Dr. Francisco González Lodeiro
Fotografia cedida
Pròleg, TH, 4t-5è VOLUM. El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo.

Dr. Francisco González Lodeiro

Rector de la Universidad de Granada

Texto del 21/02/2013

La formación de doctores en España sigue siendo nuestra gran asignatura pendiente”

“El esfuerzo de nuestra comunidad científica nos ha llevado de ser un país desconocido a ocupar la novena posición mundial en publicaciones especializadas”

A lo largo de la historia de la sociedad española, la componente investigadora, parte constitutiva en el florecimiento económico y social de un país y pieza fundamental en la educación de sus ciudadanos, no ha sido suficientemente valorada. Pero hoy en día no se entiende un profesor universitario que ejerza su labor al margen de la investigación, de ahí que la formación de doctores en España siga siendo nuestra gran asignatura pendiente.

El doctor de antaño estaba abocado a ser profesor de universidad o, en el mejor de los casos, pertenecer al Consejo Superior de Investigaciones Científicas u otros organismos públicos de investigación, pero muy rara vez se aplicaba su capacidad intelectual y su conocimiento a la mejora empresarial, lo cual, dado el importante papel dinamizador que juega en la sociedad el empresariado, no dejaba de evidenciar un lamentable error de cálculo que ya hemos empezado a corregir.

En efecto: desde hace años vienen efectuándose diversos ensayos para estrechar las relaciones entre el mundo universitario y el empresarial con el fin de que los doctorados colaboren con los gabinetes de I+D de las empresas o se integren en sus plantillas de trabajadores; una tarea a llevar a cabo por las llamadas “Escuelas de Doctorado”, cuya finalidad es organizar, en el marco de la política científica universitaria, la formación de nuestros futuros investigadores mediante la elaboración de líneas de trabajo desarrolladas conjuntamente con expertos de la empresa privada y pública.

La evolución universitaria en España, cabe reconocer, ha obedecido a una planificación escasa y excesivamente apresurada. De todas formas, el esfuerzo de nuestra comunidad científica por incorporarse a los circuitos internacionales de publicaciones nos ha llevado de ser un país desconocido a ocupar la novena posición mundial en producción científica; sin embargo, calibrar el nivel de excelencia de nuestras universidades por el número de sus publicaciones es del todo insuficiente, pues sobre todo se debe incentivar y promover la producción de patentes que contribuyan a fortalecer el sector industrial.

En este sentido, las universidades españolas cuentan con programas propios de investigación que permiten que estudiantes altamente capacitados se formen en centros de referencia internacionales. La Junta de Andalucía, sin ir más lejos, dirige el Programa de Becas Talentia, destinado a aumentar la competitividad y la innovación de la región en cuanto a su tejido productivo se refiere. De este modo se ha logrado ir cambiado en los últimos años la visión de España en el extranjero, donde la opinión sobre nuestro país es mejor que la que nosotros mismos tenemos.

La Universidad de Granada es un claro ejemplo de todo lo dicho. Se trata de una universidad que insiste en el desarrollo de ámbitos del conocimiento tales como el de las Ciencias Experimentales y de la Salud y, muy especialmente, el de la Computación, disciplina en la que ostenta la primera posición a nivel nacional. Además, está creando, de cara tanto a multinacionales como a pequeñas y medianas empresas, puntos de convergencia entre el sector productivo y el universitario, algo esencial para el desarrollo regional. Asimismo, es una institución muy reconocida en el exterior, y una de las pocas universidades del mundo con presencia en dos continentes: África y Europa.