemos dos patentes.

Árboles con tres mil años de sabiduría

El olivo es una especie que vive miles de años, al igual que la secuoya, el roble o el baobab. Su longevidad y su propia naturaleza estática la obligan a desarrollar avanzados mecanismos de defensa bioquímica ya que, aunque las condiciones externas sean adversas, no pueden moverse para evitarlas. Sus moléculas, presentes en la corteza del árbol y en sus hojas o frutos, tienen un enorme interés para nosotros. El olivo nos ofrece su pequeño tesoro: la oliva, un valioso ingrediente de nuestra dieta mediterránea. Si se exprime, no solo se obtiene su aceite, del que todo el mundo habla; también, se extrae su agua y un sólido: dos elementos que no podemos desaprovechar, ya que poseen moléculas con muchas propiedades. Con Olive Active estudiamos el efecto de esas moléculas en la piel y las preparamos para que puedan ser incorporadas en formulaciones/cremas cosméticas.

Aplicando la medicina ayurvédica en la línea Veda Active

Mediante la marca Veda Active hemos introducido activos de origen vegetal de extrema pureza basados en la denominada «Ciencia de la Longevidad», que predica la medicina ayurvédica y que está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se sabe que principios activos como el ácido boswéllico, con propiedades antiinflamatorias, tienen la capacidad de prevenir el envejecimiento prematuro de la piel. Asimismo, la centella asiática, por ejemplo, también posee una actividad cicatrizante y ayuda a reducir las líneas de expresión.

Me encanta pensar en soluciones concretas para mis clientes

Obviamente, como licenciada en Ingeniería y máster MBA en IESE, en las aulas nadie me explicó nada sobre las propiedades de la piel ni sobre la bioquímica de los olivos. Son conocimientos que he ido adquiriendo día tras día, de manera autodidacta. Durante estos diez años de intenso trabajo, he procurado informarme, hablar con expertos, asistir a conferencias, leer libros sobre esta temática y empaparme de un sector en el que, sobre todo, disfruto mucho trabajando. Además, siempre he tenido una buena capacidad para relacionar y conectar conceptos. Y lo más importante: me sitúo en el lugar del cliente que necesita comprar una crema concreta o en el de un laboratorio que se propone aplicar un nuevo principio activo a sus productos. Me encanta pensar en soluciones a problemáticas específicas, plantear proyectos que pueda proponer a los clientes, ayudarles en sus elecciones. Detrás de cada pedido, siempre hay un concienzudo estudio previo.

Trabajamos con productos muy especiales

Nuestro mundo, el de los principios activos, no tiene nada que ver con las grandes cantidades; no manejamos toneladas de mercaderías sino kilos de productos que son muy valiosos. Solemos importar principios activos de Francia, pero también tenemos proveedores en la India, así como en España. Funcionamos con poco stock porque el producto tiene que ser muy fresco. Los productos llegan en el interior de un envase hermético y rigurosamente etiquetados: con su número de lote, la fecha de fabricación y la caducidad. Por añadidura, tienen que ir acompañados de un certificado de análisis que afirme que cumplen con todas las especificaciones reglamentarias. Si un laboratorio no recibe toda esta documentación, no admitirá la mercancía.

Con cada posible proyecto, transcurre un impasse de tres años

Desde el momento en que el director técnico de una compañía se muestra interesado en nuestro principio activo hasta que la crema se lanza al mercado, pueden transcurrir alrededor de dos o tres años. Es un proceso lento, porque primero debe empezar a elaborar su propia «paella»; ha de mezclar el principio activo con los emulsionantes, el perfume y otros componentes base que conformarán el producto final. Además, es necesario que desarrolle sus propios test, que analice si el producto es estable, que valore texturas y eficacia. Asimismo, el departamento de marketing ha de preparar una campaña de lanzamiento. Hoy trabajamos con todas las marcas relevantes del mercado español y también con multinacionales francesas. Estamos empezando a distribuir en Asia y EE.UU. también.

«Todo vale», una frase que no se aplica en el sector cosmético

La cosmética puede servir como coadyuvante en un tratamiento para la psoriasis, por ejemplo, pero no puede considerarse nunca un medicamento. De la misma manera, cuando un producto lleva corticoides, con posibles efectos secundarios, no debe ser considerado un cosmético, aunque se aplique tópicamente. La cosmética no está compuesta por medicamentos y su objetivo es tratar la piel sin que llegue a la sangre. Por ejemplo, una crema cicatrizante que lleva antibiótico, que reduce o evita la infección de una herida, no es un cosmético. En cambio, si le extraes este componente y solo quedan los principios cosméticos activos que ayudan a la cicatrización, sí puede comercializarse como tal. Existen unos límites muy marcados: la frase «todo vale» no se aplica en nuestro sector. En definitiva, la cosmética puede ser una magnífica aliada de la medicina, sobre todo en aquellas enfermedades crónicas cuyos tratamientos médicos acaban acarreando efectos secundarios.

La competitividad de una empresa también depende de su entorno

En las oficinas de nuestro grupo, trabajamos un total de siete personas. Hemos optado por externalizar diversos servicios; creo mucho en las redes profesionales. De hecho, EG Group es una de las empresas fundadoras  del Beauty Cluster Barcelona, una asociación integrada por más de ciento sesenta empresas del sector de la cosmética que trabaja para generar nuevas oportunidades de negocio para sus socios y facilita procesos de internacionalización, incrementa la competitividad de los asociados y transmite una visión transformadora del mercado. Este año, ocupo el puesto de vicepresidenta y, el que viene, me han propuesto para presidenta; son cargos con rotación anual. La mayor parte de los participantes son empresas catalanas, aunque últimamente se han ido incorporado muchos negocios valencianos y algunos madrileños. En un principio, el cluster reunió a las trece empresas que lo impulsaron, pero, poco a poco, se fueron sumando más adeptos, y hoy tenemos entre nosotros a compañías de envergadura, como Ferrer o Isdin. Considero que un cluster es un instrumento eficaz para conectar a empresas y a gentes de un mismo sector, ya que pueden identificar y ejecutar proyectos con mayor facilidad, tanto de forma individual como colaborativa. En Beauty Cluster Barcelona partimos de la idea de que la competitividad de una empresa depende tanto de su estrategia individual como de la calidad del entorno en el que compite. Y estamos abiertos a una gran variedad de negocios; somos transversales. De ahí que no solo participen las compañías especializadas en productos de cosmética y perfumería, sino también las dedicadas a la comercialización de las materias primas para cosmética y esencias, las industrias auxiliares, los negocios dedicados al packaging, consultorías especializadas, laboratorios de análisis, cadenas de tiendas/perfumerías, los centros de estética o las peluquerías, etc.

Futuro indiscutible

Los humanos cada vez viviremos más años, la piel seguirá siendo nuestra primera línea de defensa; y el rostro, la imagen de nuestro ser. Creo que nuestro sector tiene un gran futuro.