Volumen 16. Biografías relevantes, empresarios de cosmética y belleza

Pere Periche Pedra – Periche Profesional

Barcelona

1974

Director general de Periche Profesional, S.L.

 

24-10-2023

 

Habiendo heredado el carácter autodidacta de su padre, este emprendedor inició su carrera desde el estrato más humilde de la firma para ir escalando progresivamente en el negocio familiar. Su inquietud le llevó a expandir el negocio más allá de nuestras fronteras y a dotar a sus productos de pluses que trascienden la pura efectividad de los mismos. Un viaje inesperado cambió profundamente su mentalidad, lo cual le ha llevado a transformar su propuesta de valor en experiencias sensoriales totales.

 

 

Gracias a nuestra madre sé que no existe ley más potente en el universo que el amor

Mi infancia tiene sabor y aroma de mar; de aquellos veranos que transcurrían en el Port de la Selva y donde compartíamos juegos con mis amigos; con mis hermanas, Elisabet y Rosa; y con mis primas, Olga y Xènia. En ese pueblo costero, donde mis padres habían adquirido una segunda residencia, hallaba la libertad que veía vedada en Barcelona, donde residíamos habitualmente y donde las calles se revelaban menos amables que las de ese pueblo ampurdanés. Convivíamos en armonía en nuestro hogar, en el que también nos acompañó durante unos años mi querida abuela Ruperta, excelente cocinera. Mi padre, Pere, invertía muchas horas en el trabajo, y fue en mi madre, Rosa, en quien hallé a la figura más influyente de mi niñez, al transmitirme el mejor patrón vital al que podría haber aspirado. Bondadosa hasta la médula, nos ayudó a crecer en valores, dispensándonos un gran cariño y contribuyendo a nuestra maduración personal. Gracias a ella sé que no existe ley más potente en el universo que el amor. Porque nuestra madre era un ejemplo de altruista entrega a los demás, sin esperar nunca nada a cambio. Bien es verdad, por otro lado, que nuestro padre invirtió esfuerzo y sacrificio para que nuestra familia pudiera prosperar. Hijo de una familia jienense que había emigrado a Catalunya buscando un futuro mejor, vivió inicialmente en una barraca de Can Tunis, época en la que se vería obligado a trabajar cuando apenas había cumplido los diez. A partir de ahí, fue él, con su espíritu autodidacta y luchador, quien se forjó un porvenir.

 

Mi padre preparaba sus primeros productos sirviéndose de un palo para remover la solución en una bañera

Aunque mi padre no pudo estudiar, eso no evitó que quisiera aprender. Todavía recuerdo que, en ocasiones, le sorprendía leyendo en la cama libros sobre química que se me antojaban un fastidio. Sus inicios como repartidor le familiarizaron con el ámbito distribuidor y empresarial. En torno a los dieciséis años, y junto a otros jóvenes, alimentó el deseo de poner en marcha su propio proyecto. De este modo, en 1969 fundó Productos Victoria, embrión de lo que, más tarde, se convertiría en Periche Hermanos y, posteriormente, Periche Profesional. Inicialmente, ese negocio ocupaba un local en la calle Bartrina, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona. Eran unos años exentos de sofisticación en los que, ante la falta de recursos, los emprendedores acudían al ingenio para salvar cualquier obstáculo. Así, recuerdo que él había llegado a preparar sus primeros productos sirviéndose de un palo para remover la solución en una bañera. A mediados de la década de los noventa, ante la presión del consistorio barcelonés, trasladó las instalaciones a Montcada i Reixac. La mudanza obedecía a razones regulatorias, debido a la carencia de licencias para trabajar con alcoholes o aerosoles, además del contexto de viviendas que nos rodeaba y que desaconsejaba la ubicación de esa industria en dicho enclave.

 

Empezar desde lo más bajo te convierte en más humano

No me revelé como buen estudiante; probablemente, porque tampoco hallé un maestro que me motivara lo suficiente. Mis principales inquietudes en la infancia y en la juventud residían en el deporte: la vela, el fútbol y, sobre todo, las motos, que me despertaban un gran interés. Todavía conservo una secuela de un accidente que sufrí a los catorce años, edad en la que ya empecé a trabajar, pues mi padre me reclamaba por las tardes, o durante los veranos, para que ayudara en el negocio familiar, donde asumí diversas tareas. Lo que por aquel entonces identificaba como un castigo, con el paso del tiempo he acabado por valorarlo, dado que se trató de una experiencia que me permitió conocer los distintos departamentos de la compañía. Y es que mi progenitor me asignaba los cometidos menos agradecidos, como la limpieza del laboratorio. Empezar desde lo más bajo te convierte en más humano, ya que, si tu primer destino es un puesto ejecutivo, es probable que tomes distancia respecto al resto del equipo, lo cual no favorece la relación que puedas establecer con él, ni tampoco la comprensión mutua. De todos modos, lo que para mí constituyó una fórmula acertada no significa que tenga que funcionar con cualquier joven, pues quienes están orientados a una carrera universitaria es preferible que concentren todos sus esfuerzos en sus estudios. Ello no es óbice para que, desde un punto de vida social, exista una errónea tendencia a empujar a los hijos hacia la universidad, cuando en la actualidad se acusa una falta de personal de oficios. Cada cual debe emprender el camino en el que se encuentre más cómodo, por supuesto, pero teniendo también en cuenta que, en estos momentos, quienes optan por la Formación Profesional pueden labrarse mejor futuro que quienes se plantean cursar una carrera. Habría que fomentar ambos itinerarios, pues un oficio se revela hoy como una interesante oportunidad laboral.

 

Para poder vender un producto es necesario conocerlo a fondo

Fue al regresar del servicio militar cuando mantuvimos una conversación con mi padre en la que me planteó cuáles eran mis aspiraciones. En ese momento, mi ambición residía en poder mantener una vida más o menos cómoda, como la que nos habíamos podido permitir gracias a su esfuerzo, por lo que acepté sumarme definitivamente a su compañía. Aunque había empezado a estudiar FP, rama Administrativa, no fue en las oficinas donde me empleé. Si al principio había estado colocando etiquetas y tapones en los frascos o calentando agua, cuando asumí las labores de repartidor por Barcelona y la corona metropolitana experimenté la sensación de haber progresado profesionalmente. Mi siguiente paso sería convertirme en comercial, una faceta un tanto incómoda para alguien como yo, falto de experiencia y que tenía que enfrentarme a distribuidores veteranos. Pese a contar como único apoyo con unas rudimentarias hojas informativas, poco a poco fui adquiriendo soltura y manejo de la situación, aunque, en ocasiones, los profesionales de las peluquerías, a quienes había que venderles el producto, me planteaban cuestiones técnicas para las que no disponía de respuesta. Eso me serviría, no obstante, para percatarme de la necesidad de acudir a las visitas con mejor preparación. Si inicialmente mi área de influencia radicaba en la capital catalana y sus inmediaciones, más adelante ampliaría mi radio de actuación a toda España, realizando largos viajes con el objetivo de expandir por el territorio nacional nuestra modesta marca.

 

Busqué soluciones que mejoraran nuestra propuesta de valor desde el punto de vista de la imagen, intentando construir marca e incorporando el diseño en los envases

Si mi padre había exhibido dotes autodidactas, yo no podía ser menos. Seguramente, la escasez de recursos nos empujaba a superar las adversidades invirtiendo astucia. Nos separaba, eso sí, la mentalidad, puesto que mi progenitor siempre había observado un talante más industrial, mientras que yo mostraba un perfil más comercial. Esa circunstancia me empujó a buscar soluciones que mejoraran nuestra propuesta de valor desde el punto de vista de la imagen, intentando construir marca e incorporando el diseño en los envases que contenían nuestro producto, consciente de que la mejor manera de despertar interés por él era a través del primer impacto visual. Eso me llevó a familiarizarme con programas informáticos como el FreeHand o el Photoshop, con la intención de dotar a nuestra gama de artículos de mayor empaque, al tiempo que creábamos una estructura de oferta más coherente. Era menester dejar atrás esa primera etapa en la que se fabricaban lacas o agua oxigenada, aprovechando un contexto económico en el que todo hallaba salida, para empezar a competir en un mercado mucho más exigente, donde el marketing tenía un protagonismo central. A tal fin, a menudo me sentaba al lado de los diseñadores para saber cómo manejar el software. De este modo, comencé a crear mis propias propuestas en el ámbito estético. Y, aunque es de vital importancia el contenido de los envases, si se desea transmitir adecuadamente el espíritu del producto, es asimismo imprescindible prestar atención al continente. Simultáneamente, convencí a mi padre de la necesidad de salir al exterior, ante las dificultades que planteaba el contexto nacional.

 

El negocio exportador reclama determinación, constancia y denodados esfuerzos

Había detectado que otras firmas competidoras se habían lanzado a la aventura exportadora. Si ellas lo hacían, ¿qué razones había para que no lo intentáramos nosotros? Se trataba de un terreno desconocido, sin duda, pero, hablando con otros colegas, habíamos sopesado la posibilidad de participar en una feria internacional con un estand conjunto, bajo la denominación Spanish Beauty Association, que reuniera a varias pymes del sector. El desafío era descabellado, sobre todo teniendo en cuenta que yo no hablaba inglés. Aun así, en 1999 acudimos a Cosmoprof, el certamen cosmético más importante a escala mundial en ese momento, que se celebraba en Bolonia (Italia). La experiencia fue frustrante y, de regreso a casa, no pude trasladar a mi padre el entusiasmo que hubiera deseado y que me solía caracterizar. Haber recurrido a un intérprete no había salvado las dificultades de comunicación con los potenciales distribuidores para introducirnos en otros mercados, pues esa persona podía traducir al inglés mis mensajes, pero no imprimir el énfasis necesario para seducir a los eventuales clientes. En cualquier caso, ese episodio sirvió para que tomara conciencia de que era necesario asimilar la lengua de Shakespeare y, también de manera autodidacta, empecé a familiarizarme con ese idioma, de tal modo que, en la actualidad, lo hablo con fluidez, aunque no pueda catalogarse de inglés académico. Persistimos en la participación ferial, a pesar de que, durante los dos o tres primeros años, recibíamos muchas visitas en el estand pero no nos compraba nadie. El negocio exportador reclama determinación, constancia y denodados esfuerzos, ya que los clientes desean constatar que existe una continuidad y que la firma en la que van a confiar está consolidada. En esa época las comunicaciones no se hallaban tan desarrolladas como hoy en día y el contacto establecido se reducía a esa presencia ferial periódica, a lo cual se le añadían las barreras que cada país podía establecer para proteger su industria local.

 

Mantenerte en tu burbuja, sin abandonar la zona de confort, te hace creer equivocadamente que te hallas en posesión de la verdad absoluta

Aunque el formato ferial alberga un modelo medieval, incluso en el presente se revela como una cita interesante, al constituir un punto de encuentro sectorial que resulta enriquecedor, ya que posibilita el intercambio de experiencias e impresiones con otros profesionales del mercado. A la peripecia italiana le añadimos la participación en Hong Kong, en São Paulo, en Moscú y en Dubái. Fueron unos años frenéticos y muy interesantes, ya que esos viajes me proporcionaron un extraordinario crecimiento cultural y personal. Ahora, internet pone a nuestro alcance mucha información, pero a principios de siglo era muy distinto y, de mantenerte en tu burbuja, sin abandonar la zona de confort, podías creer equivocadamente que estabas en posesión de la verdad absoluta. Conocer mundo me permitió descubrir múltiples y distintas realidades, percatándome de que en determinadas áreas geográficas el respeto a los derechos humanos es, cuando menos, cuestionable. A raíz de toda esa labor ferial, surgió mi primer cliente: un profesional de Hong Kong que me solía llamar a las siete de la mañana y con quien intentaba lidiar con mi entonces todavía precario inglés. El segundo, un libanés, me obligó a viajar a Beirut, donde me impactó comprobar las secuelas de las bombas y de los disparos en los edificios de esa ciudad.

 

Generar empleo resulta muy gratificante, mientras que, en las pymes, se establece una relación personal muy estrecha con el equipo humano

La apertura a los mercados internacionales nos permitió sortear la crisis de 2008, pues, al habernos asomado a varios países, disponíamos de oportunidades diversificadas; así, si bien algunos de ellos acusaron también esa coyuntura, otros nos compensaron con su expansión durante ese mismo periodo. El equipo había ido creciendo. Si cuando mi padre puso en marcha el negocio eran cuatro personas —a las que se les sumaron otras dos al trasladarse a Montcada—, paulatinamente fuimos incorporando nuevos efectivos, incluido un responsable del negocio nacional cuando decidí centrarme en la faceta exportadora. En la actualidad somos casi una cuarentena de profesionales los que integramos Periche Profesional. Generar empleo resulta muy gratificante, a pesar de la complejidad que entraña la gestión de un colectivo humano, que a medida que se amplía adquiere mayor dificultad. Aunque en una pyme se establece una relación personal muy estrecha. Antaño, el modelo que solía imperar en las empresas era más jerárquico; incluso tiránico en algunas de ellas. Mi perspectiva es distinta y, cuando mantengo entrevistas de selección, subrayo a los candidatos la importancia de sentirse realmente motivados para incorporarse a nuestra organización. Les expongo abiertamente quiénes somos y les informo que elaboramos cosméticos para ayudar a la gente a hallar su propio bienestar. Ese es, en suma, nuestro propósito y, conscientes de que invertimos muchas horas en la empresa (en ocasiones, más que con la familia), procuramos que el personal se sienta a gusto, intentando combatir esa premisa que pretende convertir el trabajo en el enemigo número uno.

 

Un inesperado viaje a Perú propició en mí un absoluto cambio de valores que he intentado trasladar tanto a la esfera personal como laboral

En la empresa manteníamos con mi padre bien diferenciadas las labores industriales y comerciales. Aquello empezó a cambiar en 2010, cuando le detectaron a nuestra madre un cáncer cerebral y él abandonó temporalmente la compañía para permanecer a su lado y asistirle en esos adversos momentos. Yo mismo me trasladaría a vivir a su domicilio con el propósito de ayudarles en los últimos meses de vida de Rosa, quien acabaría falleciendo en 2012. Ella, que primero había trabajado en su negocio, una perfumería, que posteriormente cerró para cuidar de sus hijos, siempre había colaborado con la empresa familiar, asumiendo la contabilidad. Su enfermedad y su deceso supusieron el retiro gradual de mi padre y, en paralelo, mi paulatina asunción de funciones. Fue una etapa de gran aprendizaje, aunque compleja, porque adolecía de experiencia en la gestión empresarial, atesorando una mentalidad más comercial, que siempre ha hecho más referencia a la ilusión. En 2013 nacería mi primera hija, Mae, con cuya madre extinguiríamos la relación al considerar que se había agotado el vínculo que nos unía. Todo este cúmulo de circunstancias me llevaron a plantearme muchas cuestiones existenciales, las cuales, tras compartirlas con un amigo, Jose Almendral, derivaron en una inesperada experiencia y un posterior viaje a Perú que transformaría drásticamente mi vida. Un amigo, Pablo, me había invitado a acompañarle en una aventura que no olvidaría jamás. Durante un par de semanas, compartí enriquecedoras experiencias con los shipibos —una tribu amazónica que habita a un par de horas en coche de Pucallpa—, cuyo modo de vida devino el detonante de una profunda transformación personal. Conocer a esos indígenas constituyó un valioso baño de humildad, constatando que la ignorancia que a menudo podemos atribuir a determinadas culturas no es tal, sino todo lo contrario, porque aquella gente vive en armonía con su entorno, respetándolo y no destruyéndolo como a menudo solemos hacer en Occidente. A su lado descubrí la sabiduría que atesoran, al margen de su extraordinaria humanidad y hospitalidad, lo que propició en mí un absoluto cambio de valores que he intentado, a partir de entonces, trasladar tanto a la esfera personal como laboral.

 

Tomando conciencia individual, podemos alcanzar grandes retos a nivel colectivo

De esa experiencia, aprendí que no se trata de renunciar por completo a la tecnología, sino, como en todo, de buscar el equilibrio. No desdeño del lujo, que me sigue atrayendo, pero puedo comprar un sofisticado frasco de perfume y, en el futuro, rellenarlo para mitigar el impacto ambiental. Es importante darse cuenta de que, tomando conciencia individual, podemos alcanzar grandes retos a nivel colectivo. Y ese compromiso con la sostenibilidad empecé a alimentarlo a partir de mi estancia en Perú, intentando implementar en la compañía iniciativas coherentes con dicho planteamiento. Esas personas me enseñaron que los activos que se extraen de un territorio deben ser retornados, de algún modo, a su origen, lo cual nos llevó a poner en marcha un proyecto de economía circular en México del que me siento muy satisfecho. Dado que es en ese país donde obtenemos algunos de los principios activos, procuramos favorecer a sus cultivadores, generando beneficio social y riqueza en esa región al asignar la elaboración de los extractos o aceites a sus gentes. Occidente debería cambiar su filosofía empresarial y no deslocalizar su industria por motivos egoístas, como ya ocurrió en su día cuando Estados Unidos o la Unión Europea optaron por trasladar a China las actividades que generaban polución o, simplemente, buscando unos menores costes de producción que, con frecuencia, estaban asociados a la explotación laboral (incluso infantil). Al igual que España consiguió crecer en la época del desarrollismo gracias a la mano de obra barata, China ha logrado su impulso industrial ignorando los derechos de los trabajadores. El resultado es que ahora acusamos una gran dependencia asiática, como hemos podido comprobar en estos dos últimos años, cuando se ha asistido a una escalada de los precios de las materias primas porque, ante la escasez de las mismas por cuestiones geopolíticas, China y los países satélites las han acaparado para garantizar su suministro, lo que ha acabado por repercutir en el resto del planeta y ha provocado problemas generales de abastecimiento.

 

Además de fabricar para terceros, disponemos de tres marcas propias: Periche Profesional, Celine Professional y Tempting Professional

Nuestra empresa está orientada al desarrollo de soluciones capilares para los profesionales de la peluquería. Tras la pandemia decidimos incorporar una línea de higiene personal, encuadrada en el ideario clean beauty, que, a diferencia del resto, se comercializa a través de farmacias. Se trata de productos con un concepto minimalista, incorporando estrictamente los ingredientes necesarios y que no resultan perjudiciales para el ser humano. La naturaleza nos proporciona, por ejemplo, la semilla del pomelo, que cuenta con propiedades biocidas que no se revelan tan agresivas como ciertos biocidas químicos. A diferencia del rigor que existe en el canal farmacéutico, el de las peluquerías se ha visto desvirtuado por unas prácticas poco deseables, ya que irrumpieron en el mercado algunas tiendas especializadas que, si bien a priori estaban concebidas para prestar servicio a los profesionales, acabaron poniendo su oferta al alcance del consumidor final, lo que generó un lógico malestar entre los peluqueros, quienes veían en este proceder una competencia desleal, sobre todo teniendo en cuenta que ellos, además de utilizarlos en sus salones, también podían venderlos a sus clientes. Pero el problema adquiriría una dimensión mayor con la entrada en escena del negocio digital, quedando esos productos de peluquería a disposición de cualquier internauta y dejando desprotegidos a los profesionales del sector. Las marcas suelen ser más cuidadosas, pero no tanto los distribuidores, que en ocasiones no observan un mínimo decoro y sitúan en internet un producto a un precio escandalosamente rebajado, de modo que generan un serio problema al peluquero que también lo comercializa en su establecimiento al precio recomendado por el fabricante. Además de producir para terceros, disponemos de tres marcas propias: Periche Profesional, Celine Professional y Tempting Professional. Esta última, nacida en el año 2000, sufrió una transformación en 2018, cuando la destinamos en exclusiva a peluquerías y nos reservamos la posibilidad de adquirirla en nuestra página web. Con objeto de respetar a los peluqueros, ni tan solo puede adquirirse a través de marketplaces.

 

La innovación nos ha llevado a incorporar un código QR para acceder a una melodía que convierte un simple lavado de cabello en una completa experiencia sensorial

A raíz de mi vivencia en 2019 y mi cambio en la escala de valores, mi perspectiva respecto a la empresa también adquirió una transformación. Si antes me guiaba por unos criterios estrictamente de rentabilidad, desde entonces he intentado darle un sentido distinto a la compañía, fijándonos como objetivo el proporcionar bienestar a la gente que confía en nuestra marca. No se trata de vender un champú, por ejemplo, para lavar el pelo, sino que entendemos que nuestra propuesta de valor va mucho más allá, convirtiendo en una experiencia íntima y reconfortante lo que, en apariencia, es un acto rutinario. Esa fue la razón que motivó la reformulación de la línea Tempting Professional, que responde a un desarrollo personal y a la que he procurado dotar de un equilibrio desde el punto de vista de los ingredientes, combinando los naturales con elementos químicos considerados amigables. Asimismo, hemos incorporado un código QR que permite descargarse una melodía creada por un alquimista musical para que, cuando el consumidor se encuentre bajo la ducha, pueda experimentar una sensación plena si escucha esa pieza y, por ejemplo, ha aromatizado su sala de baño con unos mikados o unas velas. Es importante hacer paréntesis en nuestra vida y saber dedicarnos un poco de tiempo, incluso en momentos que pueden parecernos anodinos. A la innovación del código QR le hemos añadido otras, como el establecer una colaboración con un naturista mexicano, Javier Cervantes, para obtener materias primas de autor. Él mismo nos ayuda a encapsular, mediante liposomas, esos productos que, gracias a su esmerada elaboración, suelen contener más nutrientes que los que fabrican las grandes corporaciones químicas.

 

No hay un patrón fijo y establecido para lo hermoso, sino que, en verdad, la belleza reside en la diversidad

Con Tempting intentamos transmitir una verdad a menudo soslayada: y es el hecho de que la belleza procede del interior, porque, de cara al exterior, esta se manifiesta a través de la diversidad, no en un patrón fijo y establecido, tal y como algunos lobbies pretenden imponer. Quien se siente bien consigo mismo logra que emerja de él una energía distinta. En esta línea me gusta que trabaje el sector cosmético en su conjunto y nuestra compañía en particular. Recientemente, hemos firmado un acuerdo con El Celler de Can Roca, compartiendo sinergias con estos chefs, de tal modo que quienes acudan a las peluquerías puedan disponer de infusiones naturales elaboradas en el Parc de les Olors, así como también chocolate de Casa Cacao, a fin de que la visita a esos salones se convierta también en una experiencia sensorial mucho más enriquecedora. Asimismo, hemos puesto a disposición de los peluqueros de salones de más alto standing unos sobres con romero, hierbabuena y pétalos de rosa que les permiten lavarse las manos antes de iniciar cualquier servicio para descargar la energía acumulada en el anterior, lo cual redunda, también, en el confort del cliente. Son pluses que entrañan unos costes, cierto, pero quien ha disfrutado de una buena experiencia está dispuesto a pagar por obtener esa satisfacción; porque, en el fondo, buscamos ese bienestar, algo que yo encuentro en mis hijas, Mae, Nika y Uma, de diez, seis y cinco años respectivamente, así como en Lara, una mujer a la que admiro y que se erige en mi fuente diaria de motivación e inspiración.