1r Tomo (empresarios). Biografias relevantes de nuestros empresarios

Erica Bengtsson – Axelent Spain

ERICA BENGTSSON

Karlshamn (Suecia)

10 de agosto de 1976

Axelent Spain

 

Nacida en el seno de una familia de vocación internacional, siempre se ha interesado por otras culturas, maneras de vivir y de hacer negocios. Tras recorrer medio mundo, se afincó en nuestros lares. En un lustro consiguió ser nombrada la gerente y responsable de España y Portugal de una reconocida multinacional sueca del sector de la seguridad industrial; un camino difícil pero repleto de desafíos y victorias, del que se siente orgullosa, y que le hace aguardar con ilusión nuevos retos de futuro.

 

Veranos en la isla de Sonaholm: un paraíso particular

Una personalidad forjada en gran medida a imagen y semejanza de mi madre, aunque haya sido mi padre quien más me marcara el camino

El agua, una parte muy importante de mi vida

High school en los Estados Unidos

Estando con tres familias americanas diferentes pude acceder a un espectro más amplio de la sociedad estadounidense

Primer contacto con España sin saber la importancia que el país iba a tener en mi futuro

En la India, el uniforme corporativo era como las condecoraciones para un general

Mi año en España ha durado hasta hoy

Gracias a unos conocidos empecé a trabajar en Agilent Technologies

Un empresario necesitaba a una persona preferiblemente sueca para llevar temas de contabilidad

En cinco años me nombraron gerente

Nos dedicamos a la seguridad industrial

El teletrabajo es un magnífico ejercicio de confianza en los empleados

Armonización de las normativas en lo relativo a distancias, alturas y prevención de eventuales peligros

Nos compran desde pequeños fabricantes con un pequeño taller hasta gigantes mundiales

La protección y la seguridad de un empleado no acaban en su uniforme; implican también su entorno laboral

Soy de ese tipo de personas que, cuando termina su jornada laboral, no se va directamente a casa

Fascinada por la India

Una hija muy deseada

 

Veranos en la isla de Sonaholm: un paraíso particular
Nací en Karlshamn, en Suecia. De mi infancia, recuerdo especialmente los veranos que pasábamos en una casa que tenemos en Sonaholm, una pequeña isla de la costa de nuestra ciudad. Puede parecer algo exótico, pero en Suecia tener una casa en una de las numerosas islas que jalonan nuestro litoral es muy habitual. Aunque no estaba lejos, era un poco como ir al fin del mundo, ya que no teníamos agua corriente, aunque sí luz. La vida allí era muy simple, sin muchas de las comodidades modernas. Como disponíamos de unos pequeños botes, salíamos a navegar; siempre estábamos bañándonos o corriendo por la isla, no nos aburríamos, al contrario. Sonaholm era mi paraíso particular.

Una personalidad forjada en gran medida a imagen y semejanza de mi madre, aunque haya sido mi padre quien más me marcara el camino
Mi padre, Stellan, era director financiero, y mi madre, Lena, profesora. Junto con mi hermana Ina y yo, formábamos una familia como tantas. Mi padre y mi madre han sido mis grandes referentes. De ellos, he recibido valores como la positividad y, también, una mente abierta. Cuando era pequeña, mi padre estaba poco en casa, porque trabajaba muchas horas. Mi hermana y yo siempre andábamos con nuestra madre, que nos acompañaba a las actividades extraescolares, a los campeonatos de natación y a los campamentos de verano. Como profesora que era, siempre nos ayudó, también en los deberes. Seguro que buena parte de mi personalidad se forjó a su imagen y semejanza, pero, dado que luego he seguido los pasos de mi padre en el mundo de las finanzas, quizá sea él quien ha marcado más mi camino. Aún hoy le consulto muchas cosas, y desde el punto de vista de la personalidad y el carácter, diría que he salido más a él. En cambio, mi hermana Ina, que estudió Comunicación y Marketing, trabaja llevando cuentas de empresas en un banco, es más parecida a mi madre.

El agua, una parte muy importante de mi vida
En Suecia es muy común que a los doce o trece años los adolescentes trabajen durante parte del verano. Así ganan algo de dinero para sus gastos. Yo empecé a hacerlo en la empresa donde trabajaba mi padre entonces, que era una tienda de artículos de regalo. Recuerdo que, cuando algún objeto estaba defectuoso o tenía una pequeña tara, me lo daban, lo que me hacía mucha ilusión. Como mi hermana también trabajaba en la tienda, y hacían lo mismo con ella, nuestra casa ese verano se llenó de artículos de regalo que a nosotras nos parecían tesoros. Fue mi primera experiencia laboral, y me gustó, sobre todo por el hecho de trabajar de cara al público. Durante los años sucesivos, asumí otros empleos veraniegos, con lo que trabajar en esta estación se convirtió en una costumbre. Uno de ellos lo encontré porque los padres de mi mejor amiga tenían un pequeño ferry que recorría la distancia entre Suecia y Dinamarca, y me enrolaron como parte de la tripulación. Lo mejor de todo era que, los salarios en el mar eran el doble de altos que en tierra firme: en cuatro semanas gané para toda la temporada. Curiosamente, el agua ha sido ―y es― una parte importante de mi vida, de ahí que sea una apasionada de los deportes acuáticos desde que tengo memoria. Empecé a nadar a los cinco años, y durante mi infancia y juventud iba a natación varias veces por semana, y muchos fines de semanas competí durante años. Fui profesora de natación durante bastante tiempo, pero al llegar a la universidad lo dejé. Lo que sigue conmigo de esa época es el desarrollo de buena parte de mi vida social y de mi grupo de amigos.

High school en los Estados Unidos
Mi padre fue de los primeros estudiantes suecos que fueron de intercambio a un high school de los Estados Unidos, algo que en los años sesenta se hizo muy habitual. En casa siempre nos habló mucho de esa experiencia que, según él, le cambió la vida. Así que yo, a los diez años, ya desesperaba por emularle e irme también a un centro de secundaria americano, un sueño que finalmente pude hacer realidad cuando cumplí los dieciséis. Siempre he sido bastante independiente, y allí, lejos de casa, en un ambiente nuevo, pude dar el salto cualitativo que anhelaba en mi desarrollo personal. Somos una familia muy internacional. Mi tío vivió en los Estados Unidos desde que tuvo veinte años, quizá por eso mi familia siempre ha sentido el mundo como un gran vecindario. Como mi padre estaba en contacto con quienes organizaban los intercambios de los high schools, en casa también acogimos a varios estudiantes y deportistas extranjeros de intercambio; y no solo estadounidenses, sino también de otras nacionalidades. Yo entonces tenía muchas ganas de ver mundo, de conocer otras gentes y otras formas de vivir. Mi familia, al tener una segunda residencia para los veranos, había viajado poco. En otras estaciones del año, sí que recorríamos en coche Holanda, Inglaterra y el norte de Noruega, y en invierno, a veces íbamos a los Alpes, a esquiar. Pero sería ya sin padres, a los diecinueve años, cuando empezaría a coger vuelos chárteres con mis amigas en busca de sol, a Corfú o a Mallorca. A todos los nórdicos nos fascina el sol del Mediterráneo.

Estando con tres familias americanas diferentes pude acceder a un espectro más amplio de la sociedad estadounidense
El high school en los Estados Unidos cumplió mis expectativas, y sin duda volví de él en una versión mejorada de mí misma, hasta el punto de que si mi hija, el día de mañana, no quisiera vivir una experiencia así, haría todo lo posible para que cambiara de opinión. Todo lo que siempre hemos visto en las películas, aquellos pasillos de instituto con sus taquillas, los partidos de futbol americano, las animadoras, los bailes de fin de curso, de repente estaba al alcance de la mano. Es un mundo que existe tal cual nos lo muestran, que no es de ficción, y allí estaba yo. Fui a través de una organización que no adjudica la misma familia durante todo el curso, así que estuve con tres familias diferentes. Tres meses con cada una; tres tipos de familia que me permitieron acceder a un espectro más amplio de la sociedad americana. Una de ellas, el primer día, ya me dió una lista con todas las normas de la casa, que eran muchas. Me decían que, si ellos no estaban en casa, ningún chico podía acompañarme allí, ni siquiera en coche. A mis diecisiete años, ese tipo de mojigatería chocaba mucho con la libertad de acción de la que ya disfrutaba en Suecia. Aun así, todo son experiencias, y de todo se aprende. Jamás olvidaré mi año en el high school.

Primer contacto con España sin saber la importancia que el país iba a tener en mi futuro
Cuando regresé de los Estados Unidos, me quedaban dos cursos de secundaria por hacer. Como por aquel entonces estaba muy de moda lo de ir al extranjero a hacer de au-pair para aprender un idioma, y yo ya había estudiado dos cursos de español, decidí irme a España a hacer de canguro. El destino puso en mi camino una familia de Valencia. Y lo cierto es que no fue una buena experiencia, porque me tocó una familia problemática. Normalmente, no soy una persona a la que le afecten mucho los contratiempos, pero el panorama que encontré era tan desolador que pudo conmigo. A los dos meses me rendí y volví a casa con problemas de insomnio. Luego, estuve un tiempo trabajando en un conocido restaurante de cocina marinera (mi primer trabajo no veraniego) y, concluida esta experiencia, decidí volver a España para mejorar mi español. Sobre todo, porque era una espina clavada que me tenía que quitar. Fui con muchos nervios, temerosa de encontrarme lo mismo que en Valencia, pero la nueva familia murciana, era estupenda, todo estuvo muy bien, y aquello me reconcilió con el país. Entonces, no sabía la importancia que España iba a tener en mi futuro.

En la India, el uniforme corporativo era como las condecoraciones para un general
Al volver de Murcia, empecé la carrera de Gestión de Empresas con un grado internacional en castellano. Lo cursé en la Universidad de Linköping, situada al sur de Estocolmo. La universidad en Suecia es gratuita, y no solo eso: el Gobierno da a los estudiantes un préstamo para la manutención mientras dura la carrera. Con ese dinero pagas una habitación o un piso, compras los libros, la comida, y lo que sobra para salir de juerga. De esta manera no tienes que trabajar y puedes centrarte en los estudios. También dan préstamos ―a devolver― para estudiar en el extranjero. Yo, gracias a mi experiencia en los Estados Unidos, que me fogueó, me acogí a uno de esos préstamos y pude estudiar un semestre en Costa Rica —donde también viví con una familia local― y otro en Australia. Y después de los tres cursos de carrera, hice dos trabajos de final de grado: uno en Bombay, la India, para la compañía Sandvik, que tenía una fábrica allí, y otro para la compañía Ericsson, en Texas, consistente en un estudio de e-commerce. El de Sandvik fue una experiencia increíble a nivel humano. Consistía en una encuesta para saber el grado de satisfacción de los empleados y sus expectativas de futuro. En líneas generales, no entendían el concepto «expectativas de futuro», pero estaban orgullosísimos de trabajar en Sandvik, porque la gran mayoría era la primera generación de su familia que había prosperado y superado la mera subsistencia agrícola y ganadera. Para ellos, el uniforme corporativo era como las condecoraciones para un general, algo que llevaban con orgullo. Aunque pueda parecerlo, no he sido una mochilera, pero sí que he podido moverme y viajar mucho. Es lo mejor que puedes hacer cuando eres joven, sobre todo si tus padres te apoyan para que lo hagas, como fue mi caso.

Mi año en España ha durado hasta hoy
Había ido acumulando vivencias, pero todavía me faltaba la experiencia de una temporada de esquí.  Hice las maletas y, en compañía de una amiga, me fui a los Alpes austríacos. Si no lo hacíamos entonces, ya no lo haríamos nunca. Cosas del destino, allí conocí a alguien que luego iba a estudiar a España, y decidí que yo también iría. Mi idea era estar un año en España y luego volver a Suecia para acabar la carrera, porque me faltaba la tesis. Así fue como en agosto del 2002 llegué a la península ibérica. Pero mi año en España ha durado dos décadas, hasta hoy. Aquella decisión, tomada sobre la marcha, cambió mi vida.

Gracias a unos conocidos empecé a trabajar en Agilent Technologies
En España me dieron mi primer trabajo serio, en A.C.S., una empresa de Cerdanyola que llevaba la contabilidad de la multinacional General Motors. Estuve dos meses, y me pagaron ochocientos euros. Recuerdo que llamé a mi padre, ilusionada por haber cobrado mi primera nómina, pero también frustrada, porque no podía vivir de mi sueldo. Algo fallaba, hasta que, gracias a unos conocidos, empecé a trabajar en Agilent Technologies, que en su día estaba en el World Trade Center de Barcelona. Allí estuve cuatro años llevando temas de contabilidad. Durante aquel periplo en Agilent hice varios viajes a la India, porque la empresa se estaba trasladando a este vasto país oriental. Sin embargo, una vez trasladada la entidad por completo, me quedé sin trabajo. A pesar de mi pasión por la India, no me veía viviendo allí.

Un empresario necesitaba a una persona preferiblemente sueca para llevar temas de contabilidad
Tras un breve descanso, encontré empleo en el Citi Bank. Trabajé allí hasta que descubrí la existencia de un empresario que necesitaba una persona preferiblemente sueca para llevar la contabilidad, porque su empresa había sido participada por un grupo madre sueco. Así es como entré en la empresa que estoy ahora, Axelent, que entonces se llamaba Separaciones Internas y Cabinas, y cuyo propietario, un español, que estaba a punto de jubilarse, fue siendo sustituido por un sueco. Entré como directora financiera y mano a mano con el director comercial y con un gerente que trabajaba desde Francia, nos ocupábamos de todo.

En cinco años me nombraron gerente
Transcurrido un lustro, la empresa madre sueca pasó de disponer del 40 % de las acciones a tenerlas todas, con lo que cambió su nombre por el de Axelent una empresa global, con puntos de venta en más de sesenta países. El nuevo escenario imponía la necesidad de un nuevo gerente que la llevara desde aquí, no desde Francia, y surgió la posibilidad de que ese gerente, para España y Portugal, fuera yo. Corría el año 2015; ya hace siete años. Desde mi puesto de gerente, soy la máxima responsable de que la empresa funcione a todos los niveles, desde la estrategia y los procesos de hasta la comunicación; además de estar pendiente de los márgenes, de la contabilidad y las finanzas, que es mi especialidad. En resumen, mi misión es que todo fluya y se haga de manera eficaz.

Nos dedicamos a la seguridad industrial
En Axelent fabricamos rejas y mallas para la protección de maquinaria y seguridad industrial. Nuestra plantilla es de quince personas. Contamos con cuatro comerciales, personal de administración y marketing, con una oficina técnica, que hace las ofertas, y con tres personas en almacén y montaje. Por suerte, nuestro equipo ya lleva varios años con nosotros. Estocamos el producto que cada semana nos llega en camiones desde Suecia, desde donde lo distribuimos a España y Portugal. El contexto actual, con el alza de precios del combustible y las protestas de los transportistas, es complicado para nosotros. Estos días, por ejemplo, hemos tenido mercancía parada en Holanda. Como consecuencia de la guerra en Ucrania, nos veremos obligados a subir precios drásticamente, porque el 30 % del suministro de acero en Europa, que es nuestra principal materia prima, viene de Rusia y Ucrania. Y la escasez, ya se sabe, sube precios.

El teletrabajo es un magnífico ejercicio de confianza en los empleados
La coyuntura actual, tan complicada, viene después de dos años de pandemia y restricciones. Aunque debo de decir que todo lo malo tiene siempre su parte positiva, y la pandemia ha hecho que España haya pegado un salto y se haya puesto prácticamente al nivel de Suecia en lo que se refiere a teletrabajo. Es un magnífico ejercicio de confianza en los empleados. Poder trabajar en casa unos días a la semana, poniendo más fácil la conciliación familiar y laboral, y que todo funcione igual, que el mundo no se pare. Es un avance empresarial del que quizá todavía no somos suficientemente conscientes. Debo agradecer a Axelent que, siendo yo su máxima responsable, me dé tanta flexibilidad en este aspecto.

Armonización de las normativas en lo relativo a distancias, alturas y prevención de eventuales peligros
Me siento afortunada, también, por poder estar en una empresa que vende a la industria, y que, por lo tanto, no se ve directamente afectada por los cambios que se van produciendo estos últimos años y que han obligado a cerrar a tantas empresas de otros sectores. Nuestro producto viene impuesto por normativas de seguridad europea. Gracias a la UE, se han armonizado las normativas en lo relativo a distancias, alturas y prevenciones de eventuales peligros en Europa. Es una suerte para nosotros, sino sería un caos. Además, la seguridad de los trabajadores es muy importante, y no se les puede poner en riesgo sustituyendo rejas y mallas homologadas por cualquier apaño doméstico hecho por un herrero cualquiera. De ahí que nuestro producto no sea el más barato del mercado: porque ofrecemos una mayor calidad y soluciones completas. También me siento afortunada de estar en una empresa comprometida con el medio ambiente: en aras de la sostenibilidad, nuestra fábrica en Suecia ha hecho una gran inversión en energía eólica.

Nos compran desde pequeños fabricantes con un pequeño taller hasta gigantes mundiales
Tenemos cientos de clientes, gran parte de ellos ya están presentes en el sector del acero, o hacen instalaciones en almacenes logísticos o fábricas de maquinaria. Nos compran desde pequeños fabricantes con un pequeño taller a gigantes mundiales como Amazon, para quienes estamos protegiendo las estanterías de sus inmensos almacenes. Nuestra principal tipología de cliente es el fabricante exportador de maquinaria. Cada máquina que vende va acompañada de un vallado nuestro. Son empresas que nos compran cantidades fijas de producto cada mes, al ritmo de fabricación de sus propios artículos.

La protección y la seguridad de un empleado no acaban en su uniforme; implican también su entorno laboral
Después de la venta, hacemos un seguimiento de posventa. Si hubiera algún defecto de fabricación, está cubierto por una garantía de dos años. En general, son productos que tienen una vida útil muy prolongada. Ofrecemos diferentes tipos de vallado, adaptable según las medidas de las máquinas, y dependiendo de la instalación: de si es para protección de maquinaria, para almacenes o para divisiones en almacenes. No hacemos instalaciones totalmente personalizadas, nos movemos en unos estándares adaptables. También tenemos un tipo de portacables añadido al vallado, si la máquina lo necesita. Asimismo, para la protección de impactos, contamos con accesorios capaces de proteger las estanterías de un almacén. La protección y la seguridad de un empleado no acaban en su uniforme o equipo, en el casco, los guantes o el calzado; implican también su entorno laboral.

Soy de ese tipo de personas que, cuando termina su jornada laboral, no se va directamente a casa
Me interesan mucho la cultura en singular y las culturas en plural. Mi otra gran pasión es la música: hasta los veinticinco años toqué mucho la flauta. También me gusta el canto. Desde que llegué a España, estoy en un coro escandinavo. Mi agenda siempre está llena. Soy de ese tipo de personas que, cuando termina su jornada laboral, no se va directamente a casa. Siempre tengo algo que hacer, aunque últimamente debo confesar que no tanto; el poco tiempo del que dispongo lo dedico a ir al parque a jugar con mi hija.

Fascinada por la India
Como ya he explicado, he estado varias veces en la India, y es un gran país —en realidad casi un continente―, muy especial para mí. La primera vez que se visita suele ser una experiencia muy dura, porque la pobreza y la miseria están por todas partes, hay gente y tráfico por doquier y llega a ser agobiante; pero una vez que se aprende a ver más allá de esta primera impresión, es fascinante. Su cultura, su humanidad, su mentalidad dejan huella. También, el hinduismo como religión y su plasmación simbólica y artística. He vivido allí durante siete u ocho meses, si sumo todos mis viajes. Eso sí, trabajar con ellos no es fácil, porque entienden la faena de otra manera. Por poner un ejemplo: si les pides un plátano, te darán una manzana. Esto, como turista, desconcierta, pero en el ámbito laboral puede llegar a ser desesperante, aunque uno aprende a conllevarlo.

Una hija muy deseada
No quisiera acabar este repaso a mi vida sin mencionar a mi familia. A mi pareja, Xavi, que es de Barcelona, trabaja como Responsable Comercial en una empresa del sector de automoción y me ha dado una hija muy deseada después de años de buscarla, nuestra Fiona, que solo tiene 2 añitos. Soy muy nueva en esto de ser madre, pero me temo que es más difícil que dirigir una compañía. No sé si se me dará tan bien, pero a Fiona me gustaría inculcarle valores como la humildad y la honestidad. También, querría que tuviera una mente abierta y sed de experiencias, porque todas, mejores o peores, nos enriquecen. Y, sobre todo, desearía que fuera respetuosa, porque hay que saber tratar a los demás con empatía y educación. No quisiera acabar sin mencionar a mi familia en Suecia, la cual, a pesar de estar geográficamente muy lejos, emocionalmente se halla muy cerca. Su apoyo ha sido primordial en todo. Os quiero.