Volumen 16. Biografías relevantes, empresarios de cosmética y belleza

Estrella Pujol Camps – Oxigen Bellesa

Prats de Rei (Barcelona)

Directora general y fundadora de Oxigen Bellesa

 

10-11-2023

 

El trato exquisito define el talante de esta emprendedora y el de su centro de belleza médica, diferenciándose del resto de la oferta de estética por su concepción global de la persona y por la constante inversión en tecnología. El servicio satisfactorio se erige en su mejor publicidad, al convertir al público en el principal prescriptor del salón. Confiesa que su propósito reside en generar beneficio social a la clientela, al tiempo que, admite, el contacto con esta le proporciona bienestar.

 

 

 

«El dinero, hoy lo tienes pero mañana no; la honestidad y la personalidad permanecerán siempre»

En Prats de Rei disfruté de una infancia feliz, en compañía de mis dos hermanos, Isidre y Domènec, y con un buen número de amigas, con quienes paseábamos en bicicleta por unos entornos en los que apenas circulaba algún coche. Siempre me revelé como una chica despierta e inquieta, exhibiendo ya ciertos dotes de liderazgo. Me crie en los valores de la honestidad y del amor al prójimo, gracias a la influencia de mis padres, Josep Maria y Maria, quienes nos dedicaron un gran cariño y nos infundieron la virtud de ayudar a los demás. Ella, dedicada al hogar y a la familia, exhibía un carácter tranquilo que contrastaba con el talante dinámico de mi progenitor, un hombre activo y con mucha iniciativa, como correspondía a un comerciante como él, de quien recuerdo una máxima que me ha marcado durante toda la vida: «El dinero, hoy lo tienes pero mañana no; la honestidad y la personalidad permanecerán siempre». Aun así, no puedo dejar de destacar la influencia que en mi trayectoria ejercería Mercè, una vecina de Prats de Rei que pertenecía a una familia respetable y que gozaba de una educación exquisita, al haber estudiado en Barcelona. A su lado aprendí a observar el trato adecuado en determinados entornos sociales, a comportarme de manera cortés y a conectar mejor con quienes me rodean. Le profeso un gran amor y, cuando acudo a visitarla, siempre le recuerdo: «Mercè, todo lo que he conseguido ha sido gracias a ti».

 

La prudencia forma parte de mi ADN

La educación adquirida junto a Mercè se vio complementada por la que asimilé junto a otra familia de Torredembarra, donde invertía los veranos en mi infancia y adolescencia. El contacto con esos dos entornos me llevó a cultivar un carácter reservado, pudiendo aseverar que la prudencia forma parte de mi ADN. Se trata de un valor que echo en falta a menudo entre la juventud, pues en ocasiones su comportamiento rebasa ciertos límites que pueden lastimar a los demás. Y en la vida hay que saber estar y ser muy conscientes de cómo es preciso actuar en cada momento. Creo que es consecuencia de la laxitud de los padres, quienes no han prestado la profunda atención que requiere la educación de sus hijos. En mi caso, mi formación transcurrió en Prats de Rei y, posteriormente, en Manresa, donde aprendí a coser y bordar, una actividad muy común en esa época entre las jóvenes. Conté con una maestra de excepción: una de las mejores modistas de la comarca que, incluso, había colaborado en los desfiles de moda que se hacían en Barcelona. Precisamente, uno de mis primeros trabajos esporádicos consistió en coser, demostrando ya que mis virtudes se centran en las manualidades. Pero, también, prestaba apoyo a mis hermanos en el restaurante que regentaban. Otro de los capítulos que contribuyó a mi crecimiento personal fueron mis viajes a México, donde residían unos tíos míos. Las estancias en ese país norteamericano fueron deliciosas, pues me sentía como una princesa en su castillo, gracias al excelente trato que recibía.

 

Absolutamente dependiente de terceros para cualquier función, mi hospitalización se convirtió en un profundo baño de humildad

Esos períodos en México, prolongados a lo largo de tres años, acabaron arrojando también unas sombras, ya que debo admitir que devine una joven admirada por sus vecinos. Ello sumado al hecho de frecuentar ese lejano país, cuando viajar no constituía una actividad habitual, alimentó en mí ciertas ínfulas que no resultaron precisamente edificantes para una joven. Esa vanidad se esfumó por completo, sin embargo, a raíz de un grave accidente que sufrí a los veinticinco años y que me mantuvo durante seis meses ingresada en un hospital. Sentirme atada de pies y manos, absolutamente dependiente de la asistencia de terceros para cualquier función, se convirtió en un profundo baño de humildad. Ese capítulo provocó un drástico cambio en mi vida y, tras haber recibido el alta, decidí trasladarme a Barcelona e iniciar una nueva vida, poniendo distancia con mi pasado. Posiblemente influida por mi reciente experiencia, me matriculé en Enfermería, a la par que entraba a trabajar como auxiliar en distintas consultas médicas. Al llegar el verano, decidí viajar a París. Lo que inicialmente tenían que ser unas vacaciones de agosto se prolongó en una estancia hasta Navidad, cautivada por la Ciudad de la Luz, donde todo me parecía maravilloso. Cualquier pequeño placer se revelaba extraordinario, incluso tomarme un café y un croissant, al salir del Lycée donde estudiaba francés, y contemplar cómo discurría la vida parisina ante mí; hasta el punto de encontrar delicioso sentirme abrazada por el frío, que tan poco me había gustado en Prats de Rei…

 

Rompí esquemas al crear un ambiente muy agradable y acogedor en el centro, lo cual favoreció la atracción de clientela selecta

Viajar me abrió la mente; en México, pero, sobre todo, en París. Considero muy recomendable la experiencia de viajar y aplaudo a esos estudiantes que aprovechan el programa Erasmus o que, todavía adolescentes, realizan estancias en Estados Unidos o en Gran Bretaña para aprender inglés. Empuja a la juventud a espabilarse ante un entorno desconocido en el que no cuentan ni con familiares ni con amigos para afrontar determinadas situaciones, al tiempo que, como me ocurrió en Francia, te obliga a administrar un presupuesto. Es una vivencia que me proporcionó un gran crecimiento personal. De regreso a Barcelona, retomé y completé mis estudios en Enfermería y pasé a trabajar para la Seguridad Social. Lejos de amedrentarme los escenarios adversos, mi primera etapa en el área pública de salud transcurrió en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Vall d’Hebron, para prestar posteriormente servicio en ambulatorios. Tras obtener plaza como practicante, que reclamaba una dedicación diaria de solo dos horas, decidí hacer realidad un proyecto que había estado alimentando: crear un centro de estética. Detecté que esta era una actividad de futuro, ya que cada vez existía mayor tendencia a cuidarse y a solicitar tratamientos de belleza. Fue en 1985 cuando abrí mi primer establecimiento: un precioso local en un privilegiado enclave como el del Paseo de Gràcia con la avenida Diagonal. Con este local rompía esquemas, dado que la decoración se alejaba por completo de los habituales salones en los que imperaban los carteles de modelos o sobre los servicios que se ofrecían. Mi debilidad por el arte y por las flores propició que creara un ambiente muy agradable y acogedor, constituyendo un punto diferencial que favoreció la atracción de clientela selecta.

 

La tecnología supone un valor diferencial respecto a otros salones y cada año destinamos una importante dotación a ese capítulo

Destacadas e influyentes figuras de la ciudad empezaron a frecuentar el centro, convirtiéndose, además, en prescriptores de otros ilustres personajes ante la satisfacción por los servicios. De este modo, experimentamos tal crecimiento que, seis años más tarde, decidí que debíamos abandonar ese modesto local para buscar un espacio más amplio. En 1992, por tanto, realizamos una mudanza a un entresuelo de la calle Bori i Fontestà que se convertiría en la antesala de nuestro destino definitivo. En ese piso permanecimos una decena de años hasta que, en 2003, consideré aconsejable adquirir un establecimiento que se hallaba en los bajos. Descender a la vía pública significaba facilitar la entrada a los clientes. Una escalera supone una barrera invisible para los negocios, mientras que a pie de calle resulta mucho más fácil la conversión de un transeúnte en usuario. La intuición se reveló acertada, como lo confirman las dos décadas de éxito que llevamos en este local de cuatrocientos metros cuadrados. Bien es verdad que a ello contribuye la remodelación permanente del espacio, que permite que las instalaciones se muestren siempre como nuevas. Es importante prestar atención al entorno y que quienes nos visitan perciban máxima higiene, un ambiente agradable e innovación. Esta constituye, precisamente, otro de los puntales clave de nuestro centro: la constante inversión en aparatología. Cada año destinamos una importante dotación a este capítulo, tanto para proporcionar los mejores servicios a nuestros clientes como, también, porque a estos les gusta la novedad y comprobar que podemos ofrecerles tratamientos alternativos para optimizar su bienestar. La tecnología supone un valor diferencial respecto a otros salones, que no dedican tanta atención a este tipo de equipamiento.

 

Priorizo la relación estrecha con las clientes, porque la paz y el bienestar no se consiguen con dinero, sino con el amor, el cariño y el respeto que nos profesamos mutuamente

Puedo considerarme una pionera en lo que a centros de estética en Barcelona se refiere, pues en el año 1985 apenas había tres, y no todos podían equipararse al nuestro. En mi caso, no me duelen prendas afirmar que he sido una gran trabajadora. He tenido muchos pretendientes, que me han intentado seducir con proyectos de franquicias, pero siempre he preferido concentrarme en un único salón para asegurarme de que el servicio que prestamos a nuestros clientes es exquisito. Admito que, tal vez, debería haber sido más ambiciosa y ampliar el negocio, pero he priorizado la relación estrecha con las clientes, porque la paz y el bienestar no se consiguen con dinero, sino con el amor, el cariño y el respeto que nos profesamos mutuamente. Pese a todo, los inicios no resultaron fáciles. Me gané la confianza de las usuarias gracias al servicio diferencial que podía ofrecer frente a las esteticistas. Así, ante los cursos que estas podían poseer, yo contaba con una formación en Enfermería que me proporcionaba una visión global de la persona, lo cual me permitía tratar a las visitantes de manera global y no limitarme a atender áreas específicas, como las manos o el rostro. Realizar un diagnóstico de la persona antes de someterla a un tratamiento posibilitaba detectar el origen de sus problemas y actuar con mayor eficacia. Porque en Oxigen no se realiza un tratamiento sin haber efectuado una diagnosis previa. Escuchamos a las personas, analizamos cuáles son sus necesidades y aconsejamos cuál es la metodología a seguir, realizando un completo acompañamiento del cliente de principio a fin; desde que llega a nuestro centro hasta que alcanza su objetivo. Ese trato exquisito y el cuidado personalizado que prestamos a cada cliente es lo que nos ha conseguido posicionar en la vanguardia de los centros de belleza de Barcelona, porque partimos del principio que no existe un tratamiento idéntico para todas las personas, sino que debemos centrarnos en su singularidad, huyendo de la estandarización y analizando su particular estilo de vida, sus hábitos alimentarios específicos, sus aspiraciones estéticas… A partir de ahí, definimos cuál es el proceso a seguir, contemplando un servicio integral que incluye sistemas de diagnóstico, tratamientos dermoestéticos, terapias manuales, una dieta que se irá modulando de acuerdo a su evolución y consejos para aprender a comer dentro y fuera de casa, homeopatía, aparatología, fisioterapia o cosmética avanzada. Todo ello teniendo en cuenta que el tratamiento inicialmente programado puede ir variando, adaptándose a la evolución experimentada por el cliente.

 

Si no eres capaz de quererte, no alcanzarás ninguna meta

Somos muy transparentes con los clientes, mentalizándoles desde el inicio para que sepan que, si desean conseguir determinados objetivos, deberán poner de su parte. Si una persona quiere adelgazar, por ejemplo, nosotros la asesoraremos con el tratamiento y le ayudaremos a abandonar determinados hábitos, instruyéndole sobre la dieta a seguir pero, sobre todo, le enseñaremos a cuidarse y a quererse; porque, si no eres capaz de quererte, no alcanzarás ninguna meta. Antes, las personas que pretendían liberarse de algunos kilos de más solían acudir a profesionales que les prescribían un régimen. Pero al no informarles de las pautas a seguir una vez superado ese desafío, al tiempo volvían a engordar. En Oxigen enseñamos a cambiar comportamientos, de tal modo que, si observan nuestras recomendaciones, se sentirán bien consigo mismos durante todo el año y sin necesidad de realizar grandes sacrificios. Hay personas a quienes les gusta la buena mesa. Mantener la línea no significa tener que renunciar a ágapes extraordinarios, sino que deben disfrutarlos pero, al día siguiente, compensarlos con una ingesta más frugal. De este modo, además, lograrán valorar mejor esos buenos momentos. En cierto modo, también ejerzo espontáneamente de coach, pues hablo mucho con las y los clientes, a fin de estimularles para conseguir su propósito. En la capacidad de motivar también reside el éxito de Oxigen.

 

Usar la cosmética con fines de rejuvenecimiento puede resultar contraproducente si se utiliza en personas jóvenes

En Oxigen brindamos un amplio abanico de servicios, desde el masaje más simple hasta la resolución de problemas de dolor a través de la fisioterapia, pasando por la tonificación, la hidratación o los tratamientos faciales. Cuando abrí el primer centro, apenas había tecnología en este entorno, mientras que en la actualidad existe un aparato para cada zona del cuerpo. La tecnología posibilita obtener resultados en menor tiempo. Si bien las manos nos permiten realizar un masaje para activar la circulación, para descontracturar o para relajar, hay tratamientos más profundos que reclaman la intervención de la aparatología. Los cosméticos adoptan gran protagonismo en nuestros tratamientos faciales, trabajando con marcas de garantía para obtener un óptimo resultado. En cambio, a la hora de intervenir en el cuerpo, nos apoyamos mayoritariamente en la aparatología, que ha desplazado a la cosmética. A esta siguen recurriendo en algunos centros menos equipados a nivel tecnológico, pero resulta cara y menos efectiva. Desde el punto de vista facial, la cosmética ha adquirido un gran desarrollo y permite rejuvenecer a las personas. No obstante, es necesario tener un cuidado especial en su uso, ya que no todos los tratamientos son recomendables para personas menores de treinta años. Si recurren a ciertas soluciones, con el tiempo es posible que estos remedios resulten contraproducentes y terminen reflejando una edad mayor de la que realmente tienen.  Por todo ello, es muy importante que, antes de someterse a cualquier tratamiento, se realice un diagnóstico para evaluar cuál es la vía de actuación más adecuada.

 

Pocas profesiones son tan satisfactorias como la nuestra, porque ayudamos a que las personas se sientan más felices

La medicina estética obtiene resultados más rápidos que los tratamientos estéticos, pero exige prudencia. Al igual que pasa con ciertos cosméticos rejuvenecedores, no aconsejo a una joven de veinticinco años que recurra a tratamientos reductores de las líneas de expresión, pues, cuando cumpla cincuenta, es posible que el aspecto que muestre sea muy artificial. Por todo ello, resulta más aconsejable la medicina preventiva, a la que se recurre cada vez más a menudo. Además de ser inocua, es la que arroja mejores resultados. Basta con unos cuidados frecuentes, empezando cuando todavía se atesora cierta juventud, para no requerir intervenciones más exigentes. En nuestro centro no realizamos ningún tipo de cirugía ni mantenemos contactos con médicos, aunque sí contamos con la colaboración de una doctora para realizar consultas de carácter preventivo, la cual acude a nuestro centro cada quince días. Nuestro equipo se compone de dieciséis personas: una recepcionista, una especialista en estética facial, una decena de terapeutas y dos personas de campo. A mi faceta directiva le añado mis labores de atención, dado que me encanta mantener un contacto estrecho con las clientes. De hecho, confieso sin rubor que amo mi profesión: me reconforta y me aporta paz, porque compruebo que consigo ayudar a las personas. Resulta tan alentador cuando acude a nosotras alguien que se menosprecia y logramos revertir su estado de ánimo… Pocas profesiones son tan satisfactorias como la nuestra, al ayudar a que las personas se sientan más felices. Y esa misión también repercute moralmente en mí, porque, a pesar de que ya acumulo cierta edad, sigo en activo y trabajo mucho; no es que no solo sigan sin pesarme los años, sino que las clientas me dan mucha vida.

 

Sin su excelente equipo, Oxigen no gozaría del mismo prestigio ni de la misma confianza

Estoy muy agradecida a mi equipo, pues sin él Oxigen no gozaría ni del mismo prestigio ni de la misma confianza. Algunas de las integrantes llevan un cuarto de siglo conmigo. Un equipo competente se consigue sabiendo dar ejemplo, rectificando cuando procede y mostrando reconocimiento. Y para que una organización pueda funcionar es preciso que exista solidaridad en la plantilla, que entre sus miembros se ayuden y se valoren mutuamente. Aunque nuestro establecimiento se denomina centro de belleza, podríamos asimilarlo a centro de belleza médico-estético si tenemos en cuenta la titulación de algunas de las profesionales que trabajan conmigo. Yo misma, a los estudios de Enfermería le añadí en su día otros de la esfera médica, como Psiquiatría, Pediatría, Nutrición y homeopatía. Somos conscientes de que la belleza parte del interior, ya que, si albergas bienestar en el organismo, lo reflejas en el rostro.

 

Hay quienes, si no conocen al usuario, optan por aconsejarle el producto con el que obtienen mayor comisión

De algún modo, la importancia de la salud se trasluce en nuestra identidad, Oxigen, que apela al elemento que nos permite respirar, equivalente al bienestar. Sin oxígeno no hay vida, y lo que deseamos es ayudar a nuestro público a que disfrute de ella con nuestros consejos y nuestros tratamientos. Como complemento a las sesiones, en el centro también dispensamos cosméticos, siguiendo un criterio estrictamente profesional, pues la especialista que ha atendido a la clienta sabe qué tipo de crema o solución necesita. En el mercado existe una amplitud de marcas y de productos y basta con seleccionar el más adecuado para cada caso. Nuestras terapeutas, a través del tacto y al observar las reacciones en la piel del cliente, conocen con detalle cuál será la mejor opción. Por ello, los usuarios pueden depositar total confianza en las soluciones que les recomendamos.

 

En nuestro sector se acusa mucho intrusismo, con personas que abren centros sin disponer de unas mínimas aptitudes

No solemos acusar problemas para encontrar personal porque nuestro índice de rotación es prácticamente nulo. Pero si en alguna ocasión hemos tenido que incorporar a alguien, nos hemos visto obligadas a proporcionarle formación, porque los conocimientos académicos que se imparten suelen ser muy pobres. Recientemente ha habido una reforma en los programas educativos y cabe esperar que asistamos a una mejora en esta faceta. Lo que sí se acusa en este ámbito es mucho intrusismo, con personas que abren centros sin disponer de unas mínimas aptitudes y que contribuyen a generar cierto desconcierto en el sector, pudiéndolo socavar o aun desprestigiar. También irrumpen en escena personas que se han podido quedar en situación de desempleo a avanzada edad y quienes, ante las dificultades de hallar una alternativa laboral, realizan un cursillo de estética y se ofrecen para realizar masajes, tratamientos, curaciones… Esas prácticas podrían considerarse una competencia desleal, porque no disponen de las habilidades exigibles a un profesional. Sin embargo, consiguen clientes a través de unos precios muy económicos. En cualquier caso, no suponen ninguna amenaza para nosotros, puesto que las personas que acuden a nuestras instalaciones valoran la calidad de nuestro servicio. Saben que, al entrar en nuestro centro, hallan un ambiente pulcro, que la logística es perfecta y que llevamos un riguroso registro de cada usuario, ya que en nuestras fichas están reflejados todos y cada uno de los tratamientos a los que se ha sometido a lo largo de su vida.

 

La mejor publicidad la realizan nuestras clientas, porque gracias a su satisfacción se convierten en las mejores prescriptoras

Los reportajes en prensa me han servido de gran ayuda para promocionar nuestro centro, pero siempre subrayo que la mejor publicidad la realizan nuestras clientas, porque gracias a su satisfacción se convierten en las mejores prescriptoras para conseguir más usuarias. Al mismo tiempo, su opinión merece mayor credibilidad que un mensaje publicitario o un comentario en las redes sociales: una realidad que genera mucho humo, pero a la que no podemos renunciar, pues somos conscientes de que hay mucha gente que solo se activa si te ve en esos recursos. Bien es verdad que hay quienes utilizan esas opciones de manera agresiva, pregonando ofertas y descuentos; una práctica con la que solo consiguen hundir los precios, pero nunca fidelizar a un público dispuesto a aprovechar una oportunidad promocional pero que se desvanece una vez ha desaparecido ese gancho. Nuestra política comercial es muy rigurosa en este sentido, dado que solo aplicamos descuentos en diciembre, cuando tenemos ese detalle atendiendo a las fechas, de modo que hay quien lo aprovecha, por ejemplo, para regalar un tratamiento facial. Y es que, cada vez más, la gente opta por las experiencias en vez de por los objetos a la hora de realizar un obsequio con ocasión de un aniversario o de la propia Navidad. En tratamientos de estética no se pueden implementar según qué tipo de descuentos, pues los márgenes son escasos y hay que velar por la viabilidad del negocio.

Oxigen es uno de los pocos centros autorizados y acreditados por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. A la confianza de esa condición se le añaden distintos reconocimientos que hemos recibido, tanto en Madrid como en Barcelona, incluido alguno de carácter personal a mi trayectoria. También contribuyen al prestigio del centro las ponencias que me han invitado a impartir en certámenes de estética, como Salón Look, en Ifema, y Cosmobeauty, en Fira de Barcelona, por citar solo dos de los más relevantes.

 

Como empresaria, mi propósito es generar beneficio social a la clientela

Afortunadamente, la pandemia no impactó en nuestra actividad. A pesar de que los centros de estética no recibimos la autorización para reabrir nuestros establecimientos hasta bastante más tarde que las peluquerías, nos permitimos demorar tres semanas la apertura para garantizar que todos los procesos eran correctos y no existía riesgo sanitario alguno. El coronavirus nos enseñó a cuidarnos más y, fruto de esa etapa, experimentamos un aumento en nuestra actividad, porque la sociedad se percató de la importancia de prestar atención a la salud y el bienestar. El público masculino también se muestra cada vez más sensible a la estética, si bien suele ser reticente a entrar en centros frecuentados por señoras y acostumbra a decantarse por acudir a gimnasios o a centros exclusivos para hombres. Pero sí: se observan cambios en la sociedad y en las nuevas generaciones; incluidos los que tienen que ver con la dedicación laboral. Los jóvenes, en la actualidad, no están dispuestos a destinar tantas horas al trabajo y aspiran a disponer de mayor tiempo para su vida personal. Cuando mantienes con ellos una entrevista de selección, una de las preguntas recurrentes que formulan tiene que ver con los horarios, exhibiendo contrariedad si comprueban que hay que trabajar los sábados. Aunque su planteamiento resulta respetable, considero que sería deseable recuperar ese afán de querer satisfacer al prójimo. Como empresaria, mi propósito es generar beneficio social a la clientela. La nuestra no es una actividad fría y anónima como puede ser una venta por internet, sino que somos una empresa de servicio, lo que supone entregarse al cliente para satisfacer sus necesidades.

 

Deberíamos mostrar más agradecimiento a quienes nos rodean y consiguen hacernos más felices

Soy una acérrima defensora del contacto directo entre las personas, también en las transacciones de índole comercial; como cuando acudes a una tienda o a un restaurante y enseguida te das cuenta de si estás tratando con un profesional o no, por el tipo de atención que recibes de su parte. Como consumidora, me encanta sentirme bien atendida y, cuando percibo un buen trato, siempre expreso verbalmente mi agradecimiento. A la gente, no obstante, le cuesta decir «gracias», cuando, de hecho, con ese sencillo gesto es posible empoderar a la persona que te ha facilitado la vida. Deberíamos mostrar más agradecimiento a quienes nos rodean y consiguen hacernos más felices. Yo me siento muy agradecida a la vida por todo lo que me ha dado; por haberme caracterizado por ser una persona de paz, de principios, de respeto a los demás. Y por haber tenido la fortuna de disfrutar de bienestar y de haberlo podido extender a los demás.